What do you think?
Rate this book
La llamada: Un retrato
Esta es una historia real, llena de aristas y sombras, sobre la condición humana.
A fines de los sesenta, con trece años, la argentina Silvia Labayru era una adolescente tímida, lectora, amante de los animales, entusiasta de John F. Kennedy, hija de una familia de militares que incluía a su padre, miembro de la Fuerza Aérea y piloto civil. A esa edad ingresó en el Colegio Nacional Buenos Aires, una institución pública de gran prestigio, donde entró en contacto con agrupaciones estudiantiles de izquierda y se transformó en una militante aguerrida. En marzo de 1976 se produjo en la Argentina un golpe de Estado que dio comienzo a una dictadura militar. Para entonces, embarazada de cinco meses y con veinte años, Labayru integraba el sector de Inteligencia de la organización Montoneros, un grupo armado de extracción peronista. El 29 de diciembre de 1976 fue secuestrada por militares y trasladada a la ESMA, la Escuela de Mecánica de la Armada, donde funcionaba un centro de detención clandestino en el cual se torturó y asesinó a miles de personas. Allí tuvo a su hija que, una semana más tarde, fue entregada a los abuelos paternos. En la ESMA, Labayru fue torturada, obligada a realizar trabajo esclavo, violada reiteradamente por un oficial y forzada a representar el papel de hermana de Alfredo Astiz, un miembro de la Armada que se había infiltrado en la organización Madres de Plaza de Mayo, un operativo que terminó con tres Madres y dos monjas francesas desaparecidas. La liberaron en junio de 1978 y en el avión rumbo a Madrid, junto a su hija de un año y medio, pensó: «Se acabó el infierno». Pero el infierno no había terminado. Los argentinos en el exilio la repudiaron, acusándola de traidora a raíz de la desaparición de las Madres. Abominada por quienes habían sido sus compañeros de militancia, arropada por unos pocos amigos fieles exiliados en Europa, hizo una vida. Hasta que en 2018 la contactó desde Buenos Aires un hombre que había sido su pareja en los años setenta y, en una secuencia en la que se funden manipulaciones familiares que torcieron el destino, comenzó a urdirse una historia que continúa hasta hoy.
La periodista Leila Guerriero comenzó a entrevistarla en 2021, mientras se esperaba la sentencia del primer juicio por crímenes de violencia sexual cometidos contra mujeres secuestradas durante la dictadura, en el que Labayru era denunciante. A lo largo de casi dos años, habló con sus amigos, sus exparejas, su pareja actual, sus hijos y sus compañeros de cautiverio y de militancia. El resultado es el retrato de una mujer con una historia compleja en la que se amalgaman el amor, el sexo, la violencia, el humor, los hijos, los padres, la infidelidad, la política, los amigos, las mudanzas, y en la que sobrevuela una llamada telefónica que, realizada desde la ESMA el 14 de marzo de 1977, le salvó la vida.
A fines de los sesenta, con trece años, la argentina Silvia Labayru era una adolescente tímida, lectora, amante de los animales, entusiasta de John F. Kennedy, hija de una familia de militares que incluía a su padre, miembro de la Fuerza Aérea y piloto civil. A esa edad ingresó en el Colegio Nacional Buenos Aires, una institución pública de gran prestigio, donde entró en contacto con agrupaciones estudiantiles de izquierda y se transformó en una militante aguerrida. En marzo de 1976 se produjo en la Argentina un golpe de Estado que dio comienzo a una dictadura militar. Para entonces, embarazada de cinco meses y con veinte años, Labayru integraba el sector de Inteligencia de la organización Montoneros, un grupo armado de extracción peronista. El 29 de diciembre de 1976 fue secuestrada por militares y trasladada a la ESMA, la Escuela de Mecánica de la Armada, donde funcionaba un centro de detención clandestino en el cual se torturó y asesinó a miles de personas. Allí tuvo a su hija que, una semana más tarde, fue entregada a los abuelos paternos. En la ESMA, Labayru fue torturada, obligada a realizar trabajo esclavo, violada reiteradamente por un oficial y forzada a representar el papel de hermana de Alfredo Astiz, un miembro de la Armada que se había infiltrado en la organización Madres de Plaza de Mayo, un operativo que terminó con tres Madres y dos monjas francesas desaparecidas. La liberaron en junio de 1978 y en el avión rumbo a Madrid, junto a su hija de un año y medio, pensó: «Se acabó el infierno». Pero el infierno no había terminado. Los argentinos en el exilio la repudiaron, acusándola de traidora a raíz de la desaparición de las Madres. Abominada por quienes habían sido sus compañeros de militancia, arropada por unos pocos amigos fieles exiliados en Europa, hizo una vida. Hasta que en 2018 la contactó desde Buenos Aires un hombre que había sido su pareja en los años setenta y, en una secuencia en la que se funden manipulaciones familiares que torcieron el destino, comenzó a urdirse una historia que continúa hasta hoy.
La periodista Leila Guerriero comenzó a entrevistarla en 2021, mientras se esperaba la sentencia del primer juicio por crímenes de violencia sexual cometidos contra mujeres secuestradas durante la dictadura, en el que Labayru era denunciante. A lo largo de casi dos años, habló con sus amigos, sus exparejas, su pareja actual, sus hijos y sus compañeros de cautiverio y de militancia. El resultado es el retrato de una mujer con una historia compleja en la que se amalgaman el amor, el sexo, la violencia, el humor, los hijos, los padres, la infidelidad, la política, los amigos, las mudanzas, y en la que sobrevuela una llamada telefónica que, realizada desde la ESMA el 14 de marzo de 1977, le salvó la vida.
432 pages, Paperback
First published January 1, 2024
901 people are currently reading
13826 people want to read
About the author
Leila Guerriero
47 books1,456 followersLeila Guerriero is an Argentinian journalist. She began her career in 1991, as an editor with the magazine Página/30, part of the Argentine newspaper Página/12. Since then her texts have appeared in various publications across Latin America and Europe: La Nación and Rolling Stone, in Argentina; El País, Altaïr and Jot Down, in Spain; Piauí, in Brazil; Leopard, in Mexico; L’Internazionale, in Italy, among others. She is the author of many books, including Los suicidas del fin del mundo (Tusquets, 2004); Frutos extraños (2009, Aguilar, Alfaguara); Una historia sencilla (2013, Anagram); and La Otra Guerra (2021, Anagram). She has received the CEMEX + FNPI New Journalism Award, González-Ruano Prize, Blue Metropolis Grand Prix and Manuel Vázquez Montalbán International Journalism Award. She is the Latin American editor for Gatopardo magazine, and works as a teacher at the Gabo Foundation, founded by Gabriel García Márquez. Her work has been translated into English, French, German, Swedish, Portuguese, Italian and Polish.
Ratings & Reviews
Friends & Following
Create a free account to discover what your friends think of this book!
Community Reviews
Displaying 1 - 30 of 1,091 reviews
March 25, 2024
Quería escribir algo contundente al terminarlo, pero siento que nada de lo que reseñe le hará justicia al maravilloso y complejo libro que tengo entre mis manos. Leila tiene la facilidad de narrar lo épico de una historia y en el siguiente punto y aparte, reducirlo todo a la intimidad susurrada. Todo lo ve, nada se le escapa, sabe leer entre líneas, es como si el lector estuviera entre ella y cualquiera de sus entrevistados. Es una dicha que sea contemporánea a nuestros tiempos y tengo la seguridad de que el revisionismo literario la ubicará entre las mejores representantes del periodismo narrativo latinoamericano del SXXI.
January 30, 2024
Escribe con el doble don de la que sabe y quiere contar historias reales y de la que es buena narradora, la que teje cuentos y escribe bien.
March 18, 2024
El corazón de la apestada
Leila Guerriero lo hizo de nuevo. Otra masterclass de periodismo en un libro que, tal vez sea el mejor que escribió en su vida (aclaro que no leí todos los que publicó). Guerriero consiguió un status que muy pocos logran: que uno lea sus libros no tanto por el tema que abordan sino porque están escritos por ella.
No quiero spoilear mucho, pero en estos tiempos es casi imposible. Este libro es un retrato de Silvia Labayru, una joven militante montonera que sobrevivió al campo de concentración de la ESMA y luego fue apestada por sus compañeros de militancia por lo que tuvo que hacer para sobrevivir.
Cuando cualquier periodista pasa tanto tiempo cerca de un personaje de su interés, suele terminar cayendo en la simbiosis y la mímesis. No es lo que sucede con Guerriero, que logra mantener cierta distancia sin perder la empatía básica necesaria. Pero un trabajo prolongado al lado de su retratada le permite llegar a una profundidad que nunca nadie llegó, a que contara cosas que nunca dijo en público, que diga esas palabras malditas que mantuvo sepultadas por tanto tiempo. La historia avanza con paso de tragedia, se lee como un thriller con una piedra en el estómago.
Siento que voy a repetir elogios que ya hice cuando escribí sobre sus libros de Bruno Gelber y Malvinas, tal vez esté exagerando, pero no sería descabellado empezar a pensarla como candidata al Princesa de Asturias, al Cervantes y, por qué no, al Nobel.
Un pequeño, pequeñísimo "pero", que no afecta ni un cuarto de estrellita de goodreads. Ahora que escribe libros para editoriales españolas en residencias para escritores en México a veces tiene que explicar cosas de la historia que los argentinos sabemos hasta el hartazgo. Es un pequeño precio que paga con el cambio de escala, pero tal vez no vendría mal una edición especial para Argentina y otra para el resto del mundo. En fin, nada grave.
No se la pierdan. Si nunca la leyeron arranquen por este libro o por cualquiera que tengan a mano. Todos tienen un nivel superlativo. Este libro fue publicado en enero en España y en marzo en Argentina y es muy difícil que no sea elegido como uno de los mejores, sino el mejor, del año.
==
Si te gustan mis reseñas tal vez también te guste mi newsletter sobre libros que se llama "No se puede leer todo". Se pueden suscribir gratis, poniendo su mail en este link: eepurl.com/hbwz7v La encuentran en Twitter como @Nosepuedeleert1, en Instagram como @Nosepuedeleertodo y en Facebook.
Gracias, te espero
Sant
Leila Guerriero lo hizo de nuevo. Otra masterclass de periodismo en un libro que, tal vez sea el mejor que escribió en su vida (aclaro que no leí todos los que publicó). Guerriero consiguió un status que muy pocos logran: que uno lea sus libros no tanto por el tema que abordan sino porque están escritos por ella.
No quiero spoilear mucho, pero en estos tiempos es casi imposible. Este libro es un retrato de Silvia Labayru, una joven militante montonera que sobrevivió al campo de concentración de la ESMA y luego fue apestada por sus compañeros de militancia por lo que tuvo que hacer para sobrevivir.
Cuando cualquier periodista pasa tanto tiempo cerca de un personaje de su interés, suele terminar cayendo en la simbiosis y la mímesis. No es lo que sucede con Guerriero, que logra mantener cierta distancia sin perder la empatía básica necesaria. Pero un trabajo prolongado al lado de su retratada le permite llegar a una profundidad que nunca nadie llegó, a que contara cosas que nunca dijo en público, que diga esas palabras malditas que mantuvo sepultadas por tanto tiempo. La historia avanza con paso de tragedia, se lee como un thriller con una piedra en el estómago.
Siento que voy a repetir elogios que ya hice cuando escribí sobre sus libros de Bruno Gelber y Malvinas, tal vez esté exagerando, pero no sería descabellado empezar a pensarla como candidata al Princesa de Asturias, al Cervantes y, por qué no, al Nobel.
Un pequeño, pequeñísimo "pero", que no afecta ni un cuarto de estrellita de goodreads. Ahora que escribe libros para editoriales españolas en residencias para escritores en México a veces tiene que explicar cosas de la historia que los argentinos sabemos hasta el hartazgo. Es un pequeño precio que paga con el cambio de escala, pero tal vez no vendría mal una edición especial para Argentina y otra para el resto del mundo. En fin, nada grave.
No se la pierdan. Si nunca la leyeron arranquen por este libro o por cualquiera que tengan a mano. Todos tienen un nivel superlativo. Este libro fue publicado en enero en España y en marzo en Argentina y es muy difícil que no sea elegido como uno de los mejores, sino el mejor, del año.
==
Si te gustan mis reseñas tal vez también te guste mi newsletter sobre libros que se llama "No se puede leer todo". Se pueden suscribir gratis, poniendo su mail en este link: eepurl.com/hbwz7v La encuentran en Twitter como @Nosepuedeleert1, en Instagram como @Nosepuedeleertodo y en Facebook.
Gracias, te espero
Sant
March 28, 2025
De arranque no parece un mal libro. Se deja leer bien y cambia temporalmente de forma ágil. Eso es lo mejor que puedo decir de la novela, de ahí mi puntuación 2*. Al poco le sacas los “peros”.
Creo que voy a contracorriente de la mayoría de opiniones y valoraciones, tal vez yo esté confundido, no lo sé. Como siempre que algo no me convence, y por respeto a cualquier creador, no quiero hacer una reseña dañina, solo valoraré algún detalle que con la lectura de unas páginas no me ha permitido entrar bien al libro.
Creo que más que una novela, que es lo que pretende Guerriero, le sale un libro divulgativo que se pudiera titular algo así: “La historia de la Argentina de la segunda mitad del Siglo XX; movimientos revolucionarios y golpistas; el conflicto y corrientes políticas”.
Parece querer agrupar a muchos lectores, darles mucha información de la relativamente reciente historia convulsa de la política argentina, tal vez hacer una gran novela global, o la gran novela argentina… y explicar determinados conceptos para que queden claros a todos los lectores de cualquier origen. Todo eso que resulta bastante pedagógico, lo veo claramente perjudicial para la novela. Se llega a muchos lectores, pero a los más exigentes los pierde, por lo menos ese es mi caso (lo cual no tiene porque se malo, ya que las ventas la avalan). Nos abruma de información y nos exige muy poco al lector. Por otro lado, la historia parece como muy literaria, muy preparada “ad hoc”: una chica de clase alta, guapa, metida en la lucha política contra el régimen, una montonera nada menos. Leí un comentario de una compañera de GR que me hizo reír, decía que es como si China Suárez hubiera sido montonera. Yo aquí la asocio a Tamara Falcó como revolucionaria.
Ese exceso de metraje y explicaciones en el contexto político, histórico y social de la nación, también hace que (sin quererlo) la autora también se extienda en el resto de la narración, y se impregne toda esa historia de demasiadas palabras, p.ej: pag. 40
“Por esos años Betty empezó a tomar cantidades dramáticas de whisky -una botella al día- y a ingerir pastillas. Su hija regresaba del colegio aprensiva, sin saber que iba a encontrar.”
Yo ahí lo hubiera finalizado: Leila, deja que el lector use la imaginación y se implique. Sin embargo la autora añade todo lo siguiente, que a mi juicio sobra:
“-Abría la puerta y decía: “¿Con que me voy a encontrar hoy?” ¿Mi madre borracha, mi madre durmiendo, mi madre fumando como loca sentada en el offece esperando que yo llegara para hablarme del tipo con el que había estado? Alguna vez se tomó no sé cuántas pastillas para dormir, para suicidarse, y mi padre lo sabía. Y la dejó.
- ¿Cómo que la dejó?
- Yo llegué, ella estaba durmiendo y no se despertaba, no se despertaba. Yo no sabía que era por eso, pero él la había visto tomar pastillas. Y no hizo nada”.
Pag 62 y 63: aparecen 7 fechas que recuerda Hugo (la pareja de Silvia, la prota), de cuando se conocieron hace 45 años, que memoria, increíble...demasiado acotado todo...demasiados datos.
Pag 64 y 65: otras 6 fechas recordadas por Hugo...no me lo trago.
Tras esto abandono. Le sobran palabras, datos, fechas, explicaciones...y le falta alma y conocimiento de primera mano de lo que narra. Lo intentaré de nuevo en otro momento con Leila G.
Creo que voy a contracorriente de la mayoría de opiniones y valoraciones, tal vez yo esté confundido, no lo sé. Como siempre que algo no me convence, y por respeto a cualquier creador, no quiero hacer una reseña dañina, solo valoraré algún detalle que con la lectura de unas páginas no me ha permitido entrar bien al libro.
Creo que más que una novela, que es lo que pretende Guerriero, le sale un libro divulgativo que se pudiera titular algo así: “La historia de la Argentina de la segunda mitad del Siglo XX; movimientos revolucionarios y golpistas; el conflicto y corrientes políticas”.
Parece querer agrupar a muchos lectores, darles mucha información de la relativamente reciente historia convulsa de la política argentina, tal vez hacer una gran novela global, o la gran novela argentina… y explicar determinados conceptos para que queden claros a todos los lectores de cualquier origen. Todo eso que resulta bastante pedagógico, lo veo claramente perjudicial para la novela. Se llega a muchos lectores, pero a los más exigentes los pierde, por lo menos ese es mi caso (lo cual no tiene porque se malo, ya que las ventas la avalan). Nos abruma de información y nos exige muy poco al lector. Por otro lado, la historia parece como muy literaria, muy preparada “ad hoc”: una chica de clase alta, guapa, metida en la lucha política contra el régimen, una montonera nada menos. Leí un comentario de una compañera de GR que me hizo reír, decía que es como si China Suárez hubiera sido montonera. Yo aquí la asocio a Tamara Falcó como revolucionaria.
Ese exceso de metraje y explicaciones en el contexto político, histórico y social de la nación, también hace que (sin quererlo) la autora también se extienda en el resto de la narración, y se impregne toda esa historia de demasiadas palabras, p.ej: pag. 40
“Por esos años Betty empezó a tomar cantidades dramáticas de whisky -una botella al día- y a ingerir pastillas. Su hija regresaba del colegio aprensiva, sin saber que iba a encontrar.”
Yo ahí lo hubiera finalizado: Leila, deja que el lector use la imaginación y se implique. Sin embargo la autora añade todo lo siguiente, que a mi juicio sobra:
“-Abría la puerta y decía: “¿Con que me voy a encontrar hoy?” ¿Mi madre borracha, mi madre durmiendo, mi madre fumando como loca sentada en el offece esperando que yo llegara para hablarme del tipo con el que había estado? Alguna vez se tomó no sé cuántas pastillas para dormir, para suicidarse, y mi padre lo sabía. Y la dejó.
- ¿Cómo que la dejó?
- Yo llegué, ella estaba durmiendo y no se despertaba, no se despertaba. Yo no sabía que era por eso, pero él la había visto tomar pastillas. Y no hizo nada”.
Pag 62 y 63: aparecen 7 fechas que recuerda Hugo (la pareja de Silvia, la prota), de cuando se conocieron hace 45 años, que memoria, increíble...demasiado acotado todo...demasiados datos.
Pag 64 y 65: otras 6 fechas recordadas por Hugo...no me lo trago.
Tras esto abandono. Le sobran palabras, datos, fechas, explicaciones...y le falta alma y conocimiento de primera mano de lo que narra. Lo intentaré de nuevo en otro momento con Leila G.
February 21, 2024
Este es un libro brillante, sobre todo porque es un libro imposible: Leila Guerriero transforma una empresa condenada al fracaso (y que, quizás, de hecho, fracase) en un trabajo periodístico magistral. Un libro que no cuenta la dictadura argentina, sino la vida de una de sus víctimas, y no de cualquiera: una a la que algunos no consideran víctima o no del todo, incómoda para los supervivientes, y que no solo es de alguna manera expulsada de ese círculo, sino que establece voluntariamente cierta distancia (política, estética) con él. Menudo charco en el que meterse. Leila Guerriero se pregunta (y esa pregunta es el estribillo del libro) por qué Silvia Labayru accede a estas entrevistas; la pregunta obvia, que tampoco tendrá respuesta, es por qué accede la propia Guerriero.
Y no sé exactamente a qué me refiero cuando digo que a lo mejor la empresa fracasa, pero creo que tiene que ver con la doblez del personaje de Labayru, una doblez que muchos asocian con la traición y que aquí tiene más que ver con su manera de narrarse a sí misma. La autora nos sugiere que la retratada cuenta todo sin contar, quizás, lo esencial, y en esa distancia insalvable, de la que es consciente, está todo el interés y todo el riesgo. Admiro cómo Leila Guerriero maneja esta tensión, tan peliaguda en lo narrativo y casi en lo deontológico: es implacable con los torturadores, clara sobre el grado de violencia al que fue sometida Labayru, y a la vez muy poco complaciente con la retratada. Admiro también la estructura de filigrana del libro, una estructura tan endiablada que podría parecer puro azar, si el azar pudiera generar laberintos así de bien medidos. Y admiro el espacio que encuentra para sí misma como preguntadora demasiado insistente, como presencia incómoda y hasta como seducida.
Leila Guerriero tiene muchas cualidades, no siendo la menor de ellas la constancia. Pero qué mirada. Que te describa Leila Guerriero debe de ser una experiencia terrorífica. Saber que, sea lo que sea que vea en ti, probablemente tenga razón.
Y no sé exactamente a qué me refiero cuando digo que a lo mejor la empresa fracasa, pero creo que tiene que ver con la doblez del personaje de Labayru, una doblez que muchos asocian con la traición y que aquí tiene más que ver con su manera de narrarse a sí misma. La autora nos sugiere que la retratada cuenta todo sin contar, quizás, lo esencial, y en esa distancia insalvable, de la que es consciente, está todo el interés y todo el riesgo. Admiro cómo Leila Guerriero maneja esta tensión, tan peliaguda en lo narrativo y casi en lo deontológico: es implacable con los torturadores, clara sobre el grado de violencia al que fue sometida Labayru, y a la vez muy poco complaciente con la retratada. Admiro también la estructura de filigrana del libro, una estructura tan endiablada que podría parecer puro azar, si el azar pudiera generar laberintos así de bien medidos. Y admiro el espacio que encuentra para sí misma como preguntadora demasiado insistente, como presencia incómoda y hasta como seducida.
Leila Guerriero tiene muchas cualidades, no siendo la menor de ellas la constancia. Pero qué mirada. Que te describa Leila Guerriero debe de ser una experiencia terrorífica. Saber que, sea lo que sea que vea en ti, probablemente tenga razón.
June 9, 2024
Hay que leer a Leila para entender lo que Leila hace, para comprender por qué escribe lo que escribe.
Su padre le dice: "Eso pasó hace 40 años, a poco hay gente a la que le interese aun leer sobre aquello?"
Ella le responde, hay historias que nunca terminan.
Pero es que no sólo es la historia, Leila, es tu manera de contarla.
Cada frase, cada ¿envejece bien? cada "jamás le preguntó por qué". Me mataste.
Tu amigo te dijo que al fin era hora de que te metieras en los setenta. Y tú, tú le dijiste:
"yo tengo un bruto metejón con la historia de esta mujer".
Busco qué es eso. Metejón. Me mataste.
Qué gran homenaje haces a quiénes escoges.
A esos que se suicidaron, a aquél baile, al pianista ahora a esta mujer.
Yo también me he "metejoneado" con ella.
Excelente libro. Si me pregunté en el inicio ¿y a mi esta historia qué?
Pero muy pronto se hizo mi historia.
Así es ella.
Degas decía que el arte no es lo que uno ve, sino lo que uno hace ver a los demás.
Eres una gran artista Leila. Gracias.
Su padre le dice: "Eso pasó hace 40 años, a poco hay gente a la que le interese aun leer sobre aquello?"
Ella le responde, hay historias que nunca terminan.
Pero es que no sólo es la historia, Leila, es tu manera de contarla.
Cada frase, cada ¿envejece bien? cada "jamás le preguntó por qué". Me mataste.
Tu amigo te dijo que al fin era hora de que te metieras en los setenta. Y tú, tú le dijiste:
"yo tengo un bruto metejón con la historia de esta mujer".
Busco qué es eso. Metejón. Me mataste.
Qué gran homenaje haces a quiénes escoges.
A esos que se suicidaron, a aquél baile, al pianista ahora a esta mujer.
Yo también me he "metejoneado" con ella.
Excelente libro. Si me pregunté en el inicio ¿y a mi esta historia qué?
Pero muy pronto se hizo mi historia.
Así es ella.
Degas decía que el arte no es lo que uno ve, sino lo que uno hace ver a los demás.
Eres una gran artista Leila. Gracias.
April 2, 2024
Tras haber leído 3/4 partes del libro, lo dejo. Guerriero escribe enormemente bien y ha sido un descubrimiento leerla y conocerla como narradora. Ahora, a mi parecer, el libro da vueltas sobre los mismos episodios (al estilo faulkneriano) sin en, muchas veces, aportar nada cualitativamente. Silvia Labayru es un personaje importante, pero no más que otros militantes fallecidos o exiliados y, en ocasiones, la narradora fagocita esa idea. Quizá me faltaba cierto conocimiento e interés por su figura, pero creo que este libro sirve para entender la naturaleza contradictoria de su trayectoria vital, no para entender mucho sobre lo que supuso la lucha armada en la Argentina de los 70, la represión generalizada y el cuadro de época de esos años.
March 8, 2024
Es como si la China Suárez hubiera sido montonera.
April 16, 2025
Estoy sobresaturada y me resisto a acabarlo.
La idea de proyecto es buena: hacer un perfil real y amplio de una militante de grupo terrorista de izquierda, de gran belleza y clase social elevada, contando paralelamente la historia política argentina de los años setenta y ochenta. Está muy bien explicado para los no autóctonos. Podría envejecer bien. De hecho, hasta ahora continuaba la lectura porque al principio me resultaba muy adictiva: secuestro, tortura, encierro, embarazo, violación, fingimiento, liberación, repudio. Y siempre esperando la respuesta a la pregunta sospechosa en torno a los sobrevivientes de los centros clandestinos repudiados por supuesto colaboracionismo—"¿Qué hiciste para que no te mataran?"
Pero es que no sé en qué punto, Leila pierde la empatía. No sé si porque escribe en pandemia y la mascarilla no permite el acercamiento debido a los interlocutores, lo cierto es que la desafectivización es la marca de la casa de esta narración. Como si fuera una médica especialista, va a la raíz de la historia pero se echan de menos ciertos cuidados de enfermería. Se nota que la propia perfilada, Silvia, no le cae muy bien, o que el proyecto en un momento dado se le viene grande, o qué sé yo. Como siempre, es cruda y seca escribiendo, lo cual me congratula, pues no todo va a ser prosa lírica. Remata constantemente párrafos muy ásperos con codas de tres líneas de prosa poética. La ansía, pero se nota que le cuesta, como si fuera una escritora novel. El ritmo percutido con que las frases de estrellan contra el punto final produce un efecto descarnado, áspero, tristísimo y soberbiamente poético.
Y además está la técnica de ejecución, que me parece una estrategia equivocada. Opta por dar tal sobreabundancia de información, gracias a las múltiples entrevistas a la protagonista, a los testimonios de sus familias y amigos, a las cartas, a las grabaciones de los juicios, a los alegatos, a los datos y fechas en general, que hace que añore como nunca una buena elipsis. Si la comparamos con una documentalista cinematográfica, es como si el texto aún estuviese en preproducción, y le faltase todo el trabajo de producción y postproducción. Siento como si —los ingleses lo dicen mejor— esta moda de dejar las cosas “raw” (perdón, crudas) le hiciese desembocar en un periodismo “junk” (perdón otra vez, inútil).
Poco antes de que abandonase la lectura, escribe: Solo quiero encontrar tantas facetas como sea posible para contar esta historia, y escribir un texto sin reduccionismos. Supongo que busca que sea el lector quien juzgue, pero yo no puedo. Antes me aburro.
La idea de proyecto es buena: hacer un perfil real y amplio de una militante de grupo terrorista de izquierda, de gran belleza y clase social elevada, contando paralelamente la historia política argentina de los años setenta y ochenta. Está muy bien explicado para los no autóctonos. Podría envejecer bien. De hecho, hasta ahora continuaba la lectura porque al principio me resultaba muy adictiva: secuestro, tortura, encierro, embarazo, violación, fingimiento, liberación, repudio. Y siempre esperando la respuesta a la pregunta sospechosa en torno a los sobrevivientes de los centros clandestinos repudiados por supuesto colaboracionismo—"¿Qué hiciste para que no te mataran?"
Pero es que no sé en qué punto, Leila pierde la empatía. No sé si porque escribe en pandemia y la mascarilla no permite el acercamiento debido a los interlocutores, lo cierto es que la desafectivización es la marca de la casa de esta narración. Como si fuera una médica especialista, va a la raíz de la historia pero se echan de menos ciertos cuidados de enfermería. Se nota que la propia perfilada, Silvia, no le cae muy bien, o que el proyecto en un momento dado se le viene grande, o qué sé yo. Como siempre, es cruda y seca escribiendo, lo cual me congratula, pues no todo va a ser prosa lírica. Remata constantemente párrafos muy ásperos con codas de tres líneas de prosa poética. La ansía, pero se nota que le cuesta, como si fuera una escritora novel. El ritmo percutido con que las frases de estrellan contra el punto final produce un efecto descarnado, áspero, tristísimo y soberbiamente poético.
Y además está la técnica de ejecución, que me parece una estrategia equivocada. Opta por dar tal sobreabundancia de información, gracias a las múltiples entrevistas a la protagonista, a los testimonios de sus familias y amigos, a las cartas, a las grabaciones de los juicios, a los alegatos, a los datos y fechas en general, que hace que añore como nunca una buena elipsis. Si la comparamos con una documentalista cinematográfica, es como si el texto aún estuviese en preproducción, y le faltase todo el trabajo de producción y postproducción. Siento como si —los ingleses lo dicen mejor— esta moda de dejar las cosas “raw” (perdón, crudas) le hiciese desembocar en un periodismo “junk” (perdón otra vez, inútil).
Poco antes de que abandonase la lectura, escribe: Solo quiero encontrar tantas facetas como sea posible para contar esta historia, y escribir un texto sin reduccionismos. Supongo que busca que sea el lector quien juzgue, pero yo no puedo. Antes me aburro.
March 3, 2024
Por dios, que se puede decir de Leila? Yo soy demasiado fan, pero cómo no serlo? Tremendo en intensidad.
Recontra recomiendo!
Recontra recomiendo!
May 2, 2024
4.5 me costó un poco entrar al principio por la densidad del tema y la cantidad de datos - los secuestrados en el centro de tortura esma en la dictadura militar argentina, el golpe de estado, los distintos grupos guerrilleros - pero una vez entré he estado absolutamente absorta en este libro. guerriero está obsesionada, fascinada, por silvia labayru, una de las mujeres que sobrevivieron a su secuestro en la esma. llena de contradicciones, hija de militares, montonera, exiliada en españa. guerriero entrevista a labayru durante varios años y a casi todos los que la quisieron y conocieron: sus ex maridos, sus hijos, su pareja, sus amigas de españa. el libro es largo y quizá hacia el final se desinfla un poco básicamente porque es una historia inconclusa en el sentido de que labayru sigue viva y no hay un cierre perfecto como suele haberlos en los libros de leila. pero a través de esta mujer hay reflexiones mayores sobre los recuerdos, la memoria histórica, el terror y la arbitrariedad en la dictadura militar argentina. lecturaza absorbente.
November 16, 2024
Brillante, ágil, certera y minuciosa, con un talento asombroso para dar luz tanto a posiciones históricas como a los pensamientos más íntimos de su protagonista, haciéndonos conocer cada detalle con una viveza deslumbrante, a partir del contexto trágico de las terribles torturas de la dictadura argentina en los 70.
Es lo primero que leo de esta autora y estoy maravillado.
Es lo primero que leo de esta autora y estoy maravillado.
March 28, 2025
Qué manera de perfilar no sólo a una persona, sino a toda una generación, una multitud de historias en común, dolorosísimas y arrebatadas.
En esta narración no hay una sola verdad inmutable. Hay muchas perspectivas sobre un mismo recuerdo. Un mismo recuerdo que se vuelve distinto según la mirada, la presencia o la falta de tacto. Tacto del que hubo poco, muy poquito para esos afortunados que lograron salir vivos para contarlo.
Leila ha sabido mirar muy de cerca a Silvia. La ha girado, la ha puesto de cabeza; la ha escuchado y visto con todo y sus inconsistencias, con todo y sus omisiones. Ha ido y vuelto a su memoria, y la ha delineado, quizás también, la ha guiado según le ha dejado.
Silvia y su impronta apaciguada. Silvia y su tortura “aventajada”. Silvia y sus múltiples violaciones. Silvia y sus amores. Silvia y sus decisiones. Silvia siendo montonera mujer madre hija amiga esposa amante. Silvia, la Silvia enamorada tardía. La exiliada retornada a la que siempre le hará falta su bicho con el que todo había sido felicidad y disfrute, y que amaba mirarlo a los ojos y entenderlo todo.
Y Leila, que logró hacer de tantas voces y tantos recuerdos, un rostro resiliente y lleno de vida a pesar de tanto desdén y tanto duelo.
En esta narración no hay una sola verdad inmutable. Hay muchas perspectivas sobre un mismo recuerdo. Un mismo recuerdo que se vuelve distinto según la mirada, la presencia o la falta de tacto. Tacto del que hubo poco, muy poquito para esos afortunados que lograron salir vivos para contarlo.
Leila ha sabido mirar muy de cerca a Silvia. La ha girado, la ha puesto de cabeza; la ha escuchado y visto con todo y sus inconsistencias, con todo y sus omisiones. Ha ido y vuelto a su memoria, y la ha delineado, quizás también, la ha guiado según le ha dejado.
Silvia y su impronta apaciguada. Silvia y su tortura “aventajada”. Silvia y sus múltiples violaciones. Silvia y sus amores. Silvia y sus decisiones. Silvia siendo montonera mujer madre hija amiga esposa amante. Silvia, la Silvia enamorada tardía. La exiliada retornada a la que siempre le hará falta su bicho con el que todo había sido felicidad y disfrute, y que amaba mirarlo a los ojos y entenderlo todo.
Y Leila, que logró hacer de tantas voces y tantos recuerdos, un rostro resiliente y lleno de vida a pesar de tanto desdén y tanto duelo.
January 22, 2025
Me da rabia, pero no puedo compartir el entusiasmo general que levanta esta obra y eso que el tema que trata me parece interesantísimo.
Creo que es porque a mí me ha faltado más contexto histórico y me han sobrado los intermedios, las partes en que se sale de la historia de Silvia para contarte cómo quedó con fulanito, cómo llegó, cómo iba vestido... esos párrafos que se repiten una y otra vez ("hicimos lo que teníamos que hacer, y las cosas que tenían que pasar para que pasaran y las cosas que dejaron de pasar para que pasaran..."), la manera en que la autora se hace personaje central y muchas veces guía al lector sobre cómo interpretar esto o lo otro... no sé, la forma en que ha decidido contar esta historia no era para mí. Lo que no quita que sea un muy buen libro, simplemente, la manera de contarla, en vez de meterme en la historia a mí me sacaba. Una pena.
Creo que es porque a mí me ha faltado más contexto histórico y me han sobrado los intermedios, las partes en que se sale de la historia de Silvia para contarte cómo quedó con fulanito, cómo llegó, cómo iba vestido... esos párrafos que se repiten una y otra vez ("hicimos lo que teníamos que hacer, y las cosas que tenían que pasar para que pasaran y las cosas que dejaron de pasar para que pasaran..."), la manera en que la autora se hace personaje central y muchas veces guía al lector sobre cómo interpretar esto o lo otro... no sé, la forma en que ha decidido contar esta historia no era para mí. Lo que no quita que sea un muy buen libro, simplemente, la manera de contarla, en vez de meterme en la historia a mí me sacaba. Una pena.
February 8, 2024
Guerriero entrevistó durante dos años a Silvia Labayru, montonera (activista y guerrillera peronista) que en diciembre de 1976, con 20 años y embarazada de 5 meses, fue secuestrada por por la dictadura militar de Videla. En la ESMA (centro de detención clandestino) fue torturada, v*olada y esclavizada. En junio de 1978 es liberada y empieza ahí el segundo infierno, el social: «¿Qué habíamos hecho para sobrevivir?» Y aquí radica una de las grandes pregunta de este libro: ¿qué estarías dispuesta a hacer tú por sobrevivir y por mantener con vida a tu hija y a tus seres queridos?
Guerriero podría haber construido “Un retrato” amable, complaciente, adaptado al mandato de “buena víctima” que este tipo de relatos parece exigir, pero no es así.
Guerriero se rige por el principio de la objetividad. Cuando la vemos caer en la simpatía, gira hacia un testimonio de contrapeso que nos presenta a una mujer con muchas aristas, claroscuros y matices. A veces Labayru no cae bien (es guapa, burguesa, con buenos contactos), y entonces nos encontramos cometiendo los mismos errores que criticamos: juzgando a la víctima. Y hacer eso es mérito de la inteligencia narrativa de Guerriero. ¡Qué lista es! ¡Cómo nos obliga a observar nuestros propios dobleces! ¡Cómo nos hace reflexionar sobre temas tan actuales como el consentimiento o los matices de los abusos!
Labayru fue de las primeras mujeres en denunciar que, durante la dictadura de Videla, había sido v*olada. ¡En 2010! Hasta entonces esos delitos se juzgaban de forma global con las torturas. Ella puso sobre la mesa el tema de los cuerpos de las mujeres como armas de guerra. Sí, aunque saliese del ESMA, aunque pudiese viajar, aunque sintiese placer (hola, disociación), aunque fuese de cena con su abusador, había sido v*olada porque ahí no había margen para la libre elección.
Buen periodismo, buena literatura y muchos zarandeos. Todo eso encontramos en este librazo.
«Canta Bob Dylan: “¿Cuántas veces puede un hombre volver la cabeza/y fingir no ver lo que ve?”. Sólo había que saber —o querer— escuchar.»
#LeilaGuerriero #LaLlamada #ElConsentimiento #DeseoFem #MaternidadesLit
Guerriero podría haber construido “Un retrato” amable, complaciente, adaptado al mandato de “buena víctima” que este tipo de relatos parece exigir, pero no es así.
Guerriero se rige por el principio de la objetividad. Cuando la vemos caer en la simpatía, gira hacia un testimonio de contrapeso que nos presenta a una mujer con muchas aristas, claroscuros y matices. A veces Labayru no cae bien (es guapa, burguesa, con buenos contactos), y entonces nos encontramos cometiendo los mismos errores que criticamos: juzgando a la víctima. Y hacer eso es mérito de la inteligencia narrativa de Guerriero. ¡Qué lista es! ¡Cómo nos obliga a observar nuestros propios dobleces! ¡Cómo nos hace reflexionar sobre temas tan actuales como el consentimiento o los matices de los abusos!
Labayru fue de las primeras mujeres en denunciar que, durante la dictadura de Videla, había sido v*olada. ¡En 2010! Hasta entonces esos delitos se juzgaban de forma global con las torturas. Ella puso sobre la mesa el tema de los cuerpos de las mujeres como armas de guerra. Sí, aunque saliese del ESMA, aunque pudiese viajar, aunque sintiese placer (hola, disociación), aunque fuese de cena con su abusador, había sido v*olada porque ahí no había margen para la libre elección.
Buen periodismo, buena literatura y muchos zarandeos. Todo eso encontramos en este librazo.
«Canta Bob Dylan: “¿Cuántas veces puede un hombre volver la cabeza/y fingir no ver lo que ve?”. Sólo había que saber —o querer— escuchar.»
#LeilaGuerriero #LaLlamada #ElConsentimiento #DeseoFem #MaternidadesLit
Read
January 26, 2024Uf, no tinc paraules. És un relat periodístic però a la vegada, és un retrat molt personal de Silvia Labayru: una víctima de les tortures i els segrestos de la dictadura argentina. A través de les converses de la Leila amb la protagonista i també amb la gent del seu entorn. I a partir d'aquí es dissecciona un munt de coses, sobretot - i per mi la més important -: la divisió que es va marcar entre víctimes supervivents (els traïdors) i víctimes no supervivents (herois). És dura, colpidora, et deixa sense alè. Moltes coses. M'hi podria estar hores parlant i recuperant tot el què he subratllat. Entra de cap als millors llibres que llegiré aquest any, segur.
March 4, 2025
Hace muchos años no leía un libro de crónica periodística y disfruté muchísimo este inmenso trabajo de investigación de Leila Guerriero que, además, está muy bien escrito. Hace un retrato sobre la vida de Silvia Labayru, que fue secuestrada en el 76 durante la dictadura militar en Argentina. Estaba embarazada cuando eso sucedió, dio a luz en cautiverio, fue violada y torturada. Me quedo con mucho de esta historia, pero en particular con las reflexiones de la importancia de poder nombrar las cosas: hasta el 2010 la violencia sexual hacia parte del rubro «torturas y tormentos» en los juicios de la dictadura, así que las violaciones no podían juzgarse como un delito aparte. También me impactó la forma en la que la sociedad pone en tela de juicio a quienes sobrevivieron ese tormento justo por eso: por sobrevivir y peor aún por atreverse a rehacer su vida como si ser víctimas fuera a lo único que pudieran aspirar. Un libro largo, que da gusto darse el tiempo para leer y hacer anotaciones.
October 18, 2025
Una historia potente pero que a mí gusto no ha acabado de convencerme. Demasiados nombres, una trama un tanto repetitiva que ha hecho que lo dejara a falta de cien páginas de su final.
July 7, 2024
“A lo largo de cierto tiempo —días, semanas, meses— nos dedicamos a reconstruir las cosas que pasaron, y las cosas que tuvieron que pasar para que esas cosas pasaran, y las cosas que dejaron de pasar porque pasaron esas cosas.”
El 24 de marzo de 1976 comenzaba en Argentina uno de los períodos más oscuros, terribles y dolorosos de la historia del país latinoamericano. Un golpe de estado militar derrocaba al gobierno de María Estela de Perón, e iniciaba así la dictadura militar más sangrienta que haya podido vivir este país.
Durante los 8 años que duró el llamado Proceso de Reorganización Nacional, el gobierno militar se dedicó a secuestrar, asesinar y hacer desaparecer a aquellos que no estaban de acuerdo.
A finales de diciembre de 1977, Silvia Labayru, en ese entonces embarazada de su hija Vera, fue secuestrada y llevada a la ESMA, la Escuela Mecánica de la Armada, transformada en el centro neurálgico de torturas de la ciudad de Buenos Aires. Allí permaneció hasta que los militares la liberaron y entonces huyó a España. Pero la pesadilla de Silvia no terminó ahí.
A la mayoría de personas que la junta secuestraba y llevaba a la ESMA las sometían a torturas irreproducibles e inimaginables. En esos años se estima, según datos de la asociación de Abuelas de Plaza de Mayo, que los militares robaron alrededor de 500 bebés. Quinientos bebés nacieron en esos años en unas condiciones infrahumanas, sólo para luego ser arrebatados de los brazos de madres que, probablemente, serían asesinadas y arrojadas mediante el llamado “vuelo de la muerte” al Río de la Plata.
Silvia Labayru fue liberada, sí. Pero la tortura la persiguió en los años siguientes. Silvia militaba en la organización guerrillera de los Montoneros, grupo surgido en los años de la dictadura que luchaba contra los militares. Fue secuestrada, torturada, vi0lada y maltratada hasta el día que la dejaron marchar.
La llamada hace referencia a una llamada recibida por su padre en la ESMA, que, de alguna manera, le salvó la vida a Silvia. Pero también la condenó. La mayoría de los secuestrados (posteriormente asesinados o desaparecidos) no regresaban a casa. Regresar quería decir algo: habías delatado a tus compañeros. Y eso significaba traición.
Leer este libro es tan doloroso como educativo. Es ver la otra cara de la moneda. La versión de una mujer que fue secuestrada por defender sus ideales, pero que tuvo la “suerte” (llamémosla así) de salir con vida. Pero el cargo de conciencia, el dolor, el arrepentimiento, las miradas… eso la perseguiría por el resto de sus días.
Silvia Labayru tenía 20 años y estaba embarazada de cinco meses cuando fue secuestrada en una calle de Buenos Aires y llevada a la fuerza a la ESMA. Allí vivió todo tipo de vejaciones. Pero recibió La Llamada. Allí nació su hija Vera. Allí fue víctima de todo tipo de torturas. Y de allí salió, sí, pero con el alma rota.
Porque Silvia Labayru sobrevivió, no desapareció y no le robaron a su hija. Pero Silvia Labayru supo que esa suerte que ella tuvo, hubo más de 30.000 personas que no la tuvieron. Y por eso huyó y dejó su país: porque las miradas eran casi tan dolorosas como aquellas torturas que los militares infligían sobre ella. Esas miradas acusadoras, que acusaban a una chica de apenas 20 años de convertirse en una traidora a su causa. Cuando no fue así. Porque cuando no sólo tu vida, sino la de tu hija recién nacida, la de tu marido oculto y fugado del país, la de tus suegros y tu cuñada, la de tus padres, también está en peligro… Cómo elegir.
Leer este libro es una lección de Historia. De unos tiempos oscuros y terribles de la Historia. De ocho años de miedo, dolor, sangre y muertos. Es la historia de 30.000 personas cuyas vidas nunca fueron recuperadas. De las Abuelas de Plaza de Mayo, que a día de hoy, siguen luchando y peleando por encontrar a sus nietos. Y por eso, cada año, el 24 de marzo, los argentinos salen a la calle a gritar: Nunca Más.
El 24 de marzo de 1976 comenzaba en Argentina uno de los períodos más oscuros, terribles y dolorosos de la historia del país latinoamericano. Un golpe de estado militar derrocaba al gobierno de María Estela de Perón, e iniciaba así la dictadura militar más sangrienta que haya podido vivir este país.
Durante los 8 años que duró el llamado Proceso de Reorganización Nacional, el gobierno militar se dedicó a secuestrar, asesinar y hacer desaparecer a aquellos que no estaban de acuerdo.
A finales de diciembre de 1977, Silvia Labayru, en ese entonces embarazada de su hija Vera, fue secuestrada y llevada a la ESMA, la Escuela Mecánica de la Armada, transformada en el centro neurálgico de torturas de la ciudad de Buenos Aires. Allí permaneció hasta que los militares la liberaron y entonces huyó a España. Pero la pesadilla de Silvia no terminó ahí.
A la mayoría de personas que la junta secuestraba y llevaba a la ESMA las sometían a torturas irreproducibles e inimaginables. En esos años se estima, según datos de la asociación de Abuelas de Plaza de Mayo, que los militares robaron alrededor de 500 bebés. Quinientos bebés nacieron en esos años en unas condiciones infrahumanas, sólo para luego ser arrebatados de los brazos de madres que, probablemente, serían asesinadas y arrojadas mediante el llamado “vuelo de la muerte” al Río de la Plata.
Silvia Labayru fue liberada, sí. Pero la tortura la persiguió en los años siguientes. Silvia militaba en la organización guerrillera de los Montoneros, grupo surgido en los años de la dictadura que luchaba contra los militares. Fue secuestrada, torturada, vi0lada y maltratada hasta el día que la dejaron marchar.
La llamada hace referencia a una llamada recibida por su padre en la ESMA, que, de alguna manera, le salvó la vida a Silvia. Pero también la condenó. La mayoría de los secuestrados (posteriormente asesinados o desaparecidos) no regresaban a casa. Regresar quería decir algo: habías delatado a tus compañeros. Y eso significaba traición.
Leer este libro es tan doloroso como educativo. Es ver la otra cara de la moneda. La versión de una mujer que fue secuestrada por defender sus ideales, pero que tuvo la “suerte” (llamémosla así) de salir con vida. Pero el cargo de conciencia, el dolor, el arrepentimiento, las miradas… eso la perseguiría por el resto de sus días.
Silvia Labayru tenía 20 años y estaba embarazada de cinco meses cuando fue secuestrada en una calle de Buenos Aires y llevada a la fuerza a la ESMA. Allí vivió todo tipo de vejaciones. Pero recibió La Llamada. Allí nació su hija Vera. Allí fue víctima de todo tipo de torturas. Y de allí salió, sí, pero con el alma rota.
Porque Silvia Labayru sobrevivió, no desapareció y no le robaron a su hija. Pero Silvia Labayru supo que esa suerte que ella tuvo, hubo más de 30.000 personas que no la tuvieron. Y por eso huyó y dejó su país: porque las miradas eran casi tan dolorosas como aquellas torturas que los militares infligían sobre ella. Esas miradas acusadoras, que acusaban a una chica de apenas 20 años de convertirse en una traidora a su causa. Cuando no fue así. Porque cuando no sólo tu vida, sino la de tu hija recién nacida, la de tu marido oculto y fugado del país, la de tus suegros y tu cuñada, la de tus padres, también está en peligro… Cómo elegir.
Leer este libro es una lección de Historia. De unos tiempos oscuros y terribles de la Historia. De ocho años de miedo, dolor, sangre y muertos. Es la historia de 30.000 personas cuyas vidas nunca fueron recuperadas. De las Abuelas de Plaza de Mayo, que a día de hoy, siguen luchando y peleando por encontrar a sus nietos. Y por eso, cada año, el 24 de marzo, los argentinos salen a la calle a gritar: Nunca Más.
March 3, 2024
gràcies gràcies gràcies leila guerriero i silvia labayru per compartir aquesta història tan dura (i de la qual en sabia poquíssim per no dir res), us el recomano molt no només pel que s'explica sinó per com ho fa la leila
"Después, a lo largo de cierto tiempo, nos dedicamos a reconstruir las cosas que pasaron, y las cosas que tuvieron que pasar para que esas cosas pasaran, y las cosas que dejaron de pasar porque pasaron esas cosas. Al terminar, al irme, me pregunto cómo queda ella cuando el ruido de la conversación se acaba. Siempre me respondo lo mismo: "Está con el gato, pronto llegará Hugo". Cada vez que vuelvo a encontrarla no parece desolada sino repleta de determinación: "Voy a hacer esto, y lo voy a hacer contigo". Jamás le pregunto por qué."
"Después, a lo largo de cierto tiempo, nos dedicamos a reconstruir las cosas que pasaron, y las cosas que tuvieron que pasar para que esas cosas pasaran, y las cosas que dejaron de pasar porque pasaron esas cosas. Al terminar, al irme, me pregunto cómo queda ella cuando el ruido de la conversación se acaba. Siempre me respondo lo mismo: "Está con el gato, pronto llegará Hugo". Cada vez que vuelvo a encontrarla no parece desolada sino repleta de determinación: "Voy a hacer esto, y lo voy a hacer contigo". Jamás le pregunto por qué."
January 31, 2024
Leila Guerriero da cátedra de escritura. No es una biografía ni una crónica ni un ensayo sino un diario sobre su fascinación con el personaje de Silvia Labayru. Destaco sus observaciones finísimas sobre el lenguaje, las pronunciaciones, los nombres y los apellidos. El tema de que los Montoneros eran unos trasnochados ya se sabe como mínimo desde Soldados de Perón de R. Gillespie, pero en este libro podemos tener una visión contemporánea de qué mal ha envejecido la mirada complaciente y romantizada de los 70.
November 18, 2024
Inabarcable y enrevesado. Uno de los mejores libros que leí en mi vida.
March 10, 2024
4,5.
No voy a contar de qué se trata porque eso es algo totalmente googleable.
Lo que sí voy a decir es que esperar este libro valió mucho la pena, y que no debería haber duda alguna en que Leila Guerriero es una de las mejores escritoras actuales que tenemos en Argentina. Pero por favor, POR FAVOR, lo bien que escribe Leila, para transmitir la crudeza y la intensidad de los sucesos narrados. Es admirable lo GENIA que es como escritora y periodista.
¿Pero entonces por qué 4,5 y no 5 estrellas?
Porque en momentos se me hizo largo (no está dividido en capítulos). Y si bien la historia es muy interesante, no me llegó a APASIONAR en los mismos niveles que sí lo lograron La Otra Guerra o Los suicidas del fin del mundo.
No voy a contar de qué se trata porque eso es algo totalmente googleable.
Lo que sí voy a decir es que esperar este libro valió mucho la pena, y que no debería haber duda alguna en que Leila Guerriero es una de las mejores escritoras actuales que tenemos en Argentina. Pero por favor, POR FAVOR, lo bien que escribe Leila, para transmitir la crudeza y la intensidad de los sucesos narrados. Es admirable lo GENIA que es como escritora y periodista.
¿Pero entonces por qué 4,5 y no 5 estrellas?
Porque en momentos se me hizo largo (no está dividido en capítulos). Y si bien la historia es muy interesante, no me llegó a APASIONAR en los mismos niveles que sí lo lograron La Otra Guerra o Los suicidas del fin del mundo.
February 25, 2025
Empiezo por decir que si llego a valorar este retrato cuando llevaba 100 páginas le habría entregado cinco estrellas. Pero se me ha hecho largo. No puedo decir que me haya aburrido, pero a partir de la mitad no hay nada nuevo. Solo datos (y más versiones) sobre episodios de la vida de la protagonista, escritos con una prosa magnífica. El problema es que la vida personal de Sylvia no me parece tan interesante como para que me la cuenten sus doce mejores (o peores) amigos.
May 28, 2024
Lo que hace Leila en La Llamada es la definición de excelencia. Una historia tan cruda y tan sensible en sus manos. Más que nunca, me saco el sombrero.
July 1, 2024
Leila Guerriero tiene un don que es dotar de belleza a sus escritos periodísticos. Da igual el tema, la persona entrevistada, todo lo que publica me atrapa porque siento que escribe con 100% de corazón y 100% de rigurosidad y honestidad. Hoy en día que el mundo está blanco y está negro, sin medios tonos, Leila nos presenta a Silvia Laybaru y su historia cargada de grises. Disecciona a Silvia sin llegar a entenderla del todo, nos la muestra tal y como se presenta ella misma, como la ven los demás, y en ningún momento sabes quién es realmente Silvia Laybaru porque no lo sabe ni ella misma; es una persona en proceso de evolución, una fuerza de la naturaleza, hoy piensa A, mañana B. Increíble, una vez más, la capacidad de observación de Leila, el arte de pintar un retrato a base de pinceladas sutiles. ¡Leila, soy tu fan!
July 21, 2025
Leyla no decepciona, este relato que pudiera ser tristísimo, es en cambio inspirador, revelador, a ratos chistoso y siempre tan atractivo, como la charla con una amiga querida.
September 3, 2024
Este libro es un monumento y Leila Guerriero hace que parezca fácil algo absolutamente enmarañado, oscuro y turbio como las versiones de una historia. Lo que es real, lo que parece real, lo que creías real y lo que vives como real, todas las verdades en una y todas las aristas de una historia que nadie quería escuchar. Brillante.
October 6, 2025
Me tomé mi tiempo en leer este libro y no creo que pueda escribir una reseña que esté a la altura. Es un libro necesario de leer, para entender y tener en claro lo que pasó, que no se vuelva a repetir. Emocionante, fuerte y conmovedor.
July 31, 2024
Uffff se nota el arduo trabajo de investigación!!! Mi primer libro de Leila G y agradezco que nos muestre una misma historia a través de diferentes voces, eso me permite como lectora, tener una perspectiva más amplia.
Siempre las memorias durante una dictadura son desgarradoras.
Desconocía como mexicana la vida de Silvia Labayru, creo que la pluma de la autora es adictiva.
Siempre las memorias durante una dictadura son desgarradoras.
Desconocía como mexicana la vida de Silvia Labayru, creo que la pluma de la autora es adictiva.
Displaying 1 - 30 of 1,091 reviews