Los años que vive un gato es una novela de iniciación, de crecimiento, de emociones que despiertan en esa curva donde la infancia se abandona y la clase media no sabe qué hacer con sus hijos dilectos. (del resumen de la contratapa)
Me costó entrar, los primeros capítulos no me terminaban de cerrar. Pero a medida que iba creciendo la protagonista, me pareció más accesible su mundo y pude entenderla más tanto a ella como a su familia. Cerca de la mitad del libro, no podía soltarlo, creo que conecté mucho con el vínculo que ella tenía con su hermano y cómo Juan interactuaba con todos los integrantes.
Linda, esta novela es muy linda; te envuelve en una intimidad sutil y te despierta nostalgia del dolor de crecer. Creo que estaría bueno leerla a los 15. Por ahí me quedé con ganas de que dure más, de que no sea tan teatralmente escénica y de que tire más magias poéticas, pero ¿a cambio? resulta fluida, placentera y súper redonda. Una lástima que sea tan difícil de conseguir.
Me gustó mucho. Podría decirse que es un libro veraniego, pero de esos veranos de la niñez que tan bien rememora la narradora-protagonista de Los años que vive un gato (¿alter ego de la autora?) Esas vacaciones opulentas, padre y madre de la mano viviendo la plenitud de sus vidas mientras confían la educación de sus hijos a la empleada. Es una novela de iniciación: vemos cómo la niña crece y pasa a ser una adolescente, su hermano se va a vivir a Barcelona tras un confuso episodio de cariño con un amigo varón. Con el final se me humedecieron los ojos, me quebré. Como que me encariñé, con ella, con el gato, con esas tardes en el colegio (claramente el Nacional Buenos Aires) y pensando en cómo iría a seguir su vida.
Me gusto mucho. Creo que tiene un tono de época tan claro que es difícil que quienes crecimos en los noventa no nos sintamos interpelados. Que sea tan sutil pero tan presente la vida del gato que no tiene nombre, me parece una maravilla. Y como dice Felix Bruzzone al final, entrelazar tantos cuentos de modo que terminen siendo una novela creo que no pudo ser de otra manera que con el gato. Tan pequeña y enorme a la vez una mascota en una familia y tan lindo este libro que se merece una leída.
Muy lindo. Una novela donde cada capítulo podría ser tranquilamente un cuento. Me gustó mucho como escribe Violeta, este libro fue de gran ayuda para mí bloqueo lector.
"Cuando a mi hermano y a mí nos dicen que somos muy parecidos, que nos reímos igual, pienso ene l día en que lo quise ver muerto. En los años que vinieron después, en una sensación que a veces me vuelve" Así inicia "Los años que vive el gato" de Violeta Gorodischer. Me costó entrar los primeros capítulos y la voz narradora de protagonista. Después me di cuenta porqué: yo tambien fui adolescente en ese tiempo y viví cosas totalmente diferentes.
Una chica recuerda su infancia y adolescencia, mientras lo hace va retratando a su familia, pero también a la sociedad argentina de los años '90 y mas puntualmente, a una familia porteña. Los vínculos con los adultos, los amigos, la empleada doméstica y con ella, los prejuicios de clase. Pero tambien la enfermedad, el despertar del deseo, los secretos familiares, lo no dicho.
Cada capitulo podría ser un corpus textual autónomo. El gato, la protagonista y la familia son los mismos. El tiempo empuja la acción hacia adelante. Con un lenguaje coloquial y muy argento se describen los hechos históricos mas importantes de una familia, desde el punto de vista de la protagonista.
Esta novela se trata también de cuando recitamos el mantra "Todo va a estar bien" como un hechizo o invocación para ayuntar el miedo a lo desconocido y así proteger a los que mas queremos.
Me pareció raro el narrador que no distingue edad, que no crece con su edad. Y varias historias en el medio que no terminan de desarrollarse. Igualmente no sé si es necesario que lo hagan, la historia es bonita y produce emoción.
Creo que lo más interesante que tiene esta novela es la voz de la narradora que marca muy bien el clima de los 90 y el paso de la niñez a la adultez. Lo hace de una forma sutil y genuina, sin esfuerzos ni artilugios, y eso me parece lindo y meritorio. Me gusta cómo Juan Sklar, en la reedición de El cuaderno azul, cuenta el rescate de este texto y cómo entra la participación de quien lee para descifrar lo no dicho por la preadolescente que narra. También me pareció muy interesante el cierre de Felix Bruzzone sobre la continuidad de los relatos y la decisión de convertir estos cuentos -que ya estaban entrelazados- en una novela.
Los años que vive un gato es un libro que toca temas varios encontrando el punto justo de sensibilidad sin perder la inocencia y frescura propias de los cortos años de la protagonista. De a momentos se me hizo lento y me costó entender el por qué de algunos capítulos, hasta que al terminarlo me di cuenta de la importancia de cada escena para entender el desarrollo de las relaciones entre los personajes, que son muy lindas, complejas y reales. Un plus es vivir el microcentro porteño a través de las páginas.
No puedo ser demasiado objetiva con este libro porque página a página sentí que era una historia contada por mi sobrina, también una niña paciente oncológica. Es una historia que me parece que está muy bien contada, que su forma de relatarlo se condice con la edad de la protagonista, la forma en que se vincula una familia que atraviesa una situación así. Las cercanías y las distancias. Te toca el corazón, me gustó mucho.
Lo quería leer hace muchos años, pero no se había vuelto a editar. Es un libro lindo, pero este tipo de relato me convocaba en la época donde quería leerlo inicialmente, ahora ya me aburre ese tonito desafectado que tanto se había puesto de moda. Tal vez en este caso está justificado porque es la perspectiva de una niña-adolescente, pero me costó creer el ascético relato de sus experiencias.
Al principio me costó engancharme, pero después, a la mitad del libro se pone bueno, quizás tmb porque el personaje va creciendo y uno también, va comprendiendo mejor, creí que la historia iba a ser más reflejada al gato, pero me gustó, obviamente en muchas cosas, te sentís reflejada, muy buena calidad, autora argentina… que mas pedir (?
Una novela medio pasatista. Se deja leer pero no me generó grandes emociones. Es un relato simple de una vida cualquiera. La de muchos. Familia clase media, problemas de salud, una mascota. Linda en su simpleza pero no mucho más
Me encanto. Me prestaron el libro y no le tenia mucha fé. Me gusta como a pesar de ser siempre la misma narradora y que cuente de la misma familia, podrían ser tranquilamente distintos cuentos. Una lectura súper ligera 5/5
me encantó este libro, la manera en que está escrito realmente te hace leerlo rapidísimo me encanta la sensacion d e que cada capitulo me deja con cincuenta preguntas en la boca pero sin llegar a generarme incertidumbre como para abandonar el libro. me fascina cómo juega con ese límite
Me gusta la cotidianeidad y la simpleza. Me gustaron los guiños cercanos y ese relato de lo que es crecer dentro de una familia tipo de clase media porteña. Me gustó mucho!
Me pareció hermosisimo. La narración simple, familiar, cotidiana para quienes crecimos en los 90. El gato no es protagonista pero sí fundamental, como en la vida misma. Recomiendo muchísimo.