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La primera edición del Ensayo sobre el don de Marcel Mauss, publicada en 1925, no provocó grandes comentarios ni atrajo sobre sí rápidamente la mirada de sus contemporáneos. Por el contrario, debieron transcurrir largos años hasta que en 1933 Georges Bataille prestara particular interés a la obra, cuya recepción no fue favorecida por la sociología sino por la helenística (Louis Gernet), la lingüística (Émile Benveniste) y, finalmente, la antropología, de la mano de Claude Lévi-Strauss. En efecto, fue la introducción que éste preparó en 1950 para un volumen de Marcel Mauss que incluía el Ensayo... lo que propició que la obra comenzara a ser reconocida como una de las más importantes contribuciones a las ciencias del hombre, y que influyera en figuras como Sahlins, Evans-Pritchard, Polanyi, Godelier, Bourdieu y Merleau-Ponty, entre tantos otros. Obra que es un inagotable tesoro para el diálogo entre disciplinas —de la sociología a la antropología, de la historia a la etnología, de la psicología a la arqueología—, el Ensayo es hoy, quizá más que nunca, un libro fundamental: no otro podía ser el destino de esta pequeña obra maestra que, por primera vez, propuso una concepción del rito que deja de lado las consideraciones religiosas, que hace del "don a dios" un caso particular del don en general, y del don entre los humanos una condensación de rito social.
La versión que aquí se presenta es una nueva traducción, cuya edición ha estado al cuidado de Fernando Giobellina Brumana, de la Universidad de Cádiz, autor también del detallado estudio preliminar.
274 pages, Paperback
First published January 1, 1923
All our social insurance legislation, a piece of state socialism that has already been realized, is inspired by the following principle: the worker has given his life and his labor, on the one hand to the collectivity, and on the other hand, to his employers. Although the worker has to contribute to his insurance, those who have benefitted from his services have not discharged their debt to him through the payment of wages. The state itself, representing the community, owes him, as do his employers, together with some assistance from himself, a certain security in life, against unemployment, sickness, old age, and death.