En un pueblo casi sin gente, de repente vuelve la vida para mostrar que nada se acaba de verdad mientras haya un niño haciendo preguntas al mundo.
Entonces, cuando es de noche y Martín posa su mano sobre uno de mis muslos, le pregunto: ¿Hemos venido aquí a ser viejos?
No se llevaron nada, o casi; ni siquiera el gusto por la aventura. Y cuando llegaron al pueblo, entraron en casa y se echaron encima de un colchón como si la noche no fuera a acabar nunca. Amaneció, y a la luz del sol descubrieron que había más vida allí: unas cuantas casas, unos huertos, hombres y mujeres que hablaban lo justo. Despacio, Nadia y Martín fueron conociendo a Enrique, el dueño de un bar donde había poco más que libros y vino rancio, a Elena y Damián, dos viejos hechos de pura piedra, y a Ivana, que un buen día apareció acompañada de una niña, hija de todos y de nadie. ¿Qué sentido tenía aquel viaje, y aquella gente, y aquel ir viviendo sin imágenes, sin música, sin mensajes que contestar y solo algo de comida y sexo para aliviar los días? Quizá se tratara de llegar a viejos ahora que ya no quedaba nadie en las ciudades, quizá buscaran una manera de ser y de hacer algo digno en ese tiempo que aun les quedaba antes de que se apagara la luz. Quién sabe. Como todos los grandes libros, Por si se va la luz no se anda con respuestas, sino con buenas preguntas. Lara Moreno es una mujer que empieza y tiempo le queda para decir lo suyo, pero con esta primera novela nos entrega ya literatura en mayúsculas.
Lara Moreno was born in 1978 in Seville and raised in Huelva. She lives in Madrid, where she works as an editor and teaches writing. She has published two collections of short fiction, as well as several books of poetry. She was awarded the FNAC New Talent Award upon the publication of her first novel, Por si se va la luz (Lumen, 2013), which was followed in 2016 by Wolfskin (Lumen). She is currently writing her third novel, entitled La ciudad, to be published by Lumen.
Son días para ir recogiendo. Pero en esas surge a veces quien quiere quedarse, o a quien volver para confirmar que. El mundo rural, la huida y el rescate imposible desde la generación que apenas puede más que idealizarlo. Si eso fuese, pues no es fácil vislumbrar el propósito. Retazos en el arranque de un porqué, luego diluido en un bodegón gustoso pero... Dice la contra que "como todos los grandes libros, no se anda con respuestas, sino con buenas preguntas", como quien sirve una coartada por adelantado.
La chica escribe bien pero desde casi al principio notas que la historia no irá a ninguna parte, que no habrá respuestas, solo insinuaciones, y que cualquier capítulo podría ser el último. No me parecería mal si el libro no tuviera más de 300 páginas... Reduciéndolo a la mitad, y sin tanto caos de voces, sería un libro resultón.
De todos modos, habrá que estar atentos a la autora, porque cuando da en la tecla exacta, sus frases brillan.
Me costó horrores acabarlo; ni me interesaba la historia ni la prosa. Y eso que el ambiente -pueblo con pocos habitantes en un ambiente ligeramente postapocalíptico- podía haber dado mucho de sí.
Una historia que nos recuerda la crudeza de vivir en un pueblo abandonado, los motivos de cada uno de los escasos habitantes para haber llegado hasta allí y la esperanza para no abandonarlo.
Cuando empecé a leer esta novela, sentí que tenía mucho potencial y que podía ser muy interesante (el planteamiento me atraía mucho), pero, conforme he ido avanzando en la lectura, he ido perdiendo el interés. No es una novela larga en absoluto y, aun así, me parece que le sobran unas 100 o 150 páginas. Hace unos años leí otro libro de la autora, Piel de lobo, que sí que disfruté; esta novela es anterior, así que quizás debería haber empezado al revés, primero con esta y luego con aquella. Supongo que se nota que es la primera publicación de la autora. No sé. Para ser una novela de poco más de 300 páginas, se me ha hecho muy cuesta arriba. Tengo la sensación de que una historia similar desarrollada como un relato podría ser muy potente, pero como novela me parece que es demasiado tediosa.
"Por si se va la luz" es el debut literario de Lara Moreno con la novela; yo no la conocía de nada, salvo que su libro se sorteaba en un concurso del Fnac. Lo gané y así fue como llegó a mis manos. Y, bueno, aún le queda mucho camino que recorrer. No he podido acabarlo, pese a la paciencia que le he dedicado. De hecho, yo era de esos que si un libro no me enganchaba a las primeras de cambio lo dejaba a un lado y a otra cosa. Pero llevo un par de años dónde intento acabar todo lo que empiezo, por muy malo que sea (sí, ya, algunos me recordaréis "La investigación" y "La verdad sobre el caso Harry Quebert"). Pero no he podido con "Por si se va la luz". He leído cerca del 70% del libro y no pienso perder más tiempo con él.
"Por si se va la luz" podría resumirse usando tres adjetivos: aburridísimo, cargante y vacuo.
Es aburrido, cargante y vacuo porque no ocurre prácticamente nada. Porque la narración está centrada casi exclusivamente en mostrarnos los sentimientos y emociones contrapuestas de un conjunto de personajes que te importan un comino; de hechos que hagan avanzar la trama, ninguno. Lees y lees y la historia no va a ninguna parte. Al poco de avanzar en el libro uno se da cuenta que el afán de la escritora de retratar a seres que están al límite es solo eso: retratar. Da la sensación que se ha dedicado a rellenar dosieres de personajes y luego vomitarlos sobre el papel. No hace falta sobreinformar al lector con cientos de emociones contradictorias para caracterizar a los personajes; lo que ocurre es el efecto opuesto. Experimentan tantas sensaciones y todas tan contradictorias y a la vez, que no acabas de hacerte una idea precisa de cómo son los personajes. En casos como este, es más importante definir un puñado de características y dejar a un lado la radiografía psicológica y definir a los personajes a través de sus actos o diálogos.
Por otro lado, es aburrida porque los personajes lo son. A excepción de la pareja protagonista, de los que estás más o menos interesado en conocer sus vicisitudes y cómo se desarrollarán en un ambiente tan distinto del que frecuentaban en su vida anterior, todos los demás lugareños del pueblo no aportan nada y son prescindibles. Mención especial recibe Elena, por desagradable y asquerosa, y Damián, por innecesario. Es prácticamente imposible empatizar con ellos.
Eso es lo único, que no poco, que no funciona en "Por si se va la luz" y suficiente como para arruinar una buena premisa. Pese a ello, no todo es malo en el debut de Lara Moreno: su escritura es muy madura, pese a ser su primera novela. De no haber cometido los errores citados anteriormente, estaríamos hablando de un debut exitoso.
Llegué a esta novela por mi reciente interés en el neorruralismo literario y he decir que me ha gustado bastante. Leo por aquí numerosas críticas negativas: que si no lleva a ninguna parte, que si insinúa sólo y no responde a las preguntas, que si carece de trama ,que si cada capitulo podría ser el último... pues por todo eso me ha gustado
Противоречива ми е тази книга. В началото започна интригуващо, после започна да ми опротивява, в следващ момент взех да правя паралели с други книги, както и с познати животи (включително моя собствен), и накрая не мога да кажа нито, че ми хареса, нито пък обратното. Накратко – сложно е, както се казва. Не знам защо обичам да сравнявам книгите и авторите едни с други, да намирам сходства и разлики. Чисто структурно тази е като „Любов“ на Елиф Шафак, но без удобните подсказки кой е този аз, който разказва. Оставено е на читателя да се досети. Това прави началото доста трудно, защото читателят все още не познава героите, не знае имената, пола, възрастта и миналото им. Постепенно ги научава и става по-лесно разпознаването на този аз. Стилово и смислово ми е микс от Георги Господинов и Виктор Пасков, с щипка от Палми Ранчев. Екзистенциално и дълбоко, но през призмата на обикновеното и рутинното, ту с вадене на показ на възвишените съкровения, ту на вулгарните и низките „човещини“. Няма морализъм, няма готови и поднесени на тепсия отговори и универсални решения, няма и финал – краят е отворен. Темите са човешките взаимоотношения, битките, които всеки води сам (със себе си, с другите, търсенето на смисъл, упорстването да градим смисъл, страховете какво ще оставим след себе си). В последните десетилетия сме свидетели на станалото модерно напускане на градовете с тяхната забързаност, скованост, дигитализация, комфорт и консуматорство… и завръщането към корените, бягството от суетата, почивката от екрани, отглеждането на собствената храна, преминаването в другата крайност – минимализъм. Не един брак е провалила и тази крайност, но дали и тук се стига до крах и разлом или тъкмо обратното (отворен край).
2,5 estrellas Por si se va la luz es una novela bien escrita. Su autora realiza un meritorio despliegue narrativo y estilístico. Te golpea con imágenes muy potentes que te hacen sentir la suciedad, el hedor y la crueldad de una naturaleza hostil, de la vida en un pueblo abandonado, con cinco habitantes que se refugian y se abandonan en él. Sin embargo, el problema no es que directamente no haya disfrutado de una historia que busca incomodar, perturbar, sino que el contenido -la trama, los personajes- se quedan cortos dentro del continente. No están a la altura. El estilo es artificio y la ambición de la historia se queda en mera pretensión. Planteamiento poco original, que trata de darle la vuelta al tópico del beatus ille y personajes que carecen -salvo, quizás, con las excepciones de Elena y Damián- de consistencia en su desarrollo. La complejidad de los mismos parece más resultado del efectismo narrativo que de sus atribuladas y/o indecisas personalidades. No me los he creído y eso me ha impedido conectar con la obra. La lectura se ha convertido en una sucesión de sacudidas a través de vívidas descripciones de escenas violentamente repugnantes y escatológicas. Gratuitas. Volver al estado de naturaleza, a los orígenes, puede implicar simplemente retroceder, embrutecerse. Y el “buen salvaje” quedarse en “salvaje”.
Una pareja se traslada a vivir a un pueblo apartado, para alejarse de la civilización, la dependencia a la tecnología y a las comodidades de la ciudad. Parece entreverse que además de por cierta paranoia, porque los recursos son limitados y en las ciudades hay problemas para vivir. Allí conocen a varias personas que dieron ese paso antes, y entre ellos se teje una red de convivencia que les asemeja a una familia.
Un libro para leer, re leer, regalar y revisitar. Que huele a pueblo, a desván y a compostera. Que da ganas de seguir a Lara Moreno para siempre a donde sea que quiera llevarte.
Como me había gustado la segunda novela de Lara Moreno, Piel de lobo, venía a esta primera, Por si se va la luz, con grandes expectativas, pero he tenido que recordar que lo normal es que las primeras novelas sean más flojas.
En Por si se va la luz están presentes algunos de los rasgos que me encandilaron en Piel de lobo: una forma personal de narrar y un estilo poético y muy expresivo a la hora de transmitir olores, texturas o repugnancias. Lo que pasa es que en Por si se va la luz ese lenguaje se usa de manera tan indiscriminada y repetida que acaba saturando y una se queda ya insensible. Eso por no decir que te termina tocando la moral la avalancha de símiles, metáforas y otros tropos.
Por otro lado, la historia no lleva a parte alguna, y no es que estemos ante uno de esos libros como, por ejemplo, El desierto de los tártaros, que quieren ilustrar una larga espera, una inactividad crispante ante lo que tendría que llegar y no llega. Aquí se nos presenta a los personajes, y cuando ya están más que presentados junto con el entorno, luego ya no hay nada más. Trescientas veintipico páginas de sucesos nimios que no hacen avanzar una acción que el lector espera (porque has creado una expectativa, amiga, si no, no haberla creado). Hay vagas alusiones a una crisis que uno no sabe si entender apocalípitica o si es exageración de los personajes (con los que, sea de paso, no es fácil empatizar). No logras decidir si avanzan hacia el desastre en esa vida de aislamiento que han elegido o si van a salir adelante, no hay siquiera una saludable sensación de suspense. Vuelves la última página, suspiras y te dices "Bueno, pues molt bé, pues adiós".