Madrid, 1941, es el autor más importante de la historieta española de las últimas tres décadas. Cronista de la transición política en la trilogía España Una, España Grande y España Libre (1976-1977) y autor del mejor retrato interior del mundo del cómic español en la serie Los Profesionales. Asimismo, es el máximo exponente del tebeo autobiográfico con la serie Paracuellos y en obras como Barrio o Rambla arriba, Rambla abajo.
Además ha realizado, a lo largo de su dilatada carrera, comics de diversos géneros como Dani Futuro, Delta 99, Hom, Koolau el leproso, Érase una vez en el futuro, la serie Sexo y chapuza o, más recientemente, Jonás.
Simplemente espectacular. Carlos Giménez recoge la crudeza de las condiciones de vida en los Hogares de Auxilio Social de la posguerra española. Lo mejor de todo es cómo logra darle el tono que le daría un niño que cuenta lo que pasó. La sensación de inmediatez es brutal a lo largo de toda la obra. Altamente recomendable.
Lectura difícil por veraz. Años de posguerra siniestros. Los niños como víctimas de una sociedad moralmente corrompida, arruinada por el franquismo y la iglesia.
Bofetadas a dos manos para no olvidar de dónde venimos.
Me gusta el tratamiento que hace de los niños, pueden llegar a ser más crueles que los propios adultos. Una necesidad de prevalecer sobre el otro, inculcada, pero también innata, que se acentúa en un contexto de escasez. Aunque frente al individualismo, también surgen lazos de fraternidad. La comunidad siempre señala al abusón.
A pesar de la enorme diferencia de contexto, me recordó a mi infancia y también a los niños de Casa Guatemala.
Por otro lado, siento que hay demasiados guantazos, demasiada violencia. No dudo que fuese así y está bien contado, pero hay demasiado de lo mismo. Si fuese un plato, diría que al cocinero se le ha ido la mano con una especia. El problema es que no deja espacio para otras emociones, cuando se exploran, en seguida llegan las tortazos para volver a lo mismo.
Ojalá vivir en un país en el que este cómic fuera de lectura obligatoria en los coles.
Carlos Giménez consigue una narración clara y variada de las historias que sucedían en las casas de acogida del franquismo. Con su forma de narrarlo desde el punto de vista de los niños, logra que te pongas en su lugar y empatices mucho con ellos.
Lectura muy recomendable. Lo he leído poco a poco, porque me ponía de mala leche a pesar del buen humor que transmiten buena parte de las historias.
Paracuellos es el nombre genérico que le da en la serie a los hogares de la Obra Nacional de Auxilio Social que acogían a niños huérfanos, con padres enfermos que no podían cuidarlos o que no podían atenderlos por estar trabajando. Carlos Giménez estuvo en esos hogares y recoge las historias, anécdotas y terrores que pasó él y otros muchos compañeros. Pasaban hambre, recibían palizas, los maltrataban, los obligaban a cosas horribles y absurdas como echarse la siesta al sol en agosto o delatarse unos a otros a cambio de un currusco de pan. El horror está ahí sin adornos, crudo y a la vista. Adultos maltratando niños por el puro placer de poder hacerlo, por la sensación de control, de poder, de impunidad. Entre todo ese horror, Giménez transmite ternura y la alegría por la amistad que forjan entre ellos. La alegría de encontrar un currusco de pan, de recibir una carta, de tener un tebeo nuevo, una visita familiar, cualquier cosa que les sacara de la rutina de hambre y maltrato. Giménez además construye los personajes. Cada niño tiene una vida en el hogar y tenía una vida antes, algunos siguen teniendo una vida fuera que creen que les espera, otros ni eso. Lo que no tiene ninguno es un futuro fuera, ni lo piensan y cuando lo piensan, cuando lo desean, la realidad les pone en su sitio. Con todo, lo más terrible de todo el tebeo, lo que a mí me hizo llorar fue la historia de Hormiga, un chaval al que su padre deja en el hogar al morir su madre para casarse con otra mujer con varios hijos. El padre visita el hogar pero no para ver a Hormiga, lo visita porque está ligando con una de las cuidadoras. Hormiga sueña, confia en el amor de su padre, en que lo sacará, lo llevará a vivir con él, pero eso, por supuesto, no pasa. Los castigos y la crueldad de los extraños hacen daño pero se pueden llegar a entender, la crueldad de un padre duele más que todas las palizas, es incomprensible y no se supera nunca. ¿Qué fue de Hormiga?
Hay que leer Paracuellos, es un clásico del tebeo nacional.
Un necesario y doloroso recuerdo de lo que fue España.
Paracuellos no es solo una documentación de las múltiples formas de tortura física y psicólogica empleada en niños durante la dictadura, sino también un relato acerca de la microsociedad que se formaba entre estos, como un reflejo de una sociedad exterior violenta, hostil y de gran escasez.
El sistema de trueque, las escalas de fuerza y la moral roída eran cosas que los propios niños desarrollaron en este medio. Eso sí, siempre dentro de la inocencia y el deseo de amor.
Pero la esperanza no existe cuando fuera no queda nada. Y eso es destructor.
Ojalá poder darle un abrazo, comida caliente y un juguete a cada uno de esos niños.
Triste, irónico, punzante, maravillosa historia de los niños acogidos en los hogares del Auxilio Social en los años 50 (y fines de los 40). Pobres críos, pasando frío, hambre y humillaciones. Guardianes y "señoritas", falangistas violentos y carentes de cualquier sentimiento afectivo. Rezar, rezar y aguantar. Y por medio, las relaciones entre ellos aprendiendo a sobrevivir, muchas veces a costa del más débil; pero también ayudándose, compartiendo, intercambiando... Fiel reflejo de una época triste y fría. Pura memoria histórica.
En mi infancia me leía las historias de Paracuellos y Los profesionales. Carlos Giménez era uno de mis dibujantes de cómics favoritos. Releyéndolo ahora me de la pena, que de joven no me dio, por la dureza de aquellos tiempos.
Buenísimo y durísimo Al principio me lo leía a poquitos. Pero las tres últimas partes me las he ventilado en una tarde, algo más ligeras. No es nada bonito, aunque a veces te ríes, y coges cariño a estos niños, que no son sino otras víctimas del franquismo.
Espectacular el libro. Es mi primer libro de Giménez y me ha encantado. Es un libro muy duro especialmente la primera parte, a partir de ese momento lo complementa con el humor crudo de los niños. Muy recomendable, me lo terminé en nada.
Leer como se vivía en los hogares desde como lo vivían los niños que estaban allí es duro pero a la vez tiene la frescura que solo un niño puede tener. Recomendable.
La obra de toda una vida de Giménez. Compuesta de pequeñas escenas y relatos que muestran la vida en los hogares sociales gestionados por la Falange en la posguerra. Cuenta con crudeza las situaciones de maltrato y supervivencia de los niños de esa era, que crecieron con una más que esperable cicatriz. Es una obra que se debe leer, cuanto antes, sin perder más tiempo.
Libro desgarrador acerca de las infancias más duras bajo el franquismo. Un ejercicio de valentía constante por parte de aquellos que narran la historia y por parte de quien la ilustra(uno de los personajes). Leyéndola el aniversario número 50 de la muerte del dictador, se siente visceralmente la necesidad de tomar en cuenta las memorias de aquellos que sufrieron la cara más verdadera del régimen franquista. Un absoluto himno a la memoria de todos los niños deshumanizados en esa época.
Es increíble la sensibilidad que tiene Carlos Giménez para lograr transmitir la inocencia y positividad infantil con un tapiz de fondo tan crudo y asqueroso. Como lector, uno sólo puede dejarse llevar por un torbellino de emociones donde se suceden tristeza, ternura, alegría, rabia, admiración, impotencia y muchas otras. A nivel estructural, he percibido un cambio de tono en la forma de contar las historias. Los primeros libros son más sórdidos y están contados de forma más aséptica, mientras que en los últimos se aprecia una perspectiva más desde el punto de vista de los niños. Un cómic genial y necesario.
If poetry is a special intensity given to the expression of feelings and ideas by the use of distinctive style and rhythm, then Paracuellos Vol 1 by award winning Spanish cartoonist Carlos Giménez is a poetic masterpiece. The 136-page volume will be released for THE FIRST TIME IN ENGLISH (!!!!!) on March 22, 2016 by IDW. I highly recommend slapping down both a Jackson and a Lincoln on the counter of your favorite comic bookstore or pick up the book online.
So what makes this collection soooo good?
What Giménez does across each story is deftly express themes of isolation and exploitation. These themes often (but not always) have a political setting, comic books being no exception. The X-Men for example are currently our reigning isolated and oppressed comic book figures fighting injustice and prejudices. Faith Erin Hicks explored these themes with a clever mix of witty reality and sarcastic fantasy in The War at Ellsmere. Brian Woods’ character Megan McKeenan also searches for freedom but from internal bullies that have hitched a ride in her soul and psyche.
In Paracuellos, the main characters are bug-eyed pre-pubescent boys who range in age from 4 to 12. These waifs have no super powers; they have no advocates, no one to ensure their well-being (despite the irony of the setting being a government facility to protect their social welfare). There is no one to help them survive neither hunger, nor physical or emotional pain except each other.
The boys, particularly one boy named Giménez desperately try to hang onto their comic books that are too often confiscated by bullies or adult authorities. With evocative inking and a wonderful use of shadows, the panels beautifully convey the bleak circumstances from the kids’ POV without being melodramatic.
Why is this ENGLISH volume of Paracuellos a poetic gem? The metaphor of Paracuellos and the personal story of a boy growing up during Spain’s dark period delves into the reasons why the human spirit can "sobrevivir" unbreakable. It explores how both forgiveness and love become as strong as armor.
Une BD à la saveur aigre-douce. On y suit des gamins de l'assistance publique espagnole sous l'Espagne de Franco.
Pas reluisant du tout. Outre le fait que les gosses sont embrigadés dans les phalanges et gavés d'éducation curetonne, ils subissent aussi moult privations, brimades et punitions corporelles pas piquées des vers.
Malgré ça, on sourit, car la complicité et les relations (pas toujours fraternelles) entre les gamins de l'assistance sont touchantes.
Portrait d'une Espagne pauvre, embrigadée et brimée, Paracuellos est une lecture édifiante, Carlos Giménez ayant été un de ces gamins et ayant recueilli le récit d'anciens de l'assistance pour constituer ses bd rassemblées ici en un seul volume.
Ancien lecteur du magasine "Fluide Glacial", c'est avec plaisir que je me suis replongé dans l'univers de Carlos Giménez.
La lecture de cette intégrale s'effectue,selon moi, à deux niveaux: l'un sur le plan de l'humour, l'autre en gardant à l'esprit ce que fût l'Espagne sous Franco.
On rit des anecdotes évoquées par Giménez mais on ne peut s'empêcher de songer aux souffrances vécues par ces enfants mis à la disposition d'une assistance publique régie par la politique "Franquiste".
A lire sans hésitation pour passer de bons moments mais aussi pour ne pas ignorer les dérives d'une société fasciste.
Paracuellos es uno de los mejores cómics que he leído, una historia que recomiendo a todo el mundo, porque, además de pasarlo en grande con los pequeños, conocerán una parte de nuestra historia, quizá una de las menos conocidas, pero que también merece ser importante. Un libro fabuloso, con historias divertidas, aunque también tristes, y unas ilustraciones más que bonitas. Paracuellos se ha ganado mi corazón♥.
Un libro que no es para estómagos sensibles. Toda la crudeza de la España de posguerra ensañandose en los más débiles, los pupilos de los distintos albergues que el Auxilio Social tenía repartidos por el país. La mezquindad de los adultos resulta tan dura como el descarnado retrato de los niños, que deja al señor de las moscas de Holding como un cuentecito infantil. Por lo demás, no es una obra cerrada sino un conjunto de anécdotas (más dispersas y auténticas al principio, más coherentes y guionizadas al final) lo que le da credibilidad pero le resta estructura y drama.