What do you think?
Rate this book


299 pages, Mass Market Paperback
First published November 1, 1997
La chica sacó una bolsa del coche y Jack pudo contemplar una bonita vista de su firme trasero. Sonriendo para sus adentros, se dio un golpecito con la mano en el corazón. No era de extrañar que aquel capullo del contable le hubiera puesto los cuernos a su mujer.
Sus labios rozaron la boca de MJ y se apartaron levemente. Esperaba que ella diera un respingo o se resistiera. Era evidente que Jack estaba pulsando todas las teclas que asustaban a una mujer, lo cual era deplorable. Pero de eso también se ocuparía más tarde. Solo quería presionarla un poco, conseguir que cantara antes de que los mataran a ambos. Y si de paso obtenía un poco de retorcido placer, bueno, en fin, uno tenía sus defectos.
Tenía muchas cosas en las que pensar, se dijo MJ. Su amiga había desaparecido, tenía en su poder un diamante azul y la habían perseguido, tiroteado y esposado. Y, además, temía estar enamorándose de un cazarrecompensas de mirada torva que conducía como un maníaco y besaba como un sueño. Un sueño húmedo y caliente.
Y apenas sabía de él más que su nombre.
Tenía que aprender a delegar en él ciertas cuestiones, se dijo MJ. En eso consistía un compromiso, una relación.
-Ahora no estoy en deuda contigo solo por mí. Debería haberme dado cuenta antes. Estoy en deuda contigo por Bailey, y también por Grace. Las he puesto en tus manos, Jack.
-No te pongas sentimental, cariño. Me saca de quicio.
-Te quiero.
-Demonios. Ahora supongo que querrás que yo también te lo diga.
-Supongo que sí.
-Te quiero. ¿Qué significa MJ?
-Mira, Jack, la pasión y las declaraciones de amor son una cosa, pero aún no te conozco lo suficiente para decirte eso.

-Tengo que contactar con ella. Tiene una casa en Potomac. No creo que esté allí. Supongo que estará en su casa de campo, pero...
-Cállate. Cállate hasta que estemos a salvo, ¿quieres? Dios, qué boca tienes.
-Me has dado un susto de muerte -masculló, furioso por las emociones que se agitaban dentro de él-. Cállate. Cállate. No quiero hablar de esto.
-Eso no tiene sentido. Si tenemos que...
-Vamos a hacer esto a mi modo.
-Oh, qué sorpresa. Solo estoy preguntando...
-Pues yo estoy harto de contestar. Muy harto.

-Lo cual significa que aparecerá en alguna parte -Jack comenzó a acercarse a ella, pero al ver un brillo en sus mejillas, se detuvo en seco como si hubiera chocado contra una pared de cristal-. ¿Qué haces? ¿Estás llorando? -Era una acusación, proferida con una voz ribeteada de abyecto terror.
MJ se limitó a cruzar los brazos sobre el pecho y se abrazó los codos. Toda la excitación, la tensión, la frustración de la búsqueda se había convertido en pura desesperación.
-Quiero que dejes de llorar. Ahora mismo. Lo digo en serio. Lloriquear no va a hacerte ningún bien -ni a él tampoco. Aquello lo aterrorizaba, le hacía sentirse estúpido, torpe y molesto.
-Déjame en paz -dijo ella, sofocando un sollozo-. Vete.
-Eso es justamente lo que voy a hacer. Si sigues así, me marcho. Hablo en serio. No voy a quedarme aquí, viéndote hacer pucheros. Domínate. ¿Es que no tienes orgullo?
Jack... gracias por dejar que me desahogara. No me has hecho sentir como una idiota. Así que gracias.

-¿Por qué estás dando vueltas? Deberías haber girado a la izquierda en esa esquina. ¿Es que has olvidado cómo se llega?
-No, no he olvidado cómo se llega. A mí nunca se me olvida cómo llegar a un sitio.
-¿Por qué paras aquí? Estamos a varias manzanas de distancia. Mira, Jack, si tienes la testosterona baja y te has perdido, no te lo reprocharé. Puedo...
-No me he perdido. Yo nunca me pierdo. Sé lo que estoy haciendo.
-Les he dado. Se están retirando.
-No, yo les estoy dejando atrás. Deja que yo me ocupe de esto, ¿quieres?
-No vas a dispararles. Podrías darle a algún coche.
-Yo le doy a lo que apunto. Ahora, ponte el cinturón y cierra el pico.
