Puede que los príncipes no sean azules. Puede que la vida no sea color de rosa. Pero la protagonistas de esta novela se va a dar cuenta de que, aun cuando parece que no hay más colores que el gris, siempre merece la pena cambiar de paleta o seguir adelante.
Una novela realista, con ciertas dosis de humor y nostalgia, que narra las andanzas de una chica para encontrar su lugar en el mundo
Blanca Álvarez nació en Cartavio-Coaña, un pueblecito de Asturias. Estudió Filología Española y Trabajo Social. Entró por casualidad en el periodismo, donde lo probó casi todo, incluidos dos años en la última página del diario AS, su experiencia más fuerte. Ahora colabora en El Correo Vasco, imparte cursos a profesores de Lengua y Literatura y a alumnos de bachiller, y escribe novelas para jóvenes.
Ha ganado diferentes premios, como el Premio de la Crítica de Asturias en 2004 con El puente de los cerezos; el Apel·les Mestres con Witika, hija de los leones; o el Ala Delta con Pendientes, caracoles y mariposas.
Tuve que hacer mucha memoria para acordarme. Recuerdo que la niña le importaban las apariencias, y el sentimiento de querer encajar en su grupo de amigas mayores.