De Bartolomé de las Casas se ha hablado mucho, pero se le ha leído poco y frecuentemente mal. Por lo general se le identifica solo con la Brevísima relación de la destrucción de las Indias y con el origen de la llamada leyenda negra antiespañola. La primera tarea de un pueblo con conciencia histórica es reconocer a sus clásicos. Las Casas es conocedor del pensamiento crítico español del siglo XVI. La segunda tarea, tal vez más importante aún, es reconciliarse con aquellos de los clásicos que tuvieron la valentía de denunciar sin reservas, y con verdad, los desmanes y barbaridades de los nuestros. Cristianismo y defensa del indio americano es una antología de escritos lascasianos que nace con esta poner a disposición del público en general textos básicos de Las Casas (la mayoría de ellos posteriores a la Brevísima) que solo suelen ser conocidos por los especialistas. Se reconocerá ahí uno de los orígenes de la actual filosofía latinoamericana de la liberació el cristianismo humanitario y solidario con el otro. Bartolomé de las Casas nació en Sevilla en 1484 y murió en Madrid en 1566. Vivió más de veinte años en Amé una buena parte de su juventud y de su vida adulta. Viajó a las Indias por primera vez en 1502; su última aventura americana, ya como obispo de Chiapas, tuvo lugar entre los años 1543 y 1547. Dedicó más de cincuenta años, allí y en España, a la defensa de los indígenas amerindios. Para los conquistadores y encomenderos españoles fue un tábano que no paró de incordiar, con memoriales, relaciones, libelos y tratados. Para los monarcas fue primero una voz autorizada que, con el tiempo y la edad, se iría convirtiendo en un obstáculo incómodo. Para el poder eclesiástico y la Inquisición de la época un virtuoso varón, con influyentes amigos en el Consejo de Indias, al que, por eso mismo, no resultó fácil silenciar. Para los letrados y cortesanos amigos de los conquistadores y encomenderos, fue un intrigante y peligroso con ideas utópicas cada vez más radicales. Pero para los indígenas herederos de las culturas precolombinas de América fue un amigo, un protector, incluso desde la lejanía de la Corte Hispánica de Carlos V o de Felipe II. Para nosotros, hoy, es la conciencia crítica del cristianismo en el choque entre culturas. Dejó una obra inmensa, ignorada, o todavía muy poco conocida, en nuestro país.
Spanish missionary and historian Bartolomé de las Casas sought to abolish the oppression and enslavement of the native peoples in the Americas.
This member of order of preachers, a 16th-century social reformer and Dominican friar, served as the first resident bishop of Chiapas and the first officially appointed "protector of the Indians." The most famous A Short Account of the Destruction of the Indies and Historia de Las Indias of his extensive writings chronicle the first decades of colonization of the west and focus particularly on the atrocities that the colonizers committed against the indigenous.
In 1515, he reformed his views, gave up his encomienda, and advocated before Charles V, king and holy Roman emperor, on behalf of rights. In his early writings, he advocated the use of Africans instead in the West Indian colonies; consequently, people leveled criticisms as partly responsible for the beginning of the transatlantic trade. Later in life, he retracted those early views and came to see all equally wrong forms. In 1522, he attempted to launch a new kind of peaceful colonialism on the coast of Venezuela, but this venture failed, causing las Casas to enter the Dominican order as a friar and to leave the public scene for a decade. He then traveled to central to undertake peaceful evangelization among the Maya of Guatemala and participated in debates among the Mexican churchmen about best to bring to the Christian faith. He traveled back to recruit and continued lobbying against the encomienda, gaining an important victory by the passing of the New Laws in 1542. He was appointed bishop of Chiapas, but served only for a short time before he was forced to return because the encomenderos resisted the new laws, and conflicts with settlers because of his pro-Indian policies and activist religious stances. The remainder of his life was spent at the court where he held great influence over Indies-related issues. In 1550 he participated in the Valladolid debate; he argued against Juan Ginés de Sepúlveda that the Indians were fully human and that forcefully subjugating them was unjustifiable. Sepúlveda countered that they were less than human and required masters in order to become civilized.
Bartolomé de las Casas spent 50 years of his life actively fighting and the violent colonial abuse of indigenous, especially by trying to convince the court to adopt a more humane policy of colonization. His efforts resulted in several improvements in the legal status, and in an increased colonial focus on the ethics of colonialism. Las Casas is often seen as one of the first advocates for universal Human Rights
Ha sido un libro sumamente interesante. Son los primeros escritos que leo de Bartolomé de las Casas, y, en algunos momentos, incluso me ha parecido bonito lo que estaba leyendo.
Me considero hispanista o panhispanista, como prefiráis llamarlo. Me adentré en esta antología de textos con bastante escepticismo y, al terminarla, me ha dejado un buen sabor de boca.
En estos ocho textos de De las Casas, podemos apreciar rápidamente su visión cristiana y humana. Defiende a los pueblos indoamericanos y critica las decisiones de Felipe II con respecto a "las Indias", aunque, por otro lado, muestra simpatía por las políticas del Emperador, Carlos I.
Sin embargo, a mi parecer, Bartolomé de las Casas cae en el mito del "buen salvaje". En varias ocasiones sostiene que los indígenas son gente bondadosa que no necesita una vigilancia cercana, mientras que los españoles que viajan a América son descritos como avariciosos y malintencionados, buscando aprovecharse del noble indígena.
Por otra parte, hubo fragmentos que me parecieron bonitos, especialmente cuando De las Casas justifica que los nativos deben ser tratados con humanidad, basándose en una filosofía cristiana más compasiva, en contraste con otras corrientes de pensamiento predominantes en una Europa del siglo XVI, profundamente convulsionada por conflictos religiosos.
De las Casas llega a plantear ideas que me recordaron al derecho de autodeterminación de los pueblos, siempre fundamentado en el cristianismo. Pide que se devuelvan las tierras a los monarcas indígenas, argumentando que ellos también gobiernan por gracia de Dios, y sostiene que un pueblo libre no puede someter a otro pueblo libre, la única labor de los cristianos en América, es llevar la fe de Cristo a quienes no la conocieran.
En conclusión, se trata de una antología de textos muy interesante. Aunque reconozco que quizás no sea la mejor opción para iniciarse en la obra de De las Casas, la recomiendo si tienes interés en la conquista de América, la América virreinal, las encomiendas y el pensamiento de este autor.