Corrupción, impunidad y nepotismo, tras las mujeres más poderosas de México SOLO HAY ALGUIEN MÁS AMBICIOSO QUE EL LA PRIMERA DAMA Protegidas por el alto mando del país, las verdaderas dueñas del poder siempre han sido las primeras quienes han utilizado a su favor los secretos más confidenciales del Estado para orquestar jugosos acuerdos y favores para sus allegados, al tiempo que aparentaban ser las protectoras de la nación. Algunas construyeron mansiones millonarias a costa del erario; casi todas remodelaron a capricho Los Pinos, o colocaron a sus hijos y parientes en posiciones privilegiadas; incluso, una tuvo un amante clarividente y otra solapó por años el contrabando de petróleo. Sin concesiones y basado en una investigación de más de 13 años, Francisco Cruz, autor de García Luna, el señor de la muerte (Planeta, 2020), narra la vida, obra y desgracia de diez primeras damas entre 1952 y 2018, desde Guadalupe Borja hasta Angélica Rivera, pasando por Carmen Romano y Marta Sahagún. En estas páginas se revelan por primera vez los secretos de alcoba, los actos de corrupción y los escándalos más vergonzosos y atroces de las mujeres que convirtieron el sufrimiento del país en un espectáculo, y que callaron ante actos inhumanos como el del 68. Todas ellas actuaron a placer y sin temor a represalias, como verdaderas aventureras del poder.
Este libro te da la oportunidad de obtener un mejor panorama sobre el papel de las primeras damas en algunos sexenios, del manejo turbio de la política mexicana.
Hay mucho desánimo después de leer este libro. No soy ignorante sobre la mala praxis de la política en nuestro país, pero cuando lees más sobre el tema descubres que solo sabes la punta del iceberg.
Me quedo con esta reflexión llena de cuestionamientos: Siempre causa frustración, coraje y tristeza que las personajes que deben dirigir al país no les importe el país. Me pregunto: ¿el poder y el dinero siempre corromperán a cualquier persona (eres o te haces)?, ¿para participar en la política es necesario tener corazón de piedra para que las desgracias de la gente no te afecten? Tal vez simplemente tienes que fluir con el sistema porque luchar contra él es imposible y en ese fluir sacar el máximo provecho. No lo sé.
Nota: Me hubiera gustado que los dos últimos capítulos tuvieran más tela de donde cortar.
El narrador es insoportable para mí debido a lo excesivamente dramático y ridículo que cuenta los hechos, así como lo plagado de suposiciones para ser un texto de no ficción.
Por otro lado y lo más importante, MÁS SE HABLA DE LOS PRESIDENTES QUE DE LAS PRIMERAS DAMAS.
Tiene comentarios machistas y pretensiosos. No hace un análisis al contexto de las mujeres y como este se reflejaba en la posición de una primera dama, lo que influye en lo que puede o no hacer.
La Narrativa es detallada de la gestión Presidencial. No deja de lado el roll de las mujeres en que están ahí en medio de las decisiones de los Presidentes. Excelente lectura para conocer más del papel de las damas a lado de la silla Presidencial.
Un libro que parte de una premisa muy interesante pues parecería que las parejas de los presidentes pudieron tener influencia en las decisiones de estos. Difícil creer que un esposo no escucharía las palabras de su esposa. Pero a partir de ese momento especula y “condena” a todas las “primeras damas” que presenta. La que no era frívola, era omisa, o corrupta o todo junto. El libro parecería necesitar una corrección de estilo porque se vuelve repetitivo y reiterativo sin aportar nada durante muchas páginas. Interesante el hecho de que de Paloma Cordero, salta a Nilda Patricia, omitiendo a Cecilia Occelli, a quien luego menciona apenas de pasada. ¿No consiguió información el autor o está reservándola para un libro específico de esta primera dama?
Eh, no está mal. La mayoría de los asuntos aquí develados son prácticamente del conocimiento público. No entiendo por que se brincaron a la esposa de Salinas, y tampoco veo por que no incluir las andanzas e indiferencias de la “No Primera Dama” actual. ¿Qué pasó ahí? Que no se noten tanto las inclinaciones del autor. Lo comparan con Maribel Hernández, pero no, le falta objetividad al texto para compararse con los de la periodista mencionada. 2.5