“En este lugar”, por el que recibió el Premio Nacional de Poesía Joven en 2013, es una de las cosas más locas que he leído, junto con “Los salmos fosforitos” de Berta García Faet. Para Unai, no hay distinciones entre la alta y la cultura popular. Los héroes homéricos cogen fuerte de la mano a los de la de ficción de Marvel. Todos se apuntan a su rezo, desde Moby Dick, la poesía de Eliot a los pilotos de carreras.
Mis dos poemas favoritos han sido: -Peligrosa es la noche en la página 167, y -Sonríe Harpo.
El de Señor, su capa, lo sería también, pero ese ya lo conocía por su aparición en Tenían veinte años y estaban locos.
Su estilo me recuerda a una buena película donde el director intercala pensamientos con imágenes, dejando que se forme toda la escena en nuestro interior.
Fue muy divertido encontrar un reflejo de mi infancia, como podría ser Jurasic Park o las referencias a Marvel. Casi pude escuchar aquella intro de la serie de dibujos animados. Ahora, al escribirlo, resuena en mi cabeza.
Me ha parecido muy divertido y muy diferente a lo que había leído antes. Y sé que necesito una relectura cuando pase el tiempo, no hablo de que sea un libro para releer, que también, sino que me lo pide el cuerpo.
Aunque esto me lleva a aquella pregunta de ¿cuándo se acaba un poema? ¿cuántas veces lo leemos? ¿cuánto tiempo seguirá resonando en nosotros? ¿cuántas veces más estará Hans apunto de morirse?
Es un poemario redondo; tu marcas el principio y el fin aunque dan ganas de darle otra vuelta lo pilles por dónde lo pilles. Danza letríca adjetivada que bien merece una línea de merchandasing; hay versos que te llevarías puestos. Sístole y diástole a tutiplén apto para diabéticxs.