Tem nove anos. Chama-se Marina, mas na escola tratam-na por Vozdevelha, porque nem sempre tem uma relação fácil com os da sua idade. Este verão em Sevilha, o primeiro depois da Expo’92, está a ser tão comprido e seco que ela não sabe se há de rir, se há de chorar; se quer que tudo mude ou que tudo fique na mesma. Porque, embora ainda brinque com bonecas, já folheia revistas para adultos, já sabe o que são beijos de namorados, já pensa na sua primeira vez com palavras que não se dizem em público. Porque tem a mãe muito doente e já se está a imaginar num internato, rodeada de freiras e órfãs - até a obrigaram a batizar-se para o caso de ser preciso. Porque o pai desapareceu há cinco anos e a sua melhor amiga é a avó, que lhe faz petiscos, a deixa ver televisão até às tantas, lhe fala da sua paixão por Felipe González, dorme na cama com ela e lhe costura vestidos de sevilhana ou às flores. Os desejos e os medos de Marina aparecem sempre misturados.
Terno e autêntico, Vozdevelha é um romance fulgurante sobre uma criança muito inteligente num mundo às vezes tão estúpido e, ao mesmo tempo, um retrato nada condescendente dos habitantes das periferias e dos bairros operários da Europa do Sul no final do século XX. Como diz a escritora Elvira Lindo: inesquecível.
Elisa Victoria nació 1985 y se rompió la paleta izquierda en 1992 jugando a pollito inglés. Por este orden y entre otras cosas, se ha dedicado a coleccionar muñecas Chabel, a vender pizzas y hamburguesas con gorra roja, a estudiar Filosofía y Magisterio Infantil y a escribir compulsivamente desde la pubertad como método eficaz de supervivencia. Ha publicado dos libros. El primero, Porn & Pains, salió en diciembre de 2013 gracias a Esto no es Berlín y fue reeditado en junio de 2017. El segundo, La sombra de los pinos, fue publicado en marzo de 2018 por la misma editorial. Ha colaborado en sitios como Tentaciones, Tribus Ocultas, El Estado Mental, Cáñamo, Vice, Playground, El Butano Popular, Primera Línea, diversos fanzines (Una buena barba, Clift, Orfidal, Yo no soy esa, Diario ultrasecreto de Honey, Fango) y antologías (Hijos de Mary Shelley, Erotismo desviado, La familia, Hijos de Sedna, Frankenstein resuturado, El Moyanito). Le encantan los cómics, los sintetizadores y chupar limones. Es capaz de comunicarse rápida y profundamente con los animales y los niños. Con los humanos adultos no tanto. Vozdevieja es su primera, y muy prometedora, novela.
El verano es un periodo mil veces soñado porque parece que en él puede suceder cualquier cosa aunque, en realidad, al final, al menos en apariencia casi nunca pase nada reseñable. En Vozdevieja somos partícipes del verano de Marina: una niña de nueve años en la Sevilla de los noventa que se enfrenta al lento transcurrir de los días durante las vacaciones. Su familia está pasando unos momentos complicados (aunque a ella, por ser una niña, no le dan demasiadas explicaciones) y, junto a su abuela, intenta desentrañar los misterios que se le resisten: cómo conseguir hacer amigas antes de que se den cuenta de cómo de rarita es, qué será de ella si la enfermedad de su madre se agrava o cómo será su vida cuando se convierta en mujer.
Esta novela es una historia sobre la vida secreta de las niñas, sobre todo lo que se le oculta a la infancia (por su bien o por comodidad) y sobre los pensamientos internos que nos cuesta trabajo reconocer en público. Vozdevieja es una historia que a la vez es universal y atemporal, y tremendamente local y fechada: la de Marina es la vida en los ya aparentemente lejanos años noventa, en la Sevilla de después de la Expo, en la Andalucía de las plazoletas, las barriadas y las abuelas que se golpean el pecho con un abanico y resoplan quejándose del calor esperando a que se vaya el sol.
Elisa Victoria consigue retratar la infancia sin concesiones ni paños calientes. Su novela es de un costumbrismo delicado y brutísimo, y sus protagonistas son mujeres perfectamente identificables y verosímiles. Leer Vozdevieja es volver a una infancia mansa e incierta, tan hermosa y efímera como cruel y descarnada.
Soy muy fan de Elisa Victoria. Su voz me la descubrió María Yuste hace años gracias a los fanzines y colaboraciones online que tenían juntas. Desde entonces me ha fascinado su cercanía, su capacidad para contar cosas feas que a su lado no son feas, sino más bien "feíllas". Me explico: la manera de narrar de Victoria es pura ternura. Tiene mucha gracia, pero también mucha mala leche. Leyendo los pasajes en los que sus personajes hacen caca o pis se me ocurre que pocas veces en la ficción se hace caca o pis. Lo hablaba con Karina Sainz a propósito de mi primera novela —y perdón por la auto referencia, pero ahora lo explico— en mi historia, la protagonista come mucho pero nunca defeca. Hasta que llega el final y saca de sí un peso de encima que si lo miras bien también puede ser muy escatológico. Como sacarse al fin la mierda de dentro. Pues bien, los personajes de Elisa Victoria son puros, y amables y preciosos, precisamente porque son capaces de cagar y de mear y de hablar de la vida fea y bonita sin tapujos y con honestidad. No busca metáforas complejas ni esconde sentimientos, lo cuenta todo tal y como es. Quizá el exceso de esa honestidad haga que hacia la mitad de la novela uno se sienta ya saciado de ese tipo de escenas, pero eso si se persiste en la lectura, se encontrarán hallazgos geniales. Todas las reflexiones políticas de una época pre-crisis. Todo lo que significa ser una niña de los noventa andaluza. Todo lo que duele mantener a una familia unida cuando en cualquier momento los seres queridos pueden perderse. Y todas esas referencias noventeras que pueden verse en otras obras muy recientes como 'Game Boy' de Víctor Parkas. Qué queréis que os diga, a mí una novela que le hace hueco a Sailor Moon entre sus páginas... me tiene más que ganada.
Si fuiste niña en los 90, leer este libro es como ver un vídeo casero de tu infancia: a ratos da ternura, a ratos vergüenza. Elisa Victoria construye una protagonista auténtica y viva basada en ella misma y la deja volar sola en un verano sin adultos (excepto las contadas apariciones de la madre), donde no le queda otra que interactuar con su abuela, los amigos viejos de su abuela y alguna que otra niña de esas de las que nos hacíamos en amigas en veinte minutos. Es un retrato fascinante de la infancia al que solo pongo dos pegas: la excesiva escatología y la precocidad de la protagonista en algunos aspectos, que me parece más propia de una niña de 12 que de una de 9 (aunque esto es muy personal, yo espabilé bastante tarde). Una novela divertidísima que rebosa descaro e intimidad.
Es que no me gustan. Todas me dejan una sensación de MEH enorme. Todas me prometen cosas maravillosas con sus portadas y sus precios, pero siempre es MEH. Y me toca bastante las narices, porque son libros caros, joder (quizá por eso soy más crítica con sus novelas).
Vozdevieja no ha sido una excepción. Lo compré en la feria del libro de Granada y la chica del puesto de Blackie Books me lo pintó súper bien, así que decidí darle una oportunidad a ella y a la recomendación de Elvira Lindo que había en la faja. No sé porqué al ver su nombre pensé que sería una especie de Manolito Gafotas más adulto.
Tendría que haberle hecho caso a mi sentido arácnido cuando vi la recomendación de Ben Brooks, un autor que no me gusta NADA y que publica con Blackie Books.
No es que no me haya gustado la forma de escribir de la autora, o la historia en sí, o la protagonista. Mi principal problema con la novela es que no pasa nada. No es la típica novela de "problema-nudo-desenlace". Es una novela costumbrista noventera, y el género costumbrista a mí no me apasiona.
Tampoco me enamoran las novelas desde el punto de vista de un niño que escribe como si tuviese 50 años, también te digo. En este caso es una niña, sí, pero usa vocabulario por encima de sus posibilidades.
Entiendo la obsesión de la niña por las imágenes violentas, pero algunas escenas me resultaban muy desagradables de leer (tampoco me gusta el género de terror).
No le he dado mala nota porque el libro no estaba mal, la verdad, a veces podías sentir trozos de tu infancia a través de su narración, pero no me ha enamorado lo suficiente. Este libro no es para mí.
Y cuando se acabe la cuarentena lo voy a poner a la venta en Wallapop. Si a alguien le interesa, mensaje privado.
Vozdevieja es el apodo que le dan los otros niños a Marina, una niña de nueve años que vive con su abuela y su madre en la Sevilla de los años 90. La novela es un largo monólogo durante un verano interminable, en que ella se enfrenta a la enfermedad de su madre y a todas las incertidumbres de la prepubertad.
Lo mejor es esta voz de niña sabia y poco convencional, muy lograda y verosímil, que nos hace entender perfectamente a Marina y su entorno, también poco convencional. Hablando de su madre dice:
Hay miles de detalles que se me escapan, pero mi madre no es como las otras. Resulta atractiva, como un hada con las alas quemadas. Sus historias tienen lagunas desconcertantes. No hay ninguna foto que ilustre el periodo entre sus dieciséis y sus veinte años.
Marina observa la realidad atentamente, como un puzzle que tiene que reconstruir y a menudo se da cuenta de que sabe más de lo que piensan los adultos:
En mayor o menor medida todos los niños nos damos cuenta de que los mayores pierden el culo por nosotros y le sacamos partido a esta apariencia pasajera de pulcritud.
De hecho, tiene una visión cruel de la infancia y de las relaciones con otros niños:
Los niños no son buenos por el hecho de ser niños. De hecho la maldad infantil supone una auténtica brasa de la que estoy deseando escapar. Para nosotros no hay ley, es territorio comanche.
¿Cómo hacen para querernos tanto? Algunos niños son un puto amasijo de maldad, auténticos sujetos peligrosos.
Si hubiera que definir esta novela en una palabra, creo que sería ‘transgresión’. La autora carga contra todos los tabúes sociales y se explaya en temas como la sexualidad en la infancia o la escatología. Esto puesto en boca de una niña, que pasea una mirada cínica por la sociedad que la espera, es lo realmente novedoso y valiente de esta obra: la religión, la familia, el amor por los niños, todo está bajo asedio en el largo monólogo de Marina:
El truco está en ser cristiano oficialmente y luego portarte mal. Te confiesas y listo. Yo siento que camino de la mano del mal pero mi comportamiento es ejemplar y encima cargo con la culpa a palo seco.
Si no le pongo cuatro estrellas es porque falta tensión narrativa que aumente el interés. Llega un momento en que es todo un poco repetitivo y 200 páginas de un monólogo, aunque sea muy inteligente, se hace algo largo. También hay un exceso de referencias a los años 90 – programas de televisión, políticos, acontecimientos – que es cierto que sitúan temporalmente la historia, pero también la lastran un poco. 3,5*
Lo más destacable de esta novela es la voz de la protagonista (bien puesto ahí, el título), esa niña de 9 años repipi, obsesionada con el sexo y las cacas. Tiene una personalidad tan fuerte que o la amas o la odias (claro que odiarla debe de ser como comportarte como los niños que la desprecian por considerarla rarita).
Aunque hay escenas con las que me he reído, no he tenido la sensación de que este Elisa Victoria haya querido escribir una comedia. Se trata de una historia costumbrista y en ella, por supuesto, siempre hay sitio para la risa, aunque tu situación socioeconómica o emocional no sea la mejor. También tengo la sensación de que las partes cómicas evitan que la historia sea melodramática. Porque no hay que olvidar que la enfermedad de la madre sobrevuela la novela. Al final es eso el nexo de unión de una temporada (sobre todo el verano) de una niña con su familia, sobre todo su abuela.
Es curioso, hay momentos en los que me he identificado mucho con Marina (como lo de leer "El Vívora" a escondidas o las series que ve en la tele), pero otras veces esa obsesión suya por las imágenes más violentas o desagradables me han desconectado de la historia. Que por otra parte son la razón de que existan: la niña refugiándose en esas escenas en principio inadecuadas para su edad porque la realidad (y más concretamente, la situación de su madre) la aterrorizan mucho más, hasta el punto de no poder pensar mucho en ello. No debería castigar a una novela por conseguir lo que pretende. Pero estaba espesa y la aparente falta de hilo conductor de esta historia costumbrista (un "slice of life" que dirían los anglosajones) hizo que la lectura a veces se me hiciera algo pesada.
Pero como retrato de una época y unos personajes muy particulares está muy bien.
Esta portada no es tan bonita por casualidad. La historia que esconde detrás es que el vestido favorito de la autora cuando era niña tenía ese mismo estampado. Un vestido que le cosió su abuela, con quién tenía una relación muy especial. Tras conocer esta anécdota tan tierna, y después de ver infinidad de alabanzas y buenas opiniones sobre el libro, tenía muchas ganas de leerlo. Además la protagonista, Marina, es una niña de 9 años que vive en un barrio de la Sevilla del 92 y pensé que, por la época, podría sentirme muy identificada con su infancia. Dejé pasar un tiempo por aquello del boom y las decepciones cuando tienes las expectativas muy altas pero a pesar de eso lamentablemente no he conectado y no ha sido un libro para mí. No sé si han sido esas expectativas, o que no podía evitar comparar a la protagonista con mi hija (más o menos de la misma edad), o el lenguaje y las expresiones que utiliza, o tal vez haya sido el conjunto de todo, el caso es que no ha terminado de convencerme.
Soy de las pocas personas a las que le ha pasado esto, así que si os llama la atención probad porque ha tenido buenísimas críticas. Y aunque solo sea por tener entre las manos la preciosa edición de @blackiebooks hay que darle al menos una oportunidad.
Nos encontramos ante una de las novelas más honestas y reales que he leído. Y es que esta obra contiene todos los elementos para ser memorable: es fresca, divertida, nostálgica y logra transportarnos hasta nuestra propia infancia que a veces cuesta tanto recordar.
«Vozdevieja» está narrada por Marina, una niña de 9 años, que disfruta de un verano sofocante típico andaluz durante los años 90. A pesar de su tierna infancia, nuestra protagonista es curiosa, vivaz y se siente rara y diferente respecto a los demás niños y seres humanos en general. Ansía llegar a la adolescencia para poder disfrutar y resolver todas sus inquietudes y expectativas referentes a su sexualidad.
Elisa refleja de una manera muy natural las ganas de descubrir y experimentar con lo prohibido durante la niñez. A veces pensamos que todos los niños son ingenuos e inocentes y no nos damos cuenta de lo mucho que en realidad saben y callan. De eso trata este libro con el que es imposible no sentirse identificada en algún pasaje.
Aunque a veces roza lo soez, ya que la autora escribe sin tapujos, ni vergüenza, este libro es precioso. Tanto sus personajes, como las relaciones que tienen entre ellas son tiernas, amables y cargadas de buenas vibraciones. Es inevitable sentir parte de tu vida a esa niña que se adentra en tus pensamientos y arrasa como un huracán.
La unidad familiar es una parte muy importante en esta historia y conocemos a mujeres que bien podrían ser conocidas nuestras. Tenemos a la abuela de Marina (con quien se siente más a gusto) y a su madre (que sufre una enfermedad de la que no conocemos detalles). Las dos aportan mucho a la trama, son muy distintas entre ellas pero comparten su gran amor y protección por Marina.
En esta obra se trata el drama desde la lejanía y de forma prudente. Logra hacernos ver la enfermedad o la muerte desde una perspectiva en que la pérdida no parece resultar tan dolorosa. Son muchos los sentimientos que invaden al leerla pero la tristeza se cubre de un manto invisible de protección.
Me ha resultado una lectura sencilla, bella en su cotidianidad y exquisita en su narración que destila humildad y honestidad a partes iguales. Ojalá leer más sobre Marina, verla crecer y seguir conociendo esos divertidos y escabrosos pensamientos que la asaltan.
El costumbrismo siempre ha sido una corriente literaria que ha contado con muchos defensores, pues suele evocar cierta melancolía y nostalgia al reflejar de forma tan vívida una sociedad concreta durante un periodo determinado. En la primera novela de Elisa Victoria, Vozdevieja se adentra en el verano sevillano del 93 visto desde los ojos de Marina, una niña de nueve años que parece vivir en el cuerpo equivocado. Sin duda, el fin de la infancia es uno de los momentos de mayor temor y en el que surgen una gran cantidad de dudas existenciales. Esto se agrava si, tal y como dice ella, la infancia es una cárcel y sus mayores influencias son su abuela y el novio de su madre.
Hasta aquí, se reúnen todos los ingredientes para que la historia se catapulte como una de mis grandes favoritas del año. Precisamente por eso, las altas expectativas me han impedido disfrutar de la experiencia lectora y no he sabido congeniar con la narración. Mi principal problema ha sido la total desconexión que he sentido con la protagonista. Sus reflexiones, su manera de plantearse la vida, no me parecen acordes con su experiencia vital. Es más, pocos adultos tienen el raciocinio que demuestra Marina. Es indiscutible que no es una niña común, pero tampoco veo que sus vivencias sean suficientes para demostrar esa capacidad. De hecho, entre sus monólogos internos en ocasiones se cuelan algunas dudas sobre el mundo que la rodea, como si la autora se acordase de manera puntual de que en esa edad deberían de surgir más preguntas que respuestas.
Esta situación me ha hecho desconectar de la historia, y he acabado encontrando un anecdotario con demasiados altibajos y en el que el interés fluctuaba en exceso. Sin embargo, no puedo dejar de pensar que no es un mal libro. La relación entre la abuela y la nieta está narrada de manera brillante, aportando un contraste entre dos momentos de la vida que se asemejan más de lo que pueda parecer a simple vista. Incluso los aspectos más filosóficos, pese a que no siempre surgen de manera fluida, sí que transmiten mucha verdad.
Vozdevieja acaba siendo un libro único y muy particular. Pese a que no he conseguido disfrutarlo, entiendo sus buenas críticas y merece que cada lector valore por sí mismo si se enamora de las historias de una niña que, tal vez, estaba creciendo demasiado rápido.
Tengo que dejar de comprar libros por lo que me sugiere la portada, que es preciosa, dicho sea de paso. Vozdevieja es una novela costumbrista, que me animé a leer porque se desarrolla en el año en el que nací, por la historia abuela-nieta que transcurre y que podía recordarme a mi propia infancia, y por la faja de Elvira Lindo, sinceramente. Y es verdad que a pesar de ser nueve años más joven que la protagonista, me he visto reflejada en esos veranos de los 90.
Lo que me ha pasado es que a medida que avanzaba el libro, quitando algunas páginas con las que me he reído, notaba el peso del aburrimiento en la lectura, y es que no es solo que en la novela no pase nada, es que algunas tramas que al principio de la novela parece que se van tejiendo (la enfermedad de la madre, el futuro de la niña, la relación con Domingo etc) quedan en varios hilos sueltos que no llevan a ninguna parte.
Pero definitivamente lo que me ha impedido conectar con la historia ha sido la voz de la protagonista, que imagino el mote que da título al libro, “Vozdevieja”, hace de salvoconducto para que la niña con nueve años tenga un vocabulario y una forma de expresarse propia de alguien no solo mucho mayor, sino versado en el lenguaje. Además, el contraste de un párrafo a otro te saca aún más de la novela: Marina lo mismo te habla de como “depositó en alguien toda la tensión de la tarde” como te cuenta que se está cagando y se limpia el culo. Por no hablar de lo precoz que es, y las continuas referencias sexuales que se hacen pesadas y en mi opinión, a veces hasta incómodas. Yo me consideraba una niña bastante espabilada, pero no he logrado aún así empatizar porque de nuevo, el vocabulario que muestra, en estas ocasiones soez, me parece alejado de una cría de esta edad. Puede que también influya el hecho de que tengo una hija de exactamente la misma edad, y haciéndome cargo de su parcela reservada y exploradora que me consta que tiene, no consigo ver realismo en esta protagonista.
A los seis o siete años estaba aprendiendo a multiplicar, quizás también a dividir pero eso no lo recuerdo muy bien. Lo que sí recuerdo son esos números infinitos escritos en un negro muy fuerte con un fondo blanco y el símbolo “x”. Aseguro con total rotundidad que lo destetaba. Se me hacía impensable dedicar un solo minuto de mi tarde llena de dibujos animados y sándwiches de choped a pensar en las tablas de multiplicar. Mi abuelo tenía muy buena cabeza para los números y me quería ayudar, pero yo era muy tozuda y de todas maneras mi madre le reñía con la excusa de que tenía que aprender a hacer las cuentas yo sola. Mi abuelo tuvo la idea de que yo vigilara la puerta del salón mientras él me hacía las cuentas del cuadernillo a cambio de que después viéramos juntos el culebrón de la dos. Yo estaba realmente complacida con aquel acuerdo, aunque os confieso que ahora pensándolo de adulta no me habría venido mal ponerle más empeño a los cálculos.
Este es el tipo de recuerdos a los que me ha llevado este libro. Yo iba con la idea de que tendría ante mí una novela super divertida y graciosa, como dicen otras lectoras. Debo confesar que no me he reído ni una sola vez. Desconozco si esa era la intención de la autora. Para mí la cuestión importante es que cuando leemos un libro ponemos mucho de nosotras mismas en palabras que ya están escritas, y en este caso a mí me ha resultado realmente sencillo.
Vozdevieja es un libro que merece la pena ser leído. Es fluido y bonito. Hay mucha ternura y amor. Y esas son dos cosas nada fáciles de transmitir. No con melodramas o dialogos impostados, sino con verdad. Marina y su profundo amor por su madre y su abuela, que ejerce de mejor amiga. Los veranos de Andalucía. La infancia narrada con nueve años. Si lo leéis, me encantará que comentemos sobre ello.
Hubo un momento en que se me hizo pesado, pero luego se pasó, y al final estaba encantada/emocionada/etc. Tiene unas observaciones brillantes (de la infancia, vida, relaciones) y los diálogos me han encantado x 1000.
Sentimientos muy encontrados con esta novela porque me gustó muchísimo la historia y la manera en que está narrada (súper entretenida y en muchas partes me sacó más de una sonrisa)…; pero hubieron muchas partes en que no me creía a la protagonista y me resultaba hasta desagradable (no quiero ahondar más para no crear spoiler o malas expectativas).
Vozdevieja es un relato costumbrista noventero narrado desde el punto de vista de una niña de 9 años. De hecho, hay numerosas referencias a los 90 que me han parecido entrañables y me han hecho recordar algunos momentos de mi propia infancia. El eje que vertebra la historia es la enfermedad de su madre, aunque sin llegar a ser la historia central. Tiene momentos muy tiernos, otros muy divertidos e innumerables escenas escatológicas. Los momentos relacionados con el sexo me han descolocado muchísimo por la edad de la protagonista, pero no dejan de ser fruto de la curiosidad que siente por su propia sexualidad. En definitiva me ha gustado sin llegar a conmoverme. Quizá porque las escenas que pretendían ser cómicas le restaban peso al drama de la historia.
‘Vozdevieja’ es verano. Esos veranos cuando la infancia se está preparando para decir adiós, estas en pleno autodescubriemiento pero aún juegas con muñecas. Esos veranos con los abuelos, leyendo a escondidas lo que a ojos de los mayores aún no debes, donde entiendes más de lo creen y haces muchas preguntas, donde hay muchas palabras prohibidas, donde las amistades surgen de una mirada…
Desde Sevilla, en el verano del 93, oímos la voz de Marina, de nueve años. Si compartes tiempos de infancia con ella, es inevitable que la lectura te vaya desbloqueando recuerdos. Compartir referentes, helados y juguetes favoritos, momentos clave,… hace que leas con una sonrisa en la cara. Es a la vez una novela muy personal, donde Elisa Victoria ha cedido a la ficción retazos de su vida. Así, a pesar de mostrar retazos comunes a una generación, es también en cierta manera una obra íntima, que cuenta lo que ocurre de puertas adentro.
Si me quedo con algo de esta novela es la relación de Marina con su abuela. Tierna, auténtica, llena de detalles cotidianos que me hicieron “ver” esas escenas. Una mujer arrasada por la vida, la imagen propia de la resiliencia y el amor incondicional a la familia, de puertas abiertas (incluso la del baño), de las que te enseñan a no tener pudor si estás en confianza, a ser buena, pero no dejar que te avasallen. La abuela está tan bien creada, que la sentí de carne y hueso, lista para abrazarla y sentarme con ella a la mesa a comer sus croquetas.
A pesar de los buenos ratos que pasé leyendo ‘Vozdevieja’ hay un detalle que me sacaba constantemente y es que la voz infantil no parecía tal en muchos ratos. Desde luego me hago cargo de que ciertos aspectos de la vida de la protagonista la han obligado a crecer rápido, a vivir en angustia, pero… no pocas veces no podía ver a una niña de 9 años. Eso sí, refleja de maravilla esa parte íntima (a veces escatológica) de sus juegos, descubrimiento, pensamientos más secretos. En cualquier caso, me quedó con lo mejor de Marina, su resistencia, su curiosidad infinita, su bondad y su inocencia.
Un retrato muy acertado de una infancia llena de inestabilidades familiares pero rebosante de amor. Que muestra situaciones complicadas con ausencia de patetismo. Un libro colorido y divertido en apariencia, pero donde, según avanza la historia puedes conocer el dolor que subyace en la casa de Marina, las ausencias, los cambios constantes, el vivir con el miedo a la pérdida. Un libro que te das cuenta de lo bien que está escrito cuando piensas, que distinta sería la aproximación a la historia, si sin cambiar nada de la trama, la narradora fuera, por ejemplo, la madre de Marina. Es habitual que como adultos tratemos de mantener a los niños ajenos de los problemas, pero ¿realmente lo logramos? He sentido este libro como un buen recordatorio de que los niños, son niños, no idiotas. Y en cierta manera… mi conclusión es que la novela va de eso, de recordarnos que en la infancia también somos personas: empáticas, avispadas, atentas a lo que nos interesa y además, diría que con un sexto sentido para detectar cuando algo va mal, bastante más agudizado que cuando crecemos.
También es bueno saberlo, no hay una gran trama en esta novela, no hay un misterio / conflicto / gran lección y una resolución, no. Una novela intimista con toques nostálgicos que me hizo reír en varias ocasionas y en otras arrugar la nariz (“¿de verdad tenías que contar esto con tanto detalle?”). No se cuela en mis favoritos, como yo esperaba, pero me hizo pasar un buen rato leyéndola. Y sin duda, seguiré con la autora porque saco en claro que tiene la pluma afilada, preparada para tocar donde duele, emociona, o donde no queremos mirar.
“No pasa nada si se muere, sea cuando sea. No le guardaré rencor. Siempre podré conseguir su perfume y cerrar los ojos. Llevo años memorizando el sonido de su corazón”.
qué bonita Marina, y la relación con su madre mucho más. qué especial me ha parecido la historia!!! ⭐️
“Permite, Señor, que esta sierva recién ingresada al catolicismo no vuelva a verse frente a un altar, porque eso significaría que ha vivido mi madre. Compréndelo, Señor. Tú sabes que estando ella no necesito otros dioses”.
Y Elisa Victoria vuelve a hacerlo. Leí El evangelio antes que este y aunque en ese me impactó su forma de narrar la historia aquí ya no ha sido sorpresa pero esto no lo hace menos atractivo.
Nuevamente, no tenemos una historia ordenada, no sigue ningún tipo de narración estándar. Lo que tenemos son personas y una pequeña protagonista, Marina, de nueve años. La autora nos contará sus vivencias, deseos y preocupaciones saltando de un tema a otro sin ningún tipo de nexo. No te cuenta nada y, a la vez, habla de tantas cosas, de tantos temas y lo hace tan bien que no podrás soltarlo. Su estilo, como en El evangelio, es fresco, directo, sin tapujos, sencillo y me encanta.
Marina vive la mayor parte del tiempo con su abuela por motivos ajenos a ella y que iremos descubriendo con el paso de las páginas. Al haber nacido en la misma generación y ser andaluza como ella sus historias me traen muchísimos recuerdos. Con ambas novelas conecté desde la primera página y es que yo podría haber sido Marina. Además, tiene algo que a mí me gana, la relación con su abuela, como la vive y como la cuenta, es tan real, que imagino que podría haber sido perfectamente su experiencia personal pero, también, podría haber sido la nuestra. 💚
"Aquellos maravillosos 90". Esto es lo que pienso con este libro 😊 Marina tiene 9 años y es la prota de este libro. Vive en Sevilla, con su madre. También conocemos al novio de su madre y a su abuela (una joya de mujer). Este libro es ALTAMENTE adictivo, debo avisarlo. Ha sido un soplo de aire fresco: Risas, pensamientos impuros, palabrotas, pero también la infancia en los 90. Llamar al portero a tus amigas para que bajen a jugar, descubrir, hacerse preguntas, experimentar. Marina es una niña inquieta en todo los sentidos. Inteligente, avispada, graciosa, malhablada, sincera, aventurera... En ella encontramos una protagonista muy sorprendente. Vemos cosas que no nos extrañarán con su edad, pero también suelta cada frase, o hace cada cosa, que te deja pensando un rato, y eso, señoras, es de valorar en un libro. Esta niña no se preocupa solo de jugar con las Barbies (y no con nenucos, que son para más pequeñas😂). De pronto te argumenta lo que necesita en su vida: una figura paternal, una familia numerosa, que su madre no se muera, amigas leales, curiosas, divertidas. Vemos su relación con el novio de su madre (no tiene desperdicio), pero la que tiene con su abuela me ha ganado. La abuela es una reina, tenéis que conocerla. Tanto ella, como la madre de Marina, le hablan de manera muy natural de la vida, de qué ocurre, qué sienten, qué está bien y mal y por qué. Esa abuela que le habla a la niña del pasado con todo detalle, con esa sabiduría que solo tienen las abuelas y con un desparpajo único. Con este personaje me he divertido muchísimo 😊 Os recomiendo este libro a todo el mundo, pero sobre todo a los que habéis nacido antes de la mitad de los 90 😉
«En la vida no te lo puedes guardar todo para luego porque se echa a perder».
Si alguien me preguntase de qué va o en qué estilo se enmarca «Vozdevieja», no sabría la respuesta exacta; solo que lo recomendaría sin lugar a dudas.
En el libro no ocurre nada y, a la vez, sucede de todo. Un verano es más que suficiente para adentrarnos en la vida de una niña de nueve años que, pese a contar con todos los ingredientes para resultar trágica, logra escapar de la miseria de una forma natural e, incluso, alegre.
Y es que el debut literario de Elisa Victoria es costumbrista y desvergonzado hasta resultar vulgar. La protagonista del libro, Marina, es avispada, inteligente, santa y villana. Por su cabeza, transcurren pensamientos infinitos; desde la muerte hasta el despertar sexual pasando por la fe, las habilidades sociales o el anhelo de lo que nunca se ha tenido. Y lo hacen al ritmo de la música de Diana Ross, James Brown o Rocío Jurado.
La narración de la autora recuerda a la de otras como Meryem El Mehdati («Supersaurio») o Andrea Fabreu («Panza de burro»). Una generación de voces que dicen lo que piensan, cuando lo piensan y de la forma en que lo piensan. Ante eso, poco se puede decir; solo celebrar.
estoy fascinada con elisa victoria. qué bonito y profundo y a la vez ligero lo hace todo.
no me he podido quitar el evangelio de la cabeza desde que lo leí, y pienso que ojalá haber leído primero vozdevieja, porque es menos oscuro y menos rompedor pero aún así es una historia preciosa, con una narradora (marina, una nena de nueve años) fantástica.
Una bambina racconta la sua verità senza alcun filtro. Sembra un'operazione già sentita, nulla di eccezionale, ma non è affatto così.
La voce della protagonista è unica e allo stesso tempo è la voce di tantissime bambine. Bambine che in segreto sono sporche, un po' schifose e pure cattive, ma che devono mantenere la facciata da brave bamboline coi fiocchetti in testa.
Qui abbiamo una pulce che si approccia alla sua famiglia, al sesso, alla crudeltà del mondo e a molto altro con spiazzante sincerità. Esattamente come fanno i bambini veri. Come abbiamo fatto tutti noi.
Inoltre, questa lettura mi ha ricordato le infinite giornate estive passate in compagnia di mia nonna, tra giochi improvvisati, creatività, faccende e programmi televisivi improbabili. Memorie preziose 🧡
El libro me ha gustado, pero ciertos comentarios que decía Marina me han generado incomodidad y desconcierto, ya que he sentido que la autora le ha dado a la protagonista una voz que claramente no se corresponde a una niña de nueva años, a pesar de que el libro se llame vozdevieja.
Alguien me dijo que era una novela cursi y por eso he tardado dos años en animarme a leerla. Sólo puedo decir que esa persona estaba completamente equivocada.
Aunque ponga acabado el 1, realmente lo he terminado el 31 de mayo por la tarde.
MENUDA MARAVILLA DE LIBRO. Me he reído a carcajadas, he llorado emocionada, me ha tenido enganchada de principio a fin y me he visto reflejada en muchas de las situaciones que vivió Marina. Tal vez porque nuestros veranos casi coincidieron en tiempo y lugar. Porque las expresiones y las anécdotas me han resultado familiares a cada página. Porque tiene frases que me tatuaría en la piel (porque en el alma ya se han quedado para siempre). De verdad, Marina me ha robado el corazón. Pero puede quedárselo.
Cinco estrellas me parecen pocas para esta joya literaria.