Sinuosa y serena, la pampa cautiva a un niño. Estamos a mediados del siglo XIX; más allá del paisaje deslumbrante, es un territorio que no ahorra hostilidad. Los malones no están tan lejos, la realidad es áspera. Pero ese niño no repara en eso, solo tiene ojos para la naturaleza. Las aves y la tierra, los enigmas de la evolución, el callado parentesco de la belleza y la soledad.
Ese niño, llamado Guillermo Enrique Hudson, se convertirá en un gran escritor argentino unas décadas más tarde. Naturalista eximio, novelista singular, antes de dar ese paso cambiará de país, se mudará a Londres, y de idioma. Allí trabará amistad con otros dos escritores: Robert Cunninghame Graham, que vivió unos años en América Latina y amaba la región, y con Joseph Conrad, quien hizo el mismo recorrido que Hudson: dejó su tierra natal, Polonia, y su lengua, para adoptar el inglés. En ese triángulo no siempre armonioso, donde el afecto se empareja con la rivalidad y las miserias personales, cada uno a su manera mantendrá un diálogo singular con el mar y los barcos, los caballos y los pájaros.
Con una prosa exquisita, con una atención al detalle propia de los poetas, Miguel Vitagliano escribió una novela tan sutil como hermosa sobre la añoranza, sobre esa patria que es la infancia. Sin tocar jamás la nota de la nostalgia, Viaje a las cosas rememora con espíritu estoico y deja al descubierto el azar misterioso que enhebra las tramas de una vida.
Nació en Floresta, Buenos Aires, en 1961. Es escritor, crítico y titular de la cátedra Teoría Literaria III en la Universidad de Buenos Aires. Ha publicado las novelas Posdata para las flores (1991); El niño perro (1993); Los ojos así (1996), Premio Anna-Seghers Preis 1996 y traducida al alemán en 2004; Cielo suelto (1998); Vuelo triunfal (2003); Golpe de aire (2004); La educación de los sentidos (2006); Cuarteto para autos viejos (2008) y El otro de mí (2010); Tratado sobre las manos (2013) y Enterrados (Edhasa, 2018), Premio Eduardo Mallea y traducida al italiano en 2019. Como ensayista, es autor de Papeles para una novela (2010), Lecturas críticas sobre la narrativa argentina (1996) y, coautor con Abel Gilbert, de El terror y la gloria. La vida, el fútbol y la política en la Argentina del Mundial del 78 (1998). Desde 2009 colabora activamente de la revista-blog Escritores del Mundo.
Bellísimo libro. Súper recomendado, sobre todo para aquellas personas interesadas en la figura de Guillermo Enrique Hudson en particular y en los naturalistas del siglo XIX en general. A mí personalmente me fascina la temática, así que en cuanto leí sobre que trataba fui a buscarlo. Me encantó la narración en todos los sentidos; cómo Vitagliano entrelaza la literatura con la ciencia (ambas atravesaron la vida de Hudson) y cómo hace lo mismo con esté último y otros dos escritores, Joseph Conrad y Cunninghame Graham (ya desde un principio, aunque luego se conozcan personalmente). Me resultó muy interesante el uso de la intertextualidad en la obra, las citas, alusiones, las menciones a otros libros de la literatura en general y en particular a la argentina y a otros escritores, por ejemplo cuando el narrador cuenta opiniones de Borges sobre Hudson, a quien admiraba y sobre el Martín Fierro, al cual Lugones quería canonizar y Borges no estaba muy de acuerdo en este proyecto. También el diálogo que entabla con obras no literarias, como por ejemplo del tipo científico, sea de las ciencias naturales o sociales. Es una novela atrapante, la narración te lleva a no querer dejar de leerla. La vida de Guillermo Enrique Hudson sin dudas es súper interesante, al igual que la de muchos naturalistas viajeros, como Darwin, Humboldt, Muñiz, Ameghino, etc. Le bajo un punto porque segun mi opinión me pareció bastante forzada la aparición del tema, en algunos pasajes, de la última dictadura que se llevó a cabo en Argentina entre los años 1976 y 1983. Se intenta relacionar aquella con la historia que se está contando sobre Hudson y no me convenció. Pero el libro me encantó y lo recomiendo sin ninguna duda 100%. Léanlo y no se pierdan la bella prosa de MIguel Vitagliano y la maravillosa historia de Guillermo Enrique Hudson.