Cuatropersonajes seencuentranvaradosenel Hotel Hilbert, unextrañolugar que losconfrontará con lo quefueron y,también, con lo quedecidierondejar de ser.
Cuatro personajes se encuentran varados en el Hotel Hilbert, un extraño lugar donde los huéspedes cambian de habitación cada vez que llega un nuevo cliente. Conforme pasan las noches, sus encuentros los confrontan con lo que fueron y, también, con lo que decidieron dejar de ser.Bosques que se incendian es un relato sobre la violencia de la memoria y los mecanismos de supervivencia en torno al olvido. Una obra onírica, de pasajes inquietantes, donde el absurdo y el misterio van de la mano.
«Lanarrativa de Wong esobserva lavidahumanadesde laperspectivaúnica de susexperiencias ytrasladosennuestrosigloconvulso.Él es unviajerotenazenunaépocacadavezmásinmóvil, ynoscuenta laexaltación y laangustia de untiempo decambios.»
Hola goodreads, este libro tiene 215 páginas. Ahí te encargo que le arregles porque pierdo páginas. Jajajaja.
No sé cómo sentirme. A mitad del libro descubrí el plot twist. Aunque ni siquiera estoy segura de que sea una revelación muy oculta (porque de serlo, no estuvo tan enterrada como se pretendía.) Es una historia con potencial que se pierde cuando trata de ser algo que no es. Y es algo que no soy capaz de explicar porque yo tampoco estoy segura de lo que quiere llegar a contar.
La parte más fastidiosa son las "notas encontradas en una habitación del hotel." No aportan nada a la trama, se sienten como trozos agregados para rellenar un poco más el libro y tratar de volverlo medianamente reflexivo. Yo creo que de no contar con estos capítulos la historia me hubiera gustado un pedacito más. Pero cada que llegaba a una de esas entradas dejaba de leerlo hasta reunir la energía necesaria para pasar las páginas.
Me gusta la forma en que Wong escribe, pero esta historia en particular no fue para mí. Aún así, una estrella por las letras y otra por la originalidad del asunto, aunque siento que pudo dar un poquito más.
"Bosques que se incendian" de Roberto Wong es más que una novela; se revela como un ensayo que explora la memoria y cuestiona la realidad como una construcción social y ficticia. Este intrigante relato, que me recuerda a ratos a “Hotel Savoy" de Joseph Roth, comparte la particularidad de situarse en un hotel donde los fortuitos huéspedes, por diversas razones, se ven imposibilitados de abandonar sus confines. Bosques que se incendian es una obra excepcional que invita a reflexionar sobre la complejidad de nuestras percepciones y la ineludible interconexión entre memoria y ficción.
desde mi punto de vista, es una reflexión sobre como vamos dejando pequeños fragmentos de nosotros en personas y diferentes situaciones , y hace una reflexión sobre que hay recuerdos que se aferran a lo qué fuimos , a la nostalgia de algo que no aconteció como hubiéramos deseado, algo que nos hizo muy plenos, todo es un proceso que se entrelaza y nos da a entender que esos acontecimientos ya no existen, hay que dejarlos ir para poder sentirse libres y seguir adelante, hahs:(. que ganas de que todo fuera cómo deseamos , realmente una lectura muy profunda y formidable, le doy un 10/10 hahsh
Entre monstruos que no lo parecen y cárceles que no son lo que se piensa, este libro te lleva hasta ese punto dónde lo único que queda es avanzar hacia el fuego.
Pretende ser mucho, pero está lleno de lugares comunes…textos de relleno, extractos para reafirmar una idea que no necesita ser reafirmada, además de predecible. Su lectura no fue agradable.
Es el sendero sinuoso del desconocimiento y la anegación en un plano onírico que atraviesa, perfora y desgarra la memoria hasta convertirla en cenizas. En bosques que se incendian.
Me pareció increíble tanto la trama como el argumento esencial. Es un libro que trata sobre la memoria pero termina hablando sobre la vida y sobre la ficción. Hay en cada personaje una confrontación que se prolonga y avasalla contra su propia identidad, una confrontación que no se estanca en el ahora sino que vuelve y se va sobre el pasado mismo, es una obra que reta las lindes de lo que se vive y de lo que se imagina, un retrato de lo que sucede en la vida misma, nunca se sabe que se ha inventado y que se ha experimentado, nuestra memoria inventa tanto como puede, los recuerdos son mentiras que nos hemos creído y que frecuentemente tomamos como verdades.
El relato deja siempre una especie de inquietud, todo se da en un escenario a la vez onírico, a la vez baldío, desprovisto de lógica pero a la vez impregnado de cotidianidad, todo es muy raro. Me ha valido mucho que ademas, lo he leído a la par que estudio y releo El cuarto de atrás de Carmen Martin Gaite, misma que explora y trata con más enjundia el tema central de la ficción como instrumento para entender la realidad. Creo que parte fundamental de la memoria, por no decir la mayoría de esta, surge de la imaginación; se inventa y elige lo que se recuerda. En tiempos de escasez, uno se pone más creativo, se debe exprimir y sacarle más jugo a todo, pero cuando ya no se puede rascar más de la realidad, se recurre a la Isla de Bergai, como lo decía Gaite, que es ese refugio creado mediante la ficción y nuestra memoria, uno vuelve siempre a este lugar. La contingencia, el confinamiento o la escasez nos vuelven más creativos.
Salgo de esta lectura con la idea de que la memoria no es un archivo estático, sino una narración en curso, siempre moldeada por lo que somos, por lo que necesitamos ser. Somos lo que recordamos, sin el proceso de invención y del acto de recordar no sabríamos ser alguien. La estructura de la memoria, como bien lo señala el autor, es el soporte del yo, los cimientos o pilares que sostienen la unidad de nuestra trama. El recuerdo, entendido como acto constante, construye el andamiaje de nuestra identidad. Es maravilloso.
Esta breve pero contundente y filosa lectura me ha hecho recordar aquello que decía Garcia Marquez, que las cosas no son como pasaron sino como se recuerdan, es decir, lo que sucede no es sinónimo de verdad o de certeza. Yo creo que todo se perfecciona con la memoria, no puedes hablar de realidad sin recurrir a la ficción.
Recomendaré mucho este libro, me sorprende que no sea conocido ni valorado, yo lo encontré en la sección de remates y ofertas. Es muy bueno.
"Bosques que se incendian" es la segunda novela del mexicano Robrrto Wong, a quien conocí hace años por su podcast de literatura "El anaquel". Allí descubrí al Wong lector y con esta novela descubro al escritor. Bosques que se incendian es una suerte de cuento largo acerca de la memoria como un conjunto más bien anárquico y doloroso de recuerdos inventados, de posibilidades que no tuvieron lugar, de conexiones incoherentes, de sueños, de arrepentimientos.... Una idea ronda al final de la novela en la que distintas personas se encuentran en un hotel aislado y misterioso al que han llegado en un tren: no somos lo que recordamos sino lo que estamos dispuestos a hacer. La novela es corta y está tejida por las memorias de 4 personas que habitan un hotel tan extraño como las confusiones en la que cada una se sumerge buscando entender. Escenas escalofriantes se van alternando con reflexiones filosóficas sobre la memoria que hacen de esta una novela bastante equilibrada que, una vez más, me hizo pensar en el terror de los cuentos y novelas de la argentina Samantha Schweblin pero, ante todo, en los mundos oníricos e ilustrados de Borges. Es una novela entretenida, misteriosa, que no da más de la cuenta y cuya gracia está en lo que queda apenas insinuado. 4,0.
'Bosques que se incendian' es una novela para leerse de corrido, de esas que mantienen al límite la imaginación; difícil permanecer en vilo cuando hay tantas posibilidades en las páginas que tienes enfrente, y cuando la ficción que significa la vida misma soslaya la realidad, transgrede al recuerdo y exalta la nostalgia. Wong es un escritor fino, pero a la vez audaz y desparpajado. No tiene empacho en democratizar la intimidad a través de su narrativa, tejiendo historias intrigantes, al mismo tiempo reflexivas y disfrutables; 'Bosques que se incendian' es un reflejo fiel del estilo fresco y vehemente del autor. Esta novela cambiará tu perspectiva -o al menos disparará nuevas sensaciones- no sólo en tu próxima estancia en un hotel, sino en tu próximo viaje a la memoria.
"Bosques que se incendian” es la historia de unos personajes en el Hotel Hilbert en el que las habitaciones no dejan de cambiar. Lo que me gustó es cómo los personajes tienen que enfrentarse a su pasado en medio de circunstancias extrañas, es una reflexión sobre cómo vamos dejando pedazos de nosotros mismos en diferentes momentos y personas. Esos recuerdos que a veces nos aferran a lo que fuimos o lo que desearíamos haber sido. Pero al final, todo nos lleva a entender que esos momentos ya no existen, y solo queda seguir adelante. Una lectura onírica, profunda pero accesible. Definitivamente, un libro que vale la pena leer.
Leer esta novela corta de Wong fue una experiencia inmersiva. Una vez que entras, ya no hay salida, casi como en la historia que nos invita a leer. Todo gira alrededor de la memoria y de cómo nuestros recuerdos nos definen como personas y cómo nos siguen atando a nuestras vidas físicas. La memoria que de apariencia es fuerte y duradera, se presenta frágil al pasar de las páginas y nos siembra la terrorífica idea de perderla, perdemos y a todo eso a lo que decimos pertenercer y amar. Es una historia cruel sobre la entrega de esta memoria, porque, aunque quisiéramos no podemos tenerla para siempre. Me ha encantado.
"La memoria es limitada, es cierto, pero está llena de matices infinitos."
Una lectura más profunda de lo que esperaba, mientras más lees más sientes que todo deja de ser real, el hotel, los personajes, la trama, la cerveza frente a ti, la cafetería llena de personas en la que decidiste sentarte a leer las últimas 50 páginas del libro. Cada capítulo/entrada me dejaba un sentir angustioso y disfrutable. El tema general de este libro y mi nuevo favorito para leer, la memoria.
Bosques que se incendian es un libro que expande mi universo como persona y como lectora, pocos highs en la vida como terminar un libro como este, ponerte los audífonos y caminar de vuelta a casa.
El relato de Wong desde mi perspectiva invita a la reflexión sobre la vida en general, los ciclos que vamos atravesando a lo largo de ella que son como pequeñas muertes de pedazos de nosotros que se van quedando en situaciones, personas etc, la memoria como este recurso para revisitar y a veces aferrarnos ya sea a algo que creemos nos hizo tocar la felicidad o la plenitud, algo que ya no queremos ser, o la nostalgia de lo que no fue o nos hubiera gustado que fuera distinto. Y como al final todos esos procesos se conjuntan en un mismo camino: la liberación.
Bosques que se incendian es una compleja alegoría en torno a la memoria y sus límites entre la vida y la muerte. La novela, aunque corta y de estilo trepidante, es más difícil de lo que parece, porque está atravesada por una serie de problemas filosóficos que encarnan de maneras muy distintas y en voces diferentes. Por momentos uno puede perderse en ese caos. Me quedo, sobre todo, con el inicio y el final: el inicio, tan kafkiano, tan ambiguo y fantasmal; el final, tan metafórico, tan fúnebre y sin embargo vital. Me hubiera gustado conocer más del Hotel Hilbert, de sus misterios y recovecos.
Bosques que se incendian es un claro reflejo del crecimiento de Roberto Wong como escritor. Al leerlo me pasó aquello que sucede con las buenas novelas policiacas; apenas lo deja uno de leer y queda la inquietud de qué pasará a continuación. Un libro que exige al lector que lo abra y lo lea y relea y al hacerlo encontrar una dimensión diferente sobre la memoria... o sobre todo aquello que escapa a la memoria.
Un gran libro, por su estructura, por sus voces, por las imágenes que evoca y por todas las referencias que se presentan a lo largo del mismo.
A Roberto definitivamente no le gusta lo convencional, apuesta por otra narrativa, tal vez compleja para el lector de a pie, pero muy rica, diferente y refrescante.
Lo he leído ya en una par de ocasiones y sigo descubriendo algo nuevo.
Una parte del libro me recordó a la sensación cerebral del estado de ebriedad. Que no sabes que pasó o como llegaste a ese lugar y sinceramente eso me es muy desagradable pero esta tan bien escrito que te hace sentir así. Por otro lado tiene pasajes bonitos e interesantes. Si me perdí un poco pero en general se entiende y la idea es muy buena.
La verdad no pensé que me gustara este libro, lo puedo resumir en el hecho que al principio no entendí nada, después con las pistas fui comprendiendo el rumbo de la historia, como cada cosa se conectaba y el por que del final, la verdad me tuvo enganchada y me dejó pensando mucho, pero no creo que sea un libro para cualquiera ya que si tiene su complejidad de interpretación
Creo firmemente que es un libro muy inteligente, el único pecado son los diálogos, todos me sonaron igual, fuera de eso, es un libro que me engancho bien, mi pecado fue leerlo en mis ratos libres cuando debió ser en mi día libre. Tengo preguntas y pocas respuestas, supongo que debo volver a leer, escucharé la playlist y realmente lo disfrute.
Un hotel que simboliza la muerte. Unxs luchan por no olvidar, mientras otrxs lo desean. Un libro interesante, con algunas frases muy bonitas. Me encantó la imaginación del autor, quiero leer más de él.
Es un libro bastante complicado de seguir, cuando piensas que tienes todas las respuestas las premisas cambian, al final la tristeza con la que cierra el libro es infinita.
Alguien que sigo en redes desde hace mucho tiempo recomendó este libro, la recomendación fue breve, algo cercano a "está bueno", y como hasta la fecha no me ha defraudado, decidí comprarlo cuando lo ví en la librería. Fue una buena elección.
De inicio pensé que era una novela, pero al avanzar me dí cuenta que era algo más, tal vez una serie de ensayos sobre la memoria y los recuerdos(como leí en otra reseña), pero también puede ser una historia sobre los recuerdos que habitan en nuestra memoria. Tal vez eso sea un spoiler sin contexto.
Al final el libro tiene distintos tópicos sobre los cuales reflexionar, pero también momentos para imaginar quiénes son los personajes y en donde es que existen; eso suena confuso, pero otro de los aciertos de la obra es lo sencilla y amena que es su lectura.
En una estación, en medio de la nada, se encuentra el Hotel Hilbert. Este hotel siempre trabaja a su capacidad máxima pero cuenta con una peculiaridad, conforme lleguen los huéspedes, irán moviéndote de habitación en habitación, por lo que nunca contaras con un cuarto fijo. Un cuarto al que puedas hacer “tuyo”.
Roberto Wong juega con la mente de lector y le hace sentir que algo no está bien, que los huéspedes no se encuentran seguros y que en cualquier momento sucederá algo trágico. Conforme avanzan los capítulos y conocemos a estos huéspedes tan peculiares, caeremos en cuenta que lo más importante con lo que cuenta el ser humano es la memoria.
Cuando el ser humano empieza a hacer las cosas en automático, poco a poco va perdiendo la capacidad de procesar los eventos, de vivirlos, de sentirlos a plena consciencia y eventualmente, empieza a olvidar acontecimientos importantes. Es por ello que con esta lectura me vi obligada a cuestionarme, ¿Qué es el ser humano sin su memoria? ¿Nuestra vida se convertiría en un bucle? Si desaparecen los recuerdos, las experiencias procesadas en la memoria, ¿pierdes tu identidad? Estas y muchas otras preguntas te plantearás en compañía de Filiberto, Nina, Rafael y unas anotaciones olvidadas…