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208 pages, Hardcover
First published February 12, 2013
“Pero esta recién llegada —esta forastera— era diferente, no era mejor que cualquier porción de terruño ignorado y sin dueño en tierras comunales. Y como cualquier pichón o liebre en un coto, era una espléndida pieza de caza.”Tal barrera es levantada por el autor en un escenario en el que no se especifica época ni lugar, aunque las características feudales y agrarias de la aldea nos remonten a una dura edad media en la que abundan los motivos de temor y desconfianza. Unos motivos que son alentados provechosamente por los señores feudales como útil forma de dominación. Unos motivos que se multiplican en épocas de escasez y que son más intensos contra aquellos con los que no se comparte una cultura o un origen y para los que su propia miseria juega en su contra.
“—Tú no amas realmente la cebada, Walt —solían decir, algo terrible y que dejaba aún más en evidencia mi cobardía—. A ti no hay quien te haga fermentar.”El hecho de haberse criado con el amo le ha proporcionado una cultura que le ha inclinado a la reflexión, que le ha dotado de un rico vocabulario y una elegante prosa que no le ha procurado precisamente grandes simpatías entre los habitantes de la aldea pero que sí valoramos debidamente sus lectores.
“Esta tierra no permite que dudemos o descansemos. No quiere que nos hagamos a un lado para comentar su belleza o componer canciones en su honor, pues no tiene tiempo para escucharlas. Lo único que quiere es que no nos agotemos para poder seguir adelante con nuestro duro trabajo. Quiere ver callos en nuestras manos, quiere ver nuestros cuellos y antebrazos negros como el roble en la chimenea; nos quiere flacos y nervudos a causa del trabajo. Nos somete bajo su yugo desde el amanecer hasta que las últimas luces se extinguen, sólo para después atormentarnos durante la noche. Esas son las rentas que hacían graznar al zorzal. Nuestra gran tarea año tras año es defendernos del hambre y derrotarlo con nuestros aperos y herramientas. El clamor es ensordecedor. Pero así es como hemos de vivir nuestras vidas.”Y con la misma belleza con la que nos describe los ambivalentes lazos que los une a la tierra nos describe las relaciones que mantienen con sus escasas pertenencias, con los vecinos, con Dios, al que guardan un cierto resentimiento por las duras condiciones de vida que les ha impuesto y para el que no han construido una iglesia pero sí levantado una cruz de madera frente a la que oficiar matrimonios, bautismos, pompas fúnebres, consagrar el maíz, dar gracias por las cosechas, bendecir los arados, y usar de picota con espacio suficiente para atar a dos hombres.



"As I've said, we are not a hurtful people. We are, though, fearful, proud and dutiful. We do what must be done."
"But, as I've said, these fields are far from anywhere, two days by post horse, three days by chariot, before you find a market square; we have no magistrate or constable; and Master Kent, our landowner, is just. And he is timid when it comes to laws and punishments."
"..they took the castling lane beside the manor house and strode with devilry in their steps-the kind that can flourish only on a day when there's no other work to do-toward the one remaining twist of smoke."
"Secrets are like pregnancies hereabouts. You can hide them for a while but then they will start screaming."
"I am holding my breath, not to he discovered. How silent it has become, beyond the pelting rain. I fear there's no one living anywhere. The night is ponderous. No owl or fox is keen to interrupt the darkness. It seems that even the trees have stopped their stretching and their creaking, their making wishes in the wind, to hold their breaths and stare like me toward the pillory."
"A mighty storm of reckoning was on its way, if there was any justice in the world. The air was cracking with the retribution and damnations that, in my hearts of hearts, I knew that some of us deserved. I prayed that this was just a dream and that soon the couldn't-care-less clamour of the sunrise birds would rouse me to another day, a better day, a bloodless one, one in which, despite my hand, I'd do my common duty and drag up a log or stone to make that short man tall. I prayed that time would turn back on its heels and surprise us with a sudden billowing of breath beneath the baling cloth."