Narra las caóticas andanzas de un grupo de variopintos y desequilibrados personajes en medio de un apocalíptico mundo abocado a su inminente destrucción.
Me he divertido muchísimo con este libro. Su mezcla de zombis, un grupo de enfermos mentales, un interesante protagonista y mucha, mucha acción hace de este libro una buenísima opción para pasar un buen rato. Su segunda parte ya está en mi lista de próximas lecturas. Totalmente recomendable.
Un libro que disfruté muchisimo que si bien no respeta al 100% el género de los zombies, tampoco lo destruye. Da para pensar.....quizás si todos fuéramos unos locos esquizofrénicos, podríamos salvarnos de una eventual pandemia de muertos vivientes.??????
Debo confesar que me entretuvo de principio a fin. El humor negro del personaje principal que narra la historia (un esquizofrenico y su voz alterna conocida como el Cabrón Paranoico) y sus amigos: Nicolai, Chanqui, Anestesia, Follacamas me sacaron varias sonrisas al leer la historia. La historia se desarrolla en un mundo apocalíptico que ha sido victima de una extraña epidemia, donde zombies,infectados, un culto que quiere destruir al protagonista y un grupo que busca respuestas y el porque el interés en el protagonista van desarrollando la historia capítulo a capítulo, donde vemos los apuros que pasan para sobrevivir en el caótico mundo en el que se ven inmersos. Una historia divertida y diferente a las otras de zombies que he leído, donde el humor no deja lugar al terror, pero si al suspenso de que pasará...
El autor, Santiago Sánchez Pérez aparece en Lecturalia como escritor y crítico de cine. Pues como crítico de cine no le he leído, pero con el 85% de esta novela, “El camino de la cabra I”, ya he tenido suficiente de su prosa.
Positivo Decir que ha conseguido que no deje de leer hasta ese 85% que digo (de un total de poco más de 200 pags). Y teniendo en cuenta que últimamente abandono si pudor alguno las novelas que no me motivan a leer, pues es bastante decir. Y eso sustentado porque ha sabido generarme interés con el “¿y ahora qué va a pasar?” y porque la narración es fluída. Y eso lo positivo.
Mejorable Los personajes no tienen cuerpo ninguno. Son maniquíes que hacen cosas, no te crees ni al protagonista. Y no he llegado a empatizar tampoco ni con uno solo. Los nombres…¡ay los nombres!... con deciros que uno es “follacamas” ya os hacéis idea. Y de este “follacamas” me repelía todo lo que leía. ¿Qué a alguien le puede gustar ese humor? Pues bueno, supongo, pero su edad mental no creo que llegue a los 30 años ni de coña. El lenguaje. En mis gustos, si metes palabras malsonantes que sean con medida. Abomino de las pelis americanas que se ven últimamente en el que tiene las blasfemias o “joder” o “coño” o “chúpamela” o “tetas” o “polla” o similar a todas horas en la boca (véase muchas de Adam Sandler, por ejemplo). Esta novela no exagera tanto como esas pelis pero tira bastante de ellas. No me parece necesario. La trama. Unos cuantos personajes que se escapan del manicomio y les pasan cosas. ¡Ah, sí!, que quieren llegar a Disneyland Paris en medio de una España rural con zombis caníbales. Pues bien, pues vale. Cierto punto de originalidad en los “pastores” de zombis.
Me mata La puntuación. El uso de las “comas” para ser más preciso. Le sobran un montón de ellas y eso a mí me ralentiza la lectura y me la hace incómoda. Cuando el protagonista sueña con tonterías. Eso ha pasado al ese 85% en el que ya he abandonado. Nunca entiendo que los pasajes oníricos aporten nada a una trama.
Y se llevaría un 5/10 que traducido a estrellitas no me da para ponerle la tercera. Toda vuestra la novela y todo vuestro el autor.
Es tan difícil encontrar buena literatura zombie (hablo en serio). La que no es pueril es ingenua o de una simpleza ofensiva, y esté libro tiene todo lo anterior.
Es una pérdida de tiempo leer libros como éste. Por eso Max Brooks es tan bueno, porque se toma en serio el tema y al lector, a diferencia de este título. Pésimo.