Jump to ratings and reviews
Rate this book

Chilly Scenes of Winter

Rate this book
This is the story of a love-smitten Charles; his friend Sam, the Phi Beta Kappa and former coat salesman; and Charles' mother, who spends a lot of time in the bathtub feeling depressed.

288 pages, Paperback

First published September 1, 1976

64 people are currently reading
3085 people want to read

About the author

Ann Beattie

140 books405 followers
Ann Beattie (born September 8, 1947) is an American short story writer and novelist. She has received an award for excellence from the American Academy and Institute of Arts and Letters and a PEN/Bernard Malamud Award for excellence in the short story form. Her work has been compared to that of Alice Adams, J.D. Salinger, John Cheever, and John Updike. She holds an undergraduate degree from American University and a masters degree from the University of Connecticut.

Ratings & Reviews

What do you think?
Rate this book

Friends & Following

Create a free account to discover what your friends think of this book!

Community Reviews

5 stars
475 (30%)
4 stars
607 (38%)
3 stars
351 (22%)
2 stars
101 (6%)
1 star
39 (2%)
Displaying 1 - 30 of 190 reviews
Profile Image for Orsodimondo.
2,457 reviews2,429 followers
April 25, 2021
TEMPESTA DI GHIACCIO


You can’t always get what you want, canta Mick Jagger all’inizio del film ‘Il Grande Freddo’.

Charles è innamorato di Laura, e si potrebbe definire un’ossessione amorosa, se non altro perché lei è tornata a vivere col marito.
Al centro del romanzo, però, c’è una famiglia, che in questo caso è piuttosto disastrata: una madre squilibrata, il patrigno buonuomo condannato alla mediocrità e all’insuccesso.
E Charles è un impiegato statale che nella terra dell’American Dream non è un bel biglietto da visita.
Vite di tranquilla disperazione, di solida staticità.

Gli anni Sessanta sono finiti, Woodstock e tutta quell’ebbrezza sono sfumati, non hanno portato la felicità che si aspettava, la guerra in Vietnam è sempre più inutile e sempre più lunga, le perdite si sommano alle sconfitte.
Gli Stati Uniti si scoprono normali, e le gelide scene riguardano l’anima del paese, l’inverno è prima di tutto interiore.
Ann Beattie gioca d’anticipo sul mitico film “The Big Chill-Il grande freddo”, tocca gli stessi temi anni prima.

description
End of the American Dream?

Charles dice a sua sorella Susan, che fa l’università ma non sa in cosa vuole laurearsi, le dice che gli sarebbe tanto piaciuto andare a Woodstock, ascoltare Janis Joplin – Susan, che è forse l’unico personaggio pervaso da un certo pragmatismo, gli risponde: Ti saresti trovato a girare in mezzo al fango in cerca di un posto dove pisciare.

Ann Beattie esordì con questo romanzo nel 1976, che potrebbe essere considerato un incastro di episodi costruiti come racconti. Col tempo è diventata maestra della narrazione in racconti, e fu nominata regina del minimalismo (ma cos’è ‘sto minimalismo, cosa fu? È davvero mai esistito?).
Da noi rimane tuttora scrittrice poco conosciuta.

description
I tre attori protagonisti del film diretto da Joan Micklin Silver: John Heard, Mary Beth Hurt e Peter Riegert.

Ho memoria più viva del film, anche migliore del libro, con alcuni attori interessanti: furono protagonisti di una breve felice stagione cinematografica a cavallo tra la fine degli anni ’70 e l’inizio del decennio successivo (John Heard, Mary Beth Hurt, Peter Riegert), poi anche loro sono diventati gregari più che protagonisti.

But if you try sometimes well you might find You get what you need, recita subito dopo il titolo la magnifica canzone dei Rolling Stones.

description
Chilly Scenes of Winter.
Profile Image for Guille.
1,004 reviews3,272 followers
June 2, 2019

Una novela maravillosa. Una novela que va directa a mi lista de favoritos, al igual que Charles, su protagonista, pasa a ocupar un lugar de honor entre mis más queridos personajes obsesivos.

Sin duda, Charles es el obsesivo más tierno de mi colección de obsesivos. Charles tiene 28 años y está enamorado de Laura. Laura nunca dejará a su marido.
“En el supermercado, Laura compra las plantas que se están muriendo, las que solo tienen cuatro o cinco hojas, las que están rebajadas a diecinueve centavos.”
Charles siempre está imaginando desastres y le da pánico no tener dinero en el momento justo de ir a pagar a la cajera del supermercado, y los melanomas. Charles quiere a su madre, aunque esté medio loca, aunque haya que sacarla una y otra vez de la bañera de la que se niega a salir, aunque la pobre siempre le elegía el peor juguete de la tienda. Charles se acuerda mucho de su padre, muerto en un autobús cuando volvía a casa, y no le cae bien su padrastro Pete, siempre quejoso por no tener descendencia propia que le quiera de verdad. A su gran amigo, Sam, realmente su único amigo, lo han echado de la tienda en la que vendía chaquetas de la talla 38 a hombres que usaban la 42. Sam echa mucho de menos a su perra muerta; fue a la perrera y se llevó al perro más feo porque sabía que nadie más iba a quedárselo. Su hermana Susan le gusta, ella “no se pasa el rato diciéndole lo que tiene que hacer, a veces se lo dice, y eso facilita las cosas”. Desde que no tiene a Laura, Charles no soporta a ninguna otra mujer que no sea su hermana Susan. Susan se va a casar con un gilipollas. Charles está enamorado de Laura. Laura nunca dejará a su marido. Charles está enamorado de Laura. Laura nunca dejará a su marido. Charles está enamorado de Laura. Laura nunca dejará a su marido. Cuando el día termina, él piensa que no tiene nada.
“Ojalá se le ocurrieran comentarios sobre política sofisticados cuando está con ella. Entonces ella lo querría, quizá. Pero a ella nunca le ha interesado demasiado la política, y a él nunca se le ocurre nada: sólo habla de los mucho que la quiere. Si se hubieran conocido años atrás, si su vida de adultos hubiera transcurrido en los años cuarenta, ¿no podrían haber sido una familia de anuncio? ¿De cuadro de Norman Rockwell? Un perrito negro, un hijo mayor, una hija pequeña, un bebé rollizo en la falda del abuelo (su padre; Pete, no); todos sentados celebrando el cumpleaños de su adorado hijo, la abuela llevando el pastel de fresa, el perrito corriendo a recibirla, todos ligeramente rosados y afectados de sobrepeso. Un mantel blanco, las cortinas colgando hasta el suelo, un regalo sin abrir, una fuente de verduras sobre la mesa. Bolitas de coco. El chalecito suizo. El hijo de Bob White arrojando un ladrillo por la ventana.”
En realidad, todos los personajes se han rendido de una forma u otra, están noqueados, sobre la lona, sin mostrar signos de querer volver a la lucha. Muy lejos queda la primavera, cuando se podían “ligar a la chica más guapa del parque con sólo pasar por su lado”; solo Charles se acuerda ya de cuando compraba con Laura los ingredientes necesarios para hacer el pastel de naranja y chocolate que tanto echa de menos; ni siquiera es tiempo de soñar con comer con ella un Big Mac en un McDonald’s de París. El ambiente es de incesante resaca, de un dejarse llevar, aunque ni eso sirva. Charles se levantará de la lona y luchará por Laura.
“Soñé que estábamos cazando lobos, y había tantos que no sabíamos por dónde empezar, pero si no empezábamos...”
Pese a lo que pudiera parecer por estos torpes comentarios, la novela es todo menos deprimente. Es triste, pero no deprimente. De hecho, hubiera preferido un final algo menos feliz. La novela es incluso divertida, de lectura pasmosamente fluida, realmente uno asiste a lo que pasa como si de un capítulo de Seinfeld se tratara, con esa atractiva mezcla de comedia y tragedia, de situaciones insustanciales y reveladoras, repleta de diálogos rápidos, circulares, absurdos, brillantes, no pasa nada pero todo lo que pasa nos afecta. De hecho, la novela no es solo el reflejo de la generación americana de los setenta que tuvo que vivir el final de la fiesta que fue la década anterior, nos refleja a todos: ¿quién no ha vivido una fiesta en la que al final uno siente que no tiene nada?

Aquí van algunas postales de este frío invierno:
“- ¿por qué has regresado a la costa este?
- Empezaba a tener la sensación de que estaba creciendo demasiado deprisa; de que me estaba expandiendo, de que terminaría estirada como un chicle. He vuelto para encogerme.”

“Le enseñó a esquiar a Wanda en su luna de miel; tenía unos esquís colgados de la pared del salón. Tenía un par viejo colgado en la pared del retrete y todo. Al final, ella lo dejó por un monitor de esquí.”

“-Se dará cuenta de que estoy preocupada, Charles. ¿O es que no se da cuenta? Estoy preocupada. ¿Parezco borracha o preocupada?
-Está preocupada, naturalmente.
-¡Eso no es lo que le he preguntado! Le he preguntado si parecía borracha.
-No, en absoluto. Sólo parece preocupada.
-Es que estoy preocupada. Eso de que los alcohólicos no nos preocupamos por nada es un error muy extendido. Si no nos preocupáramos por nada, no habría ni un solo alcohólico, Charles.”

Anne Beattie debió de entrar en trance para poder escribir la novela en solo tres semanas, su primera novela. No se la pierdan.
Profile Image for David Carrasco.
Author 1 book146 followers
November 3, 2025
Algunas personas se curan del desamor saliendo a bailar. Otras ordenan la casa, hornean pasteles o se quedan llorando por los rincones. Yo, durante un invierno particularmente frío, leí Postales de invierno. Y descubrí que una novela puede ser cálida y triste al mismo tiempo. Porque, ¿sabes?, sucede que no todas las novelas tristes son frías. Algunas duelen como un recuerdo cálido. Postales de invierno es una de ellas.

¿Y si lo que más te define no es lo que haces, ni a quién amas, sino lo que no consigues soltar aunque ya no esté?

Postales de invierno no es una novela sobre el desamor. O no solo. Es una novela sobre el hueco que deja alguien cuando se va, pero más aún sobre la forma —a veces patética, a veces gloriosa— en la que uno decide habitar ese hueco. Y Ann Beattie lo cuenta sin melodrama, sin grandes declaraciones, con la misma voz tranquila con la que uno se emborracha en una cocina a las tres de la mañana mientras habla de la vida con su mejor amigo. Y es que la historia va justo de eso: de Charles, un joven funcionario de veintitantos años que sobrevive a duras penas al invierno de 1975 mientras sigue colgado de su ex, Laura. Vive solo en su apartamento, pero su relación con su madre, que está al borde del colapso emocional, no deja de marcar su vida. Tiene por mejor amigo a Sam, un tipo más estable, menos brillante, que le sirve de contrapeso y confidente. El libro se podría resumir así, y sería injusto, porque en realidad no va de lo que pasa, sino de lo que no pasa. Como en la vida.

Y lo que hay aquí es una especie de invierno emocional, una estación estancada donde los días se repiten como si alguien hubiese olvidado pasar la página del calendario. Ann Beattie escribió esta novela con apenas treinta años, y eso ya es para mosquearse. Porque uno lee Postales de invierno y tiene la sensación de que quien lo ha escrito ha vivido doscientas vidas, todas ellas ligeramente fracasadas.

Ambientada en un momento en que los restos de los años sesenta ya huelen a fracaso, la novela se sitúa en el corazón del desencanto americano post-Vietnam, cuando las utopías se habían desintegrado y quedaban solo trabajos grises, casas compartidas, cigarrillos sin cenicero y amores que no sabían morir. Es como si Charles fuera uno de los últimos románticos perdidos en la resaca de Woodstock y el mayo francés, contando copos de nieve mientras intenta no congelarse por dentro. Y en medio de todo eso, suena la música. Una enorme banda sonora de vinilos de los sesenta y primera mitad de los setenta que no son sólo la música de fondo, sino que marcan el ritmo emocional de la historia: Dylan, George Harrison, The Rolling Stones, Janis Joplin,... canciones que acompañan esa melancolía que no tiene nombre pero pesa más que un invierno entero.

Y todo eso —el hielo, la música, los silencios— está contado con una voz que no subraya nada pero lo dice todo. Y es que la prosa de Beattie es afilada sin ser cruel, y ahí reside su fuerza. Tiene ese don extraño de los escritores que entienden que el drama no está en los grandes gestos, sino en los pequeños desajustes del día a día. Cada frase parece dicha como al pasar, pero si te detienes, descubres que Beattie escribe como quien lanza piedrecitas al estanque del lector, y una de esas piedrecitas —inesperadamente— acaba hundiéndote. Por ejemplo, con esos pensamientos metidos con disimulo en mitad de un diálogo: en lo que uno piensa mientras el otro habla. En lo que no se dice en voz alta pero que, para el lector, lo dice todo.

Y sin embargo, no es una novela muda. Está llena de una ironía tristísima, de un humor apagado que no busca la carcajada sino el reflejo: ese momento en que uno dice “Dios, eso también lo he pensado (vivido) yo”.

Esa misma voz, entre la lucidez amarga y la ternura sarcástica, es la que articula a Charles, el protagonista. Porque Charles no es solo un inadaptado más del canon americano. Es honesto, sí, pero también ciego. Como si supiera describir con exactitud lo que pasa a su alrededor, pero no tuviera ni idea de lo que le pasa por dentro. En eso me recordó un poco al Herzog de Bellow, pero sin la densidad filosófica. Es como si Holden Caulfield hubiera sobrevivido a la universidad, pero con las mismas cicatrices y más ironía. Lo suyo no es cinismo, sino un humor herido, una defensa desesperada ante el sinsentido, una especie de desencanto perezoso. Y en eso reside su atractivo: no tanto en lo que siente, sino en cómo sobrevive a lo que siente.

El universo que lo rodea no se queda atrás. La madre, Clara, es un personaje que parece salido de una obra de teatro de Tennessee Williams pasada por Prozac. El padrastro, Pete, está tan fuera de lugar como una guitarra rota en una fiesta folk. Susan, la hermana, intenta mediar sin conseguirlo. Pamela Smith, una exnovia lesbiana con heridas propias, y J.D., camarero alcohólico y cómplice ocasional, completan este elenco de satélites desorientados. Todos ellos orbitan alrededor de Charles sin ofrecerle refugio, pero sí espejo. Y entre ellos, Sam, el mejor amigo de toda la vida, que representa esa otra forma de mirar el mundo: menos dolida, menos lúcida, pero más llevadera. Su amistad es lo más parecido a un amor verdadero que encuentra Charles en toda la novela. Y eso lo dice todo.

Beattie escribe desde lo sutil, como si desconfiara de los golpes de efecto. Su estilo recuerda más a la línea quebrada de los cuentos de Carver que a la contundencia de una novela convencional. La estructura es engañosamente simple, pero cada escena está cargada de sentido. Es como si confiara en que el lector sabrá leer entre líneas, o al menos, sabrá quedarse el tiempo suficiente como para que las líneas empiecen a hablar solas. Si uno está acostumbrado a tramas con nudo y desenlace, esta novela puede parecer inerte. Pero si se entra en su ritmo, uno entiende que aquí lo que importa no es llegar, sino acompañar. Lo que ocurre es la vida: el día a día de un Charles obsesionado con Laura, enfrentándose a problemas que no saldrían jamás en una novela “importante”: la insustancialidad del trabajo, la monotonía de las relaciones frustrantes. Y Beattie lo captura con una mezcla de ternura y desencanto que desarma.

Hay algo casi chejoviano en esa forma de narrar el fracaso sin espectáculo. Y si tuviera que buscarle una prima literaria más reciente, pensaría en Departamento de especulaciones, de Jenny Offill: otra historia mínima, contada con inteligencia cortante y una sensibilidad que se niega a convertir la tristeza en drama. También hay ecos del Carver más seco, el de los cuentos donde nadie termina de decir lo que siente, pero todos lo sienten igual.

Por momentos, la novela recuerda a ciertas películas de Hal Ashby —Harold y Maude, por ejemplo—: esa sensibilidad extraña, mezcla de ternura, ironía y derrota silenciosa. Personajes solitarios, diálogos que dicen menos de lo que callan y una banda sonora emocional que suena por debajo sin hacerse notar. O, como apunta Rodrigo Fresán en el prólogo de mi edición, incluso a las primeras temporadas de Seinfeld o Treinta y tantos. Esa sensación de estar viendo a personajes que no han sido escritos, sino espiados. Gente que podría estar sentada a tu lado en el metro, contándote su vida sin saber que estás escuchando. La comparación con Salinger es tentadora, pero donde él escribía con rabia contenida, Beattie lo hace con aceptación melancólica. Como si supiera que nadie va a salir de aquí ileso, y aun así se tomara el tiempo de contarlo con cariño.

¿Y los temas? Pues los de siempre pero con una vuelta de tuerca: el amor como error persistente, la familia como carga inevitable, la juventud como etapa mal entendida, la memoria como lugar al que se vuelve no por nostalgia, sino por falta de opciones. Es una novela sobre estar perdido sin saberlo, sobre esperar llamadas que no llegan y aferrarse a personas que ya no están —o que nunca estuvieron del todo—. Y sobre la peligrosa manía de querer encontrar sentido a lo que simplemente es.

Lo mejor de Postales de invierno es que no intenta fingir profundidad: la tiene. No hay moralejas ni mensajes ocultos. Solo una voz que te habla con una mezcla de ironía, tristeza y ternura resignada, como un amigo que te confiesa, después de tres cervezas, que aún sigue soñando con alguien que ya ni se acuerda de su nombre.

Y esa honestidad disfrazada de ligereza es lo que la hace inolvidable. Porque mientras otros escritores montan fuegos artificiales emocionales, Beattie te lanza una frase simple, como una postal desde el frío, y tú te quedas mirándola durante días sin saber por qué no puedes dejar de pensar en ella.

Y luego está esa frase, casi al final, que lo resume todo sin querer resumir nada: “Quedarse mirando los copos de nieve sí que sería una pérdida de tiempo, pero ella los contaba. Y aunque contar copos de nieve fuera una pérdida de tiempo, ella no lo perdía, porque solo contaba los que eran idénticos.” Beattie escribe exactamente así: contando copos que parecen iguales, hasta que descubres que no lo son. Y en esa obsesión por los detalles mínimos, por los gestos pequeños que nadie más ve, está la belleza devastadora de esta novela.
Profile Image for Andrew.
2,258 reviews928 followers
Read
April 25, 2011
I probably shouldn't read books like this. I know plenty about disenchanted youth. I'm 24 and spend a lot of time in small bars and on lonely buses. And I liked the book, but I liked it in this weird self-indulgent pornographic way. Yes, every conversation rang true, every character was real. But a Raymond Carver or a Grace Paley can take that grit and veritas and turn it into pure transcendence. Beattie's bleak world sings some, but it doesn't transcend.

And this is probably a terrible metric for measuring a book, but it didn't make me feel any less disaffected. OK, so the ending was a glimmer of light. But if anything that felt like a bit of a cop-out. My immediate thought was "oh, so it's OK for him, but how does this help me? Holy shit, I'm using novels as self-help books. And I recognize that that's self-indulgent, but this was a self-indulgent novel and I'm self-indulgently writing about it on a self-indulgent social network."

And I apologize to anyone who's reading this, by the way, but that's what you get when you transform the solitary act of reading into a social act. Navel-gazing. Lots of navel-gazing.

Would I read more Ann Beattie? Yeah. She's talented as hell. Maybe, if you are the sort of person who generally feels OK about things, you'll appreciate it more legitimately.
Profile Image for Cláudia Azevedo.
394 reviews218 followers
February 21, 2021
Fui seduzida por Charlie ao correr das páginas. A escrita de Ann Beattie é despretensiosa e certeira na descrição dos dias comuns de pessoas comuns, com suas rotinas, dramas e sonhos. Isto nos anos 70, década em que nasci, com uma banda sonora maravilhosa, que vai de Bob Dylan aos Rolling Stones. O fim deixou-me sem palavras. No bom sentido.
Profile Image for Three.
303 reviews73 followers
February 24, 2018
negli anni settanta si scrivevano libri in cui i giovani non avevano fatto un master in business administration né intendevano farlo.
le persone non davano soverchia importanza ai soldi, li usavano per vivere e basta.
per il resto si occupavano dei loro amici, dei loro amori, e solo molto poco della loro cose.
le azioni, le cose, i pensieri erano descritti in ogni dettaglio, e poteva essere puntiglioso, magari addirittura noioso, ma il racconto finiva per prendere un ritmo dolce, come per cullare il lettore.
quattrocento pagine scivolavano via leggere, ed il lettore si innamorava dei protagonisti.
Profile Image for piperitapitta.
1,050 reviews464 followers
April 30, 2017
C'eravamo tanto amati

Gelide scene d'inverno è un romanzo di quelli che ti fanno scivolare lentamente nell'inerzia; il torpore ti avvolge, l'atarassia ti penetra lentamente nel sangue e tu resti là, con Charles, ad aspettare che la vita succeda.

Ricordo di aver amato molto, negli anni '80, quella generazione di scrittori nordamericani, accomunati dalla definizione "minimalista".
Non so se sia passata l'epoca, per me, per amarli, o se in fondo Ann Beattie, conosciuta più per le sue short stories che per i romanzi, non sia del tutto parte di quel gruppo di scrittori che comprendeva, tra gli altri, Jay McInerney, Breat Easton Ellis, Susan Minot e David Leavitt; perché, nonostante le premesse, non mi sono trovata a mio agio tra le sue parole ed il suo stile mi ha allontanata sin dall'inizio.
Troppi dialoghi scarni, al limite della sceneggiatura teatrale, per un romanzo che si rivela però corposo, ma solo per il numero delle pagine, e che dovrebbe rappresentare il disagio della generazione dei quasi trentenni negli anni settanta, mentre finisce solo per essere la cronaca della quotidianità di Charles e di quelle cinque o sei persone che ruotano intorno a lui in cui il "troppo freddo" sembra avere la meglio in tutti (e "su tutti") i sensi.

Peccato, perché invece la prefazione dell'autrice, in cui la Beattie afferma “benché non mi senta di affermare che ‘Charles, c’est moi’, Gelide scene d’inverno è probabilmente quanto di più vicino a un’autobiografia mi capiterà di scrivere”, mi era piaciuta molto, brillante e acuta, così come mi era piaciuto leggere che Laura, la donna di cui Charles è innamorata, l'idealizzazione dell'amore e la sua dolce ossessione, era un omaggio letterario a Petrarca.
Belle infatti, oltre l'omaggio al Petrarca che denota il grande amore della Beattie per la Letteratura e la Poesia, anche le citazioni, sparse qua e là, di opere e canzoni in auge nel 1976, l'anno in cui il romanzo è stato scritto.

Peccato, quindi, per l'assenza di empatia tra me e un'epoca che ormai, forse, è anche letterariamente tramontata; anche se, nonostante tutto, Charles è uno di quei personaggi che, parafrasando Salinger, ti fa venire la voglia, pur non amandolo, di chiamare l'autore per sapere cosa fa o come se la passa e chiedergli tutto quello che ancora vorresti sapere di lui.
Profile Image for Núria.
530 reviews676 followers
June 7, 2009
No hay duda que 'Postales de invierno' es una novela generacional y yo siempre recordaré que la leí en el momento adecuado. No importa que hable de la resaca de los setenta després de la fiesta hippie de los sesenta, para mí siempre hablará de ese mes de mi vida en que abandoné el trabajo y consumí los días repartiendo mi tiempo entre la angustia y la apatía. Que los dos protagonistas tengan exactamente la edad que tengo yo ahora (27) no acaba de hacer nada más que reforzar esta connexión. 'Postales de invierno' se desarrolla en el invierno extraordinariamente frío de 1975 en una ciudad nevada que nunca se menciona pero que se ve que es Washington. Los dos protagonistas son Charles y Sam. Charles trabaja en una oficina rellenando informes y sólo sueña en recuperar la mujer que ama que le dejó por su marido, porque sólo así su existencia podrá tener algo de sentido. Sam trabaja en una tienda vendiendo chaquetas y sólo espera que salga el nuevo disco de Bob Dylan, esperando quizás que le dé respuestas sobre qué rumbo seguir con su vida. Los dos se pasan los días de la semana trabajando y cuando llegan a casa están demasiado cansados como para hacer nada. Los fines de semana se los pasan bebiendo. Son los setenta y ya no hay mucho sexo (y cuando hay es desapasionado y más bien por compromiso), ni nada de drogas, pero sí rock'n'roll: en el libro aparecen en el momento adequado una larga lista de canciones que conforman una banda sonora generacional pero también emocional. Y esto es uno de sus mayores aciertos.

'Postales de invierno' es como una telecomedia sobre la depresión. Charles y Sam están deprimidos, odian su vida, pero son demasiado apáticos como para hacer nada para cambiarla. Pero lo mejor de este libro es que prácticamente todos los personajes que salen están deprimidos: desde la madre de Charles (Clara, que está totalmente ida y se dedica a pasarse el día en la bañera y a dejar por toda la casa revistas de cine y mantas eléctricas enchufadas) y su padrastro (Pete, que sólo vive para cuidar a Clara y lamentarse de que si hubiera tenido hijos propios le hubieran querido de verdad), pasando por el amor de Charles (Laura, que ahora vive en un chalecito suizo de los que vende su marido), hasta llegar a Pamela Smith (una ex-novia de Charles que se pasea de costa a costa cargando libros feministas y reconsiderando si es lesbiana o no). Es una de esas obras que es divertida y triste a la vez. El frío del invierno se cuela por todos lados y llega a helar las cerraduras de los coches. Está escrita con un estilo inmediato y lleno de pequeños detalles que le dan realismo. La prensa amarilla está por todas partes y las visitas al supermercado a la orden del día. Es una novela como la vida misma. Un único pero le encuentro: el final, demasiado convencional, que transforma lo que para mí era una historia de amistad y depresión, en una típica historia de amor. Es algo decepcionante. Se ve que hicieron una adaptación cinematográfica de esta novela que pasó sin pena ni gloria por la cartelera. Luego se volvió a estrenar, con el final cortado, y se convirtió en película de culto. Y es que esta novela pide un final abierto que no sea final: es una novela en la que no pasa nada y por eso chirría tanto que al final pase algo. Pero, a pesar del final, no deja de ser maravillosa. Y es que es una novela llena de vida con la que es facilísimo identificarse, porque todos hemos sido Charles o Sam alguna vez.
Profile Image for Tabuyo.
482 reviews48 followers
December 9, 2022
He terminado el libro y es como si no lo hubiera leído. No me ha aportado nada, ni me ha dicho nada.

Un hombre todavía enamorado de una mujer casada con la que tuvo una relación, un amigo al que se le murió el perro, una madre depresiva e hipocondríaca, un padrastro pesado que no para de llamar por teléfono... esos son algunos de los personajes que pululan por la novela.
Está llena de diálogos carentes de interés y con una trama que se basa en la obsesión del protagonista por esa ex pareja. Un rollaco.
Profile Image for Gene.
10 reviews18 followers
October 15, 2007
This book never feels clever or exciting. It feels like real life.
Profile Image for Kate Cross.
112 reviews
April 20, 2020
i have this thing where i sometimes find small, arbitrary things that probably wouldn’t bother anyone else really depressing for no particular reason. i have no idea why but it can weirdly make me feel just as awful as if i actually had something to be upset over. anyway, i bring this up because this entire book is composed of people experiencing life this way, of seeing and hearing casual things that quietly devastate them for reasons they can’t quite place, and having these mundane conversations that maybe mean nothing to one person involved but the world to another. so of course i loved this book but it made me feel like i was dying the entire time and i would never recommend it to anyone. five stars
Profile Image for Rafa .
539 reviews30 followers
May 6, 2014
¿Pero hubo algún tiempo donde los jóvenes no estuvieran desencantados? Entiendo por qué a Tao Lin le gusta tanto.
Profile Image for qtasha.
30 reviews118 followers
June 17, 2015
I don't know if my review would do anybody any good, but I highly recommend this book mostly because unlike most literary lit you don't need a translator in order to read it. Charles, the main character and his out of work best friend Sam, and his crazy mother and other people in Charles's life. Its nice to read a serious literary book that's not work to read you can relate to these people even its set in 1975.
Profile Image for lbh..
37 reviews3 followers
June 21, 2007
one of my favorite novels of all time. some books are capital-g Great overall and some are more modest product that happen to speak in your specific dialect, right to you. this was one. i don't know that it should be required reading in everyone's american lit class, but i capital-l Love it. it's everything i require in a book, with magic gravy on top.
Profile Image for Isabel.
313 reviews46 followers
April 14, 2015
P. 285 - "São nove e um quarto. Charles põe a tocar um dos seus álbuns preferidos de sempre: "The New Lost City Ramblers With Cousin Emmy". Na capa, Emmy tem a boca aberta, os lábios pintados de escarlate. Parece a mãe dele a ser içada da banheira. Charles levanta-se e faz avançar a agulha na faixa "Chilly Scenes of Winter". Canta, Emmy."
Profile Image for Silvia.
254 reviews35 followers
April 19, 2022
"Mio figlio a Dartmouth conosce un ragazzo - il suo compagno di stanza per la precisione - che ha avuto mal di gola per due mesi di fila. Alla fine il dottore l'ha mandato da uno strizzacervelli. E lo strizzacervelli gli ha detto che la gola gli faceva male perché la contraeva deliberatamente per evitare di urlare."


Fa freddo, in questo romanzo. Nella città in cui si svolge la vicenda e nelle vite dei protagonisti. Nevica, le serrature delle auto si bloccano e bisogna scongelarle con l'acqua calda, il termostato in casa deve essere alzato, i rutilanti anni Sessanta sono finiti, la vita scorre per lo più monotona e senza picchi di gioia, nemmeno il nuovo album di Dylan vuole saperne di uscire. I personaggi sono ingrigiti, disillusi, si trascinano in una quotidianità rassegnata, tra dialoghi incalzanti e poche sbavature. Le famiglie sono in difficoltà, disfunzionali o decisamente disgregate. La speranza è poca e non sufficiente al disgelo.

La felicità, la luce, il caldo, vengono tutti dal passato: quando ancora si era bambini e si andava a pesca con il padre o si mangiavano biscotti al cioccolato, quando si studiava all'università, quando c'era Laura.

Eppure qualche elemento di calore, a cercarlo bene, c'è anche nel presente: nella generosità di Charles, sempre pronto ad accorrere in soccorso di amici e conoscenti, nel rapporto solido con Sam, fatto di una confidenza costruita in anni di frequentazioni e che procede testardo sul suo binario, nella fiducia che qualcosa potrebbe comunque ancora cambiare e che quel che resta stabile è in fondo rassicurante.
46 reviews
March 11, 2025
With the 70s perhaps being the most famous of decades associated with terminally disillusioned youth, it’s good to see (yet again) that we’re not the first. Taking a quotidian approach to the phenomenon is well-advised — what does your gray daily life reflect back about a decaying state? The death of collectivism has happened before, leaving you as a kind of pathetic loser pining for unrequited love as you work your nameless government job in a nameless city. And this time we won’t even have the job part!
Profile Image for Sofía.
24 reviews3 followers
June 3, 2025
Charles is so tiring, Ann Beattie is very convincing.
Profile Image for Marisol.
920 reviews85 followers
October 21, 2021
Libros que llegan por azar y se quedan siempre, en esta categoría entra Postales de invierno.

Charlie es un hombre que roza la treintena, y cuenta con un trabajo estable así como casa propia, herencia de su abuela.

Charlie tiene una mamá un poco cucú, que se la pasa en la bañera caliente y conectando mantas eléctricas, para pasar la vida, entre ingresos al hospital.

Charlie tiene un padrastro llamado Peter, huérfano de hijos, con una mujer cucú, que llama a Charlie todo el tiempo buscando atemperar un vacío que no sabe que tiene.

Charlie tiene un amigo llamado Sam, alguien que vibra en su misma sintonía, qué lo conoció cuando eran jóvenes felices, y ahora comparten el sinsentido que es, una vida de adulto, trabajar, crecer, etc.

Charlie tiene una hermana, que le recuerda su propia juventud pero al mismo tiempo le consume la idea de que ella se adapte bien a esa vida de zombies, que es crecer, casarse, tener hijos, etc.

Charlie tiene un trabajo que lo aburre enormemente pero que paga las cuentas, y que sabe que no podrá encontrar otro mejor, así que se resigna y cada día sigue yendo a su oficina a llenar sus informes.

Charlie no entiende como la gente puede comprar comida para una semana o peor aún para quince días, el no sabe que se le antojara comer mañana, ya no digamos más días.

Charlie siempre tiene miedo de no tener el dinero suficiente en su cartera para pagar ya sea el súper, o una cuenta de restaurant.

Charlie no tiene a Laura, y no se si alguna vez la tuvo o la tendrá. Laura es todo para el, es el amor de su vida, pero Laura está casada y no parece estar enamorada de él o haberlo estado alguna vez.

Charlie cree en finales felices, pero en el fondo el y yo sabemos que el amor es, o no es, así que en este libro, el amor no es más que un espejismo de un momento que en cualquier segundo se desvanecerá, pero que es la vida sino un sin fin de momentos que pasarán y solo dejarán recuerdos felices, tristes.

Un libro lleno de sinceridad, de risas, de tristezas pero sobre todo de preguntas de esas incómodas que a veces resultan difíciles de contestar.

Profile Image for João Carlos.
670 reviews316 followers
December 28, 2014
O livro “Postais de Inverno”, publicado em 1976, é o primeiro romance da escritora norte-americana Ann Beattie.
Um romance que tem Charles no centro de uma narrativa emocionalmente complexa, revelando-se um jovem com 27 anos, perdidamente apaixonado por Laura, uma mulher casada que retorna para junto de Jim, o seu marido. Essa obsessão amorosa condiciona a sua vivência e transtorna o seu relacionamento existencial.
Beattie associa Charles a um conjunto de personagens estereotipadas, com comportamentos estranhos e ambíguos, próximos da depressão emocional, mas que revelam as suas tristezas de uma forma repleta de simbolismos.
“Postais de Inverno” tem uma ligação assumida e determinante com a música, correspondendo a um conjunto de autores – Bob Dylan, Janis Joplin, Rolling Stones, Billie Holiday, Elvis Presley, Maria Muldaur, Elton John – que se vão revelando essenciais para a progressão na originalidade da narrativa.
Um modelo familiar em colapso, partilhado por um desencantamento e ausência de esperança, no sentido dramático de vidas à beira da ruptura física e emocional, no retrato de um quotidiano em permanente desintegração.
“Postais de Inverno” é um livro repleto de uma banda sonora de luxo numa trama impregnada de um sentido de humor cáustico e exuberante – original e inesquecível.
Profile Image for Frabe.
1,196 reviews56 followers
September 8, 2017
Charles, il giovane protagonista, è molto innamorato di Laura, una donna sposata e forse irraggiungibile (“omaggio a Petrarca”, conferma l’autrice), e molto amico di Sam, un coetaneo ex compagno di scuola. Tra l’amore sognato e l’amicizia praticata, il buon Charles è al centro di accadimenti spesso minimali, che si succedono con ritmo lento: Ann Beattie osserva da fuori senza interferire, come riprendesse con una cinepresa (d’epoca: 1976) e poi traducesse i fotogrammi in una prosa essenziale, solo parzialmente arricchita dai dialoghi. Nelle quattrocento pagine del romanzo c'è parecchio freddo - come suggerisce il titolo - e un’attesa che tende a stancare, ma anche un certo magnetismo che lega… Sui piatti della mia bilancia, alla fine, restano pesi sostanzialmente equivalenti.
1 review
September 6, 2021
Me ha gustado tanto que me lo compraría si no fuera pobre como una rata.
Profile Image for Mauro Barea.
Author 6 books89 followers
January 5, 2023
Sorprende -mucho- que Beattie sea tan desenvuelta en narrar personajes masculinos de la forma en que lo hace. Como tantos que mencionan esta novela en sus reseñas, Charles es una pequeña maravilla narrativa, un personaje redondo, lo quieres de amigo y aún con su delirante fijación por su ex, se nos hace un tierno Werther del siglo XX y queremos que triunfe, y el final nos deja justo donde queremos. El trasfondo de su madre y lo que le rodea es un gran acierto que le acompaña y ayuda a entenderlo más.

Dicho esto, lo demás es puramente situacional. Conversaciones que rozan los sitcoms, páginas donde solo hay interacción entre personajes y no parece avanzar nada... el "soundtrack" que maneja la autora no me convence del todo (no tolero a Dylan ni a Joplin, aunque fue realmente gracioso que Charles recomendara a su jefe uno de los discos de Janis para su hijo que no quería ir a la universidad). Al principio es verdad que me costó entrar en calor con lo que pasaba, pero una vez dentro el libro se hace bastante ameno, y sobre el final las páginas vuelan.

Una de esas novelas que merecen ser más leídas y comentadas.
Profile Image for Amanda.
Author 1 book7 followers
November 21, 2012
An incredibly real and moving book. It was sad without being melodramatic or so depressing i couldn't connect with the character. Beattie truly captured what it means to be in love. Not the healthy, whimsical romance it's off portrayed as, but real, messy, destructive love. Just an all around great, poignant book.
Profile Image for Ffiamma.
1,319 reviews148 followers
June 4, 2013
l'ossessione per una donna lontana, la solitudine, la famiglia, la mediocrità, l'amicizia. e su tutto - un freddo che non è solo quello dell'inverno, ma anche un gelo del cuore che si stempera nelle ultime, umanissime e tenere pagine. un romanzo commovente, senza una sbavatura e una leziosaggine - sul dolore e la disillusione e l'infelicità.
Profile Image for Yoselin Goncalves.
Author 12 books26 followers
February 16, 2022
Una hermosa novela que me trajo muchos recuerdos. Puedes conectar con ella de un modo especial.
Profile Image for Marta Pérez Abad.
15 reviews1 follower
March 13, 2022
Divertida, irónica y triste a la vez, con algunos de los mejores diálogos que he leído desde Jane Austen. Me ha encantado.
Profile Image for julucha.
417 reviews10 followers
September 13, 2024
[1976] Una historia de aura generacional para la década de los 70, como el guardián para los 50, como trampa 22 para los 60…pues mira no sé pero la novela es que es casi perfecta, los personajes son todos interesantes y sus conversaciones y pensamientos auténticas joyas pasivo agresivas que me han hecho muy muy feliz. Y el tono de Ann Beattie que se coge al instante. Y el anhelo que lo envuelve todo en papel de regalo…No le pongo cinco porque el tiempo verbal me fastidia pero eso es cosa mía que habité vagamente esos setenta en forma de rollizo bebé pretérito.
Profile Image for David.
Author 12 books147 followers
May 10, 2017
I love Beattie's mixture of melancholy, mundanity, humor, and futility in this one. The main line is so normal and all the characters walking along that are so odd. It's really a delight to read, and way more moving than I would expect. This is some seriously nice writing.
Displaying 1 - 30 of 190 reviews

Can't find what you're looking for?

Get help and learn more about the design.