RAÚL ZURITA (Santiago, Chile, 1950). Estudió Ingeniería Civil en la Universidad Santa María de Valparaíso. Entre sus libros se cuentan Purgatorio (1979); Anteparaíso (1982); El paraíso está vacío (1984); Canto a su amor desaparecido (1985); El amor de Chile (1987); Canto de los ríos que se aman (1993); La Vida Nueva (1994); El día más blanco (2000); Poemas Militantes (2000); INRI (2003); Mi mejilla es el cielo estrellado (2004); Las ciudades de agua (2006); Los poemas muertos (2006); Los países muertos (2007); In Memoriam (2007); Sueños para Kurosawa (2010) y Cuadernos de guerra (2010). En 1979 crea junto con otros artistas el grupo CADA, Colectivo de Acciones de Arte, dedicado a realizar un arte de resistencia a la dictadura militar. En 1982 trazó el poema La Vida Nueva en el cielo de Nueva York con humo lanzado por aviones; y en 1993, grabó de forma permanente, la frase “ni pena ni miedo” sobre el desierto de Atacama, Chile, que por sus dimensiones sólo puede ser leída desde las alturas. Su poema Canto a su amor desaparecido, encabeza el Memorial de los Detenidos Desaparecidos de Chile. Ha recibido las becas Guggenheim y DAAD de Alemania y entre otros, el Premio Pablo Neruda (1989), el Premio Nacional de Literatura de Chile (2000) y el Premio José Lezama Lima de Cuba (2006). Libros y poemas suyos han sido traducidos a una docena de lenguas. Actualmente es Profesor de Literatura en la Universidad Diego Portales, en Chile.
Raúl Zurita was born in Santiago de Chile. In 1973 he was arrested by the Pinochet regime and imprisoned in the hold of a ship. He was a founder of the group Colectivo Acciones de Arte (CADA), which undertook extremely risky public-art actions against the regime. In 1982 five airplanes wrote his poem “La Vida Nueva” in the sky above New York City, and in 1993 he had the phrase “NEITHER PAIN NOR FEAR” bulldozed into the Atacama Desert in a permanent, two-mile-long installation, visible only from above. Zurita received the Chilean National Prize for Literature in 2000 and the Asan Memorial World Poetry Prize in 2018.
Tres meses en leerlo, de manera no continua. Es impresionante. Misma tónica que en resto de su poesía. Asemeja la geografía de Chile a la barbarie, la decodifica y mezcla. Chile está roto por la dictadura. Hay un tiempo de él con parkinson desde Berlín recordando, otro tiempo de él en Chile el día del golpe o después. Es casi una forma de redención, personal. Alterna con poemas y estructuras universales, alterna consigo mismo y con su familia. Así recicla otros libros, o las ideas y estructuras de otros libros: Purgatorio, el de los cementerios, lo de Atacama. Es una obra completa. Repite estructuras para darle uniformidad. Es iterativo y hasta repetitivo. Las mismas imágenes se repiten una y otra vez, como para que no se olviden. Narra amigos suyos desaparecidos y errores suyos del pasado, ¿se arrepiente? Es redención continua cuando habla de sí mismo, cuando no es universal. ¿Poemas medio en mapuche? ¿Muy chilenos?. No sé, buenísimos, qué oralidad. Cuando quiere oralidad la consigue, mismo con ritmo, mismo con emoción. Un país geográfico que se desmorona. Un territorio enemigo, como dice. «Le dije también que después de todo no dejaba de ser extraño ser chileno y no ser un desaparecido» Las ciudades de agua 9, p656
La famosa y manida frase de Adorno en relación a que después de Auschwitz el mero hecho de escribir poesía debería ser considerado un acto de barbarie. Este libro es un claro ejemplo de la necesidad de seguir escribiendo poesía, precisamente como reflejo de la barbarie.
«Yo sobreviví a una dictadura, pero no a la vergüenza».
Esta obra da la razón y al mismo tiempo desdice aquello de "escribir poesía después de Auschwitz es un acto de barbarie". No se me ocurre mayor elogio que ese.