Al inicio de esta novela, Rodrigo, el geólogo que protagoniza esta historia, recibe la visita de su padre. Y aunque esto ocurre una luminosa tarde de sábado después de almuerzo, no es una visita normal: su padre lleva diez años muerto. Rodrigo está seguro de eso: fue él quien lo vistió y lo metió dentro del cajón. Pero lo cierto es que ahora su padre está allí y él no sabe qué diablos hacer.
La inverosímil, pero real circunstancia, lleva a Rodrigo a recordar su infancia, el alcoholismo y muerte de su padre, así como los caminos que él decidió tomar profesional y personalmente. La extraña presencia paterna lo hará enfrentarse a aquellos fantasmas escondidos bajo tierra que determinaron sus opciones y quien es hoy como adulto.
Patricio Jara nació en Antofagasta en 1974. Ha publicado las novelas El sangrador (Alfaguara, 2002), con la que obtuvo ese mismo año el premio Mejor Novela Inédita del Consejo Nacional del Libro y la Lectura; De aquí se ve tu casa (Alfaguara, 2004), El mar enterrado (2005), El exceso (Alfaguara, 2007), Prat (2009) y Quemar un pueblo (Alfaguara, 2009). Es periodista y escribe reportajes para la revista El Sábado de El Mercurio y Rolling Stone
Cuarto libro que leo de Patricio Jara: uno no me gustó, otro no logró entusiasmarme y el tercero sí me gustó, pero este me pareció el mejor de todos. Es una novela corta, comienza con un hecho inaudito, casi como un hecho extraído del universo del realismo mágico y avanza luego con un lenguaje preciso para mostrarnos un mundo simple, pero provocador en una historia telúrica.
Hay un par de ocasiones en que sus descripciones recuerdan a Rivera Letelier:
"Había visto culos hermosos todo ese tiempo, especialmente en Centroamérica. Culos irrefutables, magníficos; culos con los que se te llenan los ojos de lágrimas de emoción, que te perturban por una semana, culos que se te aparecen entre sueños..." página 65.
pero son solo asomos y aunque en su novela el desierto es un personaje principal, el argumento y el estilo son muy propios.
Me gustó esta novela de Patricio Jara y habrá que continuar leyéndolo.
Observaciones:
Página 15
"Rodrigo, esta persona es tú papá"
> ¿En serio? ¿un posesivo con tilde?
Página 17
"nadie que hiciera espiritismo ni hechizos ni lanzado maldiciones o..."
> No hay un verbo auxiliar, ni expreso ni elíptico, que le dé validez al participio "lanzado"
La única forma de que "lanzado" tenga validez es que se le agregue el auxiliar "hubiera":
La novela tiene sus altos y bajos. Lo que más disfruté fue el ejercicio literario de recorrer mi ciudad a través de las páginas. Lo que menos: demasiada distancia del protagonista con los hechos, casi como si fuera un mero espectador de la historia. A mi parecer, faltó más compromiso con los personajes, un mayor estudio del alma humana. el final tampoco me convenció. Pero de que la novela tiene sus momentos, los tiene.
La cachetada metafísica en el primer capítulo atrapa, excelente estrategia para quedarnos con la historia del protagonista, que además contrasta con la exactitud y los tecnicismos que utiliza para describir una cotidianidad muy cercana. El estilo de descripción seca, que es común en casi todos los autores chilenos en la actualidad, funciona muy bien con el ambiente desértico, y la nostalgia brota de forma natural.
Haber como dije antes me llego el libro de casualidad, me lo regalo una colega<3. Lo que me intereso de base fue que el escritor fuera antofagastino, no recuerdo muchas lecturas de acá del norte más que hernan rivera(hace poco). El libro parte bacán con la aparición del papá. Después, va contando en los capítulos diferentes partes de la historia, su trabajo, la universidad, su familia, Antofagasta, etc. cada historia son como cuentos breves y me agrado su sentido del humor, aunque encontré hartas referencias a un pasado que me costó alcanzar, por la diferencia etaria yo creo. Lo que más me gusto fue recorrer partes de Antofa, una ciudad que ya casi no existe pero mantiene vivas algunas imagenes que se mencionan, las grúas, el curvo, CLUB HÍPICO (que me costo caleta mapear que era homero avila), etc. Con todas esas entretenciones, el papá parece ser lo menos relevante, hasta que el alcoholismo, el accidente, el puerto y todo lo que nos cuenta sobre el va volviendo poco a poco más densa la hishoria, densa densa densa hasta que en un punto estallan las últimas palabras del narrador frente a su padre, palabras que casualmente me vi vomitando hace un par de semanas. Creo que eso fue lo mas impactante, la conexión y la identidad que me generaron ciertos rasgos de la historia. En fin, me gusta también el romance y creo que Magaly se veía muy bacán. Juzgue sí un poco la vida de los personajes, suiza, los viajes por el mundo etc me pareció un poco fancy, sin querer desclazar al narrador:). Como ultima cosa qur quieor mencionar es que anoté muchas referencias de libros o películas que el nombra y en ese sentido me gusta cuando habla dee novelas educativas porque creo que el intenta un poco enseñar algunas cosas. Al mostrarnos su forma de ver la vida, nos enseña mucho de geología y nos aporta una mirada que nunca me habría imaginado de nuestro hermoso y nunca vacío desierto. Amen
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"Las cosas ocurrieron más o menos de este modo: un día, luego de diez años muerto, mi papá decidió volver."
Así inicia este viaje, en una luminosa tarde de sábado después de almuerzo, como ya puedes intuir, esta visita es todo, menos normal, su papá lleva diez años muerto y esta certeza radica en que Rodrigo fue quien lo vistió y lo metió dentro del féretro. Lo cierto ahora es que él está allí y él no sabe qué diablos hacer.
"El desierto no es tan desierto como se cree."
La vida le da un vuelco trepidante, alguien que desde hace diez años no está, de repente vuelve, a partir de este hecho, Rodrigo comienza a recordar su infancia, el alcoholismo y muerte de su padre, y los lugares que ha visitado como geólogo, es así que de repente se ve enfrentado a todos aquellos fantasmas escondidos bajo tierra que determinaron sus opciones de vida.
Esta novela "no es solo el esfuerzo de un hijo por entender y aceptar lo que le tocó vivir, es también la primera novela sobre cómo la nueva minería —con sus grandes inversiones e hipertecnología— ha transformado las ciudades del norte de Chile y, sobre todo, a su gente." ¿Será?
Desde hace mucho tiempo no leía un comienzo de libro que me atrapara cómo lo hizo este: "Las cosas ocurrieron más o menos de este modo: un día, luego de diez año muerto, mi papá decidió volver". El arranque de la novela se sostiene en su extraña intimidad a lo largo de toda la obra, apareciendo, no obstante, personajes que no suman mayores estratos a esta geología. Los diálogos y —especialmente— los silencios entre el padre y el hijo aparecen como el fuerte de la narración. Al cerrar el libro pienso en el desierto y recuerdo a una cita atribuida a David Foster Wallace "Toda historia de amor es una historia de fantasmas".
Me gusta mucho el formato novela corta porque me permite leerlo de un tirón jeje. Me costó un poco tener la atención si de ésta ( no sé si porque no la encontré muy interesante o pq en el bus en que la leí había un señor escuchando con manso parlante la rutina de Felipe Avello , bombo fica y coco Legran - en ese orden- 🙄) Me mantiene leyendo por el misterio que plantea desde la primera oración pero que nunca devela jsdjfj lo que me enojo un poco pero la verdad era algo que me esperaba.
Esta historia, contiene otras historias, la historia de vida del personaje y me encantó la forma en que el autor la va desarrollando. Hay episodios de esta historia en las que reconocí algunos hechos de mi propia vida. Simplemente notable.
La historia parte con la visita del padre muerto al hijo/narrador, que puede interpretarse como una licencia literaria o una alegoría de algún proceso psicológico del hijo/narrador, puesto que luego el tema se abandona, el padre muerto caminando sólo aparece en un par de capítulos y todo lo demás es remembranza del hijo/narrador. Era una posibilidad interesante que se pierde totalmente. La historia luego es algo plana, sin mayores vericuetos argumentales, una simple recolección de recuerdos más o menos tristes o tragicómicos, nada extraordinario como esa visita inicial. Uno tiende a pensar que la novela transcurre sin pena ni gloria, pero creo que en los últimos capítulos se comienza a comprender que, por planificación o azar, hay un pathos, hay un cierto olor, una atmósfera, y hasta una forma de enfrentar la narración que se asemeja a un desierto, como si la historia fuera avanzando por esas planicies secas donde no hay otro ruido que el del viento y las "rocas quebrándose", donde todo parece flotar (como el padre muerto) y nada parece ocurrir, nada peculiar, nada que valga la pena ser recordado. Y se percibe la tristeza, que impregna el relato de este narrador que lucha por mantenerse incólume, como si le diera miedo o pudor mostrar sus emociones. Esta es la historia de un sujeto que se ha construido un muro de rocas para evitar que la tristeza y la melancolía penetren. Se nota en una sección muy bella casi al final: "Aunque al final le dije algo más.- Más bien se lo grité: "No te vayas".- De todo cuanto siguió no tengo muchas certezas.- Más bien no tengo ninguna.- La pena es un planeta desierto".