“Nunca me preocupé por la guerra en Colombia hasta que apareció el supuesto computador de Jorge Cuarenta. A partir de ese momento el tema se me convirtió en obsesión y por mi mente comenzó a deambular toda suerte de preguntas sobre lo que estaba ocurriendo. En su mayoría, estaban relacionadas con dos de sus principales protagonistas, Simón Trinidad y el mismo Cuarenta. A ambos los conocí antes de que marcharan a la guerra y en el pueblo eran conocidos por sus nombres bautismales: Ricardo Palmera Pineda y Rodrigo Tovar Pupo.”
Este es un esfuerzo más de la literatura para explicar fenómenos donde han fallado nuestras ciencias sociales. Paradójicamente, para hacer esta pieza literaria Sánchez Baute aborda las técnicas de indagación de la etnografía y del periodismo. Como un Óscar Lewis hace una exploración minuciosa, amplia y honda de la sociedad vallenata. Hace disecciones, separa y vuelve a unir. Busca las causas de lo ocurrido como si hiciera la autopsia de una comunidad. Algo así como buscar la razón de la muerte en una región llena de muertos
Alonso Sánchez Baute, abogado de la Universidad Externado de Colombia de Bogotá, desde sus inicios se ha dedicado a trabajar en ámbitos afines a su profesión en el campo de la cultura. Aunque comenzó a escribir en sus ratos libres, su pasión por la literatura pronto se convirtió en una disciplina diaria que lo ha llevado a producir, hasta el momento, tres novelas y una compilación de cuentos cortos, todos inéditos. Al diablo la maldita primavera, obra ganadora del Premio Nacional de Novela Ciudad de Bogotá 2002, es su ópera prima.
Con este libro Alonso Sánchez Baute me abrió los ojos a la realidad del conflicto colombiano y sus muchas caras y zonas grises morales. En medio de la historia de dos familia en una de las ciudades más tradicionales del país, el autor va dando argumentos a través de entrevistas para entender esta guerra desde sus orígenes y el desarrollo de dos de las figuras más representativas de los bandos de la extrema izquierda y la extrema derecha. Como este relato sacude incluso las convicciones morales más fuertes del lector es la mejor lección para comprender que la guerra que creemos conocer y haber vivido como Colombianos no es más que la versión de alguno de los lados en un pequeño espacio de tiempo.
La narrativa puede ser un poco confusa, especialmente al principio. Los personajes se amontonan unos sobre otros en la crónica de un pueblo, dejando al lector en cierta confusión constante. El relato puede ser demasiado pretencioso en algunos momentos al agrupar incontables alusiones culturales. Sin embargo, las consideraciones y el análisis del autor mismo desde su papel como persona resultan más que interesantes y abren la puerta a nuevas preguntas. Desde luego, permite entender desde distintas ópticas las posiciones dolorosas que los protagonistas de la historia han venido adoptando. Uno no deja de preguntarse si no había otra opción, pero es ese, en parte, el punto del relato, la posibilidad de elegir y aún así escoger la violencia.
“Y ya que menciono lo de las fotos, ¿saben qué? Dejémonos de pendejadas con el cuento de las fotos: una foto no prueba nada. En este país de metiches fotogénicos, ¿cuántas veces no nos ha ocurrido que estando dispuestos en grupo frente a un fotógrafo que apremia «whiskey», de repente aparece de la nada un Equis Ye Zeta exigiendo su espacio para la posteridad”.
Es cierto: todos los maricas somos un solo Lemebel por tener cicatrices de risas en la espalda. En este pueblo los maricas somos tan inmorales como las palabras que nos mencionan, pero la gente aplaude a horcajadas - a carcajadas- a aquel que desfalca el erario, al que ladronea, al que acribilla.
A pesar de su distancia ideológica, Jorge Cuarenta y Simón Trinidad guardan un pasado común, y hasta familiar. Son hijos y herederos de la cultura vallenata.
Abandonando la aspiración de dar una explicación unicausal del porqué Ricardo Palmera y Rodrigo Tovar se convierten en hombres de guerra, este libro dibuja las diferentes caras de la comunidad que los parió. Las preocupaciones por la injusticia, el lugar de la familia, la influencia de los amigos y el autoconvencimiento de estar actuando "bien" y "correctamente" juegan un rol definitivo en las decisiones de uno y otro. La ambigüedad del bien que representa la bandera que cada uno ondea queda de manifiesto.
Con todo, ¿por qué las armas y no la política?, ¿por qué a cuenta propia y no a través de la institucionalidad? Lo cierto es que al final, a ambos les falló el Estado con "la democracia más antigua de latinoamérica".
Este libro es la muestra perfecta que no todo es negro o blanco, todos somos una escala de grises donde el bien y el mal se mezclan. Historias de víctimas y victimarios envueltos en una violencia sin sentido que para lo único que ha dejado es un rastro de sangre y muerte.
¿Cesó la horrible noche? !Nunca ha cesado la horrible noche!
Leer el libro permite entender el punto de vista de dos personajes que marcaron la historia del país, que al igual que muchos dentro las filas de la guerrilla y los paramilitares, creyeron estar haciendo algo a favor del pueblo; pero como dice el texto " este mundo está lleno de gente buena que hace cosas malas justificadas en el <>" y " es común ver que las buenas intenciones, conducidas sin moderación, empujan a los hombres a actos muy viciosos".
(…) “¿Cesó la horrible noche? ¡Nunca cesó la horrible noche!.”
(…) “¿Qué le quedó a la ciudad a la vuelta de estos veinte años? Nada, salvo un reguero de muertos.”
(…) “¡La violencia no sirvió pa’ ni mierda”.
Si pudiera resumirlo, lo haría en las tres frases anteriores, anotando que este libro me encantó porque refleja de la manera más certera la realidad no solo de una ciudad, sino de toda Colombia en los últimos 20 años, sin caer en el linchamiento por juicios ideológicos ni en la doble moral cómplice de la que muchos aún hacen alarde (mucho más por estos tiempos).
Una lectura agradable, adictiva, nos muestra un conflicto que muchos no hemos vivido ni entendemos, en la manera como escribe y detalla cada lugar hace que nuestra mente se ubique en ese sitio. Lo recomiendo!
En un país como Colombia donde parece que viviéramos todavía en la Guerra Fría y nos la pasamos debatiéndonos entre el bien y el mal, la derecha y la izquierda, el comunismo y el capitalismo, todos los días se tratan de tomar una postura mediante nuestras acciones para definirnos en algunos de los dos bandos.
No dudamos al señalar al otro y encasillarlo en comportamientos propios de su grupo.
Líbranos del bien llega como una lectura precisa para ese debatir y devenir de nuestro país, y Alonso Sánchez Baute intenta descubrir cómo dos personas de aparente bondad terminan siendo dos de los asesinos más grandes de este país. Uno perteneciente a la guerrilla de las FARC, Simón Trinidad, y el otro a los grupos de Autodefensa, Jorge 40.
Es interesante la lectura en tanto Simón Trinidad y Jorge 40 constituyen personajes distintos a las personas que eran antes y de los cuales el autor logra la hazaña de capturar relatos de sus más allegados.
Adicionalmente, se muestra una interesante línea narrativa sobre la -no- relación que tiene la zona caribe del Cesar con Bogotá, capital del país, en tanto esta última concentra al poder político de Colombia, además de ser una de las ciudades más lejanas por su altura, pero sobretodo, por su indiferencia con lo que pasa con el resto del territorio nacional.
Quería, como lectora -y colombiana-, encontrar una manera de justificar las acciones guerrilleras y paramilitares de los protagonistas de esta historia, encontrar la razón por la cual esta sociedad está tan dañada y tenemos tanto odio, la razón por la cuál somos capaces como ciudadanos de decidir sobre la vida del otro, del otro.
Y la encontré, creo que este libro confirmó lo que siempre supe sobre cómo actuamos como país, y es que el vivo vive del bobo y no se puede permitir ser ningún gûevón. En un país como Colombia, aquel que es modelo a seguir, es el verraco que no se deja y si tiene que usar la violencia lo vale, porque como leí en twitter hace pocos días, si usted le dan en una mejilla va a poner la otra? claro que no.
Esta es, sin embargo, una respuesta que no me enorgullece, y por el contrario, entristece, entristece saber que tenemos la venganza y el rencor por nuestras venas, que es lo que nos moviliza y lo que hizo que alguien como Rodrigo Tovar y Ricardo Palmera llegaran a donde están en este momento, siendo una mínima muestra de tantos otros de este país que pueden y podrían llegar a contar la misma historia, incluso usted o yo.
Me gustan los libros de historias locales, este es uno. Me gustó la reconstrucción histórica y el uso de distintas voces. Me gustaron las reflexiones finales sobre el odio y la guerra, su inutilidad y su dinámica propia que no para. Creo que es un poco desbalanceado entre los dos personajes, a uno le encuentra justificación y no lo responsabiliza directamente de horrores, mientras al otro lo llama incluso sicopata por compartir el mismo sentido mesiánico. No obstante, si logra exponer las distintas sensaciones alrededor de los personajes y de sus víctimas directas o indirectas.
Debo confesar que el libro me gustó. La vieja chismosa que hay dentro de mí se deleitó con esos chismes vallenatos y la historia paralela de las vidas de Simón Trinidad y Cuarenta. Pero lo que divierte es su gran debilidad. Si ud no conoce los detalles, probablemente la historia le quedé reducida a una colección de historias de personas que no conoce, y quede la sensación que todo se reduce a anécdotas livianas.
Al principio me perdí con tanto personaje y tantas familias entrecruzadas, pero poco a poco me fui ubicando en la maraña de personajes y fui entendiendo la historia. Esa historia de Valledupar, que en últimas es la historia repetida de Colombia. Se agradece que "la violencia", aunque es otra de las protagonistas del libro, no sea explicita y en ocasiones sea simplemente insinuada.
Que gran reflexión me ha dejado este libro! Cuantas caras tiene el conflicto armado en Colombia, cuantas caras tienen sus protagonistas. La historia de Ricardo y Rodrigo, son historias que se entrelazan, ambas motivadas por causas sociales, por una búsqueda de un cambio en pro de la comunidad pero que tristemente resultaron destruyendo la sociedad y dándole más poder al discurso del odio en nuestro país.
Hasta que punto las buenas intenciones son realmente buenas? Hasta que punto este interés altruista por querer hacer las cosas bien es realmente genuino y permanente? Son preguntas que dejan la lectura de este libro y que invitan al lector a entender porque el título es “Líbranos del bien”.
Este libro lo disfrute de comienzo a final. Cada capítulo fue escrito de una manera muy cuidadosa, muy descriptivo y detallado y esto facilitó crear una conexión con la historia y sus personajes. Desconocía muchos detalles y debo aceptar que varios de ellos me asombraron, pero aquí está la magia del libro: explorar fragmentos de la historia que han sido poco explorados.