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Las armas y las letras: Literatura y guerra civil, 1936-1939
Considerado ya un clásico, agotado y buscado como libro de culto, Las armas y las letras fue en su día algo más: una mirada libre, minuciosa y completa sobre la literatura en la Guerra Civil española. Ahora,
coincidiendo con el 25 aniversario de su aparición, Destino publica una edición actualizada y con nuevo prólogo de su autor.
«Los estudios sobre la guerra civil y la publicación y rescate de textos originales de los protagonistas siguen creciendo, lo que justifica que vuelvan a añadirse aquí hechos, fotografías inéditas y entrecomillados desconocidos y providenciales», dice Andrés Trapiello en el prólogo.
Desfilan por estas páginas cientos de escritores en amenísimas y agudas semblanzas, el célebre y el desconocido, el audaz y el cobarde, el perseguido y el perseguidor, el activista y el silencioso o silenciado,
el viejo y el joven, todos buscando para sí y para su tiempo una salvación que no siempre fue posible.
Andrés Trapiello consigue seguir descubriendonos lo mejor de aquellos años en una historia que muchos leyeron y leerán como una apasionante novela, pero que es, además, una mirada tan veraz como
misericordiosa, y tan necesaria como imprescindible.
coincidiendo con el 25 aniversario de su aparición, Destino publica una edición actualizada y con nuevo prólogo de su autor.
«Los estudios sobre la guerra civil y la publicación y rescate de textos originales de los protagonistas siguen creciendo, lo que justifica que vuelvan a añadirse aquí hechos, fotografías inéditas y entrecomillados desconocidos y providenciales», dice Andrés Trapiello en el prólogo.
Desfilan por estas páginas cientos de escritores en amenísimas y agudas semblanzas, el célebre y el desconocido, el audaz y el cobarde, el perseguido y el perseguidor, el activista y el silencioso o silenciado,
el viejo y el joven, todos buscando para sí y para su tiempo una salvación que no siempre fue posible.
Andrés Trapiello consigue seguir descubriendonos lo mejor de aquellos años en una historia que muchos leyeron y leerán como una apasionante novela, pero que es, además, una mirada tan veraz como
misericordiosa, y tan necesaria como imprescindible.
640 pages, Hardcover
First published March 1, 1994
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About the author
Andrés Trapiello
150 books112 followersAndrés Trapiello, poeta y escritor español, nació en 1953 en Manzaneda de Torío, León.
Después de estudiar Filosofía y Letras en la Universidad de Valladolid, donde también trabajó en el diario Pueblo, se trasladó en 1975 a Madrid, ciudad en la que vive desde entonces. De 1975 a 1977 trabajó como redactor en una revista de arte y de 1977 a 1980, también como redactor, en programas de arte y de literatura de Televisión Española.
En 1980 fundó y dirigió con Juan Manuel Bonet las Entregas y Libros de La Ventura, donde ese mismo año apareció Junto al agua, su primer libro de poemas.
En 1982 empezó a dirigir, con Valentín Zapatero, su fundador, la editorial Trieste en la que apareció ese año su segundo libro de poemas, Las tradiciones, al que siguió, en 1985, también en la editorial Trieste, La vida fácil.
En 1988 publicó su primera novela, La tinta simpática, y en 1990 vio la luz El gato encerrado, primer tomo de los diecisiete, hasta la fecha, del Salón de pasos perdidos, conjunto de diarios que ha subtitulado “Una novela en marcha”, publicados todos ellos en la editorial Pre-Textos.
En 1989 empezó a dirigir en la editorial Comares de Granada, de Miguel Ángel del Arco y Mario Fernández Ayudarte, la colección La Veleta, donde han aparecido hasta la fecha más de cien libros, de poesía y de prosa.
En 1992 recibió el Premio Internacional de novela Plaza & Janés por su segunda novela, El buque fantasma, y en 1993 el Premio de la Crítica por su cuarto libro de poemas Acaso una verdad, al que han seguido hasta la fecha Rama desnuda y Un sueño en otro.
En 1993 Las armas y las letras. Literatura y guerra civil 1936-1939 recibió el Premio don Juan de Borbón y señaló el comienzo de sus artículos semanales en el Magazine de La Vanguardia, en la que colabora desde entonces. Ese libro fue revisado, significativamente ampliado y reeditado en 2010.
En 2003 su novela Los amigos del crimen perfecto obtuvo el Premio Nadal, y en 2005 Al morir don Quijote el Premio Fundación Juan Manuel Lara a la mejor novela de ese año editada en español, a la que siguió en 2009 Los confines, todas ellas en la editorial Destino.
Otros libros suyos son La noche de los Cuatro Caminos (2001), crónica de un episodio del maquis en Madrid, El arca de las palabras (2006) e Imprenta moderna. Imprenta y literatura (2006). Colaborador de La Vanguardia, El País, El Cultural o el Abc Cultural y diversas publicaciones literarias, es autor, junto a Alfonso Meléndez, y en calidad de tipógrafo, de un número apreciable de catálogos y diseños editoriales.
En 2003 le fue concedido por el conjunto de su obra el Premio de las Letras de la Comunidad de Madrid, y en 2010 el de las Letras de la Comunidad de Castilla y León.
En 2012 su novela Ayer no más fue elegida mejor novela del año por los lectores de el diario El País.
Después de estudiar Filosofía y Letras en la Universidad de Valladolid, donde también trabajó en el diario Pueblo, se trasladó en 1975 a Madrid, ciudad en la que vive desde entonces. De 1975 a 1977 trabajó como redactor en una revista de arte y de 1977 a 1980, también como redactor, en programas de arte y de literatura de Televisión Española.
En 1980 fundó y dirigió con Juan Manuel Bonet las Entregas y Libros de La Ventura, donde ese mismo año apareció Junto al agua, su primer libro de poemas.
En 1982 empezó a dirigir, con Valentín Zapatero, su fundador, la editorial Trieste en la que apareció ese año su segundo libro de poemas, Las tradiciones, al que siguió, en 1985, también en la editorial Trieste, La vida fácil.
En 1988 publicó su primera novela, La tinta simpática, y en 1990 vio la luz El gato encerrado, primer tomo de los diecisiete, hasta la fecha, del Salón de pasos perdidos, conjunto de diarios que ha subtitulado “Una novela en marcha”, publicados todos ellos en la editorial Pre-Textos.
En 1989 empezó a dirigir en la editorial Comares de Granada, de Miguel Ángel del Arco y Mario Fernández Ayudarte, la colección La Veleta, donde han aparecido hasta la fecha más de cien libros, de poesía y de prosa.
En 1992 recibió el Premio Internacional de novela Plaza & Janés por su segunda novela, El buque fantasma, y en 1993 el Premio de la Crítica por su cuarto libro de poemas Acaso una verdad, al que han seguido hasta la fecha Rama desnuda y Un sueño en otro.
En 1993 Las armas y las letras. Literatura y guerra civil 1936-1939 recibió el Premio don Juan de Borbón y señaló el comienzo de sus artículos semanales en el Magazine de La Vanguardia, en la que colabora desde entonces. Ese libro fue revisado, significativamente ampliado y reeditado en 2010.
En 2003 su novela Los amigos del crimen perfecto obtuvo el Premio Nadal, y en 2005 Al morir don Quijote el Premio Fundación Juan Manuel Lara a la mejor novela de ese año editada en español, a la que siguió en 2009 Los confines, todas ellas en la editorial Destino.
Otros libros suyos son La noche de los Cuatro Caminos (2001), crónica de un episodio del maquis en Madrid, El arca de las palabras (2006) e Imprenta moderna. Imprenta y literatura (2006). Colaborador de La Vanguardia, El País, El Cultural o el Abc Cultural y diversas publicaciones literarias, es autor, junto a Alfonso Meléndez, y en calidad de tipógrafo, de un número apreciable de catálogos y diseños editoriales.
En 2003 le fue concedido por el conjunto de su obra el Premio de las Letras de la Comunidad de Madrid, y en 2010 el de las Letras de la Comunidad de Castilla y León.
En 2012 su novela Ayer no más fue elegida mejor novela del año por los lectores de el diario El País.
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Displaying 1 - 30 of 34 reviews
October 18, 2021
"Las armas y las letras" es un libro de historia necesario. Una relación exhaustiva de las vidas (y muertes) de docenas de intelectuales frente a la Segunda República Española y la Guerra Civil. Andrés Trapiello deja su impronta personal en cada reseña, lo que nos facilita la lectura en la mayoría de los casos. Trapiello se identifica con la "tercera España", la que abominó de extremismos y eventualmente huyó del conflicto o se exilió interiormente, desapareciendo de la vida intelectual, con personajes como Juan Ramón Jiménez, Unamuno o Manuel Chaves Nogales. Sin embargo, este tipo de artistas fueron minoría, lo habitual en los años 30 fue que los autores escogieran bando y, con mayor o menor virulencia, participaran en hechos luctuosos o criminales. El libro refleja muchos episodios de cobardía y odio entre intelectuales (directamente puede decirse que Bergamín, Pemán o Pablo Neruda se comportaron como alimañas). Este libro es muy interesante para desmitificar a algunos o reconocer el comportamiento heroico de otros como el chileno Morla Lynch, que salvó a tantos durante la guerra o después de la victoria franquista. Recomiendo leer la última edición porque la de 1996 está muy desactualizada.
December 21, 2021
Estupendo resumen de la realidad convulsa de la guerra civil, desde la perspectiva de las letras. Retrato de almas desgarradas, de vidas rotas... y presencia constante de una idea: la guerra civil no fue un enfrentamiento de "las dos Españas", sino de los dos extremos (la izquierda revolucionaria y la facción más reaccionaria) que se enfrentan por terminar con "una república democrática y parlamentaria" (como dice Chaves Nogales en el prólogo de "A sangre y fuego") y sustituirla por una dictadura. Al final, como todos sabemos, ganó la reacción. Y por el camino, se quedaron grandes como Lorca, Machado, Unamuno, Hernández... y muchos otros, tanto de un lado como de otro, y también una mayoría que no simpatizarían ni con los "hunos" ni con los "hotros".
En todo caso, libro altamente recomendable.
En todo caso, libro altamente recomendable.
October 3, 2021
This book deserves a better reader than myself. For a combination of reasons—Trapiello’s ornamental prose, the encyclopedic nature of this book, and the fact that I read most of it on early-morning bus rides—I often found my eyes glazing over. Normally I do not enjoy books very much in that semi-blind state. But by any reasonable standard this is a quality work.
Trapiello has here written an account of arms and letters: what writers wrote and did during the turbulent years of the Spanish Civil War. The vast majority of space is given over to Spanish writers, though some foreigners like Orwell and Hemingway get honorable (or, in the latter’s case, dishonorable) mention. Many of my favorite writers are among the cast of characters: Miguel de Unamuno, José Ortega y Gasset, Pío Baroja, Federico García Lorca, and Antonio Machado. Thus, I thought I had every reason to enjoy it.
Unfortunately, this book suffers the defect of a list pretending to be a paragraph. What I mean is that Trapiello really set out to write something like a compendium, summarizing the deeds and thoughts of each significant writer in turn. He could easily have written the book as an alphabetized series of entries. In this prose format—as if it were an essay or a study—the book feels (or felt to me) rather unfocused, as he drifted from one writer to another. There is very little effort to tie the individual stories into a grander narrative, or to draw any deeper conclusions about the relationship between literature and war.
But perhaps I should hesitate to criticize a book that has so many admirers, and that I often struggled to understand. To give you an idea of his (for me quite difficult) style, here is one of his sentences (describing the fascist journalist Eduardo García Serrano):
Which in English is something like this:
As you can see, Trapiello is a stylish writer. However, I have to admit that I had no idea that “rifeña” meant “Rifian” (as in, from the Rif region of north Morroco); nor do I know what it even means if someone has a Rifian personality in the first place. I should also mention that cannot imagine what it means for a firecracker to be “stony.” And I was not familiar with Iribarren. More substantially, this passage illustrates Trapiello’s tendency to focus on, say, the prose style of an author, while paying comparatively little attention to the content (philosophical, ideological, historical) of their writing. What I want to know is, if García Serrano was swearing and cursing, who exactly was the target?
All this being said, if you have any interest in what the writers of Spain—famous and obscure—did and wrote during the war, there can hardly be a better book—at least (and here is the caveat) as a reference. But to know how the war impacted Spanish thinking and writing in the long-term, or how words and weapons interact, then this book is, at best, only a starting point.
Trapiello has here written an account of arms and letters: what writers wrote and did during the turbulent years of the Spanish Civil War. The vast majority of space is given over to Spanish writers, though some foreigners like Orwell and Hemingway get honorable (or, in the latter’s case, dishonorable) mention. Many of my favorite writers are among the cast of characters: Miguel de Unamuno, José Ortega y Gasset, Pío Baroja, Federico García Lorca, and Antonio Machado. Thus, I thought I had every reason to enjoy it.
Unfortunately, this book suffers the defect of a list pretending to be a paragraph. What I mean is that Trapiello really set out to write something like a compendium, summarizing the deeds and thoughts of each significant writer in turn. He could easily have written the book as an alphabetized series of entries. In this prose format—as if it were an essay or a study—the book feels (or felt to me) rather unfocused, as he drifted from one writer to another. There is very little effort to tie the individual stories into a grander narrative, or to draw any deeper conclusions about the relationship between literature and war.
But perhaps I should hesitate to criticize a book that has so many admirers, and that I often struggled to understand. To give you an idea of his (for me quite difficult) style, here is one of his sentences (describing the fascist journalist Eduardo García Serrano):
Su temperamento, de naturaleza rifeña, es algo brusco, y su prosa, cuajada de casticismos, tiene esa impronta tan falangista, quizá navarra al estilo de Iribarren, que es envolver besos en coces, interjectada cada cinco líneas por un par de tacos, que suenan siempre, en medio de la página, como petardo pedregoso y extravagante, lo que García Serrano compensa con arrobamientos de corte lírico, todo lo cual convierte su prosa en algo muy expresivo y personal.
Which in English is something like this:
His temperament, of a Rifian nature, is somewhat brusque, and his prose, stuffed with pure Castilian, has such a Falangist stamp, perhaps Navaresse in the style of Iribarren, which is to wrap kisses in kicks, interjected every five lines with a pair of profanities, which always sound, in the middle of the page, like a stony and extravagant firecracker, which García Serrano compensates with raptures of a lyrical kind, all of which makes his prose into something very expressive and personal.
As you can see, Trapiello is a stylish writer. However, I have to admit that I had no idea that “rifeña” meant “Rifian” (as in, from the Rif region of north Morroco); nor do I know what it even means if someone has a Rifian personality in the first place. I should also mention that cannot imagine what it means for a firecracker to be “stony.” And I was not familiar with Iribarren. More substantially, this passage illustrates Trapiello’s tendency to focus on, say, the prose style of an author, while paying comparatively little attention to the content (philosophical, ideological, historical) of their writing. What I want to know is, if García Serrano was swearing and cursing, who exactly was the target?
All this being said, if you have any interest in what the writers of Spain—famous and obscure—did and wrote during the war, there can hardly be a better book—at least (and here is the caveat) as a reference. But to know how the war impacted Spanish thinking and writing in the long-term, or how words and weapons interact, then this book is, at best, only a starting point.
February 3, 2021
Recuerdos de visitas a casas museo, recodos de paz, lugares en los que parece que el tiempo se haya detenido. La casa natal de Juan Ramón Jiménez, de un blanco que daña los ojos, en Moguer; la casa natal de Lorca en Fuentevaqueros y la Huerta de San Vicente donde pasaba los veranos en la vega de Granada; la de Falla, también en Granada, encaramada muy cerquita de la Alhambra; y las de Neruda en Isla Negra, Valparaíso y Santiago de Chile, en entornos únicos las tres.
Recuerdos de las clases de literatura española de secundaria en las que tuvimos la suerte de tener a un gran profesor que nos transmitió a todos la pasión por las letras. Recuerdo el aula abarrotada de alumnos. Con este profesor viajamos a Salamanca una primavera y recorrimos el edificio de la universidad vieja que tan bien debió conocer Unamuno. También el recuerdo de un viaje literario en otoño a Santiago de Compostela por cuyas calles lluviosas nos pareció atisbar, bajo los soportales, a Valle-Inclán alejándose. Recuerdos de lecturas obligatorias de COU: Baroja, Machado, Lorca.
Recuerdos de la lectura del libro de María Zambrano, Filosofía y Poesía y del visionado del documental Las Sinsombrero. Porque en las vanguardias también hubo mujeres aunque no las estudiáramos.
Recuerdos de Homenatge a Catalunya, de Orwell, también; y de Padura y El hombre que amaba a los perros, de rebote.
Y curiosidad. Y sorpresa. Las reacciones y posicionamientos de la intelectualidad española durante la guerra civil y postguerra. Pese a la complejidad de la situación si uno intenta ponerse en el lugar de los protagonistas, Juan Ramón Jiménez y su coherencia me han dejado sin habla mientras que del comportamiento de Unamuno, Baroja y Josep Pla me llevo un regusto amargo. Quizá mejor conocer solo las obras, quedarse con ello y no indagar en las personas.
Un libro imprescindible.
Recuerdos de las clases de literatura española de secundaria en las que tuvimos la suerte de tener a un gran profesor que nos transmitió a todos la pasión por las letras. Recuerdo el aula abarrotada de alumnos. Con este profesor viajamos a Salamanca una primavera y recorrimos el edificio de la universidad vieja que tan bien debió conocer Unamuno. También el recuerdo de un viaje literario en otoño a Santiago de Compostela por cuyas calles lluviosas nos pareció atisbar, bajo los soportales, a Valle-Inclán alejándose. Recuerdos de lecturas obligatorias de COU: Baroja, Machado, Lorca.
Recuerdos de la lectura del libro de María Zambrano, Filosofía y Poesía y del visionado del documental Las Sinsombrero. Porque en las vanguardias también hubo mujeres aunque no las estudiáramos.
Recuerdos de Homenatge a Catalunya, de Orwell, también; y de Padura y El hombre que amaba a los perros, de rebote.
Y curiosidad. Y sorpresa. Las reacciones y posicionamientos de la intelectualidad española durante la guerra civil y postguerra. Pese a la complejidad de la situación si uno intenta ponerse en el lugar de los protagonistas, Juan Ramón Jiménez y su coherencia me han dejado sin habla mientras que del comportamiento de Unamuno, Baroja y Josep Pla me llevo un regusto amargo. Quizá mejor conocer solo las obras, quedarse con ello y no indagar en las personas.
Un libro imprescindible.
March 30, 2021
Todo un descubrimiento, un libro sobre la guerra civil española con una visión muy amplia. Trapiello pone bajo su microscópio a los escritores que vivieron la guerra y a sus obras tanto literarias como personales. Es incisivo y a veces creo que cruel, pero también compasivo. Me ha hecho cuestionarme ideas que tenía sobre la guerra y sobre los escritores.
Este libro es además un gran manual de literatura española magníficamente escrito que nos incita a leer libros que nunca habríamos leído por prejuicios o por desconocimiento.
Este libro es además un gran manual de literatura española magníficamente escrito que nos incita a leer libros que nunca habríamos leído por prejuicios o por desconocimiento.
October 1, 2024
Cada una de sus 500 páginas es una demostración continua de inteligencia, ironía y honestidad que hacen tambalear los relatos sectarios y revanchistas sobre la posición de algunos intelectuales durante la Guerra Civil.
April 9, 2020
Una de sus virtudes, la exhaustividad, es su principal defecto. Hay, por ello, capítulos de interés limitado. Muy buen libro, en todo caso.
January 12, 2023
Llevo años queriendo leerlo, cuando leo a Trapiello suelo leer sus novelas, y me alegro de haberlo hecho con la última edición revisada.
Es un ensayo particular, a su manera, con sus reflexiones, sus filias y sus fobias, pero muy sincero, claro y honesto. El trabajo que ha realizado de documentación es descomunal y se ve que este es su tema, la literatura analizada desde todos los puntos de vista durante la guerra civil.
Si no estás al corriente de la literatura de la época y no conoces a sus autores se te hace bola, ya que es un sinfín de nombres propios, publicaciones, revistas,... pero si, como yo, que soy lo más alejada de una experta, y conozco y he leído a los grandes clásicos, o lo estudiado en el cole (EGB) de las generaciones del 98, del 14 y del 27, es un ensayo fascinante. Además, te abre a un mundo de nuevas lecturas.
Es un ensayo particular, a su manera, con sus reflexiones, sus filias y sus fobias, pero muy sincero, claro y honesto. El trabajo que ha realizado de documentación es descomunal y se ve que este es su tema, la literatura analizada desde todos los puntos de vista durante la guerra civil.
Si no estás al corriente de la literatura de la época y no conoces a sus autores se te hace bola, ya que es un sinfín de nombres propios, publicaciones, revistas,... pero si, como yo, que soy lo más alejada de una experta, y conozco y he leído a los grandes clásicos, o lo estudiado en el cole (EGB) de las generaciones del 98, del 14 y del 27, es un ensayo fascinante. Además, te abre a un mundo de nuevas lecturas.
February 23, 2020
Una obra descomunal. Sin duda, un libro de referencia.
April 21, 2020
Libro fantástico, muy bien documentado y maravillosamente escrito. Un libro triste (por lo que describe), revelador e imprescindible
July 7, 2020
Un libro magnífico. Hoy resulta imprescindible.
June 19, 2023
Armas y letras son términos que se nos antojan opuestos. La razón y la fuerza, el debate y la confrontación, donde terminan las palabras comienza la violencia. Sin embargo, esto no es siempre así, aguerridos batalladores han sido conspicuos artistas del pensamiento y las letras. Basta rememorar nuestro pasado más clásico para reconocer esta doble cara en Cervantes, Garcilaso de la Vega o Calderón de la Barca. Pero también tenemos otros autores que, alejados de los campos de batalla, urdieron sus tramas y pretendieron influir con sus escritos en el curso de los acontecimientos, o en todo caso, dejar constancia de la gloria de los gobernantes o de su ignominia para, de algún modo, ganarse el afecto del poderosos o del arribista.
Estas dos vertientes son tan eternas como la idea de conflicto porque, aunque hoy en día creemos vivir en la época del relato, lo cierto es que en todo tiempo y lugar, los poderosos y quienes aspiran a ocupar su posición, han tratado de amalgamar un discurso coherente con sus objetivos, sabiendo que en muchas ocasiones, las batallas más importantes se libran en la conciencia de las personas, que las guerras comienzan a ganarse con la propaganda.
Por ello, todo bando en conflicto gusta de rodearse de una pequeña corte de artistas y literatos, pensadores y filósofos que atenúen su imagen de carniceros, que les dote de respetabilidad. Así, hay regímenes más hábiles o afortunados en esta empresa. Capa o Picasso dejaron imágenes de un conflicto que han trascendido a su circunstancia local. Menos suerte les cupo a los vencedores, que no lograron éxito tal pese a sus innumerables esfuerzos.
Es precisamente en ese momento histórico, nuestra guerra civil, en el que detiene su atención Andrés Trapiello. La primera edición de Las armas y las letras (Ed. Austral) es de 1984, momento en el que la información sobre este tema era prácticamente inexistente. Desde entonces, las sucesivas ediciones han podido dar cuenta de numerosos avances, descubrimientos, nuevas publicaciones y, por encima de todo, un gran debate.
Desde el propio prólogo, Trapiello se separa del maniqueísmo que contamina a quienquiera que se acerque a este conflicto. Para ello, pone en valor algo que resultó muy novedoso en su momento. Es la existencia de una tercera vía, de una alternativa republicana y democrática, opuesta por igual a nacionalsocialismo y a dictadura del proletariado. Una opción que cayó entremedias de dos movimientos que ya entonces peleaban a muerte pero sin desencadenar un conflicto que solo estallaría pocos años después. Ésta es la España de Chaves Nogales, y de tantos otros que tuvieron que exiliarse, no al final de la guerra, con el hundimiento de la República, sino a lo largo de todo el conflicto, perseguidos y suprimidos por ambos bandos.
La memoria de todos ellos se honra en este libro y el interés que las obras de estos autores e intelectuales está recibiendo en épocas recientes es un verdadero hito en nuestra historia literaria, tan cainita como le habría gustado decir a Antonio Machado.
Pero, pasado ese reconocimiento que este libro, junto a otras muchas iniciativas similares ha logrado, se deben poner de manifiesto otras virtudes que no son menos relevantes.
Como todo conflicto civil, nuestra guerra tuvo la terrible circunstancia de dejar la suerte de cada persona en manos del azar y el capricho. Autores de tendencia derechista fueron sorprendidos en la zona equivocada, lo que les llevó a la muerte, como el caso de Ledesma Ramos o de Maeztu. Por el otro lado, baste citar a Lorca como representación de tantos otros que murieron en cunetas y contra muros de cementerios. Solo unos pocos pudieron refugiarse y huir a su propia zona.
Esta separación también llevó a que intelectuales, poetas o escritores tibios o no demasiado significados, se volcaran de inmediato hacia el bando que dominaba su pueblo, su ciudad, su región, tratando así de borrar el recuerdo en sus vecinos del día en que se acudió a la plaza del Ayuntamiento para celebrar la proclamación de la República o los tiempos en los que se paseaba con modales aristocráticos y zapatos relucientes o se publicaban versos insípidos y poco comprometidos.
También asistimos, guiados por la mano de Trapiello, a las arrastradas vidas de quienes mendigar con el reconocimiento de los nuevos gobernantes, con vergonzosa inmoralidad, traicionando a quien fuera menester, ofreciéndose como informador o publicando versos infames sobre la sonrisa de Franco o sobre la lucha del pueblo mientras se vivía en un Madrid semi rodeado y hambriento con privilegios aristocráticos.
Pero poco ejemplifica mejor esta geografía de las desgracias personales, como el caso de los hermanos Machado, Antonio y Manuel. Si bien el primero se significó más políticamente a favor de la República, no podría decirse que Manuel fuera un reaccionario favorable al fascismo. No podemos sostener esa idea sin olvidar que ambos hermanos escribían a cuatro manos obras de teatro, mantenían una relación afectuosa y podían sintonizar también en lo ideológico. Sin embargo, a Antonio la guerra le sorprende en el lado republicano. Pero a Manuel, el 18 de julio le coge en Burgos por una desgraciada circunstancia, la víspera tenía pasaje en tren para regresar a Madrid, pero se retrasa y lo pierde. Al día siguiente estalla el conflicto y los hermanos no volverán a verse. Podemos conjeturar que ambos miraban de reojo la evolución del otro. Cada uno tendiendo a acercarse al gobierno de su lado, tal vez más por prevención o sentimiento del deber que por convicción. Y ninguna imagen mejor del criminal peso de esta guerra, que la de Manuel conducido en un coche oficial del gobierno de Franco a Collioure tras conocer por la prensa republicana, que su hermano ha fallecido en esa ciudad francesa. Y llegar allí y descubrir que también su madre, que acompañaba a su hijo, ha fallecido. Y velar en el cementerio a ambos, tal vez también en compañía del tercer hermano, quién sabe qué se dijeron o si se dijeron algo o si llegaron a verse.
Si hay algo que sorprende a nuestros ojos, es la enorme profusión de revistas, ensayos, poemas, dietarios, periódicos y todo tipo de vehículos para la expresión escrita que circularon por ambas zonas. Es fácil creer que ese tiempo estuvo volcado en la guerra, en el conflicto militar, que no se desviaban recursos a otros fines, pero esto viene a poner de manifiesto la importancia que se atribuía a las letras, la fe en su contribución a la victoria final.
Y a ellas se aplicaron todo tipo de arribistas o autores consagrados porque difícil era no tomar partido. Y es en estos caminos en los que se entrecruzan Gonzalo Torrente Ballester con Álvaro Cunqueiro, Rafael Alberti con Miguel Hernández. Esta riqueza era sin duda superior en el bando republicano en el que la ideología seguía teniendo un amplio espectro representado por los restos de un republicanismo burgués, los comunistas, en sus facciones infinitas, los anarquistas, .... cada uno con sus órganos, sus periódicos, sus mitineros y poetas, sus revistas. Porque, pese al estado de guerra y el riesgo de que cualquier adjetivo mal medido pudiera llevarte a un paseo del que no se volvía, lo cierto es que en la zona republicana se sigue apreciando una cierta diversidad en los enfoques, en los estilos, una mínima capacidad, no exenta de riesgos, de disidencia con la opinión mayoritaria. Nada de esto era posible en la zona nacional, donde cada publicación era un calco de las estrictas instrucciones (expresadas o asumidas) de la ideología que emanaba del gobierno de Burgos.
No tiene sentido desgranar algunas de las innumerables anécdotas, curiosidades o hechos deleznables, traiciones y mendacidades que pueblan estas páginas. Tampoco dar nombre a quienes tan encumbrado lo tuvieron en aquellas fechas. El libro concluye con un interesantísimo índice de autores acompañado por una pequeña nota biográfica y referencia a sus obras, que puede hacer de manual de consulta una vez concluida la lectura del libro.
Y aquí llegados, es preferible callar y recomendar tan solo la lectura, dejar irse por estas largas páginas que, sin embargo, se hacen cortas, y recuperar el recuerdo de un tiempo que se nos antojaba algo más gris que lo que Trapiello nos desvela. De poder revivir aquellos años duros en los que aún quedaba tiempo para cuestionarse si el dadaísmo o el futurismo eran reaccionarios o progresistas, afanes tan inútiles y estériles como cualquiera de nuestros actuales debates a golpe de tweet, y poder así comprender que cualquiera tiempo pasado no siempre fue mejor porque ahora las letras hablan mientras las armas callan.
Estas dos vertientes son tan eternas como la idea de conflicto porque, aunque hoy en día creemos vivir en la época del relato, lo cierto es que en todo tiempo y lugar, los poderosos y quienes aspiran a ocupar su posición, han tratado de amalgamar un discurso coherente con sus objetivos, sabiendo que en muchas ocasiones, las batallas más importantes se libran en la conciencia de las personas, que las guerras comienzan a ganarse con la propaganda.
Por ello, todo bando en conflicto gusta de rodearse de una pequeña corte de artistas y literatos, pensadores y filósofos que atenúen su imagen de carniceros, que les dote de respetabilidad. Así, hay regímenes más hábiles o afortunados en esta empresa. Capa o Picasso dejaron imágenes de un conflicto que han trascendido a su circunstancia local. Menos suerte les cupo a los vencedores, que no lograron éxito tal pese a sus innumerables esfuerzos.
Es precisamente en ese momento histórico, nuestra guerra civil, en el que detiene su atención Andrés Trapiello. La primera edición de Las armas y las letras (Ed. Austral) es de 1984, momento en el que la información sobre este tema era prácticamente inexistente. Desde entonces, las sucesivas ediciones han podido dar cuenta de numerosos avances, descubrimientos, nuevas publicaciones y, por encima de todo, un gran debate.
Desde el propio prólogo, Trapiello se separa del maniqueísmo que contamina a quienquiera que se acerque a este conflicto. Para ello, pone en valor algo que resultó muy novedoso en su momento. Es la existencia de una tercera vía, de una alternativa republicana y democrática, opuesta por igual a nacionalsocialismo y a dictadura del proletariado. Una opción que cayó entremedias de dos movimientos que ya entonces peleaban a muerte pero sin desencadenar un conflicto que solo estallaría pocos años después. Ésta es la España de Chaves Nogales, y de tantos otros que tuvieron que exiliarse, no al final de la guerra, con el hundimiento de la República, sino a lo largo de todo el conflicto, perseguidos y suprimidos por ambos bandos.
La memoria de todos ellos se honra en este libro y el interés que las obras de estos autores e intelectuales está recibiendo en épocas recientes es un verdadero hito en nuestra historia literaria, tan cainita como le habría gustado decir a Antonio Machado.
Pero, pasado ese reconocimiento que este libro, junto a otras muchas iniciativas similares ha logrado, se deben poner de manifiesto otras virtudes que no son menos relevantes.
Como todo conflicto civil, nuestra guerra tuvo la terrible circunstancia de dejar la suerte de cada persona en manos del azar y el capricho. Autores de tendencia derechista fueron sorprendidos en la zona equivocada, lo que les llevó a la muerte, como el caso de Ledesma Ramos o de Maeztu. Por el otro lado, baste citar a Lorca como representación de tantos otros que murieron en cunetas y contra muros de cementerios. Solo unos pocos pudieron refugiarse y huir a su propia zona.
Esta separación también llevó a que intelectuales, poetas o escritores tibios o no demasiado significados, se volcaran de inmediato hacia el bando que dominaba su pueblo, su ciudad, su región, tratando así de borrar el recuerdo en sus vecinos del día en que se acudió a la plaza del Ayuntamiento para celebrar la proclamación de la República o los tiempos en los que se paseaba con modales aristocráticos y zapatos relucientes o se publicaban versos insípidos y poco comprometidos.
También asistimos, guiados por la mano de Trapiello, a las arrastradas vidas de quienes mendigar con el reconocimiento de los nuevos gobernantes, con vergonzosa inmoralidad, traicionando a quien fuera menester, ofreciéndose como informador o publicando versos infames sobre la sonrisa de Franco o sobre la lucha del pueblo mientras se vivía en un Madrid semi rodeado y hambriento con privilegios aristocráticos.
Pero poco ejemplifica mejor esta geografía de las desgracias personales, como el caso de los hermanos Machado, Antonio y Manuel. Si bien el primero se significó más políticamente a favor de la República, no podría decirse que Manuel fuera un reaccionario favorable al fascismo. No podemos sostener esa idea sin olvidar que ambos hermanos escribían a cuatro manos obras de teatro, mantenían una relación afectuosa y podían sintonizar también en lo ideológico. Sin embargo, a Antonio la guerra le sorprende en el lado republicano. Pero a Manuel, el 18 de julio le coge en Burgos por una desgraciada circunstancia, la víspera tenía pasaje en tren para regresar a Madrid, pero se retrasa y lo pierde. Al día siguiente estalla el conflicto y los hermanos no volverán a verse. Podemos conjeturar que ambos miraban de reojo la evolución del otro. Cada uno tendiendo a acercarse al gobierno de su lado, tal vez más por prevención o sentimiento del deber que por convicción. Y ninguna imagen mejor del criminal peso de esta guerra, que la de Manuel conducido en un coche oficial del gobierno de Franco a Collioure tras conocer por la prensa republicana, que su hermano ha fallecido en esa ciudad francesa. Y llegar allí y descubrir que también su madre, que acompañaba a su hijo, ha fallecido. Y velar en el cementerio a ambos, tal vez también en compañía del tercer hermano, quién sabe qué se dijeron o si se dijeron algo o si llegaron a verse.
Si hay algo que sorprende a nuestros ojos, es la enorme profusión de revistas, ensayos, poemas, dietarios, periódicos y todo tipo de vehículos para la expresión escrita que circularon por ambas zonas. Es fácil creer que ese tiempo estuvo volcado en la guerra, en el conflicto militar, que no se desviaban recursos a otros fines, pero esto viene a poner de manifiesto la importancia que se atribuía a las letras, la fe en su contribución a la victoria final.
Y a ellas se aplicaron todo tipo de arribistas o autores consagrados porque difícil era no tomar partido. Y es en estos caminos en los que se entrecruzan Gonzalo Torrente Ballester con Álvaro Cunqueiro, Rafael Alberti con Miguel Hernández. Esta riqueza era sin duda superior en el bando republicano en el que la ideología seguía teniendo un amplio espectro representado por los restos de un republicanismo burgués, los comunistas, en sus facciones infinitas, los anarquistas, .... cada uno con sus órganos, sus periódicos, sus mitineros y poetas, sus revistas. Porque, pese al estado de guerra y el riesgo de que cualquier adjetivo mal medido pudiera llevarte a un paseo del que no se volvía, lo cierto es que en la zona republicana se sigue apreciando una cierta diversidad en los enfoques, en los estilos, una mínima capacidad, no exenta de riesgos, de disidencia con la opinión mayoritaria. Nada de esto era posible en la zona nacional, donde cada publicación era un calco de las estrictas instrucciones (expresadas o asumidas) de la ideología que emanaba del gobierno de Burgos.
No tiene sentido desgranar algunas de las innumerables anécdotas, curiosidades o hechos deleznables, traiciones y mendacidades que pueblan estas páginas. Tampoco dar nombre a quienes tan encumbrado lo tuvieron en aquellas fechas. El libro concluye con un interesantísimo índice de autores acompañado por una pequeña nota biográfica y referencia a sus obras, que puede hacer de manual de consulta una vez concluida la lectura del libro.
Y aquí llegados, es preferible callar y recomendar tan solo la lectura, dejar irse por estas largas páginas que, sin embargo, se hacen cortas, y recuperar el recuerdo de un tiempo que se nos antojaba algo más gris que lo que Trapiello nos desvela. De poder revivir aquellos años duros en los que aún quedaba tiempo para cuestionarse si el dadaísmo o el futurismo eran reaccionarios o progresistas, afanes tan inútiles y estériles como cualquiera de nuestros actuales debates a golpe de tweet, y poder así comprender que cualquiera tiempo pasado no siempre fue mejor porque ahora las letras hablan mientras las armas callan.
May 7, 2021
Mi historia con este libro ha sido como esas ocasiones en las que has visto a una persona un par de veces en la vida. Y la imaginas, idealizas, creas diálogos y, a veces, te encuentras pensando en ella.
Plot twist: esta vez el resultado está a la altura de mis imaginaciones. Incluso un poquito más alto.
Hay que leerlo con calma y ojo crítico, como todo. Pero me gusta porque, como se presentó uno de mis profesores el primer día de clase, "sin memoria histórica no hay identidad".
Plot twist: esta vez el resultado está a la altura de mis imaginaciones. Incluso un poquito más alto.
Hay que leerlo con calma y ojo crítico, como todo. Pero me gusta porque, como se presentó uno de mis profesores el primer día de clase, "sin memoria histórica no hay identidad".
February 19, 2021
Imprescindible y necesario. La guerra civil española contada desde la perspectiva de los intelectuales que la hicieron, la vivieron o la padecieron y de aquellos que optaron por el exilio de una España que ya no era la suya. Muchos se fueron en 1936, los liberales, republicanos demócratas que constituían la tercera España, la que no se reconocía ni de los "hunos" ni de los "hotros" en acertada expresión de Unamuno, la que perdimos todos entonces.
October 27, 2016
Enciclopédica recopilación, no tiene precio.
August 22, 2023
No me ha gustado la equidistancia que quiere transmitirnos el autor en un tema que no admite equidistancia
December 30, 2024
7/10 Ensayo monumental, subjetivista y problemático. Lectura muy recomendable, sí, pero con extremado ojo clínico y crítico.
Es innegable la gran exhaustividad de autores, detalles biográficos, apuntes literarios y potencia estilística. Ésta última, aun ornamental y profusa, le confieren una belleza intrínseca que acercan esta obra al género de la retórica estética (para bien más que para mal, si es convenientemente contextualizada). Todo esto, que le confiere tanta energía indómita, se torna problemático debido a su compromiso político (su subjetividad), puesto que Trapiello, intentando ser inteligente, irónico, liberal y equidistante (pese a que en el prólogo lo niegue), distorsiona con su lente escéptica ciertos marcos históricos e ideológicos. No es historiador, pese a sus impresionantes conocimientos literarios. Y, pese a que supera a muchos de ellos (y nos enseña mucho), yerra en ciertos detalles, lo que le lleva a sesgos peligrosos.
Es evidente que Trapiello quiere ajustar cuentas con los "heroísmos literarios" por razones políticas, quiere rescatar a autores del olvido, distinguir valores humanos y estéticos, así como denunciar tanta hipocresía moral. Simpatizo con tal propósito. Pero no siempre es justo a la hora de despachar méritos, pese a que él nos dice que sí una y otra vez. Hay tendenciosidad, sí. Trapiello, in nuce, sobreestima el tamaño y semblante fanático del comunismo durante la Guerra Civil: claramente le falta leer a todos los historiadores, y no solamente de izquierdas, que han demostrado con creces en los últimos años hasta que punto el mito del "comunismo stalinista" como un peligro al mismo nivel que el fascista- nacionalcatólico es eso, una leyenda. Eso haría que, como ya mostró el centrista Enrique Moradiellos, tuviera en otra estima a Negrín (por citar un ejemplo).
Mientras que Trapiello es capaz de reconocer y poner en relieve el ingrediente artístico de la Falange (pese a que nos disguste su ideología, lo había), expresando, cuando es necesario, las posibles virtudes personales de varios de sus autores (hasta aquí todo correcto), el Comunismo, que fue -en su momento- un acicate cultural de orden superior a nivel ético y artístico (pese al fanatismo que lo avivaba y pese a los agentes stalinistas) se torna, para el autor, en la bestia negra que no admite matiz alguno. Véase como despacha a Renau, mismamente, negándole su gran valía creativa. O como lanza sus invectivas contra Picasso. O como lanza la puya a Octavio Paz o María Zambrano. Sí, ciertamente no suele tacharlos ni negar su fecunda obra , pero rebusca el mínimo atisbo de comunismo para condenar algún rasgo de su pensamiento. Trapiello simplifica lo que el término "comunismo" significaba en aquel entonces, reduciéndolo a una de sus facetas. La cuestión, compleja y polifacética, en torno al fascismo y del comunismo, queda achatada a una suerte de blanco y negro. Aunque Trapiello se niegue a reconocerlo (véase el prólogo), sí cae en la equidistancia (en la equidistancia errática: la que sitúa en un binomio igualitario realidades que ni son binarias ni son iguales).
Si la intención de Trapiello era evitar los prejuicios, defender a las personas por su humanidad y valorar la calidad literaria per se, esas intenciones no consiguió completarlas. Su propia batalla individual, por las razones personales que sean, tiñen el texto, aquí y allá, provocando que muchos lectores puedan tomar como concienzudamente histórico ciertas distorsiones. Me preocupa, por tanto, que pese a que Trapiello condena el franquismo, ciertos "descuidos" (desfocalización sesgada) por los rincones del discurso pueden ser apropiados por el reaccionarismo tal cual (¿Jose Pla, reaccionario sotelista como posible representante de la tercera España?). Al igual que muchos apuntes reflexivos de gran valor, junto con las muchas indicaciones molestas pero necesarias, pueden ser desechadas por el lector crítico por ser consideradas parte de una difamación ideológica a la izquierda (¡y a una relativización y justificación del bando nacional!). Y no se nos malinterprete, pues no consideramos que haga un ejercicio de vilipendio en las bofetadas que pega a Alberti, De la Serna, Bergamín, D'Ors o Guillén: las merecen. Pero hay otras bofetadas que se echan en falta, y en intensidad.
En suma, Trapiello tropieza con sus intenciones y se queda a medias en su compromiso con la verdad en mayúsculas. A veces. Se nota quién le cae mejor y quien le cae peor, sin escudarse en un sine ira et studio -a veces sí, otras no-. Pulula algo también de ese pecado de soberbia llamado "historicismo", como cuando supone la naturaleza bondadosa de unos o la vileza intrínseca de otros.
Y, con todo, ¡Mira que desenmascara hechos y dichos! ¡Mira que nos enseña de todo tipo de autores! ¡Mira que se le puede sacar brillo a sus destellos literarios! Pero es un escritor y no un filósofo o un historiador. Quizás debería haber sido menos pretencioso en esos aspectos.
En fin, que la obra es colosal, una enciclopedia y fuente inagotable de recursos literarios, pero hay tendenciosidad: hay mucho de los cabreos y enfados del autor, y los aromatiza en el propio estilo formal. Por no hablar de las descalificaciones biográficas al tuntun, destiladas, otra vez, aleatoriamente ad hoc...
Es innegable la gran exhaustividad de autores, detalles biográficos, apuntes literarios y potencia estilística. Ésta última, aun ornamental y profusa, le confieren una belleza intrínseca que acercan esta obra al género de la retórica estética (para bien más que para mal, si es convenientemente contextualizada). Todo esto, que le confiere tanta energía indómita, se torna problemático debido a su compromiso político (su subjetividad), puesto que Trapiello, intentando ser inteligente, irónico, liberal y equidistante (pese a que en el prólogo lo niegue), distorsiona con su lente escéptica ciertos marcos históricos e ideológicos. No es historiador, pese a sus impresionantes conocimientos literarios. Y, pese a que supera a muchos de ellos (y nos enseña mucho), yerra en ciertos detalles, lo que le lleva a sesgos peligrosos.
Es evidente que Trapiello quiere ajustar cuentas con los "heroísmos literarios" por razones políticas, quiere rescatar a autores del olvido, distinguir valores humanos y estéticos, así como denunciar tanta hipocresía moral. Simpatizo con tal propósito. Pero no siempre es justo a la hora de despachar méritos, pese a que él nos dice que sí una y otra vez. Hay tendenciosidad, sí. Trapiello, in nuce, sobreestima el tamaño y semblante fanático del comunismo durante la Guerra Civil: claramente le falta leer a todos los historiadores, y no solamente de izquierdas, que han demostrado con creces en los últimos años hasta que punto el mito del "comunismo stalinista" como un peligro al mismo nivel que el fascista- nacionalcatólico es eso, una leyenda. Eso haría que, como ya mostró el centrista Enrique Moradiellos, tuviera en otra estima a Negrín (por citar un ejemplo).
Mientras que Trapiello es capaz de reconocer y poner en relieve el ingrediente artístico de la Falange (pese a que nos disguste su ideología, lo había), expresando, cuando es necesario, las posibles virtudes personales de varios de sus autores (hasta aquí todo correcto), el Comunismo, que fue -en su momento- un acicate cultural de orden superior a nivel ético y artístico (pese al fanatismo que lo avivaba y pese a los agentes stalinistas) se torna, para el autor, en la bestia negra que no admite matiz alguno. Véase como despacha a Renau, mismamente, negándole su gran valía creativa. O como lanza sus invectivas contra Picasso. O como lanza la puya a Octavio Paz o María Zambrano. Sí, ciertamente no suele tacharlos ni negar su fecunda obra , pero rebusca el mínimo atisbo de comunismo para condenar algún rasgo de su pensamiento. Trapiello simplifica lo que el término "comunismo" significaba en aquel entonces, reduciéndolo a una de sus facetas. La cuestión, compleja y polifacética, en torno al fascismo y del comunismo, queda achatada a una suerte de blanco y negro. Aunque Trapiello se niegue a reconocerlo (véase el prólogo), sí cae en la equidistancia (en la equidistancia errática: la que sitúa en un binomio igualitario realidades que ni son binarias ni son iguales).
Si la intención de Trapiello era evitar los prejuicios, defender a las personas por su humanidad y valorar la calidad literaria per se, esas intenciones no consiguió completarlas. Su propia batalla individual, por las razones personales que sean, tiñen el texto, aquí y allá, provocando que muchos lectores puedan tomar como concienzudamente histórico ciertas distorsiones. Me preocupa, por tanto, que pese a que Trapiello condena el franquismo, ciertos "descuidos" (desfocalización sesgada) por los rincones del discurso pueden ser apropiados por el reaccionarismo tal cual (¿Jose Pla, reaccionario sotelista como posible representante de la tercera España?). Al igual que muchos apuntes reflexivos de gran valor, junto con las muchas indicaciones molestas pero necesarias, pueden ser desechadas por el lector crítico por ser consideradas parte de una difamación ideológica a la izquierda (¡y a una relativización y justificación del bando nacional!). Y no se nos malinterprete, pues no consideramos que haga un ejercicio de vilipendio en las bofetadas que pega a Alberti, De la Serna, Bergamín, D'Ors o Guillén: las merecen. Pero hay otras bofetadas que se echan en falta, y en intensidad.
En suma, Trapiello tropieza con sus intenciones y se queda a medias en su compromiso con la verdad en mayúsculas. A veces. Se nota quién le cae mejor y quien le cae peor, sin escudarse en un sine ira et studio -a veces sí, otras no-. Pulula algo también de ese pecado de soberbia llamado "historicismo", como cuando supone la naturaleza bondadosa de unos o la vileza intrínseca de otros.
Y, con todo, ¡Mira que desenmascara hechos y dichos! ¡Mira que nos enseña de todo tipo de autores! ¡Mira que se le puede sacar brillo a sus destellos literarios! Pero es un escritor y no un filósofo o un historiador. Quizás debería haber sido menos pretencioso en esos aspectos.
En fin, que la obra es colosal, una enciclopedia y fuente inagotable de recursos literarios, pero hay tendenciosidad: hay mucho de los cabreos y enfados del autor, y los aromatiza en el propio estilo formal. Por no hablar de las descalificaciones biográficas al tuntun, destiladas, otra vez, aleatoriamente ad hoc...
November 1, 2021
Un libro magistral sobre los intelectuales en la guerra civil, sobre su papel y sus actuaciones. Un libro que te cambia por completo la visión de los intelectuales y te cambia también la visión de la guerra civil. Además se lee como una novela.
El libro parte de la premisa de la tercera España, no eran solo dos, como se nos hizo creer, la fascista y la anarco-comunista-socialista (dos revoluciones enfrentadas al mismo tiempo, "con idéntica determinación de victoria y exterminio", muy atractivas para los jóvenes que rechazaban la democracia liberal) sino que había una tercera España mayoritaria con gente de toda condición, como se verá por la actitud de los intelectuales.
La reacción de los intelectuales durante la guerra no fue muy ejemplar ("Qué mal hemos quedado los del 98", Pío Baroja), la mayoría terminó en uno de los bandos cuando no hubieran elegido ninguno de los dos, condicionados por el lugar donde les encontró la sublevación o por la obligación de elegir entre uno de los dos bandos o por otros motivos. No todos la vivieron igual, "la belle époque" o "los mejores años de nuestra vida" para Alberti y M. Teresa León contrasta con otros, Miguel Hernández indignado por la vida regalada de estos últimos. La mayor parte de ellos "nadando y guardando la ropa" o exiliados en cuanto pudieron o dejándose notar lo menos posible.
"Las armas y las letras" es además una fuente inagotable de autores para nuevas lecturas: Chaves Nogales con sus relatos de "A sangre y fuego", Clara Campoamor con "La revolución española vista por una republicana" o el diplomático chileno Carlos Morla Lynch con su "España sufre",...
El libro parte de la premisa de la tercera España, no eran solo dos, como se nos hizo creer, la fascista y la anarco-comunista-socialista (dos revoluciones enfrentadas al mismo tiempo, "con idéntica determinación de victoria y exterminio", muy atractivas para los jóvenes que rechazaban la democracia liberal) sino que había una tercera España mayoritaria con gente de toda condición, como se verá por la actitud de los intelectuales.
La reacción de los intelectuales durante la guerra no fue muy ejemplar ("Qué mal hemos quedado los del 98", Pío Baroja), la mayoría terminó en uno de los bandos cuando no hubieran elegido ninguno de los dos, condicionados por el lugar donde les encontró la sublevación o por la obligación de elegir entre uno de los dos bandos o por otros motivos. No todos la vivieron igual, "la belle époque" o "los mejores años de nuestra vida" para Alberti y M. Teresa León contrasta con otros, Miguel Hernández indignado por la vida regalada de estos últimos. La mayor parte de ellos "nadando y guardando la ropa" o exiliados en cuanto pudieron o dejándose notar lo menos posible.
"Las armas y las letras" es además una fuente inagotable de autores para nuevas lecturas: Chaves Nogales con sus relatos de "A sangre y fuego", Clara Campoamor con "La revolución española vista por una republicana" o el diplomático chileno Carlos Morla Lynch con su "España sufre",...
August 16, 2022
AmenÍsimo ensayo escrito con mucho ritmo y de una erudición que impresiona. La idea es separar lo meramente propagandístico, tanto en el lado vencedor como vencido, ponerlo en perspectiva y tratar de ser justo a nivel literario con la obra de cada uno de los personajes que desfilan en el libro. Relata las peripecias personales de cada uno de ellos antes, durante y después de la guerra tratados, en ocasiones, con una ironía que hace la narración divertida. La indiferencia que siento hacia la poesía hace que buena parte de las obras y autores comentados no los vaya a leer en la vida pero gracias a esta lectura se descubren buenas mierdas.
Se ha de tener cierto bagaje literario e histórico para disfrutar el ensayo. Al menos acordarse de lo que te enseñaban en el instituto sobre la generación del 98, del 27 etc.
Se ha de tener cierto bagaje literario e histórico para disfrutar el ensayo. Al menos acordarse de lo que te enseñaban en el instituto sobre la generación del 98, del 27 etc.
June 20, 2024
Una serie de anécdotas sobre los literatos españoles en el contexto de la guerra civil. Una pena que el autor muestre imprecisiones sobre la misma y con una visión sesgada. Esto leo en wikipedia sobre el autor: “Por entonces ingresó en la Joven Guardia Roja y ya escribía y colaboraba en la prensa. Militaba, según declaró en una entrevista, en el maoísta Partido Comunista de España Internacional (PCE(i)),[2] del que fue purgado en 1974 por «revisionista y drogadicto».” Parece ser que acabó en upyd y luego en ciudadanos. Le pongo 3 estrellas porque me gusta la literatura y más la española pero el libro poco lo merece.
September 25, 2025
He tardado casi 1 mes en terminarlo porque hay pasajes bastante densos en cuanto a información y organización de la misma. En ocasiones me costaba seguir el ritmo sobre qué autor se estaba tratando en cada momento porque Trapiello decidida saltar de uno a otro a raíz de algún dato. Aún así, me parece que hay fragmentos bastante interesantes y bonitos (como las partes referidas a los hermanos Machado, Lorca y Miguel Hernández, aunque sean de las figuras más típicas cuando se trata el tema de la Guerra Civil). A pesar de todo eso le pongo 4 estrellas porque es un currazo en cuanto a tratar tantísimos nombres de autores de ambos bandos.
December 2, 2025
Tremendamente entretenido (aún sin aceptar la hipótesis de la Tercera España) y enciclopédico, hasta tal punto que cuesta entender cómo el autor puede tener un conocimiento tan profundo de la obra, personalidad y psicología de tantos personajes de primera, segunda y tercera fila de aquellos años.
Para pontificar así y hacer afirmaciones tan categóricas, sobre todo las que son más polémicas o cuando critica a figuras como Alberti (con el que se ensaña), debería aportar alguna prueba o fuente, y es esta quizás la mayor pega, pues sobrevuela a veces una duda sobre si lo que cuenta fue realmente así.
Para pontificar así y hacer afirmaciones tan categóricas, sobre todo las que son más polémicas o cuando critica a figuras como Alberti (con el que se ensaña), debería aportar alguna prueba o fuente, y es esta quizás la mayor pega, pues sobrevuela a veces una duda sobre si lo que cuenta fue realmente así.
August 14, 2023
Trabajo espectacular donde se reúne la vida y obra de la gran mayoría de escritores durante la guerra civil. Esto supone hablar de los de un bando y los de otro, y, por supuesto, leer cosas que contradice la propaganda de esos unos y otros. También habla de un gran número de escritores que no encajan en ninguno de los dos bandos. Incluye un gran número de fotografías que ayudan mucho a situarnos en el contexto.
November 17, 2024
Esfuerzo gigantesco el de Trapiello por situar a cada uno de los autores en el contexto de la Guerra Civil. Le da una vuelta a ciertas "verdades", dejando en evidencia histórica (no así literaria) a numerosos autores. Adolece de ser un catálogo demasiado extenso, un remero de nombres sin orden ni concierto, y su maestría reside en eso mismo: no sigue metodología alguna y se deja leer como si fuera una novela. Muy recomendable.
August 1, 2025
Se nos ha hecho creer que los únicos escritores decentes y dignos de ser leídos o estudiados en el colegio eran los que apoyaron a la Republica en nuestra Guerra civil. Es cierto que los más significativos la apoyaron. Pero también los hubo en el bando nacional muy reseñables. Trapiello hace un elogiable repaso de todos ellos, «los hunos y los hotros» que diría Unamuno. Con encomiable equilibrio y sin esa tendencia al maniqueísmo, tan nuestra.
November 19, 2024
Ensayo arduamente documentado y más amenamente redactado sobre la actitud de aquellos escritores, pintores o artistas que se vieron sorprendido por la riada de la guerra civil. Mucha atención a las traiciones y afecciones que fueron más allá de las siglas políticas
December 17, 2024
Todo un compendio de escritores, escritos, hechos, dichos y principalmente, historia. Y como tal, va creciendo, va sumando, porque no se dará la obra por acabada mientras no dejen de salir nuevos documentos y nuevas historias. Para enfado de hunos y hotros, y alegría de todos.
October 30, 2021
Tremendo libro donde se resumen las letras del siglo XX español. Recomendable para los amantes tanto de la historia como de la literatura.
April 18, 2022
Tendencioso.
August 15, 2022
4.5/5.
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