La novela que dialoga con el cine y la tradición literaria argentina.
Sagaz conocedor del desierto, jinete experto, Diego Zuluaga es un coronel encargado de sostener el pie civilizatorio al sur de la frontera con el indio. Comanda un fortín perdido en la inmensidad patagónica, siempre hostigado por los malones, los rigores del clima y la extrema soledad. Su trabajo consiste en ordenar las tierras, explorarlas, confiscarlas, negociar con los nativos, mantener la moral de la tropa, administrar el aguardiente y contener los desbordes de locura y violencia que acechan a un grupo humano siempre al límite. Duro, hosco, solitario, la única ternura que es capaz de sentir la reserva a su perro, un jersey que lo sigue a sol y sombra. Hasta que un día, con la intención de aparear a su perro, Zuluaga decide abandonar el fortín y emprender una travesía de final incierto rumbo al Fuerte Grande.
Después de una década de la publicación de Titanes del coco, Fabián Casas vuelve a la novela en este western onírico y retrofuturista, que dialoga con el cine y la tradición literaria argentina, con un protagonista abismado –parte hombre, parte perro– y una galería de personajes desquiciados y excéntricos.
Poeta, narrador, ensayista y periodista argentino nacido en el barrio porteño de Boedo. Estudió Filosofía. Dirigió la revista de poesía 18 Whiskys, que tuvo una amplia repercusión en el ambiente literario porteño.
En 2007 recibió en Alemania el Premio Anna Seghers por «poseer una lírica extraordinaria y ser su obra una fuente de inspiración para los autores de América Latina». Ocio, la película basada en la novela, dirigida por Alejandro Lingenti y Juan Villegas, fue presentada en el Festival de Berlín con excelentes críticas.
Elegido en 2011 por la Feria del Libro de Guadalajara como uno de los autores que garantizan el relevo de los grandes escritores latinoamericanos del siglo XX.
Charly García suele decir "Los buenos artistas copian, los genios roban". Hace poco, en una entrevista, el propio Fabián Casas dijo que había abandonado toda pretensión de originalidad. Después de leer este libro entendí mejor por qué lo decía: es un cover de Aira. Pero no es un plagio ni nada por el estilo - artistas y abogados, asunto separado, sería mi pañuelo de combate -, es una gran copia de estilo, de imaginación desaforada y cruces de géneros como el oráculo de Flores hizo en La Liebre o en Ema, la cautiva (novela que está citada de manera explícita por uno de los personajes de la historia).
Ahora bien, uno de los parámetros que tengo para evaluar una novela es si me dieron ganas de seguir leyendo - sin apelar a bajezas de los puntos suspensivos - o si se me hizo pesada, y la verdad que esta novela es un delirio hermoso (igual que las de Aira) y avanzás las páginas para saber con qué te va a sorprender (igual que las de Aira).
¿Por qué entonces las dos estrellitas? Qué sé yo, no sé si me parece una gran novela a pesar de haberla disfrutado. Me molestaron algunos chistecitos, con los nombres ocurrentes de ciertos personajes, por ejemplo. Tal vez, con el tiempo, estas historias y estos personajes tan raros permanezcan en mi memoria más que muchos otros que leí en novelas más serias, por decirlo de algún modo incorrecto, y cambie de opinión.
Amo a Casas, leo semanalmente sus columnas, escucho su podcast, las entrevistas que le hacen, me gustaron mucho sus últimos poemas en prozac; lo recomiendo siempre, ahora, esta novela en particular, no es una recomendación universal, algo que le puedas dar a cualquiera y sepas que le va a gustar. En fin. Si alguien también la leyó, me gustaría leer sus comentarios.
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Las tres estrellas son porque ningún argentino se merece volver a tener dos estrellas en nada que haga en lo que le quede de vida. O sea, gracias a Messi y el dibu. Y porque tiene un pentadecasílabo que está a la altura de su mejor producción, que va a ser siempre la poesía: “El olor del café hacía dulce a la noche”.
Uf, fue una pelea interna que duro diez capitulo. Queria dejarlo, pero me decia: “no dale un capítulo mas, va a mejorar”. Y por supuesto, me desilusionaba. Fabian es uno de los pocos escritores con los que me pongo contento cuando publica algo nuevo. pero este fue un garrón
Algo en este libro no funciona, pero no se muy bien que es. Quizás faltó un editor que eliminara frases, párrafos y hasta capítulos completos para dejar un cuento largo mejor armado. Esta novela me resultó decepcionante, sobretodo porque leí cosas mucho mejores de Fabián Casas.
Me costó un poco, al principio venia bien, pero a medida que avanzaba lo sentí cada vez más intrincado. Igual lo disfruté, estuvo bien y es una lectura distinta. Un género al que no estoy acostumbrada, el “western onírico” en ese sentido lo sentí disruptivo.