Con los años, el número de jóvenes con problemas de atención ha ido creciendo. Los estudiosos dicen que se ha disparado en los colegios el porcentaje de alumnos que tienen que medicarse para controlar la hiperactividad. Al parecer, la vida real les parece lenta, acostumbrados como está en el ritmo de los videojuegos, de los videoclips y de la música que escuchan casi todo el día en sus dispositivos. Si se les invita a permanecer unos minutos en silencio, apenas lo soportan. Al poco, uno empieza a tamborilear sobre la mesa, Otro en rosca y desenrosca compulsivamente el tapón de su botella de agua, un tercero aguanta la tortura moviéndose en su asiento. Al parecer, la tecnología les ha robado la paz que podrían encontrar en soy , ahí donde se realiza el encuentro con Dios. El presente escrito ofrece un modo posible recuperar esa interioridad, a través de la contemplación de Jesucristo. Quizás en una tarea extraña -e incluso contracorriente-, En este mundo de frenesí. Pero no será otro el camino para recuperar el pensamiento sapiencia, y con él la paz del alma y el sentido de la vida.
Es un método aunque no es el único. Darnos la oportunidad de vivir diferentes formas nos ayuda a nuestro rol como apóstoles y nos permite conocernos aún más. Los laboratorios que incluyó facilitan mucho la práctica y comprensión. Agradezco al autor que se permitió el tiempo para este ejemplar.
Aunque siendo sinceros, jamás habría levantado este libro por la descripción ni el título, este es un libro que atesoro inmensamente. Me ha hecho re-descubrir mi espiritualidad y me lo ha hecho “más sencillo” para precisamente acompañarme en oración. Fue un regalo que guardé sabiendo que es mi herramienta consentida para volver a Dios siempre que siento perderlo de vista. Un libro de cabecera para mí, permanente en mi biblioteca personal al que siempre vuelvo.