En todas las sociedades, como en las personas, existe una tensión entre lo que Baruch Spinoza denominaba las «emociones tristes» y las emociones amables o plácidas. Cada país tiende hacia un polo u otro, y esto define su identidad cultural. Algunas naciones se han inclinado demasiado hacia los sentimientos malsanos, sobre todo en el ámbito de la política.
Es el caso de España en determinados momentos de su historia, así como de América Latina, una región que ha padecido demasiados conflictos que se habrían podido resolver pero terminaron en una guerra, proyectos truncados por disputas, buenas leyes que no se promulgaron por la incapacidad de llegar a acuerdos o líderes sensatos que se perdieron por sus mezquindades. Todos estos pesares habrían sido más fáciles de superar si no hubiesen estado envenenados por las furias de la política, por el cerramiento emocional de los espíritus.
Este libro explora la historia del continente lationomericano a partir de las emociones y muestra cómo esa perspectiva permite un mejor entendimiento de sus la violencia, la corrupción, la falta de unidad social, la ineficacia del Estado, el incumplimiento de las leyes y las dificultades para consolidar la democracia. Así, Mauricio García Villegas analiza el papel que el dolor y el odio han ejercido en los asuntos sociales y políticos de América Latina.
Muy buen libro, en el que, fiel a su estilo académico, Mauricio explica en detalle cuáles son las raíces de nuestros problemas y desavenencias como latinoamericanos. Queda claro que somos un solo pueblo dividido por fronteras ilógicas.
Me ha gustado el tono del autor y la sencillez con que expone sus ideas, buscando entender (sin imponer) lo que él considera son las emociones tristes que han ido marcando nuestros países desde sus fundaciones. El libro tiene una prosa ligera, erudita y muy humana.