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136 pages, Paperback
First published January 1, 1992
“La buena letra es el disfraz de las mentiras”Con «La buena letra» el autor quiso pagar (perdonen el chiste malo) viejas deudas colectivas que sentía como suyas, aun sabiendo que esa clase de deudas son “insaldables”.
“… busqué condensar las heridas que dejó la guerra, las traiciones, los cambios de bando, la ilegitimidad de la riqueza acumulada durante todos aquellos años, pero también el sufrimiento, la lucha por la dignidad de los vencidos. La ilegalidad. Sobre todo, quería dejar constancia de eso: de la tremenda ilegalidad sobre la que se asentaba cuanto estábamos construyendo.”Por otro lado, Chirbes arremete duramente contra todos aquellos que acabaron pactando con los vencedores y se alzaron sobre sus propios muertos para hacer fortuna. Y junto a estos, los hijos de unos y de otros que muchos años después aceptaron pasivamente el “trueque de verdad por dinero” que significó la transición. Es por ello que una de las víctimas, la mujer que explica a su hijo por qué no quiere abandonar su casa para edificar en el solar, se exprese al final de sus días de la siguiente manera:
“No podía evitar que me diesen envidia los que se fueron al principio, los que no tuvieron tiempo de ver cuál iba a ser el destino de todos nosotros. Porque yo he resistido, me he cansado en la lucha, y he llegado a saber que tanto esfuerzo no ha servido para nada. Ahora, espero.”Todo ello configura una narración impecable en la voz de una mujer que conmueve con su doliente y desilusionada mirada a un pasado que, por duro que fuera, lleva el barniz de la juventud vivida al lado del hombre que amó y que, tras sobrevivir a una guerra y a una posguerra, no pudo soportar lo que vino después.