La escritura de haikus sigue siendo una parte esencial de la educación básica japonesa. Vicente Haya, uno de los grandes conocedores del género, reparó en que los haikus escritos por niños encerraban más de una enseñanza. «Solo los verdaderos poetas y los niños –únicamente los que sienten en carne viva– son capaces de ver el mundo: los demás estamos desahuciados», afirma Vicente Haya quien, con un punto de sana provocación, invita a distinguir un haiku escrito por el clásico Buson de otro obra de un niño de nueve años.
El haiku rechaza las imágenes poéticas, no requiere erudición; ¿qué mejor forma de canalizar la pura imaginación del niño? Escribe una niña de seis años: «Las hormigas en fila / suben por una hoja de hierba... / y enseguida bajan». Y un niño de siete años: «Mientras me reñían / por haber cogido el girasol, / yo miraba la flor». El lector tiene entre sus manos una singular lección de poesía y vida en forma de colección de espléndidos poemas. Que sean niños los que los han escrito es lo de menos. Y lo de más.
Vicente Haya es doctor en Filosofía, traductor de poesía japonesa y discípulo de Reiji Nagakawa. Afincado en Barcelona, imparte cursos de introducción al haiku. También es profesor eventual en la Universidad Nacional a Distancia desde 2005 y conferenciante especializado en diálogo interreligioso.
Un hermoso libro que compré hace varios años en una feria del libro. En La Inocencia del Haiku, el autor argumenta que el haiku no solo puede ser escrito por los maestros que dominen este arte ancestral, sino que, al llevarlo a su origen más puro y profundo, puede ser escrito por todo aquel que pueda capturar toda la esencia de un momento para plasmarlo de una bella manera en letras. ¿Y quiénes pueden sentir el mundo de la manera más pura si no los niños?
Algunos más tiernos e ingenuos que otros, algunos verdaderamente profundos en su simpleza, pero todos los haikus incluídos en esta compilación les harán redescubrir de una u otra manera la belleza del mundo cotidiano y que algunas veces solemos ignorar al tomar muchas cosas como un hecho.
Este libro es una compilación de Vicente Haya con una selección de poemas en formato haiku de poetas japoneses menores de 12 años. Para los que no lo sepan, un haiku es un poema muy corto, de solo tres versos, y con una temática relacionada con la naturaleza y la vida cotidiana. En esta ocasión, los autores son niños desde los 5 años hasta los 11.
Este libro surge realmente como un experimento del autor para demostrar que el haiku, además de ser ejercicios de tradición japonesa, no tienen siempre por qué estar escrito por grandes maestros, sino por cualquiera siempre que se lleve al concepto primitivo del haiku. Todo esto lo cuenta en una magnífica introducción.
Los poemas, al estar escrito por tantos autores distintos y de diversas edades, son también muy variados. Sí es cierto que la gran mayoría de ellos hablan de la naturaleza, de los campos de arroces o de animales e insectos. Pero hay otros que, pese a su simplenza, son muy profundos. Hay uno en especial que habla de la tumba de su madre. Son haiku que muestran una tremenda inocencia, una visión del mundo que un adulto puede pasar desapercibido.
En cuanto a la edición, este libro tiene una edición bilingüe. Encontramos los poemas en japonés, su transcripción y la traducción al español. Hay algunas notas finales de palabras japoneses que no tienen una correcta traducción al español, generalmente plantas o comidas.