Un artista y sus búsquedas, un médico y sus demonios, trabajadoras sexuales versus la policía y un autor que interpela su propio pasado. Un libro sobre personas que consumen drogas.
Marcos Aramburu nació en enero de 1994 y creció en el barrio bonaerense de Villa Adelina. Es locutor, guionista y un psiconauta aficionado. Hizo contenido sobre drogas para Vice y para Gelatina. Conduce un programa en Nacional Rock y acompaña en la radio a Elizabeth Vernaci. Tanto su trabajo en los medios, como sus viajes, o también este libro, tienen un objetivo en común: contar historias, compartir relatos. Su único consumo problemático es el azúcar. Ama a Maradona.
sinceramente no le tenía fe. es más, ni siquiera le insistí mucho a mi amigo para que me lo prestará. ni siquiera se lo pedí. pero el lunes me avisó que me llevaba el libro a la facultad. después de llegar al subte totalmente pasada por agua, me senté y lo abrí.
en la primera página apareció de repente una historia sobre drogas, mujeres trans, conventillos y policía federal. en la justicia penal federal donde trabajo como escribiente siguen llegando estas historias. tal vez por eso me atrapó tanto. estaba leyendo la historia contada por la otra parte. no por los que hacen una denuncia, ni por fiscales, ni por jueces. la historia contada por sus protagonistas: mujeres trans.
aunque ya eran casi las 9 de la noche, rezongue cuando tuve que bajarme del subte y guardar el libro en la mochila para que no se moje con la lluvia.
pero al otro día abrí el libro en todos los viajes que hice: tren, bondi y subte. esta vez no lo solté ni al bajarme en juramento sino que las cuadras que tenía que hacer caminando también las hice leyendo. llegué a casa y seguí.
la mirada sobre las drogas que se plantea en estás paginas me tenía fascinada. porque sí, la droga es una contradicción en sí misma. te hace sufrir pero te hace feliz al mismo tiempo. algo así como el amor. te hace bien tanto como hace mal, te hace odiar tanto como querer y más dice Charly. también por eso solemos confundirnos y pensar que una canción habla sobre el amor cuando en realidad habla sobre drogas.
siempre he sido muy miedosa y rescatada con estos temas. y ahora estoy en un momento super extraño con el faso. pero siempre me llamó la atención esta relación rarísima entre la gente y las drogas. y me encantó aún más la dedicación para hacernos entender a los lectores por qué la gente que sufre y que tiene una vida de mierda suele ser la que se droga más. por qué el paco suele ser un consumo común en las villas.
el libro tiene la complejidad y profundidad justa para describir todo este fenómeno. el juego entre el sufrimiento y la felicidad. entre la enfermedad y la medicina. entre el odio y el amor. entre la tranquilidad y la desesperación.
todas las historias me dejaron perpleja. el final sobretodo. y también me dejó perpleja la forma de escribir, el diseño y el libro en sí. el ir y venir entre la entrevista y la reflexión o la narración. en fin, que lindo cuando un libro te sorprende para bien.
Excelente libro! Marcos pinta escenarios de forma muy inmersiva, acercándote a las personas desde un punto de vista muy personal y muy vivencial. Se lee de forma rápida y es dinámico, lo que mejora aún la experiencia de lectura. Si me tengo que quejar de algo es que no haya más crónicas. Super recomendado.
No esperaba nada de este libro y terminé con el corazón vacío porque ya no puedo seguir leyéndolo. Simple pero bien narrada cada crónica, te metes en cada universo que te introduce y hasta podes visualizar muchos de los viajes.
Spoiler: se que no es la idea del libro pero la necesidad gigante de ir a maternas al marcos de 10 años todavía me pesa.
Creo que el uso de drogas es solo un vehículo para retratar de forma cercana y más que interesante la humanidad de los protagonistas en cada uno de los 4 relatos. El primero te hace sentir que va a ser difícil superarlo (y tendría sentido que así fuera), sin embargo cada vez se pone mejor y cada uno destaca por algo distinto. Me sorprendió muchísimo para bien, y eso que le tenía buenas expectativas. Lo recomiendo 100%.
"Hay una frase de Hunter Thompson que me gusta mucho. Dice que la vida no debería ser un viaje hacia la tumba con la intención de llegar a salvo y con un cuerpo lindo y bien conservado. Que él prefiere llegar derrapando de costado con el auto, envuelto en una nube de humo y gritando <<¡Qué viaje!>>. Yo estoy bastante de acuerdo con él. Y Miguel también".
Cuatro historias, un viaje de inmersión en las vivencias de sus protagonistas. Las sustancias son un personaje más, un elemento de apoyo al que recurren estas personas en sus procesos de búsqueda y construcción de significado.
Cada crónica te envuelve permitiendo que experimentes casi todo lo que describe, desde los efectos de las drogas hasta las emociones intensas que acompañan algunas experiencias de vida.
Desde que arranque a leerlo supe que seguro se llevaba 4 estrellas, con el capitulo final se gano mi corazón y son muy merecidas las 5. Que importante que existan estos libros❤️🩹
demasiado bueno. cuatro crónicas íntimas y en contextos muy interesantes: vidas travestis en los 80-90', militantes en dictadura, un artista y su visión de las drogas, el uso de sustancias ante la enfermedad y el duelo.
destaqué varias partes. empezaré con las que me parecieron hermosas y luego con hechos históricos que me sorprendieron porque no sabía de ellos antes:
"Según Camila Sosa Villada, las travestis del Archivo de la Memoria Trans son las mejores contadoras de historias del mundo. Y esta mesa lo confirma. Tienen la capacidad de volver bello cualquier recuerdo. Por más hostil que haya sido el contexto, por más terribles que hayan sido los hechos, el tono de su narrativa siempre es sereno, siempre tiene chistes en el medio, siempre emana amor hacia las amigas que aparecen en el relato, nunca es solemne."
"El único que está de visita ahí soy yo, para el resto es solo un almuerzo en su espacio de trabajo: el Archivo de la Memoria Trans. Cinco travestis de más de sesenta años, vestidas como científicas con guardapolvos blancos y almorzando en una oficina luminosa ubicada en uno de los barrios más caros de Buenos Aires. Si un extraterrestre bajara de repente y viera eso, seguramente creería que la Tierra es un lugar mucho más bello y justo de lo que en realidad es. Pero no. Es solo una excepción hermosa."
"(...) si vas a pedirle a alguien que te abra la puerta a los recuerdos de su vida, mejor ponerle un plato de comida enfrente."
"Mientras tanto, sus propios días eran interminables, pero interminables bien. Como uno de esos libros largos en los que uno no quiere pasar de página para no llegar al final."
aquí los acontecimientos:
"Para una travesti de 39 años en el 2001 el calabozo era un lugar totalmente cotidiano. En la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, hasta el año 98, los edictos policiales permitían encarcelarlas por no respetar el artículo 2°F, que marcaba como una falta "exhibirse en la vía pública o lugares públicos vestidos o disfrazados con ropas del sexo contrario". Naturalmente, las travestis caían en cana casi todos los días de sus vidas. En Neuquén, los edictos estuvieron vigentes hasta el año 2012."
"Vine a verlas porque, como me dijo Marlene Wayar, con quien también charlé para escribir esta crónica, las travestis vieron gran parte del proceso de Argentina con respecto a las drogas. Según Marlene, las travas compartían la categoría de <> con la cocaína durante los 90, y muchas fueron parte del emerger de las drogas marginales a principios de los 2000. Tomaban drogas caras con clientes poderosos y después en sus barrios se encontraban con los residuos de esa misma cadena de producción."
"La mayoría de las travestis en Argentina no llegan a viejas, pero las que sí llegan, lo hacen a pesar de sus cuerpos, que fueron dañados por los golpes de la policía, por los golpes de los clientes y por las siliconas mal puestas. Por eso, cuando le pregunto si hoy siente algún tipo de secuela de sus años de consumo intenso, me dice que no. Que dejó más rastros la vida que la cocaína."
"Durante muchos años las travestis estuvieron obligadas a vivir de noche. Poner un pie en la calle a plena luz del día significaba terminar presa. “Salías a comprar un kilo de pan y te lo comías en la comisaría”, me dijo una vez una de las travas legendarias de Panamericana de los 80. El sol significaba encierro, represión, muerte. Y eso, según Marlene, también tiene que ver con los consumos.
—Teníamos plata, pero era imposible gastarla porque no podíamos salir a ningún lado —me dijo Marlene—. Al principio, te quedás todo el día en el hotel o en la pensión mirando el techo. Cuando laburás un poco, te comprás una tele o algo que te ayude a pasar el rato. Algunas se resignaban a que eso era la vida, algo sumamente frustrante. Pero las que no lo hacíamos necesitábamos una patada en la cabeza, algo que te quebrara. Por eso también consumíamos drogas más duras.
—Cuando sale el sol… —interrumpe Sonya—, cuando sale el sol viene la muerte para nosotras."
"La etapa del paco en la vida de Sonya duró cinco años, o seis, o siete, va cambiando el número cada vez que lo menciona. Pero los anacronismos no me preocupan. Una vez, Ceci Estalles, coordinadora del Archivo, me dijo que el colectivo trans nunca estuvo atravesado por la cronología cis, porque al ser excluidas de todo, también fueron excluidas del tiempo y del espacio, y que por eso el desafío está en construir y preservar un relato propio dentro del no tiempo. Por eso a veces los números no cierran, por eso esta crónica va y viene y parece desordenada, y por eso no está claro si los años en los que Sonya fumó paco fueron cinco, seis o diez. Lo que sí está claro es que dejar de consumir le costó muchísimo y recién pudo cuando tuvo una razón para hacerlo."
"Militar en los 70 era una actividad que difícilmente podía hacerse a medias. La persecución y el peligro eran tan grandes que las organizaciones exigían una entrega total a sus militantes, incluso a aquellos que no habían pasado a la clandestinidad. Por eso, más allá de las diferentes argumentaciones que pudieran tener —algunas con una raíz más católica, otras más marxista—, el rechazo de los dirigentes de las agrupaciones al porro era una forma más de extender el poder de la organización por sobre la vida del militante, en la búsqueda de una construcción colectiva que se antepusiera al desarrollo individual. En esa misma línea estaba, por ejemplo, la condena a los militantes que fueran infieles con sus parejas. Podía tener una argumentación moral, sí, pero en el fondo era una política que castigaba el engaño entre compañeros. La lógica era que si no eras capaz de ser fiel a tu novia, menos lo serías con la organización. Y si no podías resignar el porro, entonces tu espíritu revolucionario era débil."
"Todo mi círculo se fue armando de gente muy reventada, que estaba en la misma que yo. Y con el tiempo, lo que era divertido y espectacular se volvió bastante nefasto. La promiscuidad es terrible, cuando entrás en ese espíritu de encamarte con cualquiera es un horror, te genera un gran vacío cuando uno despierta de la fiesta y se encuentra con las ruinas a su alrededor.
Aunque el problema no era solo espiritual. Su vida nocturna se fue poniendo cada vez más peligrosa y en tres ocasiones distintas estuvo a punto de ser asesinado. Las tres veces pasó lo mismo: chongos que se había levantado en la calle y que al llegar a su casa terminaban siendo homofóbicos que lo único que querían era cagar a trompadas a un puto. Situaciones a las que una persona trans o gay estaban tristemente acostumbradas en los 90 y diría que ahora también. “No tengo idea de cómo sobreviví”, me dice Miguel, que a veces todavía se lo pregunta."
Por fin termina este viaje (que en realidad son viajes) Es un libro que me llevó su buen tiempo, porque es pesado, asfixiante por momentos, crudo, incómodo, doloroso, reflexivo. Marcos hizo magia y trabajó con lo que, para mí, es lo mas hermoso que tiene el periodismo: dejar hablar al otro, hacerlo aparecer. Es un paseo impredecible y adictivo por vidas, momentos históricos y personales de quienes relatan, es totalmente inmersivo en sus vidas. Creo que su cualidad de adictivo lo hizo hasta más dificil de transitar, porque uno cuando se engolocina puede terminar sin difrutar, pero para estas historias es como pasarse tanto de vuelta que terminas perdiéndote entre las palabras y hace que, en libros como este, el dolor de quien relata te duela mas y que sus logros y descubrimientos te muevan el piso casi tanto como a ellos.
Las Ceremonias es un viaje íntimo y crudo por las experiencias de personas que consumen drogas. El libro va más allá de la simple descripción de las sustancias, adentrándose en el contexto social y personal de cada individuo, entremezclandose con detalles personales de Marcos, es una serie de charlas más que entrevistas. Las primeras me parecieron un poco superficiales y repetitivas, nada wow. La última crónica es la que acumula todas las estrellas: Marcos cuenta su experiencia personal y la de su mamá, fallecida cuando el era chiquito. El relato está cargado de sentimiento y autenticidad, logra transmitir muy bien sus sensaciones y la conexión con su mamá, lo que lo vuelve un texto hermoso.
Un acercamiento muy interesante al consumo de drogas, tanto en casos problemáticos cómo en casos terapéuticos y sanadores. Hermosos relatos que te dan información acerca de cuestiones que tienen poca difusion. Tierno y muy bien contado
Marcos recupera cuatro historias sobre personas con consumo de sustancias. Uno puede llegar a comprender diferentes contextos sociales y modos de relacionarse con el objeto de consumo. El libro aporta la posibilidad de visitar la temática apostando por una apertura de sentidos que vale la pena.
Este libro es de las cosas más hermosas que leí en el último tiempo y me atrevo a decir que en mi vida, generalmente no me gusta puntuar las experiencias de vida de otras personas, me parece irrespetuoso y pretencioso al pedo pero esta vez me voy a tomar el atrevimiento, tal vez porque me parecio muy personal sin serlo o porque siento la necesidad de plasmar en una cantudad de estrellas lo bien que me hizo este libro. Se nota mucho que este libro le tiene mucho respeto al relato y a las vivencias ajenas y que a su vez le da un toque muy personal, cuando vos lees esto se nota que es de marcos, cuando cuenta que “suelta carcajadas” en tu cabeza escuchas la risa de marquitos, es muy flashero y muy maravilloso. Además es un poco imposible no encontrarte a vos mismx en alguna de las crónicas, no porque te sientas identificadx con la forma de consumir de su protagonista o por sus vivencias específicas, si no porque siento que en todo momento se está retratando el ser humano, el ser parte de este mundo y me parece que eso es lo mas lindo de todo. No encuentro muchas mas palabras para describir lo que senti leyendo esto, simplemente fue como una caricia al alma que al mismo tiempo me dolió mucho, porque lloré un monton. Creo que Marcos hace todo desde un lugar de mucho amor y dedicación por su laburo y se ve muy reflejado en los resultados finales (no hablo solo de las ceremonias, hablo de absolutamente todo lo que hace) y eso es algo a lo que no se le puede poner un valor lo suficientemente alto, el es el amigo mas personal de las chicas fr LEAN este libro por lo menos una vez antes de morirse, no puedo creer que a mi me tardo tanto tiempo (are habia pasado un año)
este es un libro muy hermoso, no esperaba nada cuando comencé a leerlo, pero cada capítulo ha sido mejor que el anterior. me ha sorprendido de una manera muy linda, lo recomiendo mucho
sabía que era un libro sobre drogas pero nunca había investigado mucho desde donde encaraba el tema porque la realidad es que fue una compra impulsiva porque el libro es estéticamente hermoso. las aperturas de capítulo son muy muy lindas, interletrado e interlineado comodísimos para leer. tkm el gato y la caja.
pero la cuestión es que apenas arranqué me encontré personajes conocidos: marlene wayar y las chicas del archivo de la memoria trans, contando sus historias con merca, cocaina, paco. enganchadisima desde el momento 0 con esta historia. la segunda era un testimonio de un amigo del padre de marcos (el escritor y narrador del libro) y también me atrapó mucho mucho. la tercera experiencia era de un pintor, con este no logré conectar. no sé si porque hablaba de hongos y no tengo ni la más pálida idea entonces me costo entender o simplemente no era un personaje por el cual sintiera empatia. la última historia es sobre la experiencia de marcos con el ayahuasca, en conexión con el duelo de su mamá. me gustó mucho también.
entiendo que hablan de experiencias personales y tratan de no demonizar el consumo recreativo, lo cual entiendo y banco. pero en un momento como que me pareció que quizás fumar paco sería una gran solución a mis problemas y no se si eso esta muy bueno 🙃 pero como libro en cuanto a su narración e impresión me gustó mucho mucho.
Después de leer la primera crónica de este libro supe que ya no tenía opción, no podría calificarlo con menos de cinco estrellas.
El gran valor de esta lectura es que, más que solo crónicas sobre experiencias con drogas, nos habla de su vínculo con lo trans, la homosexualidad, su relación con la política y la militancia, el arte, el duelo en la infancia y el poder entregarle un lugar a estas vivencias que nos hacen sentir parte de un todo, algo más grande a lo que deseamos aferrarnos desesperadamente.
"Me gusta que me cuenten estas cosas. No por nostalgia, sino por todo lo contrario. Me ayudan a construir un vínculo más adulto con ella, más actual, y a dejar un poco atrás la visión infantil que puede tener un niño de diez años sobre su madre. (...) Las historias que me cuentan, entonces, son más que un contexto: la resignifica. La complejizan".
Y esa misma visión complejizada de una persona después de una pérdida es la que se extiende a lo largo de todos estos relatos, que nos hablan de las luces y sombras de las drogas, sin idealizarlas, sin demonizarlas. Es justamente esta amplitud de experiencias las que complican juzgarlas, ya que va mucho más allá del consumo in situ, sino que implican toda la trayectoria de una vida para haber llegado hasta ese momento.
No puedo poner en palabras lo hermoso que fue leer este libro. Es cortito, son poquitas crónicas y como me lo compré físico (está gratis en la página del gato y la caja) me daba lastima leerlo de una corrida porque gasté mucha plata para comprarlo. Para disfrutarlo me leí cada día una crónica. Fue la mejor decisión del mundo. Cada día me adentré en una historia distinta, cada día antes de irme a dormir me quedé mirando el techo por horas, pensando en alguien distinto. Tengo 17 años, creo que este no es un libro que una piba promedio de mi edad agarraría; pero no puedo explicar cómo me abrió la mente y cómo aprecié cada página. Gracias marcos por semejante obra de arte💌
Me encanto! Super entretenido, amiguero. La forma en la que esta escrito te invita a experimentar las historias de una forma que hasta te hace sentirte parte de ellas. Muy hermoso 🌿
Este libro es un tesoro. Y uso la palabra tesoro pensando en esa acepción de "concentración de la riqueza", es eso lo que habita en sus 168 páginas. La crónica como género que lo atraviesa está muy bien explotada, no se le escapa ningún recurso y eso enriquece cada capítulo. Hay un balance entre la reflexión, la cita y el diálogo que construyen un texto fluido, un texto que en ningún momento peca de pretencioso. Lo que leí es a un pibe que parece que encaró una búsqueda sin hipótesis, que se propuso escuchar de manera genuina. En tiempos de cotidianidad hipermediatizada en la que nuestra atención es disputada por una catarata de videos de 5 segundos, que un libro tenga la potencia de invitarnos a sentarnos con su autor a escuchar a otres es muy valioso y hasta disruptivo, me atrevo a decir. Las palabras que usa Marcos para describir y reflexionar el contexto en el que esas memorias son traídas de vuelta a la superficie presente parecen cuidadosamente elegidas, pero le escapan a la solemnidad. En cada crónica se genera un clima de mucho respeto por la experiencia de esas personas que le regalan su tiempo y sus memorias. Y ese sentimiento se contagia.
Sentada en una sobremesa en un patio del conurbano, empapada de una lluvia de verano, abrigada en el sol del otoño: así se lee este libro. Es una exploración personal que nos propone sumergirnos en distintas realidades, mirar esas otras experiencias para afirmar, ante todo -y más allá de las investigaciones científicas y sus buenas estadísticas sobre el consumo controlado de distintas drogas- lo valioso de dejarse conmover por la singularidad de esas realidades que nos rodean. La diferencia como riqueza y como potencia para la construcción colectiva. Recomendadísimo.
Voy a empezar diciendo que este libro me pareció excelente.
Las ceremonias son cuatro crónicas sobre gente que consume drogas y relatan sus experiencias en distintos contextos. Las cuatro crónicas no son simples y mucho menos agradables pero la forma en que Marcos las abordó para relatarlas muestra el sentido anecdótico, desde una perspectiva sin estigmatización. Si te interesa leer la historia directa y conocer las vivencias de distintas personas que se relacionan con las drogas en contextos muy diferentes pero con este factor en común, te invito a que lo leas.
Fui leyéndolo de a poco, de a tramos podría decirse, porque necesitaba en parte darle vueltas a cada relato y necesitaba tiempo para pensar sobre cada protagonista de estas historias.
Para mi es un libro que hay que leerlo con detenimiento, permitirse habitar las crónicas y darle el espacio de reflexión que puedas necesitar al respecto. Se los recomiendo mucho. Destaco la labor de redacción que tuvo el autor para darle a la narración de cada crónica un tinte especial que me gustó mucho.
Destaco también el trabajo de diseño que tiene el libro. Si lo leen, van a ver las relaciones directas de los elementos del diseño con cada crónica, se nota que ninguna decisión del diseño fue al azar. Me pareció espectacular.
Un libro que hace apología de las drogas, pero tan solo bajo el sustento del hedonismo. No hay nada acá en las crónicas que denote objetivismo (que al menos de mi parte esperaba). Tampoco hay alguna cuestión política fuerte para aprobar su uso (creía que iba a hablar en algún momento acerca de legalizar algo).
El libro se divide en cuatro relatos en donde vemos diferentes puntos de vista acerca de drogas y todos ellos son positivos. En este sentido es un libro muy tibio, no se la juega, va todo a la “popular”.
El primer relato lo dan un grupo de travestis, es divertido por momentos, entrable y audaz, ya que hablan del paco y la adicción a él.
El segundo enfocado a la merca y vinculado con la dictadura militar, que le da valor agregado.
El tercero nos habla de hongos, de alucinógenos, de esa droga que ya denota un buen nivel adquisitivo.
Y el último relato es el del propio autor y lo vincula con su madre, que podría haberse obviado y nos dice poco y nada acerca de la Ayahuasca.
Como les dije, no es nada jugado el libro, las veces que habla de adicciones las minimiza aludiendo a que las personas con voluntad propia salieron (que esto no lo dudo) y carecen las 161 páginas de datos duros.
Esta colección de 4 relatos me dejó reflexionando bastante, pues creo tener una historia con y conocimiento de las drogas relativamente extenso. Sin embargo, hay algo en las experiencias tan crudas de las primeras dos historias, una visión tan puntual y desgarradora de la necesidad entremezclada con la belleza de la superación estando TODO está atravesado por un lente arcoíris producto de la homosexualidad del siglo pasado (setentas, ochentas, noventas) y el trabajo sexual liderado por chicas trans que, genuinamente, resignifiqué ahí mismo mi relación no solo con las drogas sino con lo que es cuidarse, tenerse en cuenta, distinguir recreativo de nocivo y hasta dónde se admite uno tener un consumo problemático. Por otro lado, los otros dos relatos (que admito, empaticé y disfruté mucho más los primeros dos) me dejaron un abrazo cálido de lo conocido, de lo que es la droga recreacional pero bien intencionada, lo que es el proceso de juntarse y compartir con otrxs pero estando unx en la suya, probando, tanteando, reflexionando. Quedé con muchas ganas de leer más de Marcos, la verdad, súper disfruté.