Leer a Eloy Tizón es adentrarse en el mejor cuento español contemporáneo por la puerta grande. Con esta premisa, Plegaria para pirómanos conjuga como ningún otro libro del autor el hallazgo y la epifanía de su estilo único e inconfundible con la ruptura de lo establecido en el género y la indagación de otros principios. Nueve cuentos entrelazados por los destellos breves, por las ausencias perennes, por el afán cotidiano, por la búsqueda creativa, por la evidencia de la vida misma de unos personajes que esperan, de una posible memoria y biografía propias y reconocibles en una escritura que es súplica e incendio, en una literatura que nos quema. La vida entre las manos de Eloy Tizón.
Eloy Tizón (Madrid, 1964) es un escritor español, considerado uno de los mejores narradores de cuento y novela de los últimos años. Su obra hasta la fecha se compone de dos libros de cuentos: Velocidad de los jardines y Parpadeos; y de tres novelas: Seda salvaje, Labia y La voz cantante.
Partamos del principio, para evitar malentendidos. Me encanta Eloy Tizón. Desde que lo descubrí con “Velocidad de los jardines” (y dejé por escrito mi deslumbramiento), espero cada nueva entrega con unción. Sé, con total seguridad, que no me dejará indiferente. También sé, claro, que un mindundi como yo no es quién para según qué cosas. Por eso sé Que el escritor moderno debe ser, ante todo, un aventurero (Joyce). Que todo buen libro debe contener incoherencia e incompletitud (Emilio Calvo de Mora). Que escribir un libro es perseguir el fantasma de un libro (Eloy Tizón), diluir la narratividad para llegar a un flujo de conciencia (Justo Sotelo). Que en ese juego de dos que es la literatura (Cortázar), se necesita esa complicidad que transforme al lector a su vez en autor de su propio texto (Almudena Mestre). Sé que a Tizón hay que leerlo con lápiz y papel en la mano, que no quiere representar el mundo sino dinamitarlo (tal vez construirlo), que la forma es el fondo. Pero (yo pecador) Confieso que, salvo excepciones (“Dichosos los ojos” y “Confirmación del susurro” me parecen espléndidos, redondos en su buscada deformidad), hacia el ecuador de cada cuento notaba el mismo agobio que cuando el profe de mate atacaba los logaritmos (yo era de letras). Es decir, era tal el grado de concentración que llegaba al final con la lengua fuera, deseando escuchar el timbre del recreo. Como el que bucea a ciegas por la fosa, intentando vislumbrar una luz que le guíe mientras sortea esos peces abisales esplendorosos, consciente tanto de lo excepcional de su suerte como de que necesita salir y respirar al aire. ¿Leer debe ser estudiar? El propio autor se confiesa, ironizando en una suerte de poética enmascarada en la del personaje de Erizo, (“… no hay personaje. Ni historia que valga. No hay trama. Ningún giro imprevisto. Ningún arco emocional ni epifanía transformadora… Nadie está escribiendo esto”). ¿Me hace esto un lector desatento, o corto de alcance? ¿Una pulga amaestrada (“Mi vida entre caníbales”)? Y conste que he llenado el libro de subrayados y notas (esas metáforas, esos aforismos, esos contrapuntos…). Que tras leerlo soy mejor escritor (si es que lo soy). Que Eloy Tizón me parece un genio. Por mucho que, salvo excepciones, me falte chicha en algunos. Me sobre manierismo, artificiosidad. Como el que dispara a ciegas en el fondo del mar, a la que se mueve. ¿Por qué me interesa más cómo lo dice que lo que dice? ¿Es que ese pacto lector no debe partir de una mínima coherencia, del imprescindible asidero? Calladito estoy más guapo (eso seguro).
Cuando vi anunciado este libro, tanto su preciosa cubierta como el haber leído tantas alabanzas al autor ya pronto lo pusieron en mi punto de mira.
Plegaria para pirómanos, de Eloy Tizón, es un conjunto de nueve relatos que, al menos para mí, han ido de más a menos. Me explico: el primero me parece el mejor de lejos, una auténtica joya con la que he disfrutado mucho y con la que he entrado en la narración del autor, pues me ha encantado su forma de plantearlo y cómo está escrito (bueno, esto último se ve en todo el libro en general, claro).
El segundo y tercer relato también me gustaron mucho, aunque en menor medida, pero a partir de ahí he salido personalmente de las historias, llegando a no conectar con casi ninguna (es verdad que el último relato me gustó también).
No sé qué es lo que ha pasado pero sí es verdad que esperaba algo más, no lo voy a negar. Probablemente sea de esos libros en que ha fallado el lector y no el libro, no lo sé. Me decía @librosbykenia que podía ser porque estaba leyendo a la vez (y muy enganchado además) El conde de Montecristo. No lo sé, el caso es que me ha fallado sobre todo en las tramas y narraciones del autor, que, como digo, me gusta mucho cómo escribe pero no así su desarrollo (probablemente estaré diciendo alguna chorrada con esto, pero bueno).
Me quedo con ese inicio sobresaliente y, si tenéis ocasión, os recomiendo aunque sea leer ese primer relato sobre todo, que podría decir que es uno de los mejores relatos que he leído. Me deja un sabor agridulce porque, como digo, empezaba para ser una de mis mejores lecturas del año, pero se ha ido desinflando mucho.
Como siempre digo, es mi opinión y no dudo de que este libro va a gustar mucho y va a arrasar, pero a mí me ha dejado a medias.
PLEGARIA PARA PIRÓMANOS (segunda edición: octubre de 2023) podría titularse también CUENTOS ASOMBROSOS. Tramas alucinantes y personajes alucinados se despliegan de manera sinuosa y sincopada, a través de párrafos como montañas rusas y frases que pueden descarrilar en cualquier momento y cataratas de imágenes insólitas y referencias que abarcan de Kafka o Cortázar o Nabokov a la cultura pop. Historias descacharrantes y absurdas y angustiosas que dialogan con el lector y consigo mismas y se consumen como una hoguera, sin resolver ni descifrar nada, porque en el mundo de estas narraciones no hay conclusiones, solo «la vida, que es mitad magia y mitad espanto».
Otro logro, en definitiva, de Eloy Tizón y Páginas de Espuma en su apuesta por el relato más imaginativo y sofisticado.
En este libro cabe la risa, la melancolía, las gafas, los amores que fueron y pudieron ser, las tardes y una cámara fotográfica. Todas las historias contienen y son ajenas al autor; todas hablan de literatura y cine; algunas son dedicadas y todas se entregan a la lectura ignífera. Porque Eloy Tizón siempre es palabra, quizás, como dice el narrador, lo único que se le da bien.
Me ha costado mucho, no he entrado del todo en la mayoría de los cuentos. Será cosa mía. No me ha pillado quizá en el mejor momento de lectura y no le he dedicado la atención que merecía. Quizá tampoco era el mejor libro para debutar con Tizón. En cualquier caso, volveré a él en breve y estoy seguro de que la cosa mejorará. En este los cuentos me han parecido espesos, con una escritura algo enrevesada que impedía profundizar, con algunas ideas buenas, pero insuficientes.
Tras un primer cuento extraño que releí, los siguientes tres cuentos me gustaron, especialmente el segundo "El fango que suspira", muy cruelmente real, en cada detalle de la casa de la vecina y de nuestras actitudes ante la muerte. No obstante los restantes cuentos hasta finalizar el libro me pierden, no se entienden, muy retóricos y sumergidos en divagaciones.
La primera vez que escuché algo sobre Eloy Tizón fue en un taller de escritura cuando el profesor nos leyó un fragmento de Velocidad en los jardines. Me impactó. Luego ya lo busqué en las estanterías de las bibliotecas donde conseguí leerme sus cuentos y su ensayo. Me faltan las novelas. Al saber de su nueva publicación, decidí encargarla para leérmela sin prisas y con pausas, en vez de corre corre que vence el préstamo. Intenté dosificar la lectura, no devorar como suelo. Anoche me lo acabé y ahora noto que debo releerlo, igual subrayar a lápiz, no sé... Los erizos que topamos las noches de luna, siempre tan indefensos, chafados en mitad de las carreteras, a pesar de sus púas. Incluso al vivo, escondido entre hojarasca, arrebujándose en su abrigo pinchoso, también se le nota el pelo de la dehesa. Fragilidad. Y no le ofrezcas un platito de leche. Erizo caza araña, lagarto, rana; de postre, semillas y frutos secos. Así los viajes de Erizo, malos viajes, no somos nadie, pánico y pesadillas, ambientes claustrofóbicos, tristezas. Mala racha. ¿O solo eco de tiempos difíciles, los nuestros? Temporada en el infierno donde el fuego arde y Tizón reza orientando el extintor al foco del incendio. De madrugada, nuestro bombero se arranca el buzo tiznado, lo cuelga en la taquilla y se viste de civil, domado el pelaje, curados los pellejos chamuscados, y llega a casa donde "el armario se inundó de sol". Sobre la pregunta cortaziana de "quién nos curará del fuego", ¿quizás solo las palabras... ? En todo caso, las de Eloy son puro bálsamo. Como escarpias. ¡Mil gracias! (Volveré a leer Plegaria para pirómanos, no sobra.)
Si de algo se caracteriza Eloy Tizón es por el relato corto, mejor escritor de cuento español contemporáneo. Mi primera lectura de él y me sorprendió, sobre manera, su estilo, eso es lo que más destaco de esta obra, lo más complicado se me ofrece ahora, catalogar sus cuentos.
En cada cuento asomaba una sonrisa y en alguno, imaginando la escena, alguna carcajada, pero he de reconocer que en esos puntos noté el hincapié del autor sobre la reflexión, porque esa es otra de las características de sus cuentos, la riqueza de matices y detalles que te hacen pensar qué hay detrás.
«Carecía de signos de puntuación y mayúsculas, no tenía final ni comienzo. La numeración era aleatoria: a la página 37 sucedía la 6. (…) Me regocijaba al anticipar colas indignadas de lectores ante el mostrador de la librería, agitando mi librito a pocos centímetros de la nariz del librero…»
Son cuentos cuyo protagonista, Erizo, toma diferentes vidas, no somos siempre los mismos, es decir, nuestro yo cambia, el yo del pasado nada tiene que ver con el de este instante y seguro se modificará dentro de diez años, por no decir horas. Son cuento que no tiene una cronología, pero al acabar tenemos un cuadro casi perfecto sobre la identidad de Erizo.
«Pedir perdón, pedir perdón, pedir perdón.
Por tantos fallos. Por haber sido mal hijo, mal hermano, mal novio, mal copiloto, mal marido, mal padre (…)»
Me ha gustado muchísimo su estilo, ya tiene un hueco en mi biblioteca, y lo más complicado, etiquetar sus cuentos, os animo a descubrir a Eloy Tizón.
Un conjunto de relatos escritos con un estilo único e inimitable que es al mismo tiempo poético, surrealista, paródico, filosófico... Lo que hace Tizón con el lenguaje es realmente bello y complejo. He subrayado decenas de frases y párrafos que en algún momento releeré. Algunos relatos me han fascinado y en todos ellos el manejo del lenguaje es una verdadera maravilla. Destaco los siguientes cuentos:
-El fango que suspira: Relato sobre lo que sucede tras la muerte de una señora que vivía sola y cuyo cadáver encuentran una semana después de muerta. Fascinante esa forma de describir la invasión de la intimidad de esa mujer muerta ( "se parecerá mucho a un robo, a una profanación de morada, a un exorcismo antisatánico") y cómo los engranajes administrativos la anulan para siempre. El relato viaja del futuro al pasado, salta de la mujer muerta a los vecinos, a los que compran su vivienda reformada tiempo después, para regresar a ella de nuevo y volver a saltar en el tiempo, en la narración, en los personajes...
-Dichosos los ojos: bellísimo relato escrito únicamente con enumeraciones.
-Confirmación del susurro: relato epistolar en el que Tizón se pone en la piel de Leonard Cohen y le escribe una carta a Marianne desde su encierro en el monasterio de Mount Baldy.
Disfruté mucho Velocidad de los jardines y Técnicas de iluminación, muy moderadamente Parpadeos, pero bien poco este, querido Erizo.
Puede que sea cosa mía, pero no me abandonaba casi en ningún momento la sensación de vacuidad y gratuidad. No hablo de su prosa evocadora, ni de su lirismo sensorial, cuyos ingredientes han sido como siempre medidos meticulosamente como quien compone un exquisito perfume. Es solo que la mayor parte de los relatos parecen un vuelo acrobático, pero dónde nos quieres llevar, buen hombre. Dónde. Situaciones bizarras que en lugar de generar sorpresa, generan tedio, misterios que provocan desinterés y humoradas sin tanta gracia como él piensa.
Y de acuerdo, tampoco me gustaba siempre ese perfume, a ratos me empalagaba, a ratos me irritaba, a ratos me daban ganas de cerrar el libro.
Mis favoritos: El fango que suspira, Ni siquiera monstruos y Confirmación del susurro.
Erizo esta en todos los lugares este libro. Va de un cuento a otro, cambia de profesión, de geografía, incluso de personalidad. Erizo es el gran descubrimiento de Eloy. Un personaje de múltiples personalidades. Las frases, los párrafos, las palabras de Eloy van más allá de lo que son, están muy por encina de la definición, del significado, de lo que podemos entender en una lectura rápida. Toda en libro se llena de múltiples interpretaciones, a gusto del consumidor o del lector. Metáfora, frases cuyo objetivo es romper el ritmo narrativo, enumeraciones perfectas. Un libro, unos relatos, no de una lectura si no de muchas y enriquecedoras relecturas. www.preferirianotenerquehacerlo.wordp... www.enbuscadeaquellanoche.wordpress.com
Enumeración enumerada de enumeraciones enumerando enumerables
La historia y el concepto están por encima de la ejecución. Una prosa repetitiva, plagada de enumeraciones que acaban perdiendo su impacto como recurso artístico, y pese a que en el primer relato se atisba algo de profundidad y algún concepto interesante, se pierde en el recargado e innecesariamente mundano pero pretencioso estilo (algo que diré no es efectivo, pero es un logro intenresante).
El concepto de protagonista con puntos en común pero casi irreconocible de relato a relato es lo único que "funciona", no solo como concepto pero a cierto nivel en lo referente a la ejecución.
Quizá sea más irregular de lo que me hubiera gustado. Puede que haya algún relato que no me termina de convencer. Pero su último cuento sencillamente me parece uno de los mejores textos breves que he leído en años.
Me ha encantado. Libro de relatos con un hilo conductor como surrealista que me ha recordado a Silvina Ocampo. Adjetivos con uso novedoso. Y un final de órdago. Estaré pendiente de más de Eloy Tizón y a ver si rescato otros.
Creo que para leer a este autor es necesario haber leído algo más suyo antes. Siento que habla con una voz a la que te tienes que acostumbrar, a mí me funciona más como prosa poética.
Lenguaje prolijo y metafórico en su totalidad. Al leerlo me da la impresión de que ha sido escrito plasmando cualquier pensamiento del autor, destacando por su fuga de ideas. Al principio del libro estaba tan concentrada en buscar un hilo narrativo que no apreciaba la novela, y en un momento determinado empecé a comprender todo. Amor, angustia por la muerte, desamor, culpa, el paso del tiempo, etc. Una novela gourmet para lectores avezados.