With the help of Friedrich Engels, German philosopher and revolutionary Karl Marx wrote The Communist Manifesto (1848) and Das Kapital (1867-1894), works, which explain historical development in terms of the interaction of contradictory economic forces, form many regimes, and profoundly influenced the social sciences.
German social theorist Friedrich Engels collaborated with Karl Marx on The Communist Manifesto in 1848 and on numerous other works.
The Prussian kingdom introduced a prohibition on Jews, practicing law; in response, a man converted to Protestantism and shortly afterward fathered Karl Marx.
Marx began co-operating with Bruno Bauer on editing Philosophy of Religion of Georg Wilhelm Friedrich Hegel (see Democritus and Epicurus), doctoral thesis, also engaged Marx, who completed it in 1841. People described the controversial essay as "a daring and original piece... in which Marx set out to show that theology must yield to the superior wisdom." Marx decided to submit his thesis not to the particularly conservative professors at the University of Berlin but instead to the more liberal faculty of University of Jena, which for his contributed key theory awarded his Philosophiae Doctor in April 1841. Marx and Bauer, both atheists, in March 1841 began plans for a journal, entitled Archiv des Atheismus (Atheistic Archives), which never came to fruition.
Marx edited the newspaper Vorwärts! in 1844 in Paris. The urging of the Prussian government from France banished and expelled Marx in absentia; he then studied in Brussels. He joined the league in 1847 and published.
Marx participated the failure of 1848 and afterward eventually wound in London. Marx, a foreigner, corresponded for several publications of United States. He came in three volumes. Marx organized the International and the social democratic party.
People describe Marx, who most figured among humans. They typically cite Marx with Émile Durkheim and Max Weber, the principal modern architects.
Bertrand Russell later remarked of non-religious Marx, "His belief that there is a cosmic ... called dialectical materialism, which governs ... independently of human volitions, is mere mythology" (Portraits from Memory, 1956).
Leer esto no es leer un libro. Es entrar a un sistema de pensamiento que no se anda con mamadas. Aquí no hay lugar para intuiciones vagas ni frases bonitas: todo está armado como una máquina teórica brutal, que avanza con una lógica implacable, como si el texto mismo supiera que va a sobrevivirte.
La mercancía no es simplemente “lo que se vende y compra”, no. Es el punto de partida del delirio: la célula mínima del capitalismo. Y desde ahí, Marx no construye una crítica, sino una disección. Cada aspecto —el valor de uso, el valor de cambio, la forma-mercancía, el fetichismo— está colocado como una bomba de tiempo. Y lo peor: sigue estallando. Porque en cada objeto cotidiano, en cada interacción del mercado, hay algo que se vuelve extraño, inhumano, casi fantasmal. Eso es el fetichismo. Y no, no se trata de que te gusten los pies. Se trata de que confundas relaciones sociales con cosas. Y lo hacemos todo el puto tiempo.
La sección sobre la plusvalía es, sin duda, una de las más filosas. No sólo por lo que dice, sino por cómo lo dice. Aquí no hay “opinión”: hay método. Lo que uno consideraba sentido común —que el salario es “lo justo por el trabajo”— queda hecho pedazos. El obrero no vende trabajo, vende su fuerza de trabajo. Y lo que se produce con ella es más de lo que recibe. Ese “más”, esa diferencia, ese excedente, es lo que sostiene toda esta mierda. El capitalista no es un ladrón común: es parte de un sistema que lo hace necesario, y por tanto, lo normaliza.
El análisis del tiempo de trabajo es otro escándalo frío. No hay poesía en la jornada laboral: hay explotación medida en horas, en minutos, en latidos. Lo verdaderamente jodido es que todo se ve tan normal. Que hayamos naturalizado la subordinación del tiempo humano a la valorización del valor es quizá la tragedia más silenciosa del mundo moderno.
Luego están las máquinas, el capital constante y variable, la cooperación, la manufactura, la gran industria. Marx te demuestra, con una paciencia casi sádica, cómo el desarrollo técnico no libera al trabajador, sino que lo somete más, lo atomiza, lo vuelve apéndice de la máquina. El progreso, en vez de redimir, profundiza la mierda. Lo que gana el capital en eficiencia, lo pierde el ser humano en dignidad.
Pero quizá lo más cabrón no es el contenido, sino la estructura. Porque este no es un texto que puedas “leer” como si nada. Te exige. Te lanza conceptos, comparaciones, citas, ironías. Hay momentos en que estás agotado, pero no puedes dejarlo. Porque sabes que cada línea tiene consecuencias. Porque hay una inteligencia monstruosa detrás, que lo ve todo, que no deja escapar ni un cabo suelto. Es un texto que piensa por ti, incluso cuando no quieres.
Y claro, no falta quien diga que todo esto es viejo, superado, que ya no aplica. Pura mamada. Es precisamente en lo viejo donde sigue latiendo lo insoportable. No se trata de repetir a Marx como receta, sino de enfrentarlo como lo que es: una teoría radicalmente viva, incómoda, y demasiado lúcida como para ignorarla.
No se trata de estar “de acuerdo”. Se trata de entender que este libro es una puta radiografía de lo que nos pasa, de cómo vivimos, de por qué trabajamos como trabajamos, de por qué estamos tan jodidos y nos creemos afortunados. No hay ideología aquí: hay estructura. Y eso es lo más jodido. Porque no se combate con memes ni con buenas intenciones. Se combate con conciencia, con análisis, con lucha organizada. Y eso empieza, para bien o para mal, por sentarse a leer esto. Aunque duela. Aunque no se entienda todo. Aunque te deje insomne. Porque hay verdades que no se pueden ignorar sin volverse cómplice.
El libro no es apasionante (algunas partes sí, porque refiere a situaciones históricas conocidas, con ejemplos concretos que sirven para ilustrar lo que está explicando). En este tomo se explica el concepto de mercancía (origen, evolución, intercambio de mercancías, EL DINERO!!), del trabajo (fuerza de trabajo como mercancía), el capital (paso de mercancía a capital, etc.), plusvalía (concepto, extracción, plustrabajo, el trabajo, etc.). Al final viene un repaso histórico gordo de situaciones en Inglaterra sobre todo repasando reformas legales, revueltas obreras, etc. Está bien, hay partes de números algo complejas porque abultan mucho que son aburridísimas, pero las partes de fórmulas sencillas son fáciles de comprender.
Está bien, menos complicado de entender de lo que esperaba (aunque se suele decir que el primer libro es el más fácil) y menos tostón. Me sigue pareciendo un libro académico, aunque sí creo que cualquiera con educación primaria y secundaria puede llegar a aprovecharlo haciendo un esfuerzo. Básicamente explica que el capital lo que hace (lo que necesita) para reproducirse y 'crecer' es ir matando a la clase obrera asalariada poco a poco.
Como primera parte de la primera parte que es, solo puedo decir que son los más sólidos cimientos de lo que es una obra cumbre. Obra cumbre no de Marx, ni del marxismo, ni de alguna rama específica del conocimiento, escuela o nación, sino del pensamiento universal.
Y pese a todas las tonterías que se han dicho, sigue plenamente vigente y, aunque evidentemente no es como leer una novela, lo que plantea es plenamente comprensible para cualquiera que le ponga un poco de empeño.
Un libro genial dónde él autor realiza una exploración del sistema capitalista partiendo de las bases dialécticas, mientras examina los elementos constituyentes de la formación de valor de las mercancías dentro del sistema actual. Poniendo los pilares de su teoría del valor-trabajo.
Un clásico. Requiere leer sobre la historia de la economía política clásica y la filosofía alemana del siglo XIX para entenderlo. No podrás estar de acuerdo con todo lo que dice, pero es un indispensable. P.D: la traducción es la mejor que existe en lengua española.
Не совсем то, что я ожидал. Не знаю почему, но ожидал глобальный труд по экономике. Но больше похоже на "Приключения Оливера Твиста" Чарлза Диккенса, особенно последние две трети/половина книги.