Y retiemble en sus centros la tierra: El catedrático Juan Manuel Barrientos se dirige al Centro Histórico de la ciudad de México. Aún padece la resaca por la juerga de la víspera, pero sabe que lo esperan sus alumnos para realizar una visita por los edificios coloniales más emblemáticos. Cuando comprende que ellos no acudirán a la cita, decide realizar el recorrido en solitario como si de las estaciones de un viacrucis se tratara. Guía de los fantasmas que lo atormentan, se detiene en diversas cantinas mientras desvela no sólo la arquitectura de la ciudad, sino también un desolado paisaje interior.
Cursó la licenciatura en Lengua y Literaturas Hispánicas, la maestría y el doctorado en Letras en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México, de donde es profesor desde 1974. Entre sus obras destacan Amor propio, 1991; Y retiemble en sus centros la tierra, 1999; Ensayo de contraconquista, 2001, Tres lindas cubanas, 2006, y Cánones subversivos. Ensayos de literatura hispanoamericana, 2009. Fue director general del Fondo de Cultura Económica de 2000 a 2002; de 1998 al 2000, director de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México, y coordinador de Difusión Cultural de la misma institución de 1989 a 1998.
Ha sido galardonado con diversos premios, entre los que se encuentran: Orden por la Cultura Nacional 1996, otorgada por el Ministerio de Cultura de Cuba; el Prix des Deux Océans 1998, y el Universidad Nacional en el área de Creación Artística y Extensión de la Cultura 2008, y el Premio Nacional de Ciencias y Artes 2010. Es miembro 2 de la Academia Cubana de la Lengua.
Si antes dije que Aprendizaje o El libro de los placeres era un libro femenino, éste, en proporcional grado, es un libro masculino. Celorio bien podría estar narrando aquí el proceso etílico del varón promedio, su deambular solitario, el calor sexual de cada fondo de botella. No se trata de las aventuras de Juan Manuel, se trata del significado de beber solo, en cada cantina, con cada borracho, con todos los borrachos. A diferencia de Mis mujeres muertas de Fadanelli, este libro no es una oda al alcoholismo, es una oda al alcohol en sí. Sus posibilidades mundanas, el vaso levantado, los amores fallidos, la ruina es estar sobrio. Siempre desde el punto de vista masculino, donde no es el rol la base, sino cómo sobrevivimos a ello.
Y retiemble en sus centros la Tierra es un libro escrito con las zuelas gastadas y los labios húmedos. La embriaguez es catapulta de grandes reflexiones abandonadas por el individuo, mientras que la Ciudad de México es apenas un símil de cada pueblo en el mundo con una cantina y gente dispersa. Es un paseo, no por la ciudad ni por las cantinas, sino por el pensar de ser un hombre ahogado.
11 días y 220 Un libro intenso, doloroso, pero sobre todo realista, que refleja muy bien a una generación y sociedad mexicana, de la que todos hemos sido participes, de una forma u otro.
Gusta que en pocas páginas cuente tantas cosas de una persona, de un hombre (del hecho de serlo, de los estigmas que conlleva, y de muchísima masculinidad frágil). La contra es que la narrativa es muy apelmazada, que todo se monta sobre si mismo, y que todo resulta un poco más confuso. Tal vez si todo fuera más espaciado, podría funcionar mejor.
Me gustó la tematica, me gustó el sabor del alcohol, y me desagradó el sabor de la resaca. Las letras son tan buenas que te hacen sentir la amargura en los labios. El realismo (mágico) y transgresor.
Creo que el libro me atrapó y me llegó por varios frentes: su estilo de narración (que por momentos recuerda al de "Aura" de Carlos Fuentes), los lugares del centro histórico de la Ciudad de México que recorre (la mayoría visitados y vueltos a visitar por mi), por ese descenso a los infiernos que de forma tan natural nos va arrastrando y, sobretodo, por la enorme ironía del final.
Prácticamente a lo largo de todo el libro me sentí identificado. Quizá no sea tan borracho como el buen Doctor Barrientos, pero si igual de solitario y melancólico. Me hizo desear no llegar a esas alturas de la vida como él, pero también aumentó mi amor por esas calles viejas y desordenadas que son nuestro centro.
Genial. Uno de esos libros que una vez que tomas no lo sueltas hasta conocer el (triste) final.
La historia de la soledad de una vida contada entre cantinas.
Este libro es el relato de un paseo, un recorrido por el centro histórico de una Ciudad de México que ya no es; y al mismo tiempo, es el relato de un paseo, un recorrido de la vida Juan Manuel Barrientos, que ya tampoco es.
Cada lugar recorrido en el centro histórico evoca a un escenario en algún punto de la vida del protagonista; cada bebida embriagante, conlleva a un viaje de introspección y reflexión, de nostalgia y algo de desesperanza.
La narrativa de Celorio es excelsa y el juego con el uso del tiempo también.
Si le dan una oportunidad a este libro, ver la historia más allá de la borrachera, puede revolverles las emociones y llegar a sus entrañas.
“Aunque si estuviera aquí, cómo añorarla, cómo imaginarla, cómo desearla.”
“...a elegirte no nada más para invitarte a Nueva York, sino para amarte, como te amó, toda su vida.”
“Y las lágrimas: son mejores que el sudor: limpian, purifican, desintoxican.” . . #bookquotes . . Juan Manuel Barrientos, un doctor en literatura que le tiene pasión a la Ciudad de México, a sus calles y sus historias. Pretende mostrar un poco de esto a sus alumnos después de haber compartido una velada de muchas horas y alcoholes. Cuando se da cuenta que sus alumnos no llegarán a la cita sabatina, él solo hace un recuento de su vida visitando los lugares en los que pasó gran parte de ella: cantinas, restaurantes, dulcerías. . . Celorio tiene un estilo hermoso. A pesar de hablar de cantinas y burdeles, es lindo leerlo. Es una historia de soledad obligada, de historias perdidas, de pasado. Triste. Aunque es ágil de prosa, nunca corre y se agradece. La primera mitad del libro tenía todos los ingredientes en la medida correcta; la segunda se emborrachó junto con el protagonista. . . #yretiembleensuscentroslatierra #gonzalocelorio #celorio #mexican #mexico #fiction #downtown #histor
La historia en principio, no me encantó, porque por la reseña del libro esperaba algo diferente. Sin embargo, me gustó mucho la forma en la que escribe el autor y la parte más nostálgica, las vueltas al pasado de su vida.
Creo que tiene partes divertidas, partes que me hicieron llorar y unas partes que lei de rápido porque eran medio tediosas. Me convenció lo suficiente para leer tres lindas cubanas.
"Nunca habían abrigado expectativas, nunca habían tenido futuro. Se habían contenido en el gusto, en la pasión que el presente les ofrecía, pero a lo largo de los años, sin saberlo, ya tenían pasado." (Este libro no tiene nada que ver con nuestra historia, pero esta frase me recuerda a ti)
Invertir mi tiempo en leer las “reflexiones” de un borracho, no, la verdad no me gustó para nada. La historia nunca logró engancharme, simplemente lo leí porque ya había quedado en leerlo… Amo el hermosísimo centro de esta ciudad donde tengo el privilegio de vivir. El recorrido que se hace en este libro no es algo que yo recomendaría.
Gonzalo Celorio nos conduce por una trama sencilla de 14 capítulos, con recorridos históricos, arquitectónicos, literarios y religiosos. Es un libro corto, una lectura rápida.
Cuando compré el libro me dije a mí mismo con una franca sonrisa pueril: éste te lo tienes que leer bien pedo. Y eso hice. Lo leí en 3 sábados con six de Carta Blanca y charquitos de botellas que andaban guardados por ahí. Me apoltroné a leer al calor de la bebida y corté la lectura cuando ya no daba más de mí. En esos 3 días, inútilmente quise ser el compinche del profesor Juan Manuel Barrientos en su viacrucis etílico. Pero cualquier bebedor con personalidad de merolico y con ciertas dotes de sociabilidad, sabe que el entendimiento en la borrachera la mayoría de las veces se reduce a una catarsis superficial que se concreta con la entonación de las canciones de Juan Gabriel o las de José Alfredo (o con música de banda o lo que se quiera). Pero, comprendernos mutuamente habría sido una empresa complicada, especialmente por la diferencia de edad que hay entre aquél y yo. Cuando te emborrachas con tu papá o con tus tíos, usualmente te quedas callado para escuchar sus cuitas, sus nostalgias y sus memorias. La conversación fluye hacia ellos, hacia sus profundidades y sus entrañas, hacia sus antros. Y uno tiene que guardar silencio si lo que quiere es que el alcohol siga su cauce y no se desborde en altisonancias que enemisten la conversación.
Dialogar con este libro es, más bien, saber escuchar. Si se es bebedor o no, se debe ser prudente y no interrumpir al narrador, por mucho que su historia remita a la experiencia propia o porque alguien sienta pena ajena por los borrachines (como las tías que miran con reprobación a sus maridos). Cuando uno ya está borracho, quiere tener la palabra y ser el centro de la Tierra. Pero si objetamos todo, porque estamos ebrios o muy sobrios (ebrios de sobriedad), corremos el riesgo de no entender al profesor Barrientos (y lo que Celorio quiso narrar).
La borrachera maratónica es como la gráfica del coseno: un viaje vertiginoso por crestas y depresiones sin un objetivo tangible. Así, en esta novela, de pronto todo es animosidad y euforia cuando el profesor Barrientos, en su viacrucis, describe las calles y los monumentos de un México desaparecido y que rezuma nostalgia en cada baño de sol; pero luego todo se vuelve un evocación del dolor interiorizada por los recuerdos y la nostalgia en las más profundas oquedades de la memoria del profesor. Vamos en la calidad de oyentes de esos alumnos que debieron llegar a la cita y por cuya ausencia Juan Manuel Barrientos se aventuró en su visita de las 7 cantinas. En la lectura, nos adentramos con él en los antros del México moderno, entre melancolía, borrachos, nostalgia, teiboleras y desesperanza que no alcanzan su redención. Emprendemos un viaje a los centros de la Tierra en el que somos una suerte de Dante y Virgilio que, no obstante, no vuelven a salir a la superficie. Y es que en la borrachera no existe el paraíso.
A mí me gustó, no le pido más ni le pido menos a una novela que, como una borrachera, da cosas buenas y malas. Afortunadamente, no causa resaca. Aun así, el uso de este producto es responsabilidad de quien lo consume y no tanto de quien lo recomienda.
Ok so here's the thing: -Tengamos en cuenta que una estrella es lo mínimo que le puedo dar. Dos significa que algo, aunque sea una mínima cosa, puedo rescatar. -Lo leí por la facultad. No necesariamente es algo malo, porque me han mandado libros buenísimos. Pero este lo odie. -No me gusta como escribe Celorio, capaz es por el choque entre el vocabulario mexicano y argentino pero no me sentía cómoda leyendo. -Juan Manuel es un personaje lamentable. Me cayo mal, me daba asco, me daba vergüenza ajena, no lo soportaba. Parte de lo que rescato de la novela es que creo que CAPAZ el autor buscaba causar esto, y si era el caso entonces lo logro. Congrats. -Again, tal vez es la idea. Pero que horror lo machista, misógino y violento que es este libro. Repugnante. -No me podía interesar menos lo que pasaba. -El juego del cambio de narrador esta bueno, medio confuso a veces y otras interesante. Ahí tenemos media estrella. -El final si que estuvo bueno. Esa vuelta de acontecimientos, de narrador. Ese dejarme pensando en que puede haber pasado, volver a buscar pistas, me gustó. So there's half your star y la única razón por la que llego a las dos estrellas. -Sé que cuando nos sentemos a analizarlo en clase vamos a encontrar mucho simbolismo y algo mas voy a rescatar. Until then, no deja de ser mi peor lectura del año.
Lo bueno: escritura genial e inteligente, simbolismo, retrato de México, el machismo y el alcohol, final bien chingón, el capítulo de los reyes de España es UNA GENIALIDAD. Gran escritor como no podía ser menos siendo quien es.
Lo malo: que no me ha gustado, me valía madres, pero lo admiro a la vez que lo detesto jajaja de menos a más cuando he visto claramente que es el Viacrucis y he ido pillando las referencias. Hay que estar atento.
Si que es cierto que en conjunto el sabor de boca es positivo. Por eso y por el estilazo y la inteligencia, además de la provocación (ese striptease que termina con "Quevedo" jajajaj) le subo 4 estrellas y quiero más del autor porque igual no era el libro para mí.
O mirad que pedazo de frase para definir lo que es "ser un hombre" (y yo que nunca he bebido imaginad): los martinis son como los senos de las mujeres, nunca menos de dos.
Esa frase es más que una simple boutade machista. Y el libro es más que un simple borracho liándola por ahí.
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Ojalá pudiera darle cero estrellas. Les resumo la manera horrible en la que esta escrita el libro con estas oraciones:
“Aún así le dio un trago muy largo, [...]. Y sintió un alivio momentáneo, que remató con un eructo suave”
“Los martinis son como los senos de las mujeres: nunca menos de dos”
Además, intenta normalizar las relaciones románticas dentro de una relación de poder alumna-profesor (en la UNAM aparte, lol) y lo hace de una manera asquerosa que a veces puede rozar en lo misógino. 0/10, no lo lean nunca plis.
Una lástima que hace algunos años cerraran El Nivel y ya no nos permitieran terminar el recorrido del profesor Juan Manuel. Una narración que, como viacrucis, va contando las andanzas y caídas de un profesor de Filosofía que terminan con una epifania al estilo del mejor Fuentes.
Este libro tiene demasiada energía masculina y está demasiado orientado orientado al placer/tormento de beber (tal vez era obvio pero pensé que habría más para mí). No me interesaron ni las descripciones de la ciudad porque perdía el hilo de la historia a cada rato.
Me gustó mucho, se va muy rápido y tiene una forma de narrar en la que es muy sencillo dejarte llevar y sentir que también eres parte del grupo que va en ese recorrido de cantinas.
Me costó varias semanas terminarlo, pero vale la pena. Sólo espero visitar algún día el DF y seguir el mismo itinerario de su personaje principal, de monumento en monumento, y de cantina en cantina; ir a la Opera, al Bar Alfonso, a la Dulcería Celaya, a la Puerta del Sol, a la Casa de las Sirenas... Pero no morir en el intento...
I love how Celorio revives in his mind the cantinas of a Mexico that is bygone now through the streets of the city I love the most. The plot is good but definitely full of holes in the end; the fate of Dr Barrientos is simply laughable even when the author saves face with the last chapter.