Works, such as Antigone (1944), of French playwright Jean Anouilh juxtapose harsh reality and fantasy.
A Basque family bore Anouilh in Cérisole, a small village on the outskirts of Bordeaux. From his father, a tailor, Anouilh maintained that he inherited a dignity in conscientious craftsmanship. He may owe his artistic bent to his mother, a violinist, whose summer seasons in the casino orchestra in the nearby seaside resort of Arcachon supplemented the meager income of the family.
He attended école primaire supérieure and received his secondary education at the Collège Chaptal. Jean-Louis Barrault, a pupil at the same time and later a major director, recalls Anouilh as an intense, rather dandified figure, who hardly noticed a boy some two years younger. Anouilh enrolled as a law student in the University of Paris but after just eighteen months then found employment in the advertising industry and abandoned the course. He spoke more than once with wry approval of the lessons in the classical virtues of brevity and precision of language he learned while drafting copy.
He followed his first unsuccessful l’Hermine in 1929 with a string. He struggled through years of poverty and produced several dramas until he eventually wound as secretary to the great actor-director Louis Jouvet. He quickly discovered inability to get with this gruff man and left his company. During the Nazi occupation, Anouilh not openly took sides, but people often view his most famous publication. He criticizes collaboration with the Nazis in an allegorical manner. Mostly keeping aloof from politics, Anouilh also clashed with Charles de Gaulle in the 1950s.
Anouilh grouped on the basis of dominant tone: "black" tragedies, dominant "pink," "brilliant" combined in aristocratic environments, "jarring" with bitter humor, "costumed" historical characters feature, "baroque," and my failures.
In 1970, the Prix mondial Cino Del Duca recognized him.
leí esta obra por primera vez hace diez años y pienso lo mismo que aquel entonces: me encanta este creonte más humano que cuando se entera de que antígona fue la que enterró el cuerpo de polinices le dice "vamos a hacerte pasar por enferma y de estos tres guardias que te vieron me encargo yo. vos vas a vivir". no me gusta que eteocles y polinices sean dos rufianes, pero igual lo entiendo. me fascina el prólogo del principio.
“¿Qué mezquindades tendrá que hacer día a día, para arrancar con los dientes su pedacito de felicidad? Dígame, ¿a quién deberá mentir, a quién sonreír, a quién venderse? ¿A quién deberá dejar morir apartando la mirada?”
15 años luego de la primera lectura en la escuela decidí releerlo y la pregunta sigue igual... ¿qué necesidad de una muerte sin sentido en Antígona? ¿Cómo es que más de 2000 años después seguimos celebrando historias como estas? ¿Acaso no evolucionamos? ¿No podemos celebrar la vida en historias de personas, que con sus defectos y virtudes, con sus matices, logran crecer, vivir, disfrutar? ¿Por qué desde tan pequeños nos inculcan historias que, pese a que son previas al cristianismo, siguen cargadas de culpas y remordiemientos?
La única diferencia que encontré con aquella primera lectura es que en ésta, ya en mi adultez, puedo empatizar más con Creon y ya mucho menos con Antigona.
La otra diferencia, que ahora me doy cuenta, es que yo si evolucioné, y por suerte o tras mucho esfuerzo, logré soltar esas viejas estructuras que nos enseñaron y estoy un paso más cerca de vivir en real libertad . . . En relacion a Jezabel, tragedia, que ya que está en el mismo libro, la leemos ahora de grande por primera vez, encuentro la síntesis de muchas mezquindades y mediocridades humanas... admiro su conjunción en un mismo texto, perfecto. Agradezco lo que me muestra y su enseñanza. Suelto viejos patrones sociales y abrazo la BUENA vida!
Me voy a leer alguna comedia para sentir esa gracia de la vida, jajaja! . . . Espero que hoy en día en las escuelas se lean historias que nos inspiren y no viejo "clásicos" que ya no tienen nada que enseñar, pero si mucho que "desenseñar"