La locura se confunde fácilmente con la pérdida de la razón y la enfermedad. Pero, más acertadamente, es una mezcla insostenible y dolorosa de conocimiento y soledad. La locura es una combinación impensable de poesía y matemáticas, de lógica y belleza, de lírica y saber. Impensable, porque siempre hay un punto oscuro que no acertamos a ver y, lo que es peor, ni siquiera a localizar. Todos estamos locos porque hay una avellana irracional en nuestro interior que no podemos encontrar. Loco es quien no ha tenido suerte y despierta en la vida en un mal ambiente, o quien, por razones desconocidas, no ha sabido aprovechar suficientemente el afecto que se le profesaba. En todo caso, siempre es un perjudicado por el flujo de poder que rezuman las familias y la sociedad. Es un sujeto sometido a quien urge que le ayudemos para abrir las puertas de la libertad a lo raro, lo extraño, lo disidente y lo inusual. Este libro, que canta sus múltiples bellezas, no deja de ser un tímido apoyo a su causa.
Creo que cualquier cosa que pudiera decir acerca de este libro se me quedaría corta, como me pasó con "Mortal y Rosa" de Paco Umbral. Es, como poco, un texto bellísimo (y no lo digo como un guiño al título). Es el verdadero "se tenía que decir y se dijo", contemporáneamente. Es tranquilizador y enternecedor, leer las palabras de Fernando y la posición que toma, percibe y experimenta acerca de los locos y de la locura. Podría parecer una lectura rápida, pero no ha sido el caso; cada breve capítulo -al menos para mí- ha requerido minutos, a veces días, de reposo. Ha sido una de esas lecturas que se van asentando en el cuerpo poco a poco, como una infusión caliente en invierno. Es una reflexión desde luego compleja, a la que me alegro de haber accedido este momento. Aunado con lecturas recientes de las que tampoco puedo desprenderme, adquiere cientos de matices hermosos y, aunque a menudo me he sentido molesta por obras de autores que "citan demasiado", en este caso no puedo quejarme de ello: me ha parecido más que acertado, me ha llevado de nuevo a aquella sensación que me dejó Umbral de "no hay nada nuevo que yo pueda decir aquí, después de estos escritores". Estoy deseando leer más cositas de este hombre. Insertaría algunas citas pero... mejor leerlo a placer. Seleccionar un fragmento sería destruir esta preciosa experiencia. (Ojalá pudiera obligar a todo el mundo a leerlo, jajajja)
Escueto opúsculo no carente de lírica -y de poesía- que intenta subvertir la típica -y tópica- caracterización de la locura. En la senda de Nietzsche, de la antipsiquiatría de Szasz y Brasalia, y en comunión con ese soplo de aire fresco que supone la psiquiatría erudita, humanística y clínica de J. M Alvárez, Francisco Pereña (y otros).
No obstante debe tenerse en cuenta que se trata de una obra menor del autor, un estímulo, una cuña para empujar hacia ulteriores lecturas. Mismamente, de Fernando Colina, recomendamos, "Deseo sobre deseo" o su magnífico "Manual de psicopatología".
Y, recuérdese: el que realmente está loco (en un sentido patológico, digamos), es el que está instalado en la certeza (el sano duda) y el que no se cree loco (es saludable pensar que estamos locos e, incluso, que es el mundo el que está enfermo).
El intento de explicación de la locura más bello que he leído nunca. La mirada crítica de un gran profesional acompañada de una prosa exquisita. Una auténtica obra de arte que incita a la reflexión y al cambio.