Lo que me llevó a comprar este cómic fue ver qué prometía: una historia tranquila y comfort. Conoces pueblecitos de Tokio y la cotidianeidad de los barrios que aparecen en las viñetas al mismo tiempo que lees reflexiones bastante interesantes en las conversaciones de los protagonistas. Y que encima uno de los protas sea el perrito fantasma que acompaña al chico solo mejora la trama aún más. En el apartado artístico tengo que destacar la belleza de los paisajes y los detalles de los edificios, ya que no hay momento en el que no sean preciosos. En definitiva, un cómic muy disfrutable.