En esta obra aparecen, entre otros muchos tipos, ladrones osados e imaginativos, millonarios que creen erróneamente poseerlo todo, toreros gorditos, ángeles con mucho oficio, chicas a las que les basta un ascensor para emigrar a otro mundo, monjas decididas a convertirse en reinas del licor... Una colección de personajes contemplados con ironía, ternura y, sobre todo, "humorcina", "esa droga sencilla y eficaz" que el mismo De Laiglesia creó, bautizó y patentó.
¡Me gustó este libro! Aunque, para apreciarlo como tal, hay que tener en cuenta que fue escrito en 1958, así que trata temas menos actuales y menos posibles en su forma hoy, aunque sigan siéndolo en su fondo. Por ejemplo, la "tecnología" que aparece allí... es casi chistosa, jeje, se pasan las cosas de voz en voz, no existe el teléfono ni menos internet. Sin embargo, lo que más disfruté, aparte de la historia principal, es que usa muchos términos y modismos que yo no conocía, no sé si por el lugar o por la época, que eran muy entusiastas y coloridos, y que me causaron mucha gracia.