En un mundo donde los robots funcionan de forma autónoma y trabajan como ayudantes de segunda clase, Sandra es una androide que, antes de quedar obsoleta, desarrolla la necesidad de ser algo más allá de la función para la cual ha sido diseñada. Y lo va a intentar con todas sus fuerzas... Con una chispeante paleta de colores, Arnau Sanz plantea, después de 'Un fantasma' (Astiberri, 2021), una sociedad de humanos y robots en la que habla de la obsolescencia de unos y otros y por lo tanto, de la pérdida, pero también de la creatividad, la educación, la discriminación... La ciencia ficción como ámbito ideal para reflejar las preocupaciones de un narrador que destila una profunda sensibilidad. Arnau Sanz, batería del grupo Mujeres en su faceta creativa de músico, consiguió con el proyecto de 'Cuando veo cables me acuerdo de ti' una de las becas a la creación en cómic que concede anualmente el Gobierno vasco.
Arnau, con esa sensibilidad que le caracteriza, cuenta una historia de cuidados, clases sociales, meritocracia, y de la muerte, a través de un futuro que en realidad es nuestro presente. Muy recomendable.
En un mundo en el que los robots son seres vivos de segunda clase que deben cumplir su función y prestar su servicio a los humanos, descubriremos a través del robot Sandra que no son tantas las diferencias entre las máquinas y las personas, y que estas pueden sentir, soñar sufrir y amar tanto como aquellas que las han creado.
A Sandra se le acaba el tiempo y tiene un sueño que cumplir, pero eso no le impide cuidar, atender y preocuparse de aquellas que le importan. Demostrando una humanidad que va más allá de los límites de su sistema operativo.
Menudo viaje sobre el no encajar, la batería social, las exigencias de un mundo meritocrático y reservado a unos privilegiados, en dónde quien es diferente o no puede seguir el ritmo ya parece que no sirve.
Maravilloso como una robot y una anciana con alzheimer se encuentran.
No le doy cinco estrellas porque quiero que aprenda que siempre hay margen de mejora, diría mi puta profesora de lengua. Yo no le doy cinco porque en algunos momentos me resultaba difícil discernir entre máquina y humano, pero bueno, eso también me pasa fuera de los libros…