Alberto Larraín Errázuriz es un connotado corredor de propiedades de identificación atávica con el grupo privilegiado de la sociedad chilena. Desde su micromundo y egolatría disfruta satisfecho el entorno social y familiar. Sin abandonar esa perspectiva, ejerce su lucrativo oficio de vender y comprar propiedades, y ha desarrollado una técnica infalible que consiste en reconocer rápidamente la condición social del interesado para encontrarle el espacio donde le “corresponde” vivir.
Periodista y escritora. Ha trabajado como reportera, entrevistadora, articulista y columnista en Cosas, Apsi, Master, Caras, El Sábado, La Nación, Cuadrenos Cervantes (Madrid), Diario Al Día (Philadelphia), Ocean Drive y Vanidades Continental (Maimi). Fue profesora de la Escuela de Pedriodismo de la Universidad de Chile. Ha sido corresponsal de la BBC de Londres y las revistas Semana (Colombia) y Crisis (Argentina). Es autora de libros periodísticos, de humor y literatura. Actualmente vive en Pennsylvenia, Estados Unidos
Una novela de difícil comienzo para mí. Los usos y costumbres de la clase alta resultan un tanto estrafalarios en estos tiempos, tal vez siempre lo fueron. Uno no deja de preguntarse por qué se hacen llamar con apodos tan ridículos: Pito, Palote, Patato, Pilolo, aunque en estricto rigor, la ridiculez de los apodos no es exclusiva de una clase social.
La trama no guarda secretos, desde el principio uno adivina por dónde se encamina la ficción y la conclusión siempre está allí, a la vista del lector.
Contiene erratas y algunos vicios de escritura: en dos ocasiones me encontré con preguntas que dejan al vocativo fuera de los signos de interrogación ("—¿Qué tipo de casa quiere?, Abelardo.", pág. 156), lo que resulta desconcertante; puntuación extraña ("Don Alberto. La señorita Mireya Lobato se encuentra aquí, ..." pág. 154) y varios errores menores ("en el casa", "izquierdita", "no los convierte en delincuente", etc.).
Dicho esto, debo decir que es una novela de fácil lectura, en algún instante, sin darme cuenta me atrapó tanto que la terminé de un tirón.
No es gran literatura, pero bueno, tampoco es lo que buscaba y por lo mismo me gustó; es una novela livianita y que divierte. Eso ya es suficiente.
El libro es muy agradable de leer, está escrito de manera simple y sin muchas complicaciones. Leí el libro en un día, lo encontré muy divertido. Y me reí a carcajadas. El libro cuenta la historia de un chileno que posee una empresa de bienes raíces. La historia analiza cómo Alberto hace su negocio, cómo se relaciona con las personas, su familia y también su entorno.
En mi opinión, la autora hace una crítica feroz a la sociedad chilena, principalmente a los santiaguinos, es decir, a los que viven en la ciudad de Santiago.
Este libro es una puerta de entrada para aprender un poco más sobre la sociedad chilena.
Si tú eres expatriado y quieres conocer más sobre la sociedad chilena ese libro es una muy buena novela.
Libro liviano y entretenido, aunque un poco predecible -quizás con intención- al final. Me pareció una descripción acuciosa de cómo se comporta y piensa gran parte del pituquerio chileno, y no deja de ser divertido recordar a personas que uno conoce que efectivamente son así. No me parece un libro clasista como veo en otras opiniones, si no meramente descriptivo de los modos y usos de una parte de la sociedad a la que claramente pertenece la autora, por conocer de manera tan detallada sus usos y costumbres. Me lo leí en 2 días y leeré los que siguen de la colección, recomendado para una lectura de fin de semana.
Lo empecé a leer por recomendación de mi papá y me gusto mucho!! un vistazo a la sociedad chilena (clase alta principalmente) narrada desde el punto de vista de un corredor de propiedades del mismo círculo social. Fue un libro súper liviano y fácil de leer, muy bueno para pasar el rato, definitivamente leeré mas sobre esta autora.
Entretención irrelevante de la cual Bourdieu se podría sentir orgulloso: clasismo chileno en su pureza más picada a lo ario. O sea, solo podría divertir a burgueses con profundos problemas de reflexividad y autoobservación.
La élite de Chile desde el punto de vista de un corredor de propiedades que es parte del mismo círculo. Muestra que los miedos, alegrías y dramas son transversales a las clases sociales y naturales a nuestra especie. De fácil lectura, y con sabor y olor a añejo.
Dicen que Chile es uno de los países más clasistas del mundo; ha sido mi experiencia de toda una vida y en este libro se refleja con un sentido de humor algo negro e irónico.
"La clase no se gana ni es posible ocultarla. Punto. Se nace con ella o sin ella, es un privilegio como cualquier otro.."
No estoy segura de cuán acertado será este libro para quienes no entienden del sistema de apellidos, del noblesse oblige con que uno o nace o no tiene, pero como la mitad de mi familia es de esta casta, yo lo viví en cuero. Siendo mi abuelo un Correa Larraín, mi abuela una Santa Cruz Ossa, habiendo salido con los Zañartu, haber tenido in cuñado Frias, un primo Ugarte etc. y escuchado a las viejas de la familia quejarse de los nuevos ricos, los siúticos, los arribistas, llegué a reirme a carcajadas por un lado y recordar muchos momentos por otro a través de las páginas de este libro. Es a la vez un cuadro muy claro de lo que es la alta sociedad hoy - algo diferente al de 30 años atrás, y esa porción de la sociedad que está lentamente cambiando. Donde el apelludo y la alcurnia pasaron a la historia.
"Yo lo siento, qué quieres que te diga, a mí me gustaba esa distinción, eso de que las cosas estuvieran en su lugar, más arriba de la Plaza Italia o más abajo...Me quedo con el Chile de antes, gorda, el Chile de clases con límites claros, los latifundistas, y los industriales, la clase media y el proletareado, aquí el patrón del fundo, acá su campesino, y los rotos estaban donde debían estar." Si eras de clase media, toda la plata del mundo no te ayudaría a subir de clase. Si tus antepasados no fueron latifundistas, la entrada a los mejores colegios, clubes y sociedades se te cerraría con candado.
Pero a la vex fue muy entretenido recorrer una vez más las calles de Santiago. Desde Guardia Vieja donde vivió mi hermana en el 72, hasta La Dehesa donde mis hijos fueron al colegio. Tantas calles lindas, casonas preciosas y ahora torres gigantescas que han ido cambiando el caracter de la ciudad.
Lo triste es que el protagonista, Alberto Larraín Errázuriz cree que al mantener el orden de la vida en forma tan estática, podrá controlar su vida propia. No es así.
Muy entretenido, se siente como ver una teleserie. Mientras avanza el libro uno puede ver que el encontrar la casa adecuada para cada personaje es como un puzzle, y predecir qué casa eligirá Alberto. Hay muchos personajes divertidos, como Washington Farías y las hermanas Landea, con los que me reí muchísimo. Es especialmente cómico cuando uno conoce gente similar a los personajes, sea en modismos o personalidad, y las ve reflejadas en el libro (probablemente mi parte favorita de leer novelas contemporáneas chilenas). Es livianito y fácil de leer, y hacia el final te atrapa y no lo puedes soltar. Me encantó.
Un libro de la realidad chilena visto desde la clase más adinerada compuesto por menos del 5% de los chilenos y como se ven entre ellos y al resto del país. Muy educativo para conocer cierta realidad de la sociedad chilena, pero como Literatura deja mucho que desear.
A Book on Chilean reality seen from the wealthiest class perspective, which comprises less than 5% of Chileans. It shows how they see each other and the rest of the nation. Very educational to learn about Chilean society, but as Literature is not that great.
Es un libro divertido. Se lee rapidito y también se aprenden cosas. Por ejemplo, no tenía idea que el sector de Vitacura cerca de Mapocho es "Jardín del Este", jajaja, yo creo que ese nombre ya no se usa.
A veces los comentarios se pasan de la raya en cuanto a la acidez y amargura pero, bueno, es el estilo de la autora.