Un relato construido a partir de las declaraciones de un sobreviviente de la guerra de las Malvinas (1982), Los pichiciegos sigue a un grupo de soldados argentinos que, tras la construcción de un refugio subterráneo, desertan del ejército, en plena guerra, para crear una comunidad con sus propias leyes. Todo gira entonces en torno a la sobrevivencia, y para poder comer, mantenerse calientes, ver en la oscuridad y —lo más importante de todo— no ser descubiertos, tienen que traficar tanto con su propio bando como con el de los ingleses. Esta novela cautivadora sobre la experiencia de la guerra y de la vida misma representa la cumbre de la literatura latinoamericana a finales del siglo XX.
Rodolfo Enrique Fogwill (born in Buenos Aires in 1941), who normally goes by just his surname, Fogwill, was an Argentine sociologist, short story writer, and novelist.
Fogwill was full professor at the University of Buenos Aires< publisher of a legendary poetry book collection, essayist, and specialized columnist in communication subjects, literature and cultural politics. The success of his story "Muchacha punk" (Punk girl), which received the first prize in an important literary contest in 1980, made him leave his job as a businessman, and begin, according to his words, "a plot of misunderstandings and misfortunes" that took him to his present occupation as a writer. Some of his texts have made their way into diverse anthologies published in the United States, Cuba, Mexico, and Spain. He is perhaps particularly notable for his short novel Los pichiciegos (translated as Malvinas Requiem), which was one of the very first narratives to deal with the Falklands War between Argentina and the United Kingdom.
No me gustan los libros de carácter bélico, me hacen mal. No es que no me interesen, por lo contrario, es que realmente me dejan vacía por dentro, me cuesta entender tanta crueldad, tanto baño de sangre. Y me toca más de cerca cuando se trata de historia argentina. Tuve que hacer una excepción con Los pichiciegos, no solo porque es parte de la bibliografía en mi profesorado, sino porque realmente quería leerlo hace mucho, fue un gran pendiente. Sin duda es un grandioso libro para entender un poco lo que pasaba de nuestro lado, todo el dolor, la negligencia y pérdida que contaminó la historia.
Se podría calificar esta novela como antiépica, en la medida en que lejos de estetizar la guerra, como hace Homero en La Ilíada, muestra con crudeza las miserias que aquella provoca. Los protagonistas de esta historia son antihéroes, olvidados y abandonados a su suerte. Imagino que esta obra de Fogwill es importante dentro del campo literario ya que viene a enfrentar a aquellos relatos fundantes que fueron construyendo el imaginario nacional de los países latinoamericanos y que encontraron en la guerra un factor de cohesión. Yo comparto las críticas a varios de los valores o conceptos interpelados por este relato: el nacionalismo, el patriotismo, la valentía como atributo moral. Entonces, a partir de esa sintonía ideológica, juzgo a la novela exclusivamente en términos artísticos, y allí señalaría que si bien es una buena novela, experimenté cierta desilusión en función de varios juicios que había leído. Sí destacaría el hecho de que fuera escrita durante la guerra de las Malvinas, al calor de un conflicto que llevaba a muchos a dejarse seducir por los clamores bélicos. Y supo permanecer al margen de algún entusiasmo que deja en el olvido la tragedia que supone toda guerra.
Me gustó mucho. Te metés 100% en el escenario, en el frío, en los ruidos, en la soledad y la desesperación de la guerra. ¿Qué harías vos por salvarte? ¿Se puede juzgar a los pichiciegos por tratar de zafar, de poder comer y tener calor? Una novela cortita, fácil de leer y divertida, que nos da un vistazo de cómo era estar abandonado en Malvinas.
“Y el tipo hablaba. Que éramos como el ejército de San Martín. “Heroicos”, repetía. Que la batalla terminaba, que ahora se iba a ganar la guerra por otros medios, porque la tenía otros medios: “La diplomacia, la contemporización”, decía, y que nosotros íbamos a volver a los arados y a las fábricas (imagínate vos las ganas de arar y fabricar que traían los negros), y que ahora, luchando, nos habíamos ganado el derecho a elegir, a votar, porque íbamos a votar (imagínate las ganas de ir a votar y de elegir entre alguno de esos hijos de puta que estaban en los ministerios con calefacción mientras abajo los negros se cagaban de frío) y que íbamos a participar de la riqueza del país, porque ahora se iba a compartir, o a “repartir”, dijo, y que ése era otro derecho que los soldados se ganaron en la guerra, y uno lo oía y pensaba: “¿Por qué no empezará él repartiendo el paraguas?”, porque la garúa finita atravesaba la tela berreta de los gabanes que habían dado, y no era un chiste venirse sano de la guerra para morir de una pulmonía en un cuartel lleno de vagos que nunca vieron chiflar un misil.” Fogwill escribió Los Pichiciegos durante el final de la guerra de Malvinas. No solo entendió, como nadie hasta hoy, de qué iban realmente la guerra, sino que desterró, con la fuerza infinita de la literatura, una historia oficial (la de entonces y la de hoy) para siempre. Este libro me cambió (y me confirmó, también) la forma de entender al ser humano. Sobre todo al ser argentino.
La declaración de no guerra. El deseo de Fogwill de que todos los argentinos hayan sido los pichiciegos. La poesía de los personajes. Primera parte: tragicómica. Segunda parte: trágica. Final: excelente.
Me encantó. Me gusta la visión, desde a un lado, como testigos de lo que pasa en el día a día de una guerra. Lo triste, lo destructivo, lo jodido. Y los diálogos son geniales. Hay mucho localismo y a momentos me sentí un poco como estar entre gente que habla otra lengua, pero no deja de ser musical, y se entiende todo de todas maneras. Y me gusta la onda lunfardo en la guerra, me parece que tiene todo el sentido. No me encantó el final, me pareció un, bueno, ya terminé el libro, chao, pero el resto es tan bueno, que tampoco voy a reclamar.
Nel 2010, l’autore scrive nella prefazione che: “Scene da una battaglia sotterranea – come misi bene in chiaro sulla quarta di copertina della prima edizione, nel 1983 – non era stato scritto contro la guerra ma contro una maniera stupida di pensare la guerra e la letteratura.
Da allora, il libro ha avuto tre edizioni e mezza dozzina di ristampe in Argentina, tre in Spagna, una a Cuba, ed è stato tradotto in portoghese, inglese, tedesco e italiano.
Vista la mia età, questa edizione dell’Editorial El Ateneo, realizzata secondo le indicazioni dell’editrice cubana Nancy Maestigue Prieto, va considerata la versione definitiva dell’opera. Guardandola torno a ripetere che non ho scritto un libro sulla guerra, ma su me stesso e sulla lingua di uno che non scriverà mai contro la guerra, contro la pioggia, contro i terremoti né i temporali, ma scriverà sempre contro i modi sbagliati di chiamare il nostro destino e di conviverci.”
Sono passati quasi quarant’anni da quella prima edizione è il romanzo di Fogwill è ancora attuale. Infatti, sebbene il romanzo sia stato scritto nel 1982, e parla di una guerra in particolare, quella tra Argentina e Regno Unito per il dominio delle isole Falkland (che a Buenos Aires chiamano Malvinas), in realtà la storia riguarda un po’ tutte le guerre.
“Da ufficiali, quel modo lì di parlare. Uno diventa ufficiale e cambia modo di parlare. Cambiano alcune parole: vogliono dire la stessa cosa – hanno lo stesso significato – ma sembrano qualcosa di più, come se chi le dice pensasse di più o fosse di più.
Ci vuole una guerra per rendersene conto.
Diceva l’Ingegnere: «La guerra ha questo, ti dà tempo, impari di più, capisci di più... Se capisci ti salvi, altrimenti dalla guerra non torni. Io non so se torneremo, Quiquito», gli diceva, «ma se torniamo, con quello che abbiamo imparato qua, chi ci frega più?»
Aveva ragione, pensava lui. Ma sarebbero mai tornati a casa?”
I protagonisti di questa storia sono “gli armadilli”, un gruppo di soldati che decide di rimanere sul fronte, sottraendosi agli scontri. Come gli animali da cui traggono il nome, questi soldati vivono sottoterra, scavando un sistema di cunicoli all’interno dei quali ripararsi, cucinare e vivere fino alla fine del conflitto. Non sono disertori, ma sono soltanto uomini che non hanno alcuna intenzione di combattere e, soprattutto, di morire. Gli armadilli di giorno se ne stanno rintanati, sfuggono alle battaglie, eludono i controlli, organizzano i loro piani che scattano nella notte, col favore del buio, quando escono allo scoperto per procacciarsi il cibo e le sigarette. La vera guerra, per loro, è questo: sopravvivere. Il vero nemico da affrontare è quello della paura.
“La paura: la paura non è uguale. La paura cambia. C’è paura e paura. Un conto è la paura di qualcosa – di una pattuglia che ti può beccare, di una pallottola vagante – e tutt’altro è la paura fissa che sta sempre dietro tutto. Vai in giro con questa paura, naturale, continua, e ti avvii in salita ansimando, senza fiato, carico di taniche e sacchetti, e spunta una pattuglia, e sopra la paura che già hai spunta un’altra paura, una paura forte ma piccola, come un chiodino che ti entra in mezzo a una ferita. Ci sono due paure: la paura di qualcosa e la paura della paura, quella che ti porti sempre dentro e che da quando ti prende non ti lascia più.
Svegliarsi con la paura e pensare che poi avrai ancora più paura, è una paura doppia: uno si porta dietro il peso della sua paura e aspetta che arrivi l’altra, quella del momento, per togliersi la soddisfazione di provare un po’ di sollievo quando quella paura piccola – di un bombardamento, di una pattuglia – passerà, perché quelle passano sempre, mentre l’altra paura no, quella non passa mai, rimane.”
Lo mejor de este libro es el final. Me leí un 40% de un tirón. Quería seguir conociendo la historia de los pichis. Pero después fue decayendo. Pensaba "qué cansador, qué denso". Me gustó mucho la forma de narrar. Es lo primero que leo de Fogwill. Me gustaba ese ir y venir del presente al pasado sin avisar, todo vertiginoso. Esa espera por el final de la guerra (es la frase mas repetida, estoy segura). Casi pasa desapercibido que solo cuenta cuatro o cinco dias, no mas. Y cuando leí el final tuve que volver y releerlo (dos veces). No podía creer que fuera así. Es lo mejor. Lo mas shockeante. Pese a los vaivenes que sentí, me gustó muchísimo. No para 5 estrellitas pero si unas 4 sin dudarlo.
Me quedó la duda de quien narra. La primera parte casi entera es un solo narrador. En la segunda son varios. Siempre testigo. Debería releerlo completo para estar segura.
Gran novela sobre la vida de los soldados en Malvinas. Una historia que habla sobre todas las injusticias que fue esa guerra inútil. Hace tiempo que quería leerla porque había escuchado mucho de ella y es aún mejor de lo que me imaginaba. Destaco especialmente las descripciones del lugar y los detalles que te hacen sentir que estás viviendo ahí, en el frío más frío, en la oscuridad más oscura, en la desolación total.
Esta guerra es una herida que nos dolerá para siempre no solo a los que somos argentinos sino a todos los que pensamos que las guerras son un error sobre todo en esas circunstancias particulares de Malvinas donde se envió a jovencitos prácticamente a morir sin opción. Jovencitos a quienes el miedo les hacia llamar a sus mamás. Rodolfo Fogwil logró representar este ambiente de una forma muy cruda y muy real además de poner en escena la polémica entre lealtad o supervivencia. "A los que se rindieran antes del domingo, prometía el papel, les iban a dar doble ración de comida caliente y trato de prisioneros de guerra, con custodia de la Cruz Roja.
Daba pena ver a los flaquitos, muertos de sueño y hambre, mal vestidos, ilusionándose con el papel. Esas colas de gente fueron uno de los espectáculos más tristes de la guerra"
"Quedaban en el suelo los cuerpos, las ropas deshechas, algunos quemados y todos con el guante derecho crispado alrededor del papelito con el contrato de rendición, como si fuera la entrada intransferible para el gran teatro de los muertos." (Fogwill, 1994: 155-6).
Sin lugar a dudas lo más interesante de este libro es el foco desde el cual se mira a una parte de los soldados de malvinas. Los “pichis” como así se hacen llamar hacen todo por sobrevivir a esta guerra horripilante y desastrosa en donde las desventajas entre ambos países eran tales que lo único que se podía hacer era esperar un destino terrible. Los protagonistas del relato muestran cómo la moralidad y el patriotismo de una persona se desvanece por completo al afrontar una situación de estas características, en donde lo único que importaba era llegar vivo al final de la noche. El modo tan crudo de narrar un episodio histórico como este y el traer un posicionamiento sin dudas diferente y bastante polémico permite mirar a este conflicto bélico desde otro lado y ponerse en la piel de esos pibes de 18 años con miles de sueños arrebatados, que solo deseaban regresar a su casa
Simplemente brillante. Un relato descarnado de la guerra de Malvinas en la voz de sus protagonistas, chicos, adolescentes, pichis. Tienen gran potencia los diálogos, el desconcierto de la época, el querer ganar la guerra y a la vez no querer estar ahí. Sin explicitarlo es una gran crítica a la guerra y de alguna forma expresa la aceptación de toda la población al nombrar soldados de todas las provincias. La historia va de un grupo de soldados que dejan de luchan y se esconden bajo la tierra en un refugio que construyen y de noche salen a conseguir víveres para sobrevivir, incluyendo todo tipo de traiciones. Fogwill nos muestra que la guerra no es una cuestión de patriotismo sino una cuestión de supervivencia; salir de ahí. Sin que eso indique una posición antibelicista, tanto de ingleses como de argentinos. Lamentablemente, poco se ha escrito de Malvinas, creo que esta ficción la pone en el lugar que le corresponde: una guerra que no debió existir.
Los Pichiciegos hace de la guerra lo mejor que se puede hacer con ella que es convertirla en ese accidente ajeno en el que está envuelto un grupo de personas. No es un conflicto de intereses, no es un hecho patriótico, no es una estratagema de la dictadura. Es más parecido a la frase de Ulysses de Joyce: "la paz y la guerra dependen de la digestión de algún tipo". Fogwill despolitiza el conflicto y con esto se ahorra el riesgo de convertirse en un panfleto y toma mejor contacto con el lector que entiende de lo que se le habla. Se habla de cosas concretas como el frío, el hambre, la mugre. Podría ser el Catch-22 argentino si no fuera porque lo relatan los eventuales derrotados. Es el libro de no-guerra argentino.
Di questo libro mi chiedo: Com’è che mi è arrivato sotto gli occhi solo ora che sur lo ripubblica con una copertina fighissima e io me lo sono preso nella edizione vecchia a metà prezzo perché ho i Braccini corti. Forse 5 stellette sono troppe, ma 4 sarebbero troppo poche. È un crescendo, in cui la seconda parte ha una serie di immagini della guerra e della sopravvivenza dei soldati pazzesche, da pelle d’oca. Della guerra delle Falkland sapevo/so veramente pochino, ma qui credo che in 160 pagine si riesca ad andare oltre a quello specifico evento dando una serie di spunti e riflessioni sull’uomo, sul suo istinto di sopravvivenza, sulla guerra, molto interessanti. E soprattutto con una prosa veramente strepitosa, costruita con una attenzione al dettaglio che in alcuni punti mi ha mozzato il fiato e con un umorismo mai fuori luogo o sopra le righe. Tanto di cappello a chi lo ha tradotto, e chi ha deciso di portare questo titolo negli scaffali italiani.
Salvo algún que otro destello, no me pareció interesante la historia. No hay desarrollo alguno de los personajes, no hay prácticamente reflexiones ni profundidad en ningún sentido. Únicamente me pareció original la creación de los códigos y cultura de la "Pichicera".
Sentí que hubo un exceso de insultos y abuso de lenguaje soez en los diálogos, solo por el hecho de querer transgredir, con un espíritu "marketingero" y efectista, y así compensar u opacar la falta de contenido e ideas por parte del autor.
Descarnada y simple: así catalogaría el monstruo que es "Los pichiciegos". Y es que, sin prosa pretenciosa ni florituras en la descripción, Fogwill construyó una novela impresionante: una historia que prescinde de la acción (a pesar de la guerra) para centrarse en la reconstrucción del paisaje tanto moral como físico del conflicto de Las Malvinas. Similar tal vez a "Por quién doblan las campanas" en la construcción del ambiente moral, Fogwill narra la forma en que "Los pichis", desertores que arriesgan su existencia por sobrevivir a una guerra insensata, ya perdida, que no rescata más que la miseria humana. A la par que el relato reconstruye la insensatez de la batalla perdida, Fogwill muestra qué es capaz de hacer la guerra con un ser humano: reducido a las migajas de la alimentación y la lucha por la vida, los pichis deambulan por túneles bajo tierra con tal de sobrellevar las bombas y el fuego cruzado de ambos ejércitos, a sabiendas que nada más puede hacerse, y que capaz no existe más futuro. De volver a casa, no quedaría más que el fusilamiento por parte de la dictadura; cuando no la prisión por cobardía y rebelión.
Condenados a la tierra, sembrados a la nieve de un paisaje campestre que todo lo inunda, que se siente en el frío de las vísceras de cada uno de los personajes que, en su dialecto argento bien marcado, recuerda al lector que no hay nada que rememorar de la guerra, que no existen los héroes y que, más allá de cualquier cosa, sólo hay seres humanos reducidos a la pelea por la vida...destrozados por el miedo a la muerte.
"el que estuvo en el frío, siempre en el frío, está frío, olvidó. Está listo, está frío, no tiene más calor en ningún lado y el frío lo come, le entra, ya no hay calor en ningún sitio, lo único que puede calentar es el frío, quedarse quieto, y en cuanto puede imaginar que ese frío quieto es calor, se deja estar al frío, comienza a helarse y el frío ya le deja de doler y termina"
Disiento con Julio: este hitazo instantáneo me pareció mucho mejor armado y mucho más potente que el divague de Vivir afuera, la novela con los peores diálogos de la historia de la literatura argentina.
Novela muy argentina, con un lenguaje coloquial que me hace agradecer infinitamente mi formación, el canal Te lo resumo así nomás y mi amor por el cine argentino para no tener que consultar cada dos por tres el significado de las palabras o expresiones. El libro es un soberbio ejercicio de estilo. Qué bien controlan el lenguaje los autores hispanoamericanos de los 80, y qué poco cuentan en realidad. Los pichiciegos no trata de nada: hay una ambientación, un espacio alrededor del cual orbitan personajes con o sin nombre, a los que nunca conocemos. Lo importante son las sensaciones que provocan esas descripciones breves y nítidas, esos diálogos nimios. No es mi género ni mi estilo favorito, pero sé cuándo un libro es bueno.
Los pichiciegos" es una novela conmovedora y reflexiva que te llevará a través de las experiencias de un grupo de soldados argentinos que luchan en la guerra de las Malvinas. El autor, Rodolfo Fogwill, describe la vida cotidiana de estos soldados que se encuentran atrapados en una situación que no pueden controlar.
La novela está escrita de una manera sencilla y clara, pero con una profundidad y una sensibilidad que logra conmover al lector. Además, el lenguaje coloquial que se utiliza en la narración y en los diálogos le confieren autenticidad y realismo a la historia.
Igualmente rápido y tremendo, un claro retrato de la masacre y despliegue de crueldad que fue Malvinas, sin ahogarse en solemnidad. El paralelismo con el cuento de Quiroga me rascó el cerebro al final
Aprovechando alguna de esas ofertas de internet compré este libro, sin saber de qué iba solo por la portada, si la portada. Y que decir que es un libro impresionante sobre la guerra y la visión descarnada de lo que sucede en una. ¿Se imaginan un libro así en cualquier otra guerra? Esta novela es lo más alejado de lo que he leído del patriotismo y de la propaganda. Donde un grupo de jóvenes deciden una vía distinta a ser únicamente carne de cañón y buscan sobrevivir. Interesante.