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Retahilas (Clasicos Contemporaneos Comentados)
En Retahílas, el viaje que realiza una anciana al pazo familiar para morir, acompañada de su nieta Eulalia, y la llegada sorpresa de Germán, el sobrino de Eulalia, producirá durante esa noche un intenso diálogo entre los dos que dará lugar a seis monólogos, en los que cada uno reconstruirá y contará qué ha sido su vida hasta entonces.
304 pages, Hardcover
First published January 1, 1974
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About the author
Carmen Martín Gaite
126 books436 followersCarmen Martín Gaite (Salamanca 1925-Madrid 2000) se licenció en Filosofía y Letras en la Universidad de Salamanca, donde conoció a Ignacio Aldecoa y a Agustín García Calvo. En esa universidad tuvo además su primer contacto con el teatro participando como actriz en varias obras.
Se trasladó a Madrid en 1950 y se doctoró en la Universidad de Madrid con la tesis Usos amorosos del XVIII en España. Ignacio Aldecoa, cuya obra estudiaría posteriormente, la introdujo en su círculo literario, donde conoció a Josefina Aldecoa, Alfonso Sastre, Juan Benet, Medardo Fraile, Jesús Fernández Santos y Rafael Sánchez Ferlosio, con quien se casó en 1954. De esta manera se incluyó en la que sería conocida como la Generación del 55 o Generación de la Posguerra.
Escribió su primer cuento, Un día de libertad, en 1953, aunque confiesa escribir desde los 8 años. Comienza su carrera literaria con El balneario obteniendo en 1955 uno de los premios literarios de mayor prestigio en España, el Café Gijón.
Tres años después obtiene el Premio Nadal por su obra Entre visillos. Escribe dos obras de teatro, el monólogo A palo seco en 1957, que fue representado en 1987, y La hermana pequeña en 1959, rescatada en 1998 por el director de teatro Ángel García Moreno y estrenada el 19 de enero de 1999 en Madrid.
Durante la década de los sesenta continúa cultivando la narrativa, con obras como Las ataduras (1960) o Ritmo lento (1963), pero es en los setenta cuando vemos la versatilidad de Martín Gaite. Publica sus dos ensayos sobre el proceso contra Macanaz además de su tesis, recopila su poesía en A rachas (1976), y la novela Retahílas, sale a la luz en 1974. También a esta década debemos su primera recopilación de relatos, Cuentos completos. Su faceta periodística se caracteriza por su etapa de redactora en los comienzos de Diario 16.
Su matrimonio con Rafael Sánchez Ferlosio duró unos años antes de acabar en separación, en los cuales tuvieron una hija, Marta, a quien dedicó el cuento La reina de las nieves. Falleció antes que ella. Entre otros logros, Martín Gaite destaca por haber sido la primera mujer a la que se le concede el Premio Nacional de Literatura con El cuarto de atrás en 1978, y por haber ganado en 1994 el Premio Nacional de las Letras por el conjunto de su obra.
Fue una de las personas más y mejor premiadas del mundo de la literatura; obtuvo el Príncipe de Asturias en 1988 compartido con el poeta gallego José Ángel Valente [1929-2000], el Premio Acebo de Honor en 1988 como reconocimiento a toda su obra, el Premio Castilla y León de las Letras en 1992, Medalla de Oro del Círculo de Bellas Artes en 1997, Pluma de Plata del Círculo de la Escritura otorgada en junio de 1999 y cuya ceremonia fue retransmitida por videoconferencia a través de Internet, algo sin precedentes, hasta aquel momento, en el mundo literario. Con su ensayo Usos amorosos de la posguerra española recibió en 1987 el Premio Anagrama de Ensayo y el Libro de Oro de los libreros españoles. Esta obra dispara sus ventas, y desde entonces las obras de Carmen Martín Gaite están siempre entre las más vendidas en España, siendo espectacular su éxito en la Feria del libro de Madrid, donde solía ser su obra de cada temporada la más vendida de la feria.
Cultivó también la crítica literaria y la traducción destacando en autores como Gustave Flaubert [1821-1880], Rainer Maria Rilke [1875-1926] y Emily Brönte [1818-1848]; colaboró, asimismo, en los guiones de series para Televisión Española como Santa Teresa de Jesús (1982) y Celia (1989), serie basada en los famosos cuentos de la escritora madrileña Elena Fortún (1886-1952).
Publica dos enormes éxitos de crítica y público, Lo raro es vivir en 1997 e Irse de casa en 1998, y en 1999 se publica
Se trasladó a Madrid en 1950 y se doctoró en la Universidad de Madrid con la tesis Usos amorosos del XVIII en España. Ignacio Aldecoa, cuya obra estudiaría posteriormente, la introdujo en su círculo literario, donde conoció a Josefina Aldecoa, Alfonso Sastre, Juan Benet, Medardo Fraile, Jesús Fernández Santos y Rafael Sánchez Ferlosio, con quien se casó en 1954. De esta manera se incluyó en la que sería conocida como la Generación del 55 o Generación de la Posguerra.
Escribió su primer cuento, Un día de libertad, en 1953, aunque confiesa escribir desde los 8 años. Comienza su carrera literaria con El balneario obteniendo en 1955 uno de los premios literarios de mayor prestigio en España, el Café Gijón.
Tres años después obtiene el Premio Nadal por su obra Entre visillos. Escribe dos obras de teatro, el monólogo A palo seco en 1957, que fue representado en 1987, y La hermana pequeña en 1959, rescatada en 1998 por el director de teatro Ángel García Moreno y estrenada el 19 de enero de 1999 en Madrid.
Durante la década de los sesenta continúa cultivando la narrativa, con obras como Las ataduras (1960) o Ritmo lento (1963), pero es en los setenta cuando vemos la versatilidad de Martín Gaite. Publica sus dos ensayos sobre el proceso contra Macanaz además de su tesis, recopila su poesía en A rachas (1976), y la novela Retahílas, sale a la luz en 1974. También a esta década debemos su primera recopilación de relatos, Cuentos completos. Su faceta periodística se caracteriza por su etapa de redactora en los comienzos de Diario 16.
Su matrimonio con Rafael Sánchez Ferlosio duró unos años antes de acabar en separación, en los cuales tuvieron una hija, Marta, a quien dedicó el cuento La reina de las nieves. Falleció antes que ella. Entre otros logros, Martín Gaite destaca por haber sido la primera mujer a la que se le concede el Premio Nacional de Literatura con El cuarto de atrás en 1978, y por haber ganado en 1994 el Premio Nacional de las Letras por el conjunto de su obra.
Fue una de las personas más y mejor premiadas del mundo de la literatura; obtuvo el Príncipe de Asturias en 1988 compartido con el poeta gallego José Ángel Valente [1929-2000], el Premio Acebo de Honor en 1988 como reconocimiento a toda su obra, el Premio Castilla y León de las Letras en 1992, Medalla de Oro del Círculo de Bellas Artes en 1997, Pluma de Plata del Círculo de la Escritura otorgada en junio de 1999 y cuya ceremonia fue retransmitida por videoconferencia a través de Internet, algo sin precedentes, hasta aquel momento, en el mundo literario. Con su ensayo Usos amorosos de la posguerra española recibió en 1987 el Premio Anagrama de Ensayo y el Libro de Oro de los libreros españoles. Esta obra dispara sus ventas, y desde entonces las obras de Carmen Martín Gaite están siempre entre las más vendidas en España, siendo espectacular su éxito en la Feria del libro de Madrid, donde solía ser su obra de cada temporada la más vendida de la feria.
Cultivó también la crítica literaria y la traducción destacando en autores como Gustave Flaubert [1821-1880], Rainer Maria Rilke [1875-1926] y Emily Brönte [1818-1848]; colaboró, asimismo, en los guiones de series para Televisión Española como Santa Teresa de Jesús (1982) y Celia (1989), serie basada en los famosos cuentos de la escritora madrileña Elena Fortún (1886-1952).
Publica dos enormes éxitos de crítica y público, Lo raro es vivir en 1997 e Irse de casa en 1998, y en 1999 se publica
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October 3, 2007
Es curioso que una obra escrita en 1974, hace más de treinta años, siga teniendo una vigencia tan sorprendente en estos tiempos en los que ya nadie se sorprende por nada, ni por las posturas modernas ni por las retrógradas. Y es que, al fin y al cabo, Retahilas viene a decir que no hay absolutos y que la modernidad precisamente significa flotar a la deriva entre conceptos como libertad, necesidad, tradición, familia y desarraigo. Ser moderno significa ser indefinido, y Carmen Martín Gaite expone su tesis a través de dos personajes sublimes, profundamente cercanos contra más se acentúan sus diferencias. Por un lado, parece que Gaite se mira en el espejo de Eulalia, una mujer madura que ha pasado su vida aferrada a la libertad para descubrir, finalmente, que el amor la ha encadenado a la necesidad de una persona a la que ha perdido precisamente por aferrarse a un concepto de libertad en el que no creía. En contraposición, su sobrino Germán es la viva imagen de esa juventud extraviada que no encuentra valores ni creencias a las que aferrarse: un joven desarraigado que en un momento del libro, sorprendido ante todo lo que su tía le desvela sobre su padre, llega a afirmar que "a los padres, de tan cerca que los tenemos, a veces ni los olemos". Entre ambos, al pie del lecho de la abuela a punto de morir, trenzan esas Retahílas que titulan el libro: largas disertaciones en las que cada uno de los personajes vacía su alma y se reencuentran a sí mismos a través de los ojos del otro. Puede que se le pueda achacar a Carmen Martín Gaite un estilo forzado, pero es que la autora deja claro que la verosimilitud de lo explicado subyace en el fondo y no en la forma. Y, al fin y al cabo, no todos los días se encuentra un fondo tan sugerente.
November 12, 2025
No hay estrellas en toda la constelación de Orión para puntuar con justicia esta maravilla
Compré este libro de segunda mano, y casi por accidente, en un rastro de Madrid. La elección de una palabra tan singular como retahílas para titular una obra me sedujo de modo indefectible y, además, ya estaba bien de memeces y de andar postergando la lectura de una autora tan reconocida, no investigué nada más: dos euros y para casa. Nadie me avisó de la que se me vendría encima cuando, meses después y también por accidente, el polvoriento y ya olvidado ejemplar cayó al suelo, en el mismo momento en el que intentaba yo sacar de mi estantería un libro aledaño, quedando la contraportada boca arriba con la sinopsis apuntando en mi dirección de manera acusatoria, como recriminando mi abandono y mi falta de compromiso. Lo tomé porque habría sido muy torpe por mi parte desdeñar una posible indirecta del destino y porque juzgué descortés no brindarle al menos la posibilidad de engatusarme con el resumen de un argumento que yo aún desconocía. Lo que encontré, para mi sorpresa, no fue una síntesis de la trama de esta novela ni las típicas reseñas breves de autores y periodistas que a menudo decoran la parte trasera de los libros y que siempre encomian, con convicciones más o menos honestas, la presunta genialidad de la obra y alientan, con sus afirmaciones vehementes, a la venta de un mayor número de ejemplares; en su lugar, lo que hallé fue un pequeño extracto del libro, que representaba lo que, más tarde descubrí, era un fiel retrato de la naturaleza de esta maravillosa historia, un extracto que no necesitó nada más para persuadirme de abandonar mi lectura actual y ponerme esa misma noche a comenzar la obra de Carmen:
Me encandiló la sencillez, y por supuesto la agudeza, porque lo cortés nunca quita lo valiente, de equiparar la conversación con un juguete inagotable y lleno de posibilidades y me reconocí en esa metáfora por lo mucho que disfruto, y el placer tan grande que me provoca, un buen intercambio dialéctico en compañía de algún duelista avezado, siempre abierto al debate, de esos cuyos argumentos hacen retumbar todas tus bases y consiguen expandir los límites de tus creencias y de tu empatía. Y, claro, como quedé prendado de ese enfoque tan hábil y perspicaz con el que consiguió retratar una realidad tan querida para mí, me precipité de lleno a su lectura sin conocer nada más de la historia y con la fe ciega del que se lanza a la piscina sin saber si hay agua pero esperando encontrarla llena. Y menudo chapuzón que me di. Pero bueno, lo dicho, que no estaba yo, para nada, advertido del contenido de estas páginas, así que cómo iba yo a sospechar, ni por un instante, que unas nostalgias no vividas invadirían mi organismo con tanta violencia, y calándome con tanta hondura, que me hicieron poner en duda si realmente era verdad que me resultaban tan ajenas y desconocidas como yo las había creído en un principio; al mismo mismo tiempo que otras añoranzas, viejas amigas y compañeras de desvelo, huéspedes recurrentes de mi pecho, me recorrieron de extremo a extremo con la intensidad avivada con la que solían concurrir en mí cuando me visitaban en mis noches de insomnio. En este cóctel de melancolías, la solemnidad y la belleza con la que Gaite salpica el texto de disertaciones y reflexiones, tan lúcidas como la del juguete y el habla, es constante y empujaron, en más de una ocasión, las lágrimas hacia mis ojos movidas simplemente por un sentimiento genuino de pura admiración.
Lo especial de este libro es que toda la acción se encuentra atrapada en los límites de una conversación entre dos versados oradores, tía y sobrino, que pasan una noche en la antesala de la casa, velando a la abuela moribunda mientras recomponen el puzle de su historia familiar. Ambos personajes intentan explicarse a sí mismos, a través del otro, en largas intervenciones intercaladas en las que la narración salta de una historia a la siguiente mientras se destapan secretos, se confiesan traumas de infancia y se comparten las aspiraciones de juventud en contraste con los arrepentimientos del ahora. A pesar de la fragmentación en el discurso, la oralidad de la novela la dota de una premura muy agradable, que te envuelve como un ciclón y te hechiza, arrastrándote de relato en relato, mientras te asalta, a cada rato, con elegantes aforismos y ya no te suelta hasta ese final en el que deseas que, por favor, sigan hablando, que el alba no llegue y, así, las retahílas no cesen.
Acompañar a Germán y a Eulalia, en esa madrugada serena en la que charlan mientras esperan la llegada de la muerte, me ha hecho reconectar con esa emoción tan vibrante y tan esquiva, que para los lectores reaparece sólo una vez cada miles de páginas leídas, y que nos recuerda que fue precisamente, por volver a encontrar historias como esta, el motivo por el que un día, influidos por el embrujo de la primera lectura que nos marcó, nos lanzamos todos a descubrir nuevas aventuras en los libros. Y es que desde el primer momento me encendí con la ardiente ilusión de quien se sabe en posesión de un valioso tesoro, de un nuevo hallazgo muy preciado que despertó en mí las ganas de celarlo y de ser muy selectivo a la hora de compartirlo, sembrando también la promesa de quizás revisitarlo en un futuro, tal vez en compañía de alguien especial con ganas de escuchar fragmentos, y también de compartir sus propias historias, bajo el refugio de ese embozo de sábanas que hacen de un ámbito tan complejo, como la intimidad, algo mucho más sencillo. Y ya me voy porque esta verborrea se está poniendo muy verbosa y porque es menester poner fin a una reseña que hace ya mucho dejó de parecer tal cosa, si es que en algún momento lo fue, para empezar a asimilarse bastante más a una retahíla y es que, de manera irremediable, hay obras que aunque te las acabes ya no te las sacudes nunca, porque conectan contigo de una forma única, se te adhieren al cuerpo y te contaminan y las llevas, ya de por vida, bien metidas dentro, como las herencias culturales que te legó tu familia o como aquellos amores que fueron importantes.
Compré este libro de segunda mano, y casi por accidente, en un rastro de Madrid. La elección de una palabra tan singular como retahílas para titular una obra me sedujo de modo indefectible y, además, ya estaba bien de memeces y de andar postergando la lectura de una autora tan reconocida, no investigué nada más: dos euros y para casa. Nadie me avisó de la que se me vendría encima cuando, meses después y también por accidente, el polvoriento y ya olvidado ejemplar cayó al suelo, en el mismo momento en el que intentaba yo sacar de mi estantería un libro aledaño, quedando la contraportada boca arriba con la sinopsis apuntando en mi dirección de manera acusatoria, como recriminando mi abandono y mi falta de compromiso. Lo tomé porque habría sido muy torpe por mi parte desdeñar una posible indirecta del destino y porque juzgué descortés no brindarle al menos la posibilidad de engatusarme con el resumen de un argumento que yo aún desconocía. Lo que encontré, para mi sorpresa, no fue una síntesis de la trama de esta novela ni las típicas reseñas breves de autores y periodistas que a menudo decoran la parte trasera de los libros y que siempre encomian, con convicciones más o menos honestas, la presunta genialidad de la obra y alientan, con sus afirmaciones vehementes, a la venta de un mayor número de ejemplares; en su lugar, lo que hallé fue un pequeño extracto del libro, que representaba lo que, más tarde descubrí, era un fiel retrato de la naturaleza de esta maravillosa historia, un extracto que no necesitó nada más para persuadirme de abandonar mi lectura actual y ponerme esa misma noche a comenzar la obra de Carmen:
«Pero ¿cómo no nos chocará más lo fácil y lo divertido que es hablar, un juguete que siempre sirve y nunca se estropea?»
Me encandiló la sencillez, y por supuesto la agudeza, porque lo cortés nunca quita lo valiente, de equiparar la conversación con un juguete inagotable y lleno de posibilidades y me reconocí en esa metáfora por lo mucho que disfruto, y el placer tan grande que me provoca, un buen intercambio dialéctico en compañía de algún duelista avezado, siempre abierto al debate, de esos cuyos argumentos hacen retumbar todas tus bases y consiguen expandir los límites de tus creencias y de tu empatía. Y, claro, como quedé prendado de ese enfoque tan hábil y perspicaz con el que consiguió retratar una realidad tan querida para mí, me precipité de lleno a su lectura sin conocer nada más de la historia y con la fe ciega del que se lanza a la piscina sin saber si hay agua pero esperando encontrarla llena. Y menudo chapuzón que me di. Pero bueno, lo dicho, que no estaba yo, para nada, advertido del contenido de estas páginas, así que cómo iba yo a sospechar, ni por un instante, que unas nostalgias no vividas invadirían mi organismo con tanta violencia, y calándome con tanta hondura, que me hicieron poner en duda si realmente era verdad que me resultaban tan ajenas y desconocidas como yo las había creído en un principio; al mismo mismo tiempo que otras añoranzas, viejas amigas y compañeras de desvelo, huéspedes recurrentes de mi pecho, me recorrieron de extremo a extremo con la intensidad avivada con la que solían concurrir en mí cuando me visitaban en mis noches de insomnio. En este cóctel de melancolías, la solemnidad y la belleza con la que Gaite salpica el texto de disertaciones y reflexiones, tan lúcidas como la del juguete y el habla, es constante y empujaron, en más de una ocasión, las lágrimas hacia mis ojos movidas simplemente por un sentimiento genuino de pura admiración.
«(...) Eran ánimos de hombre a hombre, del mismo tipo que las fórmulas regían el comportamiento de los chicos de mi edad, aquellas que mandaban ser valiente, no dejarse pegar, no llorar nunca y que yo sentía completamente extrañas a las exigencias de mi cuerpo; me las acomodaba encima a duras penas, como un saco de piedras que me hubieran echado, y lo que más me extrañaba y me desanimaba era no encontrar eco en los demás niños, notar que ellos parecían estar cómodos siendo atrevidos y violentos, obedeciendo, en definitiva, los mandatos de aquel código de virilidad »
Lo especial de este libro es que toda la acción se encuentra atrapada en los límites de una conversación entre dos versados oradores, tía y sobrino, que pasan una noche en la antesala de la casa, velando a la abuela moribunda mientras recomponen el puzle de su historia familiar. Ambos personajes intentan explicarse a sí mismos, a través del otro, en largas intervenciones intercaladas en las que la narración salta de una historia a la siguiente mientras se destapan secretos, se confiesan traumas de infancia y se comparten las aspiraciones de juventud en contraste con los arrepentimientos del ahora. A pesar de la fragmentación en el discurso, la oralidad de la novela la dota de una premura muy agradable, que te envuelve como un ciclón y te hechiza, arrastrándote de relato en relato, mientras te asalta, a cada rato, con elegantes aforismos y ya no te suelta hasta ese final en el que deseas que, por favor, sigan hablando, que el alba no llegue y, así, las retahílas no cesen.
«(...) para que me permitieran llevarme a la cama a una chica que no tuviera prisa, para meternos los dos a hacer juegos debajo del embozo, alguien que supiera bien hablar y jugar y escuchar, que me escuchara sin decirme «ya basta», porque para mí entonces estaba ya más que clara una cosa: poder hablar era quererse, y antes de que los primeros hormiguillos de la pubertad se empezaran a hacer insoportables ya había asociado la idea de amor a la de la conversación y se me han quedado unidas irreversiblemente como la uña a la carne.»
Acompañar a Germán y a Eulalia, en esa madrugada serena en la que charlan mientras esperan la llegada de la muerte, me ha hecho reconectar con esa emoción tan vibrante y tan esquiva, que para los lectores reaparece sólo una vez cada miles de páginas leídas, y que nos recuerda que fue precisamente, por volver a encontrar historias como esta, el motivo por el que un día, influidos por el embrujo de la primera lectura que nos marcó, nos lanzamos todos a descubrir nuevas aventuras en los libros. Y es que desde el primer momento me encendí con la ardiente ilusión de quien se sabe en posesión de un valioso tesoro, de un nuevo hallazgo muy preciado que despertó en mí las ganas de celarlo y de ser muy selectivo a la hora de compartirlo, sembrando también la promesa de quizás revisitarlo en un futuro, tal vez en compañía de alguien especial con ganas de escuchar fragmentos, y también de compartir sus propias historias, bajo el refugio de ese embozo de sábanas que hacen de un ámbito tan complejo, como la intimidad, algo mucho más sencillo. Y ya me voy porque esta verborrea se está poniendo muy verbosa y porque es menester poner fin a una reseña que hace ya mucho dejó de parecer tal cosa, si es que en algún momento lo fue, para empezar a asimilarse bastante más a una retahíla y es que, de manera irremediable, hay obras que aunque te las acabes ya no te las sacudes nunca, porque conectan contigo de una forma única, se te adhieren al cuerpo y te contaminan y las llevas, ya de por vida, bien metidas dentro, como las herencias culturales que te legó tu familia o como aquellos amores que fueron importantes.
September 4, 2022
«Estaba ya más que clara una cosa: poder hablar era quererse, y antes de que los primeros hormiguillos de la pubertad se empezaran a hacer insoportables ya había asociado la idea de amor a la de conversación y se me han quedado unidas irreversiblemente como la uña a la carne».
Otra novela prodigiosa de Martín Gaite. Es la tercera obra suya que leo y siento que cada vez me van gustando más, no puede evitar ser brillante en cada párrafo. Con todos sus textos, consigue hacerte parte de lo que cuenta: como lector te sientas al lado de tía y sobrino mientras esperan la muerte de su abuela, y descubres cómo llevan veinte años con ganas de sentarse a hablar, y eso es toda la novela, poner la palabra por delante, dejar que las pequeñas historias discurran, entender que contar es sanar, formar retahílas de palabras.
Citaría textos enteros de este libro, pero creo que se la leeré en voz alta alguna vez entera a alguien a quien quiera.
Otra novela prodigiosa de Martín Gaite. Es la tercera obra suya que leo y siento que cada vez me van gustando más, no puede evitar ser brillante en cada párrafo. Con todos sus textos, consigue hacerte parte de lo que cuenta: como lector te sientas al lado de tía y sobrino mientras esperan la muerte de su abuela, y descubres cómo llevan veinte años con ganas de sentarse a hablar, y eso es toda la novela, poner la palabra por delante, dejar que las pequeñas historias discurran, entender que contar es sanar, formar retahílas de palabras.
Citaría textos enteros de este libro, pero creo que se la leeré en voz alta alguna vez entera a alguien a quien quiera.
May 2, 2021
Qué mujer. No sé cómo puede escribir frases de 18 líneas sin ser grandilocuente ni crear confusión, hacer un libro entero de una única conversación. Impresionante.
April 1, 2025
yo intenté hacer esto con mi madre y me ofreció 5 euros para que me callara!!
ninguna fiesta se habrá vivido entre estas paredes como la de esta noche(…)caliéntate en sus llamas, eulalia, aquí conmigo porque es irrepetible
durante toda la novela he escuchado las voces de eulalia y germán, arrullándome, como si fuera yo la que espera acurrucada a la muerte en la habitación de al lado. menuda carta de amor al lenguaje, la expresión y la noche.
llevarme a la cama a una chica que no tuviera prisa, para meternos los dos a hacer juegos debajo del embozo, alguien que supiera bien hablar y jugar y escuchar, que me escuchara sin decirme «ya basta»(…)poder hablar era quererse(…)ya había asociado la idea de amor a la de conversación y se me han quedado unidas irreversiblemente como la uña a la carne
ninguna fiesta se habrá vivido entre estas paredes como la de esta noche(…)caliéntate en sus llamas, eulalia, aquí conmigo porque es irrepetible
durante toda la novela he escuchado las voces de eulalia y germán, arrullándome, como si fuera yo la que espera acurrucada a la muerte en la habitación de al lado. menuda carta de amor al lenguaje, la expresión y la noche.
llevarme a la cama a una chica que no tuviera prisa, para meternos los dos a hacer juegos debajo del embozo, alguien que supiera bien hablar y jugar y escuchar, que me escuchara sin decirme «ya basta»(…)poder hablar era quererse(…)ya había asociado la idea de amor a la de conversación y se me han quedado unidas irreversiblemente como la uña a la carne
September 3, 2018
Cuánto más leo a Carmen Martín Gaite, más me enamoro. Este libro me ha apasionado, sobre todo porque nos habla del poder de las palabras.
Reseña completa aquí: https://lecturafilia.com/2018/04/26/r...
Reseña completa aquí: https://lecturafilia.com/2018/04/26/r...
December 7, 2022
Ahora solo quiero hablar con todo el mundo
September 16, 2024
Una vez más me tiro al suelo a hacerle reverencias a esta mujer. ¿Qué es esta maravilla? Es lo mejor que he leído en meses, ¡años! Amo cada palabra de este libro, las interminables retahílas de Eulalia y Germán, la atmósfera de confidencias al borde de la muerte de la abuela, el revisitar una vida entera, la perfección de esos diálogos retahílas. No tengo palabras, más que sentenciar que desgraciadamente ya no se hacen libros así, no se escribe así.
Y con esto, lanzo una pregunta al aire: ¿Alguien me puede recomendar libros o escritores que estén a la altura de Carmen Martín Gaite, que tengan su estilo, su forma de diseccionar personajes en profundidad, de llegar tanto al lector? La verdad es que se me ocurren algunos nombres, aunque ella para mí es la reina de las letras.
"Y Ester siempre acaba diciendo que lo que me pasa a mí es que soy muy antiguo.
Y sí, yo lo comprendo que debo ser antiguo, porque me gustan las historias contadas con esmero y son las únicas que me creo."
Y con esto, lanzo una pregunta al aire: ¿Alguien me puede recomendar libros o escritores que estén a la altura de Carmen Martín Gaite, que tengan su estilo, su forma de diseccionar personajes en profundidad, de llegar tanto al lector? La verdad es que se me ocurren algunos nombres, aunque ella para mí es la reina de las letras.
"Y Ester siempre acaba diciendo que lo que me pasa a mí es que soy muy antiguo.
Y sí, yo lo comprendo que debo ser antiguo, porque me gustan las historias contadas con esmero y son las únicas que me creo."
August 2, 2023
4,5. Sinceramente no sé bien cómo puntuarlo, me ha encantado y cada dos páginas estaba subrayando algo. Una de mis reflexiones que más me ha marcado es una en la que Eulalia habla sobre el amor y la admiración, que para mí siempre han sido una misma cosa. Ha estado bien encontrar eco a mis propios pensamientos.
August 13, 2024
"Porque para mí entonces estaba ya más que clara una cosa: poder hablar era quererse, y antes de que los primeros hormiguillos de la pubertad se empezaran a hacer insoportables ya había asociado la idea de amor a la de conversación y se me han quedado unidad irreversiblemente como la uña a la carne"
November 1, 2025
«Y así supe lo que es consumirse de esperanza, amar en la ausencia, recordar peligros y dulzuras recién vividos, palpitar acechando una vereda en sombras, apretar con vehemencia una carta de amor imaginaria»
«Fíjate a cuánta gente de rumbo extraño al nuestro la seguimos sintiendo a lo largo de lunas y más lunas –y hasta toda una vida algunas veces– vinculada a nosotros, y esos esguinces y derivaciones del rumbo ajeno son igual que tirones que tuercen y confunden la propia trayectoria; se piensa: «Pero ¿cómo no me podré yo mover con libertad, si ahora a esa persona ya no la tengo conmigo?»»
«y es que, ¿sabes?, esa palabra dicha de aquella manera especial pertenecía a nuestro tejido verbal, a un código particular e intransferible, medio jerga científica, medio broma, medio argot callejero, que habíamos ido urdiendo en común para defendernos de la gente y para aislarnos de ella, era nuestro terreno, lo más nuestro que teníamos; de cualquier amistad o de cualquier amor lo verdaderamente inherente y particular es el lenguaje que crea según va discurriendo, mejor dicho el lenguaje es la relación misma [...]»
muy especial esta lectura en este momento completamente acertado para mí, escrita de una manera sublime que a ratos me recordaba a la de Javier Marías. Ay, Carmen.
«Fíjate a cuánta gente de rumbo extraño al nuestro la seguimos sintiendo a lo largo de lunas y más lunas –y hasta toda una vida algunas veces– vinculada a nosotros, y esos esguinces y derivaciones del rumbo ajeno son igual que tirones que tuercen y confunden la propia trayectoria; se piensa: «Pero ¿cómo no me podré yo mover con libertad, si ahora a esa persona ya no la tengo conmigo?»»
«y es que, ¿sabes?, esa palabra dicha de aquella manera especial pertenecía a nuestro tejido verbal, a un código particular e intransferible, medio jerga científica, medio broma, medio argot callejero, que habíamos ido urdiendo en común para defendernos de la gente y para aislarnos de ella, era nuestro terreno, lo más nuestro que teníamos; de cualquier amistad o de cualquier amor lo verdaderamente inherente y particular es el lenguaje que crea según va discurriendo, mejor dicho el lenguaje es la relación misma [...]»
muy especial esta lectura en este momento completamente acertado para mí, escrita de una manera sublime que a ratos me recordaba a la de Javier Marías. Ay, Carmen.
September 14, 2025
pero cómo vas a escribir esto + escribirlo en los 60s-70s..... qué fuerte cómo gaite trabaja con lo dialéctico (la retahíla!) y expande así sus hilos a través de la cotidianidad
gracias marcos x dejármelo :))
gracias marcos x dejármelo :))
July 17, 2025
Ya no me acuerdo pero siempre son cinco estrellas
June 9, 2025
En el momento perfecto una conversación que siempre estaremos esperando
November 5, 2019
La novela se organiza en largos monólogos (me pregunto si nunca se ha hecho obra de teatro) de dos personajes, tía y sobrino,reunidos en una casona familiar en la que hace años que ninguno de los dos ponía los pies. A través de esos monólogos conocemos su historia y la de toda la familia. A ratos, sobre todo al principio y en las historias de la tía, se me hizo un poco pesado porque no conseguía conectar con ella como personaje y no sabía que quería contarme. Después fui entrando en la historia poco a poco y al final me quedé con ganas de más, con que la historia no terminara.
Martín Gaite es una escritora inmensa, increíble de lo buena que es.
«Se dice: «me empeñé en olvida a Fulano y lo conseguí», mentira, el olvido rige sus propios laberintos y nunca nos enseña el secreto de unas reglas que ni él mismo conoce, es dios autoritario y caprichoso y nunca lo sabremos de antemano si va a concedernos sus favores ni la ración de espera y de paciencia que aún nos destina para consumir; «conseguí olvidar», sí, a veces se dice, se apunta uno ese tanto incluso con cierta convicción, ¡qué jactancia adornarse con plumas de un dios tan arbitrario!, mientras él no aba puertas a nuestro cautiverio porque le de la gana y cuando se la de, no pasan de ser muecas los amagos de escape que exhibamos; descenderá el hastío cuando lo tenga a bien ese jefe supremo e invisible, y puede no querer, te lo digo Germán, no querer nunca; si no quiere es inútil»
Martín Gaite es una escritora inmensa, increíble de lo buena que es.
«Se dice: «me empeñé en olvida a Fulano y lo conseguí», mentira, el olvido rige sus propios laberintos y nunca nos enseña el secreto de unas reglas que ni él mismo conoce, es dios autoritario y caprichoso y nunca lo sabremos de antemano si va a concedernos sus favores ni la ración de espera y de paciencia que aún nos destina para consumir; «conseguí olvidar», sí, a veces se dice, se apunta uno ese tanto incluso con cierta convicción, ¡qué jactancia adornarse con plumas de un dios tan arbitrario!, mientras él no aba puertas a nuestro cautiverio porque le de la gana y cuando se la de, no pasan de ser muecas los amagos de escape que exhibamos; descenderá el hastío cuando lo tenga a bien ese jefe supremo e invisible, y puede no querer, te lo digo Germán, no querer nunca; si no quiere es inútil»
July 6, 2024
Ojala hubiese tenido el cerebro un poco más despierto porque lo hubiera disfrutado incluso más. Un 10 a todo, pero especialmente a Eulalia cuando habla de su pasión por la lectura que me ha recordado muchísimo a mí yo de 14 años. Recomiendo :)
July 1, 2025
Nunca hay demasiado piquipiqui for those with words to say
November 27, 2025
«me dijo al despedirse que le llamara cuando quisiera, y a la mañana siguiente mismo, como no había dormido nada, le llamé porque a veces da angustia que el nuevo día se ponga a acarrear, nada más cuajarse, materiales de repuesto que arrinconen y hagan inoperantes las escenas que te han coloreado un poco la vida el día anterior»
eulalia contra el ghosting (según). 1974.
me ha encantado. mi gaite favorito
eulalia contra el ghosting (según). 1974.
me ha encantado. mi gaite favorito
October 23, 2024
10/10
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Volveré a «Retahílas» en algún otro momento de mi vida. Encuentro esta obra cumbre, escrita con deleite y magnificencia, muy cercana a mí. Tanto es así, que me produce desconcierto y una sensación de arraigo que tardará mucho en marcharse de mi cabeza.
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Volveré a «Retahílas» en algún otro momento de mi vida. Encuentro esta obra cumbre, escrita con deleite y magnificencia, muy cercana a mí. Tanto es así, que me produce desconcierto y una sensación de arraigo que tardará mucho en marcharse de mi cabeza.
February 19, 2023
Em mata dir que no m'ha apassionat, que només hi ha hagut alguns moments tant d'ella que m'han encantat. Perquè m'encanta com escriu i construeix mons, però alhora sento que totes les seves històries s'assemblen, que són una, i que m'arriben menys per costum. Mai pararé d'admirarla pro buf necessito més temps sense llegir-la per poder tornar a fer-ho com si la descobrís. Es molt seva.
Un petó carmen, espero no decepcionarte jiji
Ara afegeixo retahílas destacades:
[...] dime tú para qué se contarían las cosas si no fuera para creérselas el mismo que las cuenta [...] oírla te ha servido para que nazca como tal historia [...], lo que está bien contado es igual que si fuera verdad, qué más da la verdad que la mentira.
Parientes y trastos viejos, pocos y lejos.
Dicen que hablando se inventa, hay gente a la que hablando se le calienta la boca, hablar es inventar [...]. Al hablar perfilamos, claro que sí, inventamos lo que antes no existía, lo que era puro magma sin encarnar, verbo sin hacerse carne…
cuando decir “soy libre” no es recurso forzoso ni revancha verbal, sino una consecuencia del susurro que te canta en la sangre: “Estoy sola, vuelvo a empezar, todo es mío, yo amaso el tiempo y me pertenece, es mi material de labor, mi tela para tejer, no lo siento tirano ni verdugo”. Porque la libertad se identifica con la asunción del tiempo, es algo tan fácil y tan difícil como mirarle a la cara, es deponer las armas y reingresar en él; el tiempo está esperando de nosotros que hagamos eso, que no lo miremos como enemigo, y sólo entonces nos entrega todo lo que guardaba en sus repliegues, sólo cuando nota que vamos con él [...].
Un petó carmen, espero no decepcionarte jiji
Ara afegeixo retahílas destacades:
[...] dime tú para qué se contarían las cosas si no fuera para creérselas el mismo que las cuenta [...] oírla te ha servido para que nazca como tal historia [...], lo que está bien contado es igual que si fuera verdad, qué más da la verdad que la mentira.
Parientes y trastos viejos, pocos y lejos.
Dicen que hablando se inventa, hay gente a la que hablando se le calienta la boca, hablar es inventar [...]. Al hablar perfilamos, claro que sí, inventamos lo que antes no existía, lo que era puro magma sin encarnar, verbo sin hacerse carne…
cuando decir “soy libre” no es recurso forzoso ni revancha verbal, sino una consecuencia del susurro que te canta en la sangre: “Estoy sola, vuelvo a empezar, todo es mío, yo amaso el tiempo y me pertenece, es mi material de labor, mi tela para tejer, no lo siento tirano ni verdugo”. Porque la libertad se identifica con la asunción del tiempo, es algo tan fácil y tan difícil como mirarle a la cara, es deponer las armas y reingresar en él; el tiempo está esperando de nosotros que hagamos eso, que no lo miremos como enemigo, y sólo entonces nos entrega todo lo que guardaba en sus repliegues, sólo cuando nota que vamos con él [...].
March 26, 2025
Al principi m'ha costat interessar-me pel que m'estava explicant, però a partir de la meitat del llibre, quan els dos protagonistes, tieta i nebot, comencen a parlar sobre el passat, sobre les seves relacions amb altres membres de la família, vius i morts, les seves inseguretats i les seves pors, els seus desitjos d'infantesa i la seva projecció de la pròpia vida... m'ha absorbit completament. Gairebé tot el llibre és una conversa tranquil·la i profunda -en forma de monòlegs- entre dos membres d'una família que, fins aquest moment, havien tingut poc contacte, però que havien tingut un fort lligam entre sí. El llenguatge i les frases estan molt cuidats i fan gaudir molt la lectura.
"...los tequieros de las cartas atrasadas se mustian como las flores, si los lees dos días después de recibidos ya no te valen, necesitas los que llegan recientes, aunque estén escritos con la misma letra y hasta en una frase igual."
"...los tequieros de las cartas atrasadas se mustian como las flores, si los lees dos días después de recibidos ya no te valen, necesitas los que llegan recientes, aunque estén escritos con la misma letra y hasta en una frase igual."
March 31, 2023
31/03/2023
Hacía varios días que no leía nada de nada. Retahílas me lo he ido leyendo a trozos; incluso leído de continuo es ya en sí una lectura a trozos por la fragmentariedad del discurso, pero es que yo además me lo empecé hace ya varias semanas y lo he intercalado con otras lecturas. Temáticamente no me apasiona tanto, pero los personajes están divinamente construidos, y es un punto de partida interesante: se está muriendo la abuela de una familia desestructurada y están velando la nieta y su sobrino, en la habitación contigua, desentrañando las penas de su pasado, que no han podido llegar a compartir nunca.
- Me gusta mucho que represente una relación familiar más lejana que el típico madre-hijo.
- Es muy cierto que rompe mucho con los estereotipos de género: el hombre joven, sensible, echa de menos a su madre ya fallecida; la mujer de mediana edad, divorciada "a la europea" hace ya tiempo, se autopsicoanaliza, se muestra vulnerable y carencial.
- Este libro reúne todas las teorías sobre el diálogo y la literatura que se recogen en La búsqueda de interlocutor y otras búsquedas. Es literalmente el mismo libro, solo que uno es novela y el otro, ensayo.
- Formalmente, me chifla. Es un diálogo escrito a partir de diálogos interiores de cada personaje intercalados. Me parece un modo simbólico muy potente de expresar el lenguaje desbocado, las ganas de compartir lo interior, el dolor más escondido del pasado, la herida ya cicatrizada, la necesidad feroz de comprensión. Las oraciones son largas pero muy orales, así que tampoco se hace pesado en ningún momento: más bien al contrario, engancha.
Con este libro voy a darme un descansito de mi Carmen Martín Gaite era.
05/03/2023
Encuentro un paralelismo muy claro del preludio de este libro con el inicio de Los pazos de Ulloa de la Pardo Bazán: ambos abren con unas indicaciones, se ha dicho a los viajeros que el pazo se encuentra "a una carrera de perro", y éstos se mofan de la imprecisión de la medida.
Hacía varios días que no leía nada de nada. Retahílas me lo he ido leyendo a trozos; incluso leído de continuo es ya en sí una lectura a trozos por la fragmentariedad del discurso, pero es que yo además me lo empecé hace ya varias semanas y lo he intercalado con otras lecturas. Temáticamente no me apasiona tanto, pero los personajes están divinamente construidos, y es un punto de partida interesante: se está muriendo la abuela de una familia desestructurada y están velando la nieta y su sobrino, en la habitación contigua, desentrañando las penas de su pasado, que no han podido llegar a compartir nunca.
- Me gusta mucho que represente una relación familiar más lejana que el típico madre-hijo.
- Es muy cierto que rompe mucho con los estereotipos de género: el hombre joven, sensible, echa de menos a su madre ya fallecida; la mujer de mediana edad, divorciada "a la europea" hace ya tiempo, se autopsicoanaliza, se muestra vulnerable y carencial.
- Este libro reúne todas las teorías sobre el diálogo y la literatura que se recogen en La búsqueda de interlocutor y otras búsquedas. Es literalmente el mismo libro, solo que uno es novela y el otro, ensayo.
- Formalmente, me chifla. Es un diálogo escrito a partir de diálogos interiores de cada personaje intercalados. Me parece un modo simbólico muy potente de expresar el lenguaje desbocado, las ganas de compartir lo interior, el dolor más escondido del pasado, la herida ya cicatrizada, la necesidad feroz de comprensión. Las oraciones son largas pero muy orales, así que tampoco se hace pesado en ningún momento: más bien al contrario, engancha.
Con este libro voy a darme un descansito de mi Carmen Martín Gaite era.
05/03/2023
Encuentro un paralelismo muy claro del preludio de este libro con el inicio de Los pazos de Ulloa de la Pardo Bazán: ambos abren con unas indicaciones, se ha dicho a los viajeros que el pazo se encuentra "a una carrera de perro", y éstos se mofan de la imprecisión de la medida.
April 1, 2025
Al principio no me ha gustado mucho pero le he cogido cariño, Eulalia y Germán me han llegado hondo al corazón, sus reflexiones son mis reflexiones, sus sentimientos mis sentimientos. La idealización de Eulalia por parte de Germán, los recuerdos sobre Lucía, todo. Si no he llorado es porque no tengo lágrimas. A veces uno solo necesita reflejarse en la tristeza, la nostalgia y el cansancio de otros
October 18, 2021
Me ha dejado sin palabras, las conversaciones de los protagonistas hablan de lo intimo del ser humano de tal manera que es imposible no verte reflejado.
Una auténtica maravilla que quiero volver a leer.
Una auténtica maravilla que quiero volver a leer.
January 12, 2025
“Pues nada, porque lo veo cada vez más claro, a las cosas serias les pintan mal los adornos retóricos, tantas veces, fíjate cómo habremos hecho frases sobre la muerte y, ya ves, llega y no somos capaces ni siquiera de despedirnos”.
March 25, 2025
No creo que nadie nunca vaya a escribir mejor que Carmen Martín Gaite.
Y no me puedo creer que no la haya leído hasta ahora, esta autora que ha revoloteado por mi mapa literario probablemente desde bachillerato pero a la que nunca me decidía a leer. Aunque, como dice uno de los personajes en Retahílas: “[…] no viene a destiempo el discurso, qué va a venir, discurre hoy porque hoy puede, porque su tiempo y su lugar de venir eran estos, y la prueba la tienes en que se teje bien”. Es que cómo vas a escribir así.
Esa cita la dice Eulalia a propósito de la conversación que está teniendo con Germán, su sobrino, que ha durado toda la noche y que llega después de años sin apenas contacto, unidos por circunstancias en la casa familiar que se cae a pedazos, olvidada ya por todos los demás pero que esta noche resiste mientras la mantengan viva ellos dos con su retahíla. Y es que la palabra se trata como salvación, se habla de la necesidad de usar la palabra para entendernos, primero a nosotras mismas y, si hay suerte, con un interlocutor que se nos cruce en el camino y que esté dispuesto a escucharnos, tirando cada uno del hilo del otro. De estos hilos que nos unen a los demás también se habla largo y tendido, de la indiferencia, que se describe como lo contrario al amor, simbolizada por soltar a sabiendas ese hilo que te une al otro, y del abismo que cruzan estos hilos, la extrañeza inevitable del otro.
Siento que podría estar hablando mucho más de este libro, tengo páginas y páginas de notas en mi cuaderno de lectura, pero de alguna manera creo que ninguna palabra bastaría para describirlo, creo que solo se entiende si lo escribe la Gaite.
Y no me puedo creer que no la haya leído hasta ahora, esta autora que ha revoloteado por mi mapa literario probablemente desde bachillerato pero a la que nunca me decidía a leer. Aunque, como dice uno de los personajes en Retahílas: “[…] no viene a destiempo el discurso, qué va a venir, discurre hoy porque hoy puede, porque su tiempo y su lugar de venir eran estos, y la prueba la tienes en que se teje bien”. Es que cómo vas a escribir así.
Esa cita la dice Eulalia a propósito de la conversación que está teniendo con Germán, su sobrino, que ha durado toda la noche y que llega después de años sin apenas contacto, unidos por circunstancias en la casa familiar que se cae a pedazos, olvidada ya por todos los demás pero que esta noche resiste mientras la mantengan viva ellos dos con su retahíla. Y es que la palabra se trata como salvación, se habla de la necesidad de usar la palabra para entendernos, primero a nosotras mismas y, si hay suerte, con un interlocutor que se nos cruce en el camino y que esté dispuesto a escucharnos, tirando cada uno del hilo del otro. De estos hilos que nos unen a los demás también se habla largo y tendido, de la indiferencia, que se describe como lo contrario al amor, simbolizada por soltar a sabiendas ese hilo que te une al otro, y del abismo que cruzan estos hilos, la extrañeza inevitable del otro.
Siento que podría estar hablando mucho más de este libro, tengo páginas y páginas de notas en mi cuaderno de lectura, pero de alguna manera creo que ninguna palabra bastaría para describirlo, creo que solo se entiende si lo escribe la Gaite.
April 8, 2024
É o que din un libro de libros. Está cheo de referencias, de reflexións metaliterarias, exaltacións do valor da palabra e da capacidade de evocar que teñen as boas narradoras. E mola bastante porque diría que Martín Gaite se fai chiscadelas a se mesma sobre o ben que escribe. Ao mellor son eu, pero me encanta a idea porque joder, como escribe.
Non sei se me pillou no momento perfecto para lelo. Algunhas (poucas) veces pasa. Volverme totalmente enaxenada: "esta son eu literal", "e esta", "e esta".
Non sei se me pillou no momento perfecto para lelo. Algunhas (poucas) veces pasa. Volverme totalmente enaxenada: "esta son eu literal", "e esta", "e esta".
November 18, 2023
Es de un estilo que cuesta seguir un poco, quizá, esa dispersión de la retahíla la sufre a lo mejor también el lector... Pero qué más da, hay cada pasaje tan certero y tan precioso, expone una forma de ver las relaciones tan humana y tan difícil al mismo tiempo...
No se aceptan imitaciones, es un portento del lenguaje y de la vida.
No se aceptan imitaciones, es un portento del lenguaje y de la vida.
December 20, 2024
Es un libro un poco denso, con muchas reflexiones aprovechables pero con una trama que carece en muchos momentos de interés. Las relaciones entre los personajes no me parecen demasiado realistas. Pero como en otros libros de Martín Gaite sus observaciones son muy inteligentes y profundizan en la psicología humana.
June 27, 2025
Frases lapidarias geniales enhebradas en un hilo de pensamiento verborreico. Está muy muy bien, pero hay que afrontar la lectura con ganas, descansada y en trozos pequeños.
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