Nadie, al finalizar la lectura de El ángulo del horror , podrá estar seguro de no encontrarse con que los objetos más habituales, la casa natal, los familiares o amigos han cobrado una apariencia insospechada. Y es que desde la primera línea entramos en un mundo en el que la quietud, el desconcierto, las extrañezas de la vida cotidiana y a ratos un aparente disparate conspiran para dejarnos entrever oscuros mecanismos del alma. Aunque, ¿tiene algo de anormal que a Marcos le guste deambular desnudo por casa arrancando los más tétricos sonidos a su querido helicón ? ¿Parece raro que un niño se crea, por error, el único destinatario del legado del abuelo ? ¿Acaso el clima de tensa expectación que se crea cuando Carlos descubre el terrible ángulo no recuerda algo ya vivido por cualquiera ? Y ¿quién no ha sentido la exasperación de la Flor de España , agobiada por la conversación trivial de una mujer obsesiva ? Nada es alucinación, todo es real. Pero algo se quiebra irremediablemente en algún lugar.
Helicón 4/5 El legado del abuelo 4/5 El ángulo del horror 5/5 La Flor de España 3/5
Cubas es una cuentista que domina muy bien el ritmo y la cadencia de las palabras, y lo sabe combinar con unas atmosferas enrarecidas y un juego con el fantástico que acaban conviertiéndose en brillantes alegorías existenciales. Sobre todo el cuento “El ángulo del horror” es una obra maestra de cómo construir un relato con una aparente sencillez que se convierte en una metáfora del paso al edad adulta y el descubrimiento de la propia muerte.
Cuentos sobre el horror cotidiano, costumbrista. Es como contar una historia de fantasmas pero con los fantasmas de la mente, en plan con los miedos de dentro y la introspección, o yo que sé, algo así. El caso es que me gusta lo que escribe esta mujer. El último cuento me ha desquiciado para sacarme una carcajada al final :D
A pesar de que el cuento que le da título al libro suele ser incluido en toda antología de terror español contemporáneo, me animé a leer a esta autora por la tesis Sintaxis del terror de Jonathan Rosas. Si bien tres de los cuatro cuentos no podrían considerarse terror u horror (esa "sensación viscosa mucho más imprecisa que la pura y simple situación terrorífica”), comparten una buena dosis de extrañeza y humor negro (que dejarán ver tus colmillos) y una prosa muy ágil, elegante. Sin embargo, la estrella de la colección es "El ángulo del horror" que, como ya señalé, es todo un clásico. La historia, apunta Jonathan, "es una mezcla de transformación, descubrimiento, desconocimiento, vampirismo, fantasmas y terror", que me hizo recordar a "El Horla" de Maupassant. Afortunadamente, se consigue gran parte de su obra (Tusquets) en nuestro país.
Helicón (4/5 estrellas) El legado del abuelo (4/5 estrellas) El ángulo del horror (4/5 estrellas) La flor de España (3/5 estrellas)
Me adentro por primera vez en el universo fantástico de Cristina Fernández Cubas con El ángulo del horror con un resultado más que satisfactorio. Lo primero que destacaría es el estilo de la autora, engañosamente sencillo y muy trabajado para guiar al lector hacia el desenlace sin sobresaltos. Aunque no en todos los relatos irrumpe lo fantástico, este sobrevuela el libro con un manto onírico en el que la realidad y el velo se confunden. Especialmente destacable es el cuento que da título al libro cuya premisa metafísica es de una inquietud muy lograda. Seguiré leyendo a Fernández Cubas.
Quizá no sean relatos de horror como tal pero sí dejan un sensación extraña y un tanto incómoda en ocasiones. Una lectura que te atrapa y aborda situaciones desde puntos de vista curiosos. Mis dieces.
En El ángulo del horror, Cristina Fernández Cubas confirma su maestría como narradora de lo extraño y lo inquietante. El volumen reúne relatos donde lo real se desliza imperceptiblemente hacia lo fantástico, no con estridencias, sino con una sutileza que atrapa y perturba.
Los personajes se mueven en escenarios reconocibles —casas familiares, espacios íntimos, ciudades cotidianas—, pero basta un pequeño quiebre, un ángulo apenas torcido de la realidad, para que lo siniestro irrumpa y desestabilice todo lo que creíamos seguro. Ese “ángulo del horror” es, en realidad, la mirada que se atreve a ver lo que otros ocultan o ignoran.
El estilo de Fernández Cubas se muestra aquí en toda su potencia: una prosa elegante y precisa, de ritmo contenido pero cargada de tensión, que envuelve al lector en atmósferas ambiguas donde nada es lo que parece. Sus cuentos no buscan el golpe de efecto fácil, sino la persistencia de una inquietud que acompaña mucho después de cerrar el libro.
Con este volumen, la autora se afianza como una de las grandes voces del cuento fantástico contemporáneo en lengua española, dialogando con la tradición de Borges y Cortázar, pero aportando una sensibilidad propia, especialmente centrada en lo íntimo, lo femenino y lo secreto.
El ángulo del horror es, en suma, una obra esencial para entender cómo la literatura puede explorar lo insólito sin abandonar la sutileza ni la belleza formal, y cómo lo inquietante habita, silencioso, en los resquicios de la vida cotidiana.
Aunque la mayoría de relatos no sean de por sí de género, el de terror ("El ángulo del horror", que da título a la colección) es excelente y debería estudiarse en más de un centro (o dos). "Helicón" es perturbador; "El legado del abuelo" ahonda con humor negro en la memoria colectiva respecto a un hombre amargado y gruñón que decía no tener dinero ni propiedades para sus hijos y "La Rosa de España" habla de una tienda y una clienta muy, muy insistente, quizás demasiado. En definitiva, otra obra de Cubas bien disfrutada.
Me fascina Cristina Fernández Cubas. Sus cuentos están en un lugar muy específico: siempre puedes esperar un giro raro, sin estar seguro de hacia dónde. En cualquier caso, siempre es un placer leerla. Hay pocos textos ya que me mantengan atento de principio a fin, deteniéndome en las palabras.
Con todo, las cuatro historias de este volumen o están entre mis favoritas (aunque “La flor de España” es tremendísimo) y, aviso a navegantes, este volumen se incluye íntegro en “Todos los cuentos”.
No es el mejor libro de Fernández Cubas, pero igualmente se disfruta mucho, sobre todo los dos primeros cuentos que logran atraparte y al terminarlos te dejan una buena sensación. Si te gustan los cuentos bien contados, con una trama sólida y una escritura amena que hace fácil la lectura, esta escritora es para vos.
"Y aquí, en este punto, comprobé con alivio que la misma familia que días atrás no hacía más que hablar, repetir frases o palabras que el abuelo nunca pronunció, se había quedado muda."
Así yo. Estos cuentos no terminaron de cuajar mucho conmigo. Pero bueno, de toda lectura se aprende algo.