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384 pages, Paperback
First published January 1, 1995
“¿Pero tú realmente sabes lo que quiere decir todo esto? Quiere decir que la peor cosa que jamás podría pasar, pasó. No, habría sido peor si tú también te hubiese muerto. Y peor todavía si mami hubiese estado en el auto con nosotros y se hubiese muerto con ustedes dos. No habría sido peor si yo me hubiese muerto con todas ustedes. Eso habría sido mejor. Entonces no sabría nada de lo que pasó, como ahora lo sé. Habría sido mejor, de hecho, si Julie moría, que nadie más hubiese muerto con ella excepto yo. Por supuesto. Pero mejor aún, absolutamente lo mejor de todo, si alguien tenía que morirse en el auto, aunque no sé por qué tendría que morirse alguien, sería que muriera solo yo, eso también es verdad. Si tan solo hubiera pasado eso. Si tan solo se pudiese hacer que hubiese pasado eso. ¿Cómo hacemos para que sea así?”En efecto, el discurso es caótico, embarrullado, repetitivo, como no podía ser de otra manera en una novela donde la forma es parte del fondo, donde todas esas vueltas y revueltas, muchas veces incoherentes, otras tantas contradictorias, consiguen transmitirnos de una forma magnífica toda la angustia, la impotencia, la desolación, la confusión en la que vive el protagonista. Una confusión en la que Nathan rumiará compulsivamente todos aquellos detalles previos que hubieran podido evitar estar allí en aquel momento, todo lo que en ese momento hubiera podido hacer por evitarlo, todo lo que hizo y que quizás pudo haberlo provocado, las ocasiones en las que no disfrutó con su hija o aquellas en las que no se portó con ella de forma adecuada, sus gestos, sus palabras, las veces en las que le hizo sonreír, los momentos en los que le enojó. Así hasta los dos últimos capítulos en los que se darán varias vueltas de tuerca que duplicarán nuestro horror en un primer momento y nos apaciguará después… o todo lo contrario según la interpretación que terminemos dándole.