En este ensayo, concebido por María Zambrano en 1939 durante su exilio en México, la autora reflexiona con lucidez sobre la posible conciliación de dos necesidades irrenunciables y aparentemente contradictorias de la mente humana: poesía y pensamiento. ¿Cuáles son sus raíces? ¿Cuál de las dos necesidades es más profunda? ¿Cuál es más imprescindible? María Zambrano sondea en torno a estas cuestiones las relaciones de la poesía con la ética, la mística y la metafísica, llevando al lector a un diálogo profundo y entrañable con algunas de las mentes más preclaras del pensamiento occidental: Sócrates, Platón, Kierkegaard.
Ensayista y filósofa española. Discípula de J. Ortega y Gasset, Zubiri y Manuel García Morente, fue una de las figuras capitales del pensamiento español del siglo XX.
Profesora en la Universidad Complutense de Madrid, se exilió al término de la Guerra Civil y ejerció su magisterio en universidades de Cuba, México y Puerto Rico. Tras residir en Francia y Suiza, regresó a España en 1984. Fue galardonada con el premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades (1981), y el Cervantes (1988).
Su pensamiento, vinculado a las corrientes vitalistas del siglo XX, giró en torno a la búsqueda de principios morales y formas de conducta que fueran aplicables a los problemas cotidianos. Su preocupación mística, la forma de abordar los conflictos éticos, y el estudio de la interrelación entre realidad y verdad, reclamaban la necesidad de un profundo diálogo entre el ser y su entorno.
Para ella era preciso establecer tres modos de razonamiento: el cotidiano, el mediador y el poético. Desde este último se aproximó a lo sagrado, el lugar donde se encuentra la explicación de lo trascendente, la lógica del misterio.
En su amplísima producción destacan: Filosofía y poesía (1939), La confesión, género literario y método (1943), El pensamiento vivo de Séneca (1944), La agonía de Europa (1945), Hacia un saber sobre el alma (1950), El hombre y lo divino (1955), España, sueño y verdad (1965), El sueño creador (1965), La tumba de Antígona (1967), El nacimiento. Dos escritos autobiográficos (1981), De la Aurora (1986), Senderos (1986), Delirio y destino (1988), y Los sueños y el tiempo (1992), entre otros.
«E chi consolerà il poeta dell'istante che trascorre, chi lo persuaderà ad accettare la morte della rosa, della fragile bellezza della sera, del profumo di una capigliatura umana, di tutto ciò che il filosofo chiama apparenze?».
Una completa obligación para aquellxs interesadxs en la estética. Es un texto breve y radical, de vocabulario muy concreto. Con ciento y pocas páginas se despliega todo un análisis sobre la creación de poesía y filosofía, sus situaciones hasta la Modernidad, la culpa de Platón y los desencadenantes en el Occidentalismo.
Cabe destacar, el prodigio increíble que es que surja una persona como María en un contexto tan complicado para sobrevivir (en pleno exilio).
Más que "Filosofía y poesía", este libro pudo llamarse "Poesía vs filosofía". Tal vez no. Lo escribió en su exilio mexicano, en 1939, año de la derrota republicana que fue -lo dice en el prólogo- su derrota. Con Zambrano, la poesía encontró en España un pensamiento, y la filosofía, una voz. Su escuela fue la de la generación del 98 (sobre todo, Unamuno, Antonio Machado) y Ortega pero sus aventuras ya apuntaban a Paz y Lezama Lima. Conserva, sí, el ensayo. Me encanta su regusto metafórico y su deje conversado. Le falta lo que a los santos, a muchos filósofos, a más de un poeta y en realidad a media humanidad: humor, mundo, travesura.
Una exquisita exégesis de la viva relación entre filosofía y poesía, materia que penetra el pensamiento que penetra la realidad. Imagino lo boquiabiertos de varios varones que leyeron a Zambrano; entre ellos Cioran, Paz, deslumbrados por la interpretación ofrecida aquí, en una de las cimas filosóficas que a nadie deja indiferente, cuando Platón destierra a la Poesía de su ciudad ideal y no la incluye en la dieta del hombre, del hombre nuevo, libre, que escapa de la caverna y se enfrenta, gradualmente y por seguridad, a luz, a la Gnosis. Gracias a Doña María por esos pasajes. De forma personalísima, Zambrano trata de mostrar, nunca de convencer, los caminos recorridos y sentidos en el alma de un filósofo y un poeta, que aunque comparten la misma meta: la de conocer frente a frente al SER, éstos difieren radicalmente en el método, uno a través del principio Apolíneo (Filósofo), el otro al dionisíaco (Poeta).
Como se me estaba haciendo insoportable mi autoinflingida lectura de Ortega (y la de Husserl tampoco ha sido lo más divertido que he hecho este año), he pasado a un texto más amable
Con una pluma elegante y bella, Maria Zambrano nos habla sobre la filosofía y la poesía: sus similitudes, sus diferencias, las confronta y las junta, divaga en ambos campos con profundo respeto admirando su belleza. Muy inspirador estos ensayos, admito que me han llenado más la primera mitad del libro.
Un libro que pretende hacer justicia a la poesía como parte de una búsqueda de la que también participa la filosofía (por otro camino), la búsqueda de la unidad. Esta comparación entre poesía y filosofía va desde Platón hasta existencialistas como Kierkegaard o Heidegger, pasando por la Modernidad. Diría que es un libro necesario para combatir el dogmatismo arrogante del filósofo (en realidad, de cualquiera que pretenda alcanzar conocimiento por métodos "racionales", siguiendo el camino marcado por Platón. En la actualidad este rol es el de los científicos.) que se cree por encima de toda otra expresión cultural humana y la desprecia. Lo recomiendo a todo aquel que tenga un mínimo interés por la teoría del conocimiento, los conocimientos filosóficos necesarios para entenderlo son mínimos (especialmente al principio, en la parte de los existencialistas puede complicarse un poco más).
EL LIBRO FUNDACIONAL DE MÍ O SEA DE MI VIDA O SEA DE YO O SEA YO SERÍA ALGO MUY DIFERENTE SI NO ME HUBIERA OBSESIONADO CON ZAMBRANO A LOS 15 AÑOS. Ella es perfecta y este libro es perfecto y es la tercera o cuarta vez que lo leo y siempre es como un triple mortal con pirueta pero todo eso en mi cerebro mientras leo. She’s iconic and she loves to do iconic shit. Una cosa que es muy guay también es volver a textos que ya he leído sabiendo más y darme cuenta de que los entiendo mejor. Look at me haciendo La Filosofía. Otra cosa que también mola es que a Zambrano se la entiende mejor cuanto más se entiende de todo el conjunto de su pensamiento. Creo que es una autora a la que es muy difícil diseccionar y analizar en cachitos atomizados. Y releer esta obra maestra después de haber leído otros textos suyos y muchos otros que la analizan es muy muy guay porque siento que tengo la visión de conjunto y El Conocimiento y La Sabiduría. Otra cosa que me pasa es que de repente se menciona a Platón y yo no quiero irme. Eso solo lo podría conseguir ella. La adoro. Muac.
Como El hombre rebelde de Camus, subrayado hasta el infinito excepto las partes que no comprendo. Leo una frase la entiendo me maravillo y en un segundo la olvido
“Lo que hace es ponernos en evidencia la manera de vivir del poeta, su generosidad, su fidelidad a aquello que recibió sin buscarlo, que le lleva a donárselo a los demás sin que lo busquen. Caritativamente”.
María Zambrano nos ofrece una delicada disertación entre los derroteros, oposiciones y convergencias que se suscitan entre la filosofía y la poesía. Más que ofrecernos una dicotomía, Zambrano, desde el exilio, nos hace parte de la inquietud y el delirio en que se debate la palabra en torno a los dos caminos del conocimiento. Dan ganas de saberse filósofo y de sentirse poeta, pero más aún de seguir siendo el lector cómplice de la perenne aspiración a lo absoluto. Una conclusión personal a la que llego como lector, y que Zambrano quizás sugiere al final de este pequeño pero complejo libro, es que la acción del lector dan cuenta de la convergencia entre poesía, pensamiento, mística, ética y metafísica, mediante el influjo del amor y la contemplación de la belleza. El lector es una especie de cómplice de la poesía y el pensamiento en esa tan amada, angustiante y perseguida búsqueda perpetua.
En este breve ensayo, María Zambrano contrapone la palabra poética y la palabra filosófica, entendiéndolas, respectivamente, como palabra irracional, en tanto que va contra la verdad objetizante, abrazando la heterogeneidad de las apariencias, y palabra racional, en tanto que busca la unidad verdadera más allá de la particularidad. Emociona leer la reivindicación que hace la autora de la poesía y su amor por la realidad que nos es dada en su singularidad, similar a la defensa que hace Nietzsche de lo dionisíaco sobre lo apolíneo. Ahora tengo ganas de adentrarme más en la obra y pensamiento de Zambrano.
Tiene sus partes muy buenas y algunas que francamente suenan como un trabajo monográfico. Se enfoca a la relación de la filosofía con la poesía, sobre todo de la ruptura platónica entre ellas, el estilo es breve y apasionado. Aunque puede llegar a ser pesado en momentos.
Una lectura recomendada, pero a la que hay que tenerle paciencia.
Hay ocasiones, las que menos, en que te encuentras libros con palabras en el orden que estabas buscando. Palabras que encajan del papel al pensamiento como agua y te dan un paseo por un mundo tan viejo como nuevo. Esta es una de ellas, y además es poesía. Desde finalizar la lectura hasta la reseña ha pasado casi un mes, en la que no me había parado por la prisa de leer. De todas formas, cuanto más haya olvidado mejor, porque tanto más podré volver a este rito órfico que es María Zambrano.
Platón, más poeta que filósofo, por mucho que expulsase a los poetas de la República, provoca un cisma del pensamiento y la palabra todavía vigente entre poesía y filosofía. "Es en Platón donde encontramos entablada la lucha con todo su vigor, entre las formas de la palabra". La palabra en sí es clave para entender este conflicto, origen y quizá mayor damnificada de las pretensiones de literalidad de Platón que también recogió su gran discípulo, o mejor dicho alumno rebelde, Aristóteles. Tan recurrente con el tema del nacimiento como Mary Shelley y su Frankenstein, por paralelismos abortivos biográficos, empieza aquí para derivar el resto. "En el principio era el verbo; el logos, la palabra creadora y ordenadora, que pone en movimiento y legisla", aunque también nos encadene a las palabras tal como las decimos y escuchamos.
Zambrano critica que Platón, al mismo tiempo, denigre a la poesía y la utilice para llegar a donde no llega la palabra ordenadora. "Cuando parece agotado ya el camino de la dialéctica y como un más allá de las razones, irrumpe el mito poético. Así, en la República, en El banquete, en el Fedón...". Así, "si el pensamiento nació de la admiración solamente, según nos dicen textos venerables (Metafísica de Aristóteles), no se explica con facilidad que fuera tan prontamente a plasmarse en forma de filosofía sistemática; ni tampoco que haya sido una de sus mejores virtudes la de la abstracción."
El apego a la vida terrenal le generó problemas a la poesía en contraposición a la mística. Desde los griegos, "porque era la carne expresada, hecha ente por la palabra", era herejía. Platón proponía "convertir el alma, un hacerla ser, ya que 'el que se contempla se hace semejante al objeto de su contemplación' (Timeo)", y en el proceso darle esperanza, donde "la vida bienaventurada se hacía por uno mismo", no por los dioses. Hay una "mística de la razón. Parménides y las antiguas creencias se han dado la mano". La misión de Platón es "buscar la realidad perenne, donde estas apariencias brillantes no perezcan (...) porque la poesía, y sobre todo la poesía lírica, era en Grecia llanto, agonía del alma ante la realidad amada".
También hay en Platón una condena ética de la poesía. Para Zambrano, "la condenación platónica de la poesía, en nombre de la moral en el diálogo la República. En nombre de la moral: de la verdad y la justicia", ya que para Platón "la poesía pues, va contra la Justicia". Pero hay otro gran pensador, un siglo antes que Platón, "envuelto en una sutil belleza aparece así también en Heráclito. Ser es ser contrario". Es decir, como canta Mercedes Sosa, 'cambia todo cambia'. Por eso, explica Zambrano, "para Platón, en realidad, la poesía no es que sea una mentira, sino que es la mentira". Así, hemos arrastrado "la contraposición que después, en el mundo cristiano, se ha realizado entre razón y esperanza, entre razón y fe, pretendiendo extenderla hasta el nacimiento de ambas, es por completo infundada y constituye un error de perspectiva".
En la metafísica, sumida en la razón, sí encontramos una evolución histórica más cercana entre filosofía y poesía, pero sin llegar a juntarse. "Desde Kant, el Kant de la razón práctica, Fichte, Schelling, hasta Hegel, donde el afán religioso cobra adecuación exacta con la razón", como propone Zambrano, en la "metafísica de la creación". Tras la Ilustración, "el hombre quería ser. Ser creador y libre. Y seguidamente: ser único". Sí es cierto que "en el Romanticismo, poesía y filosofía se abrazan". En concreto, "a Victor Hugo sucede Baudelaire. Y a Schelling, Kierkegaard (...). Ambos, Baudalaire y Kierkegaard, traen conciencia", traen la vida a un primer plano, ora feo, ora desesperanzado, pero vitalista al fin y al cabo, una "conciencia despierta". No obstante, se olvida el filósofo Kierkegaard del "momento del amor. Solo el temor aparece"; porque "el poeta no vive propiamente en la angustia, sino en la melancolía".
En todo caso, Platón salvó al amor. Critica Zambrano la incoherencia en la rendición de Platón, ya que "el amor al saber (...) es, ante todo, una manera de morir, de ir hacia la muerte", como hiciera su maestro Sócrates, pero lo agradece. Con Platón, el amor sobrevivió por lo siglos de los siglos, hasta en la religión. Por ejemplo, "el Cántico espiritual del místico san Juan de la Cruz es el canto a la ausencia del amado". Así, "agradezcamos a Platón El banquete, el Fedro. Por ellos el amor quedó a salvo de su total destrucción". Gracias a Platón aprendimos que el amor subsiste siempre el objeto, tiene su unidad inalcanzable".
Y sin embargo, poesía. "En este camino de la poesía consciente", donde "Paul Valéry significa un paso significativo (...) de la poesía pura", esa poesía donde esta se sublima por sí misma, es independiente, no se canta el canto sino se canta al canto de "querer ser" que es "problemática", hijo bastardo de Descartes. Para Zambrano, "todo representar es ya mentira". Gana la poesía pura, "poesía es reintegración, reconciliación, abrazo que cierra en unidad al ser humano con el ensueño de donde saliera, borrando las distancias. La metafísica, en cambio, es un alejamiento constante de este sueño primero".
En este libro, nacido "en un otoño de indecible belleza", Zambrano replantea el diálogo entre poesía y filosofía. Para Zambrano, la poesía es fundamento de vida, yendo así más allá que su maestro Ortega, desde la razón vital a la razón poética. Como refleja la fugacidad de la vida, "el logos de la poesía es de un consumo inmediato, cotidiano", ya que "el poeta no cree en la verdad", aunque "ningún poeta puede ser escéptico, ama la verdad, mas no la verdad excluyente" que es la filosofía. De esta forma "el poeta no tiene método... ni ética", porque la vida solamente se rige por las normas de la mera existencia y el sueño. Amante de las causas perdidas, sea el Quijote o la II República, Zambrano entiende "por Utopía la belleza irrenunciable, y aun la espada del destino de un ángel que nos conduce hacia aquello que sabemos imposible".
En tanto que poético, el pensamiento de Zambrano es trágico y religioso. La palabra nos hace algo más que humanos para Zambrano, porque plantea "una contradicción extrema, impensable, de ser a la vez divino y humano". De ahí la importancia de la bifurcación del idioma como medio para la comunicación, como en la filosofía, y como fin en sí mismo, como en la poesía, aquello de lo divino, entre otras categorizaciones que no son menester para esta reseña. "El poeta no busca, encuentra", "la cuestión, un tanto grave, de que toda poesía sea, en último término, mística o la mística sea en su raíz poesía; una forma de religión poética o religión de la poesía". "El poeta era (...) el único que con su voz no pregonaba la razón (...) el representante de los dioses". Con ello, "religión, poesía y hasta esa forma especial de la poesía que es la tragedia son formas de la esperanza, mientras la filosofía queda desesperanzada, desolada más bien". La filosofía es una vanidad que se acaba pagando, sino que le pregunten al filólogo Nietzsche y al caballo al que quiso salvar con sus últimas palabras.
Como metafísico, el pensamiento de Zambrano nos plantea la clásica la "consideración unidad-heterogeneidad", aunque no sé hasta qué punto resuelve la cuestión más que plantearla a lo Platón. Desde Parménides, para mí el primer filósofo per sé, y creo que Zambrano estaría de acuerdo, el debate de unidad y multiplicidad parece un punto clave en cualquier metafísica. "Así como el filósofo si alcanzara la unidad del ser, sería una unidad absoluta, sin mezcla de multiplicidad alguna, la unidad lograda del poeta en el poema es siempre incompleta; y el poeta lo sabe y ahí está su humildad". Cita a Machado, gran referente, como refleja la anécdota cruzando la frontera al final de la Guerra Civil, que recomiendo buscar, "asombrado y disperso es el corazón del poeta - 'mi corazón latía, atónito y disperso'". Sin embargo, por su amor a la música, ya que entre estudiar filosofía y música se decantó por la primera, y yo creo que se arrepintió, reconoce que "la música es donde suavemente resplandece la unidad".
La poesía es ese vitalismo que la vuelve inmoral, ese anclaje a la vida que, curiosamente, no proporcionan las ideas de Platón y que tanto le criticó Nietzsche. Porque "vivir es delirar", siendo delirar un concepto zambraniano que plasma perfectamente en Delirio y destino; "en el poeta la vida es sueño, y en el filósofo el sueño es la inocencia y la caída es el despertar real". Para Zambrano, "el poeta jamás ha querido tomar una decisión, cuando lo ha hecho ha sido para dejar de ser poeta (como Rimbaud). (...) El poeta es, sí, inmoral". La poesía es exigente y contradictoria, "el poeta tiene lo que no ha buscado y, más que poseer, se siente poseído (...) porque la gloria del poeta es sentirse vencido", vencido ante la vida y la realidad, más allá de la maravilla o el esplendor. De ahí que "para la poesía, a la muerte nada le vence, si no es momentáneamente, el amor. Solo el amor. Pero el amor desesperado".
Zambrano no aboga por la primacía de la poesía sobre la filosofía en el pensamiento, sino por la recuperación de lo poético en el acto de pensar, como forma de revelación disparadora del conocimiento. Esta forma de conocimiento, lejos de ser inexacta, puede acceder a verdades que el discurso lógico no alcanza, aunque es incapaz de darles la forma de la palabra. Utiliza un lenguaje alusivo, metafórico, donde el sentido no se cierra, sino que se despliega. Busca conocer sin violencia, a diferencia de la razón técnica o instrumental que reduce lo real a objeto. La razón poética es, en el fondo, una ética donde pensar está al servicio del ser. No se apropia del ser, sino que lo acompaña, lo custodia, lo escucha. Es un saber que se asemeja más a la contemplación que a la explicación. El sueño de Zambrano está en la unión de filosofía y poesía: "¿No será posible que algún día afortunado la poesía recoja todo lo que la filosofía sabe, todo lo que aprendió en su alejamiento y en su duda, para fijar lúcidamente y para todos su sueño?"
Lo verdaderamente impresionante de Zambrano no es lo que dice sino cómo lo dice, como se demuestra a sí misma. Como he escuchado decir a Montalbetti en una entrevista en carne y hueso, la poesía no es qué se dice sino cómo se dice. Zambrano tiene una forma muy particular y muy bella de tratar el pensamiento, sin sacrificar un ápice de verosimilitud ni complejidad. Aun así, cualquiera al que le interese lo más mínimo la poesía, podrá encontrar un tesoro en este libro, accesible sin perder un mínimo de precisión. Esto es el summum de cualquier poeta, poder hablarle de la misma forma a todas las criaturas.
A veces, sin duda, se vuelve demasiado críptica, casi sabia, como ella misma denuncia en, si no me equivoco, España sueño y verdad. Ya en el primer párrafo del prólogo, habla de que "no se pasa de lo posible a lo real, sino de lo imposible a lo verdadero". Podemos tirar del hilo de Zambrano para pensar que lo posible/real es lo físico y lo imposible/verdadero es lo metafísico, incluso quedarnos con la lírica paradójica de tal afirmación, pero su aislamiento del contexto no me da las migas de pan que necesito para labrarme mi propio camino, que es para lo que creo que está Zambrano en la historia que tanto rechazaba.
Tampoco evita colocarse en un lugar en la historia de los grandes nombres de la poesía desde el prólogo, aunque indudablemente pertenezca. Por ejemplo, como cuando habla de cómo conoció en la Bodeguita de Enmedio, Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO todavía en funcionamiento, al "joven e inédito José Lezama Lima", poeta y esteta cubano. O cuando menciona que "el primer capítulo de este libro fue publicado con mayor certidumbre en la revista Taller, fundada y dirigida por mi desde entonces amigo y admirado Octavio Paz".
Pese a estos detalles menores, este libro es una joya que espero que nos acompañe todo el tiempo que viva la lengua española y, qué demonios, de la lengua en general. De todas formas, he cogido una de las hojas de un olivo donde el solar de la Academia de Platón, que por cierto está en un estado de conservación tristísimo, por si en algún lugar conseguimos reconciliar a Platón y Zambrano. Las palabras dirán.
Pensé darle 4 pero creo que se merece las 5 estrellas. Me ha gustado mucho mucho la manera de escribir y todas las reflexiones que hace Zambrano, que van desde lo más pequeño como la belleza hasta lo más grande que es pensar la historia de la filosofía, el cristianismo, la filosofía...
La verdad que lo leí muy rápido porque me gustó mucho y al mismo tiempo tengo ganas de seguir leyendo muchos libros, pero me encantó su manera de escribir, lírica, poética y filosófica, valorando todas las cosas que reflexiona, sin caer en el oscurantismo o en lo banal. Para mí eso representa el escribir con profundidad y creo que la expresión que ella da, la de que el libro no fue creado o escrito, sino nacido, es muy cierta.
Por último, creo que la reflexión más bella viene al ver cuándo fue escrito y que la contraposición no se limita a filosofía y poesía, sino a la forma y camino de ver la vida. Y aquí me extenderé como buen palicoso, porque me encanta de verdad.
En primer lugar que publica el libro en 1939 y lo escribió alrededor de ese tiempo si no me equivoco. Un año en el que España acaba de vivir toda la Guerra Civil (y ella misma lo vive en sus carnes, pues el exilio será su casa hasta casi el final de su vida) y comienza la segunda guerra mundial. Es la época de la filosofía porque, como bien dice ella, la filosofía quiere capturar toda la realidad con la palabra, encontrar la raíz de todo el conocimiento, ganarse a pulso la verdad. La filosofía es desolación por verse ignorante pero ansioso y esperanzado de poder conocer. Es ACTIVIDAD. Es una acción, un ganarse a sí mismo. El mundo de esa época lo vivió así. Fue una lucha activa en todos los sentidos.
La poesía, en cambio, es plenitud desbordada, gracia y donación. La poesía está llena de cosas, tantas que no encuentra la manera de expresarlas. Es una cierta actividad pero centrada en nuestra condición de criaturas finitas llenas de infinitud, de dioses, fuentes, países y paisajes, flores y animales. Por último, la poesía no busca solamente captar toda la realidad, hacer justicia a la verdad y, por tanto, ahondar en todo lo que es y evitar la mentira y lo que no es. Esto lo hace la filosofía. Repudia todo lo que es imaginación, fantasía y sueño. Pero la poesía tiene un proyecto definitivamente más hermoso: no solo quiere expresar todo lo que es con la palabra, sino también lo que no es y lo que todavía no es.
Me parece un proyecto profundamente político. No solo hace una cierta alabanza a nuestra condición de seres finitos y limitados, sino está defendiendo al mundo de la tiranía de la guerra. La guerra aniquila, mata y elimina la vida, sueños y futuro de los seres humanos, sean "amigos" o "enemigos". Pero la poesía quiere defender hasta el sueño de un gato o el futuro de un niño o una niña. Quiere proteger el florecimiento de una peonía y la belleza de la naturaleza. No solo lo que ya es (nuestro mundo y sociedad) sino todo lo que puede ser y todavía no es.
Buf, fascinante. Le doy 5 estrellas porque, aunque lo leyera rápido, lo reelería sin duda alguna. Me dio mucho que pensar.
Una lectura espectacular, luminosa. Baste un fragmento para convencer a lxs incrédulxs:
«La filosofía es, en cierto modo, la verdadera historia; muestra en su curso lo que de verdaderamente decisivo ha ocurrido al hombre. Pero la poesía manifiesta lo que el hombre es, sin que le haya sucedido nada, nada fuera de lo que le sucedió en el primer acto desconocido del drama en el cual comenzó el hombre, cayendo desde ese lugar irreconquistado que está antes del comienzo de toda vida, y que se ha llamado de maneras diferentes. Maneras diferentes que tienen de común el aludir algo, a un lugar, a un tiempo fuera del tiempo, en el que el hombre fue otra cosa que hombre. Un lugar y un tiempo que el hombre no puede precisar en su memoria, porque entonces no había memoria, pero que no puede olvidar, porque tampoco había olvido. Algo que se ha quedado como pura presencia bajo el tiempo y que cuando se actualiza, es éxtasis, encanto.
El poeta no ha podido resignarse a perder esa patria lejana y parte en su busca. Pero el poeta es aquel que no quería salvarse él solo; es aquel para quien ser sí mismo no tiene sentido: “Una felicidad que no puede comunicarse no es una felicidad”. No es a sí mismo a quien el poeta busca, sino a todos y a cada uno. Y su ser es tan sólo un vehículo, tan sólo un medio para que tal comunicación se realice. La mediación, el amor que ata y desata, que crea. La mediación del amor que destruye, que consume y se consume, del amor que se desvive.
¿No será posible que algún día afortunado la poesía recoja todo lo que la filosofía sabe, todo lo que aprendió en su alejamiento y en su duda, para fijar lúcidamente y para todos su sueño?»
Un libro muy complejo para mí que, sin embargo, me pareció muy relevante para entender la distinción entre filosofía y poesía que surgió desde La república de Platón, en donde desestimó el valor de la poesía para la sociedad. Un interesante, producto de su tiempo, donde al estar inmersa en un contexto fascista, María Zambrano destaca el papel de la poesía para crear una filosofía más humanizada.
María Zambrano sabía que el otoño es la mejor estación.
Mi parte favorita fue la de mística y poesía.
"La poesía es la conciencia más fiel de las contradicciones humanas, porque es el martirio de la lucidez, del que acepta la realidad tal y como se da en el primer encuentro. Y la acepta sin ignorancia, con el conocimiento de su trágica dualidad y de su aniquilamiento final".
Buf, que lectura máis intensa, máis relevante. Tantos puntos e tantas revelaciós. Non sei si era o mellor libro para empezar a leer a María Zambrano, pero non me arrepinto de ter lido nin unha soa páxina.
Que increíble la capacidad de transmitir conocimiento de manera fluida, que parezca sencillo, que se entienda, que te sumerjas, que te veas contagiado por el conocimiento y la sed de querer leer más. Gracias Zambrano por este recorrido breve para darle un lugar a la poesía que a veces es olvidado.
Dejaré una pregunta que se hace y de la que yo ansío respuesta: “¿No habrá en todo el universo, en ese universo que el poeta ama tanto y con tanto fuego, un sitio para él?”
I feel like one could write a second review on the other reviewers of this book (all extremely laudatory). "Díselo reina", "señoros filósofos", "lxs incrédulxs".
"No es a sí mismo a quien el poeta busca, sino a todos y cada uno. Y su ser es tan solo un vehículo, tan solo un medio para que tal comunicación se realice. La mediación, el amor que ata y desata, que crea. La mediación del amor que destruye, que consume y se consume, del amor que se desvive."
Un libro de esos que cambian cada vez que se leen. Rica en forma y en contenido. Una mirada profunda a la relación entre poesía y filosofía. Estilo inconfundible de la Escuela de Madrid.
No puedo decir absolutamente nada. Zambrano siendo Zambrano; y yo siendo muy feliz y afortunada de poder leerla, de poder vivirla. De mis libros favoritos sin duda alguna. ❤️