«Formas breves» es una recopilación de textos misceláneos que el propio autor describe como «páginas perdidas en el diario de un escritor». En ellas reflexiona sobre la literatura, desde la ficción hasta el pensamiento crítico; desde el diálogo con los autores que se han convertido en la estela de su obra e imaginario Arlt, Macedonio, Borges, Gombrowicz, Kafka, Chéjov, Joyce y Hemingway, entre otros hasta los temas más abstractos, como la naturaleza del relato corto o el punto de inflexión entre realidad y ficción. Este es un homenaje a la literatura misma; un lugar donde se pone en juego su doble filo: una ficción que se lee como una verdad apócrifa y un realismo que aparece como un artificio veraz.
Ricardo Piglia was an Argentine author, critic, and scholar best known for introducing hard-boiled fiction to the Argentine public. Born in Adrogué, Piglia was raised in Mar del Plata. He studied history in 1961-1962 at the National University of La Plata. Ricardo Piglia published his first collection of fiction in 1967, La invasión. He worked in various publishing houses in Buenos Aires and was in charge of the Serie Negra which published well-known authors of crime fiction including Dashiell Hammett, Raymond Chandler, David Goodis and Horace McCoy. A fan of American literature, he was also influenced by F. Scott Fitzgerald and William Faulkner, as well as by European authors Franz Kafka and Robert Musil. Piglia's fiction includes several collections of short stories as well as highly allusive crime novels, among them Respiración artificial (1980, trans. Artificial Respiration), La ciudad ausente (1992, trans. The Absent City), and Blanco nocturno (2010, trans. Nocturnal Target). His criticism has been collected in Criticism and Fiction (1986), Brief Forms (1999) and The Last Reader (2005). Piglia resided for a number of years in the United States. He taught Latin American literature at Harvard as well as Princeton University, where he was Walter S. Carpenter Professor of Language, Literature, and Civilization of Spain from 2001 to 2011. After retirement he returned with his wife to Argentina. In 2013 he was diagnosed with amyotrophic lateral sclerosis; he died of the disease on January 6, 2017, in Buenos Aires, Argentina. During his lifetime Piglia received a number of awards, including the Premio internacional de novela Rómulo Gallegos (2011), Premio Iberoamericano de las Letras (2005), Premio Planeta (1997), and the Casa de las Américas Prize (1967). In 2013 he won Chile's Manuel Rojas Ibero-American Narrative Award, and in 2014 he won the Diamond Konex Award as the best writer of the decade in Argentina. In 2015 Piglia won the Prix Formentor. On January 4, 2018, his memory was honored in New York City at "Modos infinitos de narrar: Homenaje a Ricardo Piglia," an event at which academics discussed the impact of his work on Latin American literature and intellectual history and his legacy as a literary critic and scholar.
Piglia es un maestro. Ya se que es una obviedad lo que digo, pero la sencillez con la que mira, esa mirada lúcida que lee y ve cómo se entrecruza la literatura y la vida, es maravillosa. Diría que sus ensayos son para cualquier persona que ame leer, que tenga curiosidad de lo que se construye detrás de los relatos. Pasa por la novela policiaca, el cuento (amé eso de que en un cuento están dos relatos, el que sucede, y el que no sucede, me dan ganas de leer cuentos y ver si lo encuentro), Chejov, Hemingway, Joyce y el psicoanálisis, Borges, Arlt, Macedonio Fernandez, el maravillosos Kafka. Hay que leer todo Piglia, es para entender, casi diría que más que para entendidos.
"Formas breves" es una lúcida y sentida valoración de Ricardo Piglia de sus escritores preferidos (Macedonio Fernández, Robert Arlt, Jorge Luis Borges, James Joyce, Witold Gombrowicz, Franz Kafka, Ernest Hemingway) así también como el ejercicio de la crítica literaria y un homenaje total de la literatura que es tan particular como universal. Párrafo aparte para el capítulo "Tesis sobre el cuento" en el que Piglia como Julio Cortázar en "Obra Crítica 2" o Edgar Allan Poe en el "Método de composición" solo por poner dos ejemplos, nos ofrece, a partir de un breve relato de Chéjov cómo podemos arribar a distintos finales según el tipo de escritor y de cómo un cuento nos relata una trama visible y otra oculta que sale a la luz preferentemente sobre el final. Simplemente brillante.
Decir que Piglia es lúcido es un cliché. Decir hay un antes y después en la narrativa latinoamericana con Piglia, no tanto. Si Bolaño es la escritura en ebullición, Piglia será el comienzo y condición de toda escritura. Es nuestro Ezra Pound para la narrativa.
Piglia fue una de las mentes más preclaras de la literatura en español, una mirada aguda alimentada de un amplio conocimiento de la literatura que le permitió firmar un libro como éste, una especie de amalgama de ensayos, crítica y ficción que resulta un artefacto literario fascinante y estimulante, casi como una clase maestra en diferido. No hay página que no me interesara o me apeteciera pasar de largo. Si Borges decía que leer es pensar con la mente de otro, leyendo a Piglia puedes pensar la literatura argentina y universal con una sagacidad de altísimo octanaje. En parte me recordó a otra maravillosa miniatura, El ojo castaño de nuestro amor de Cartarescu, con la que comparte no pocas complicidades y similitudes, aparte de la felicidad con la que aborda los diversos asuntos literarios.
Costaría escoger entre ese mar de observaciones brillantes, frases lapidarias y sabias reflexiones. Si acaso me quedo con Nueva tesis del cuento, dónde tras una reflexión acerca de la evolución del cuento moderno se permite imaginar variaciones entorno a un mismo tema empleando los ojos de Borges, Hemingway o Kafka. Sencillamente asombroso.
Eso sí, quizás sea una obra que es mejor degustar después de haber recorrido el corpus más importante de la obra de Piglia, pues las resonancias con sus obras anteriores lo hacen más vibrante.
Las mudanzas operan de formas muy extrañas. Esta última consistió que me mudara no solo de departamento, sino también de ciudad. Cualquiera que tenga una biblioteca, no importa el volumen, sabrá que mudarse puede ser todo un dolor de cabeza. Y de espalda.
Mamá me hizo el favor de empacar algunos libros y enviármelos, conocedora de que ellos forman parte de mí. No envió tantos temiendo que Rebeca me regresara con todo y libros, jajaja, pero envió suficientes, ¿suficientes? Sí, suficientes.
Ordené unos cuantos en el único librero que poseo, y los demás los separé para meterlos en cajas, sea porque ya los he leído y no pienso volver a releerlos, o porque se vinieron "por equivocación". Entre estos últimos, a mero arriba de un pequeño altero, había dejado Plata quemada y este: Formas breves, de Piglia.
Hojeé un poco el segundo, y comencé a sopesar la idea de releerlo un poco. La mañana del domingo, muy temprano, de madrugada aún, un dolor en el estómago me despertó y me mandó al baño. Alcancé a tomar este libro y comencé a releer. Aunque siendo sincero, creo que comencé a leerlo por primera vez.
¿Ensayo literario? ¿Crítica? ¿Cuaderno de notas? ¿Ficción? Qué más da. Piglia es un cabronazo. De golpe me hizo recordar la obsesión que me dio con la Argentina y su literatura. Ese amor a las letras, al placer de la lectura y de la escritura. De pronto estaba leyendo artículos y reseñas sobre Piglia y se me metió la idea de que tenía que leerlo completo y que debía correr a buscar Blanco nocturno.
Hoy compré el libro. Y acabo de terminar de leer este otra vez. O mejor dicho: de nuevo.
Uno pareciera que se sumerge en una cátedra de literatura. En un taller literario soberbio, donde un narrador juega con versiones imposibles de relatos increíbles: versiones de Borges, de Kafka, de Hemingway a un argumento de Chéjov, a un relato de Calvino (Italo).
Asombroso. Y en el camino deleita con ideas muy bien trabajadas sobre el acto de creación literaria, de la narración y oralidad en el texto escrito, de la lectura como acto necesario para comprender el mundo.
En una construcción magnífica, leemos a Piglia, leemos una idea de cómo lee Piglia a unos cuantos autores fundamentales; leemos un poco a la distancia a esos autores; nos imaginamos a otros. Lo leemos a Piglia pero no solo nos invita a seguir leyéndolo a él, sino también a otros autores. Nos "habla" de él. Y de los otros. Y entonces, estas breves formas, estas en apariencia inofensivas lecturas, comienzan a ramificarse en lecturas posibles y futuras, en otras lecturas que ya han sido; y que no volverán a ser. Serán nuevas aunque sean relecturas.
Piglia, Vila-Matas, y mi adorado Bolaño: tres nombres que siempre estarán presentes —y a la vista, ya no meteré en cajas los libros de Piglia— en mi biblioteca, y a los que volveré a leer con gusto, y atención.
Pienso en artistas capaces de contagiarnos el deseo de crear. Veo las biografías escritas por Leila Guerriero en la brevedad de sus perfiles. Imagino a un Nicanor Parra, los ojos elucidados por la vejez, enterrando a un gato feral en el patio de atrás de su casa mientras sigue dándole vueltas a la mejor traducción de la imprecación que dedica el bufón al rey en su Lear. Imagino a Ricardo Piglia, sentado tranquilo en un cuarto de murmullos mientras atiende el teléfono para dictarle a una amiga palabras de luz. Imagino a Hebe Uhart con las manos llenas de tierra y la hiedra trepando al borde de su imaginación para decirle, y en palabra suya a todos vuestros devotos, los secretos de un mundo incapaz de existir, pero presente entero en las venas de las hojas de las enredaderas. Imagino a José Antonio Suárez trazando sin pensar la línea donde explica una y otra y otra y otra vez a periodistas ineptos la misma cosa: que crear es crear y no cualquiera de esas metáforas con las cuales complican las gramáticas de sus suplementos culturales. Los imagino y siento crecer en mí ese cariño al oficio, esa dedicación sincera y calma al tiempo que artificiosa e imparable que bien conocen orfebres, zapateros, jardineras, calígrafas y hechiceras. Dijo una vez Ángel García en una conferencia que el futuro del mundo era el monacato, el dedicarse cada quien a su oficio con el alma y el cuerpo enteros. Lo pienso ahora, cuando termino de leer Formas breves de Ricardo Piglia, y asiento, y le digo que sí, que a lo mejor sí, y me siento y escribo y leo y procuro que también yo encuentre con qué construir la fortaleza de mi soledad para que sean sus puentes amplios y largos y cualquiera pueda cruzarlos con la misma facilidad con que yo los cruce para visitar al mundo.
Piglia es, entre mis aprendizajes de los últimos años, una constante luminosa. Poco después de leer su Respiración artificial quedé prendado del afán de constituir una ficción semejante. Imitar lo leído es amarlo, y padecer su presencia con la frustración del Oates cuando descubre la bandera de Amudsen. Sin embargo, para fortuna de los oficiantes en la palabra, el mundo de la ficción tiene polos infinitos (que son, por supuesto, el mismo polo, pero podemos mentirnos para negarlo, o admitirlo soterradamente con la fe de los carboneros) y cada bandera plantada no es sino la posibilidad de una nueva expedición. Se requiere, por supuesto, regresar con vida, y el descenso es arriesgado y lento el camino de vuelta. Escribir sobre ello es una forma de volver, de retornar con lo aprendido. Este texto es mi camino al revés. Primero he ido, de mano de Piglia, a los límites del cuento y el mito, disfruté con las anécdotas donde la casualidad se fija como uno de los atributos de dios y la realidad aparece como un texto de ficción. Estuve en Borges, donde siempre está uno cuando está en Borges: en ese campo vacío donde pinta el viento las travesías del lenguaje. Me perdí en la noción de tragedia y psicoanálisis justo después de haber decidido, en el mundo de la vida, empezar terapia para esclarecer puntos grises en el mapa (ahora, luego de Piglia, sabiendo que esos grises volverán a configurarse porque su sentido es existir y nada, absolutamente nada, puede escapar de su sentido). Retocé en los campos de juegos de Arlt, de un Macedonio Fernández al que todavía no leo y que quizás no lea nunca, pero con cuyo Museo de la novela de la Eterna sé que me unen desde antes del tiempo la pasión por las colecciones, las series, y las ficciones de archivo (tal vez, en el Gran Museo de Budapest ya Cartarescu me contó de qué va la obra del argentino).
Regreso de Piglia, pues, con mi hábito raído y gastado, con las trazas del viaje sobre el alma (un alma literaria, hecha de estas y otras palabras y la maestría próxima a comenzar si todo sale bien y los proyectos de escritura madurando en los cajones del escritorio del cuarto de trabajo de la memoria) y los hilos listos para reparar mi uniforme. Porque también yo, monje a mi modo, aspiro al silencio donde es posible decir para repetir lo que tantos, antes que yo, ya dijeron.
Leer de cómo se escribe, se piensa y se lleva adelante contar una historia, se puede transformar en una interesante lectura. Piglia con su sabiduría a cuestas en breves ensayos: narra desde su vida de hoteles, teorías sobre cuento, análisis de escritores argentinos y cómo se puede pensar la literatura por los años 2000 (1999). Maravillosa lectura para toda persona interesada en adentrarse un poco más sobre procesos creativos e imaginación en tiempos que debe ser una buena aliada para enfrentar un claustro social.
Peguei o livro para relembrar as "Teses sobre o conto", porque o texto havia sido citado em um curso que estou fazendo, acabei lendo todo esse simpático livrinho, que o autor chama em certo ponto de "páginas perdidas de um diário de escritor" - o que é de uma falsa pretensão imensa, ou uma grande exaltação da prática diáristica, não sei.
Seja como for, a inteligência clara. analítica e curiosa do Piglia se faz presente em cada ensaio. A capacidade de leitura e as conexões inspiradas povoam as cento e poucas páginas desse pequeno volume, bem como o seu cânone pessoal: Borges, Macedônio Hernández, Arlt, Poe, Tchecov.
Oor fin puedo decir que he leído a Piglia, y el comienzo ha sido inmejorable, estos pequeños relatos-ensayos están llenos de sapiencia y saber estar; es apasionante su disección de las fórmulas utilizadas para componer un cuento para al fin elaborar una pequeña tesis del cuento que embriaga por su lucidez. Todos y cada uno de ellos constituyen pequeñas dosis de buena literatura. Seguiré con Piglia, eso lo tengo claro.
Lo único que puedo decir es que hemos tenido (o hemos creado) gracias a Dios a uno de los mejores críticos y escritores que la literatura argentina (y la crítica, claro) pudo tener. Desde acá, te saludo Ricardo. Claro y sublime, supo separar los gajos de autores crípticos para muchos. A su vez esos gajos se combinan sin problemas según una lógica comprobable. Nada más para decir. Queremos tanto a Piglia, gente.
Mini colección de ensayos, resaltan el referido a Gombrowicz y la tradición argentina así como el de psicoanálisis. También contiene su teoría del cuento
“En este libro he trabajado sobre relatos reales y también sobre variantes y versiones imaginarias de argumentos existentes. Pequeños experimentos narrativos y relatos personales me han servido como modelos microscópicos de un mundo posible o como fragmentos del mapa de un remoto territorio desconocido. La literatura permite pensar lo que existe, pero también lo que se anuncia y todavía no es.”
Ricardo Piglia define a Formas breves (1999) como páginas perdidas en el diario de un escritor, como el intento de una autobiografía o, simplemente, como tentativas de ensayos críticos. Lo cierto es que este pequeño libro engloba en cada párrafo una reflexión exquisita y profunda acerca de la literatura. Piglia logra condensar en pequeñas frases, pequeños mini-ensayos, pensamientos vastos acerca de la figura del narrador, el artista, la obra, el lenguaje e incluso de la vida misma.
Mediante un estilo poético y muy lúcido, Formas breves también se define como un homenaje a la crítica literaria y a la literatura universal. Piglia despliega toda su biblioteca íntima con armonía e intelecto, es decir, aúna sus memorias lectoras y anécdotas personales para explicar los efectos estéticos que producen algunos escritores.
En el primer capítulo, Hotel Almagro, Piglia nos brinda un indicio de lo que será Formas breves con una frase extraordinaria de los hoteles: “Vivir en un hotel es el mejor modo de no caer en la ilusión de tener una vida personal, de no tener quiero decir nada personal para contar, salvo los rastros que dejan los otros.” ¿Acaso no es la literatura los rastros que dejan los otros? ¿Acaso no transformamos esos rastros en algo propio? ¿Acaso no compartimos esa transformación para que la completen los otros? Piglia me hace reflexionar sobre estas cuestiones.
También recomiendo ampliamente los capítulos Notas sobre Macedonio en un Diario, Los sujetos trágicos y Tesis sobre el cuento.
Hace unos años fui con un colega a comprar libros en la calle Corrientes. Mi compañero vio este ejemplar y dijo “Formas breves es excelente, excelente, pero excelente.” Pienso que esa triple adjetivación con estilo modernista define con mucha síntesis y precisión el carácter de Formas breves: un libro para releer y encontrar mil veces esa reverberación adjetiva que suena en cada una de sus páginas.
Entretenido, lo leí buscando algo sobre teoría literaria, tiene unas cuantas cosas imperdibles, pero como bien lo dice el mismo autor, parecieran notas sueltas de diarios. Las últimas dos partes en que habla de los cuentos me parece lo más notable. Nada sobresaliente.
Un "collage" sobre reflexiones y postulados acerca de la literatura. Más que un texto crítico, una carta de amor al lenguaje y al género literario que trasciende más allá de lo analítico. Con una precisión estilística, critica y una sensibilidad extraordinaria. Piglia nos guía y nos enseña a leer y, más importante, a releer. Una obra fantástica.
Un libro para tener abierto siempre. Estas reflexiones acerca de la ficción son también ficciones acerca de la crítica, he ahí el juego de Piglia. Sus páginas nos ofrecen extraordinarias experiencias de lectura. Un ejercicio más completo sería llegar a los libros que allí menciona Piglia.
Piglia, además de un buen novelista, ensayista y cuentista, era un grandísimo lector. Este conjunto de textos, más que ensayos formales, son notas de lectura, entradas en el diario de ese gran lector. Son textos breves, concisos y lacónicos, que recorren temas y autores que Piglia siempre consideró fundamentales: Macedonio Fernández, Arlt, Gombrowicz, Kafka, Poe, Borges, Faulkner, el cuento, el psicoanálisis y la literatura, la forma, los mecanismos ocultos detrás de los grandes relatos, etc. Un conjunto de artículos pequeños estimulantes y entretenidos que abre la puerta a nuevas lecturas, a nuevas relecturas y, quizás, a nuevos autores. Me gustó mucho.
Extraordinário. É o que dá seguir Borges até às suas origens! Depois tive de ir reler "O jardim dos caminhos que se bifurcam" de 1941.
De uma forma simples, Piglia leva-nos pelas mentes de Kafka, James Joyce, Jung, Borges, Poe e até Flannery O'Connor (não estava nada à espera). Pelo meio, de forma muita acentuada, fala-se da literatura argentina e de nomes que me despertaram o interesse, principalmente do mestre de Borges, Macedonio Fernandez.
Há qualquer coisa que raspa o humor quando se tenta descortinar a forma como a literatura é feita.
Este libro da la medida no solo de una escritura particular, sino de un modo de leer, como de-fragmentando la obra de los otros mientras se construyen los fragmentos de la propia. Piglia es un modo de leer, ya sabemos. Pero este volumen corrobora cómo se revisita Piglia una y otra vez. Sus libros y sus intervenciones públicas e incluso los documentales vuelven a lo ya dicho, a los lugares que ya fueron recorridos, son esos los que pertenecen a un trayecto, a una biografía que deja de ser parte de lo privado, como ademán para fijarlos definitivamente en la memoria colectiva.
"A escrita está na origem da divisão do trabalho, segundo Lévi-Strauss. Não há escrita sem opressão, sem desigualdade social, não há escrita sem Estado. Mas a escrita é vista também como a origem do espírito de rebeldia: 'Começou então difundir-se o rancor de quem se esfalfava trabalhando para outros (escrevei Li Po, cita Etiemble); tão engenhosa arte tendia diretamente a solapar as prebendas, os privilégios e o espírito dos poderosos'." Curso breve de literatura. É uma caixa de Pandora. Discorre bela e eficientemente sobre a forma conto. Entre outras coisas. Recomendo fortemente.
En medio de una semana de pruebas en las que no podía permitirme leer nada ajeno a la u, este libro no me soltó ni durante las lecturas académicas (ppts más fomes q lactm). Aun así no sentí culpa de leerlo porque de alguna forma Piglia (o mis delirios) mezclaba(n) contenido de mis materias a las reflexiones y análisis que hace sobre Macedonio, Borges, Gombrowicz y demás. Y aunque me sé su tesis sobre el cuento de memoria, cómo disfruto las lecturas que te motivan a otras nuevas, o volver a conocidas. Sólo espero salvar las pruebas😭 De momento Piglia mi puto canon.
A fascinating collection of short pieces, ranging from mysterious autobiographical moments (but are they in fact real?) to some lucid and penetrating essays on the short story. Piglia stands on the shoulders of those two giants, Borges and Arlt, from which he ventures even farther into the secret nexus of fiction and life. Some pieces demand to be read slowly or repeatedly to truly absorb the intoxicating brilliance of Piglia's vision.
Piglia es fantástico en estos ensayos. Su escritura es agradable y rápida, aunque no por eso deja de ser detallista. Es particular su talento para describir los elementos del cuento, y los ejemplos que emplea para describirlos resultan muy iluminadores. Me quedo particularmente con sus ensayos 'Los Sujetos trágicos (literatura y psicoanálisis)' y los dos últimos (tesis y nuevas tesis sobre el cuento).
Formas Breves es un compilado atípico; tiene ensayos, críticas, ideas y más, en los cuales Ricardo Piglia expone sus ideas acerca de la literatura y de los autores que él considera importantes en el concierto de la literarura no solo americana, si no que también europea. El libro tiene pasajes y secciones interesantísimas; como aquella que analiza algunos de los cuentos de Borges y sobretodo, el que expone acerca de la teoría del cuento.
Piglia el relojero habla de esos pequeños mecanismos ocultos que pueden mover unas manecillas con precisión absoluta. Parece ser que el diseño de los engranajes o su descubrimiento es cosa de cada cual, en cada ocasión, y que, más allá de las técnicas comunes del gremio, resulta ser propio de cada reloj.