Podemos pasar por la vida, o vivirla; podemos ser muertos en vida, o vivos con Vida. La diferencia está en el lugar que dejemos a Dios en nuestra vida.
«Esto es mi cuerpo que se entrega por vosotros»: desde que las pronunció Cristo, estas palabras resuenan en todo el mundo. Volver a ellas y rezar con ellas es una manera de recibir la Vida que Dios nos da.
En el núcleo del cristianismo está el cuerpo de su persona y su obra, la eucaristía, y la Iglesia. Por eso, ponerse de rodillas ante el cuerpo de Cristo es la forma de vivir del cristiano.
Este libro ayuda a que nuestros tiempos de oración se centren en lo esencial e impulsen a vivir la Vida; y que nuestras elecciones y acciones nos permitan ser felices. En definitiva, a que haya conexión entre lo que me ocurre cuando rezo y como me comporto en mis acciones; y lo hace centrando la atención en el cuerpo de Cristo.
El amor es la base de todo y, a veces, cuando duele, pensamos que no es amor pero como también decía la Madre Teresa: que duela es buena señal. Y el Amor lo tenemos en la Eucaristía en cada momento, aunque pasemos por una noche oscura y nos sintamos frágiles.