Cara App

¡No debiste iniciar con esto! Ahora, será difícil salir. Instalas Cara App. Salta un aviso a la pantalla:

«Lea términos y condiciones y pulse “Aceptar”».

No hay tiempo qué perder, total, ¿qué podría suceder? Das clic.

Sigues las instrucciones. Te haces una foto. Los resultados son inmediatos. Ya pareces mayor. Ahora sí podrás usar Tinder. Haces «Match» e inicias interesantes conversaciones. No importa de dónde sean, siempre caen en la trampa. Es de Ecuador y te manda corazones. De Argentina y te alaba el físico. ¿De Inglaterra? Me gustaría visitarte a tu país, dice.

¡En verdad funciona! No lo puedes creer. Agradeces haber nacido en medio de este boom tecnológico y te tomas otra foto. Aparentas unos cuantos años más. ¡Genial! Seleccionas la opción «Compartir en Facebook». Las reacciones no se hacen esperar. Ignoras el «Me divierte» de tu primo. Comentarios en tres, dos, uno:

«Wow, ¿qué te hiciste? Te ves bien».

«¡Cuánta madurez! Eres como el buen vino…».

Debería parar, piensas. Una parte dentro de ti te convence de continuar. Es solo una app.

Tercera foto del día.

Sales de compras y un par de personas te dicen que las canas te lucen bien. ¿Canas? Lo compruebas en el retrovisor de un auto. Sí, ahí están, unas cuantas.

Sabes sabes que la situación se te escapa de las manos. Te repites que deberías desinstalar la aplicación y hacer otra cosa para distraerte. Ignoras el pensamiento y, como haría un alcohólico con una cerveza helada, caes en la tentación. Esta vez el resultado no te pone feliz.

Algunos de tus amigos te preguntan si te encuentras bien de salud o si has tenido problemas. Muchos, se ofrecen a ayudarte. No he dormido bien, es todo, explicas.

Foto número cuatro.

«¿Realmente desea continuar?» ¡Qué rara pregunta! Haces clic en «Aceptar». Nuevo mensaje: «Escriba el captcha y seleccione la opción “No soy un robot”». Sigues las instrucciones y se toma la foto. Estás feliz, pero al mismo tiempo un sentimiento de amargura te revuelve el estómago.

Recibes una notificación: «En Cara App nos preocupamos por su salud. Hemos notado una constante actividad en su perfil, por eso le ofrecemos nuestros servicios de rehabilitación». Un llamativo botón verde indica: «Contactar con especialistas». Lo ignoras.

Te sientes mal, la cabeza te duele y tienes mareos. En el hospital, un doctor te da el diagnóstico: diabetes. Además, tienes problemas de artritis que deberías tratarte. Cuando vas de salida, un niño que desconoces corre hacia ti. ¡Abue!, dice mientras te abraza las piernas. Sonríes. Su padre se disculpa. No hay problema, lo tranquilizas, así son los niños.

En tu cama, empiezas a tener dificultad para respirar. No puedes controlar los movimientos de tu cabeza. Párkinson, sospechas. Tu saliva baja por tu garganta como un caramelo que se desliza con dificultad, amenazando con atorarse.

Abres de nuevo la aplicación. «Jugar». Salta una alarma: «Lo sentimos, usted ha superado el número de juegos permitidos por persona». Lanzas el celular para estrellarlo contra la pared, pero cae en medio de la cama. ¡Maldita Cara App! Colocas tu placa dental en un vaso con agua.

¡Ya volví!, grita tu madre, desde afuera de tu habitación. Ha estado trabajando todo el día, pero por ningún motivo olvidaría tu cumpleaños. Te compró un pastel adornado con diecisiete velitas. Entra demasiado tarde para despedirse. Te ha dado un paro cardíaco. Si no te reconoce, ¿te hará un funeral?

Everardo Curiel

La entrada Cara App se publicó primero en Everardo Curiel.

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Published on January 15, 2021 14:31
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