"La herencia de la tribu: Del mito de la Independencia a la Revolución Bolivariana" de Ana Teresa Torres se inscribe en una escasa línea de investigación nacional: la que hunde el bisturí hasta las zonas más profundas de nuestra psique colectiva, en busca del corazón de los mitos. Es decir, de las sustancias emocionales que forman el arrecife que detiene el oleaje de la razón.
Torres desmenuza una por una las simplificaciones en que ha incurrido Hugo Chávez desde que encarnó el arquetipo de héroe el 4 de febrero de 1992 y hasta nuestros días. Va buscando el origen de sus creencias, sus petrificaciones conceptuales, en el pasado nacional.
Es obvio que Chávez no es un marciano caído de una nave espacial, es hijo de las propias reducciones mitológicas con que los venezolanos nos hemos explicado las complejidades de nuestra historia. La combinatoria de nuestra mitología nacional es ubicada y analizada por Torres con destreza de cirujano: el mito de la independencia inconclusa y su relación con la Edad de Oro; la sustancia romántica de la figura de Bolívar, su condición crística de héroe traicionado; la idea mesiánica según la cual la tarea del Libertador ha de concluirla otro héroe, que retome la senda perdida y repare el pecado original.
Ana Teresa Torres García nació en Caracas el seis de julio de 1945 en la clínica Córdoba (situada entonces en la actual avenida México). Hija única de Miguel Torres Cárdenas (1910-1980) y Felicitas García Elorrio, nacida en Madrid en 1916, y nacionalizada venezolana al contraer matrimonio. Durante sus primeros años vivió junto a sus padres en la urbanización Campo Alegre, en la casa de su abuela paterna, Carmen Teresa Martinez Madriz, figura muy significativa en su vida, especialmente después del fallecimiento de su madre ocurrido en 1953. Su padre y otros miembros de la familia se trasladan a vivir a Madrid; estudia el bachillerato en un colegio de monjas (conocido como “las irlandesas” porque la orden provenía de Irlanda), y viaja a Caracas en los períodos de vacaciones. Inicia estudios de Filosofía y Letras en la Universidad de Madrid que abandona para regresar definitivamente a Venezuela en 1964. Sus intentos de escritura, realizados en la adolescencia y primera juventud, pasan a un segundo plano cuando se interesa por estudiar psicología y psicoanálisis y desarrolla una intensa actividad profesional y docente en esas áreas. Se casa en 1975 con Gastón Carvallo López de Ceballos, quien después de una larga militancia política de izquierda, trabaja como investigador de temas históricos y sociales en el Centro de Estudios para el Desarrollo de la Universidad Central de Venezuela. Serán padres de Gastón Miguel, nacido en 1975, economista y programador de computación, e Isabel, nacida en 1977, psicóloga especialista en recursos humanos. Gastón y Ana Teresa se separan conyugalmente en los años ochenta y mantienen una entrañable amistad hasta la muerte de Gastón en 1993. El premio de cuentos del diario El Nacional obtenido en 1984 marca un viraje que la inclina nuevamente hacia la escritura, y durante unos años oscila entre sus dos vocaciones. Finalmente abandona la práctica psicoanalítica en 1993 para dedicarse por entero a la escritura. A partir de 1999, y sobre todo hasta 2004, alterna la actividad literaria con la escritura de prensa y otras acciones de resistencia de la sociedad civil (particularmente en la asociación Gente de la cultura y Pen Venezuela) frente al régimen instaurado en Venezuela en 1998. Vive en Caracas con sus dos hijos hasta que las circunstancias del país llevan a éstos a emigrar a Canadá en 2008, y allí nacen sus nietos, Julio Antonio, Ana Isabel y Alejandro Ignacio, hijos de Isabel y Antonio González Fuentes. En razón de esto, alterna períodos entre Toronto y Caracas.
Un aporte interesante a la historia psico-social venezolana. Para Ana Teresa Torres, novelista y psicoanalista, en la psique venezolana permanece la impronta del mito fundacional del esfuerzo heroico de la independencia, mito que con-funde parricidio, caudillismo, militarismo, nostalgia por un pasado idealizado, necesidad de clausura, pulsión de muerte y aspiración a la utopía. Como dice la autora: "Hay pasados que no terminan de irse; el pasado venezolano es uno de ellos. La gloria de la Independencia, siempre dominante en nuestro imaginario, extiende su sombra de presente perpetuo."
En el libro se desgrana meticulosamente cada una de las facetas del complejo de mitos que se han asociada a la independencia, a la figura de los próceres militares y, por supuesto, a la figura polisémica de Bolívar. Es un libro que continúa y complementa trabajos claves de historiadores como Augusto Mijares ("Lo afirmativo venezolano", "La interpretación pesimista de la sociología hispanoamericana"), Elías Pino Iturrieta ("El divino Bolívar"), Germán Carrera Damas ("El culto a Bolívar", "Mitología política e ideologías alternativas") y Luis Castro Leiva, entre otros.
Es un ensayo denso, ocasionalmente repetitivo donde adicionalmente el afán de sustento bibliográfico oscurece y hace perder el hilo del discurso.
Ojalá la autora se anime a escribir una versión más asequible, pues vale la pena que su tesis goce de una mayor divulgación.
Es un libro muy interesante para poder entendernos los venezolanos en nuestro comportamiento a nivel psicológico. Leyéndolo, sentía que de alguna manera me estaban diseccionando la psique al hablar de todas las manías y costumbres asentadas en la forma de ser y pensar del venezolano. Pienso que es un libro que todo venezolano debería leer.
Por qué nos gustan tanto los hombres fuertes o caudillescos, no solo a nivel político sino en todos los niveles de relación social? Por qué nos ha costado tanto, desde la Independencia, hilar un discurso de identidad nacional que atraviese a toda la sociedad en su conjunto y no por partes? Cómo, desde el discurso, se han reciclado los hechos históricos para ubicar las coyunturas del presente como la continuidad de otras que ya ocurrieron en el pasado, de modo que nos sintamos predestinados a seguir un mismo proceso histórico? Esas y mucha otras preguntas encuentran respuesta en este libro.
Es un libro muy denso, con mucho rigor académico. Por eso, entre tantas citas a otros autores, a veces cuesta seguir el hilo de la idea que se expone. En ese sentido, para alguien como yo que no está acostumbrado a este tipo de lectura académica, fue un libro de lectura lenta que exigió un buen esfuerzo de mi parte.
Estamos envueltos –siempre– por la historia. Estamos en una amalgama de tiempos, fusionados con lo pasado y con lo venidero. La herencia es real, lo que se avecina es solo ya acontecido, si se quiere ver desde un punto de vista un tanto real.
El caso de Venezuela no es la excepción. El mito independentista sigue vigente, nos alimentamos de él, nos hicieron que nos alimentáramos de él, comeremos de él, sin cubiertos. Para un civil como yo es normal. Para cualquier persona es normal. Inclusive para los políticos, con un tanto de curiosidad por lo sucedido, es normal. Pues se ha venido haciendo a lo largo de los tiempos: la historia que se cuenta ya fue contada. Solo que, claro, la forma lo es todo, y a la vez no es nada, puesto que el fondo siempre fue lo mismo: la maldita ambición de poder.
Me costó muchísimo seguir esta lectura, eran tantas las citas y las idas y venidas que sostenían los argumentos que me olvidaba siempre del punto de partida.
De igual forma es una lectura muy buena que debería ser, si no obligatoria, sugerida en las escuelas y universidades.
Si lo reducimos a su versión más pura de ensayo daremos con muchas explicaciones del por qué de nuestra historia y quién sabe si hasta conseguimos vislumbrar un pedacito del futuro.
Me encanto este libro, Anata Teresa Torres presente una conjunto de ideas muy interesantes sobre el imaginario politico-social venezolano y sus consecuencias en la historia. A través de los capitulos de este libro, la autora va desarrollando lentamente su teoría sobre este imaginario venezolano, y va presentando un análisis de cada uno de sus componentes a través del psicoanálisis, y la lectura de varios discursos y hechos históricos.
En general, representa una lectura interesante de la sociedad venezolana, y sus particulares idiosincrasias y dicotomías, algunas obvias, otras subyacentes.