Una profesora de danza se sienta ante su escritorio de madrugada para trazar su última coreografía, aquella que le permita no bailar nunca más. Ha abandonado una relación, su profesión, su posible maternidad. Propone una aventura a su madre, una mujer que una tarde decidió dejar de caminar. Un baile en forma de paseo. Ambas recorren su ciudad de provincias en dirección a oriente, hacia la luz.
Conforme el viaje avanza, el trayecto se convierte en el protagonista. Un camino en línea recta que atraviesa la ciudad. Que cruza este libro. Que sigue más allá. Un libro íntimo y poético que a través de este peregrinaje nos introduce en los deseos, ausencias y penas, muchas veces no desveladas, de una madre y su hija. De trasfondo, la ciudad, el trayecto compartido, personajes que las acompañan, una historia de la danza y coreografías icónicas.
Qué maravilla de libro. Las editoras de Consonni nos lo mandaron a la librería para que lo leyéramos antes de su publicación. El libro sale a la venta en septiembre. Desde que lo empecé a leer no he podido salir de su narración.
La novela gira en torno a la relación de una profesora de danza (que prepara su última coreografía) con su madre, cuyo nombre desconocemos a lo largo de la novela. En sus sucesivos paseos por el barrio imitarán aquellos que Susan Buirge hiciera años atrás. Mientras que esta trazó una línea recta hacia oriente, T. y su hija lo harán a pequeña escala, en su barrio, donde varios días de travesía equivalen a una mañana y mil kilómetros a una calle de tiendas. Hay una reflexión constante sobre la danza, sobre la transición entre movimientos (intentando ese fluir líquido de Min Tanaka), sobre los ejes de movimiento de un cuerpo, sobre cómo acompasarse con la propia respiración (ya lo avisaba Sonia Fernández Pan en "Edit"), sobre la historia del gesto y sobre las distintas maneras que hay de quitarse una máscara (aunque no haya ningún modo de quitarnos nuestra propia cara, como le sucedió a Margaret Severn). Y no solo sobre la danza. También hay aquí un acercamiento a la problemática de la maternidad (desde el punto de vista de la hija y de la madre) y a la idea de que la escritura resulta insuficiente a la hora de acercarnos a ciertos misterios cotidianos. La danza aparece como idónea para llegar a esas esquinas a las que no llega la literatura, por todo lo que la danza tiene de gestual e intuitiva.
Todavía no me lo he terminado. Me queda poquito pero tenía un rato libre antes de trabajar y no podía no recomendarla. Todavía no ha explicado el título (quizá nunca lo haga) pero creo que es porque, cuando la protagonista camina con su madre y esta está mirando al frente, lo que ve de ella es precisamente el pómulo (como en los papiros egipcios dirá en un momento), sintiendo una lejanía en ocasiones irreparable con respecto a ella. Egun on y que tengáis buen día.
Pómulo y lejania no es un libro al uso, es un baile, una danza, un grito al cielo. En ella tenemos a la protagonista y su madre que, juntas, atravesarán los caminos hallados hasta llegar a Oriente con la ayuda de una coreografía. La protagonista escribe en un cuaderno todo lo que acontece a esta danza. Una danza críptica que con ayuda de otras coreógrafas da pasos y no en falso, sino pasos en ausencias, en trasiegos, en puntos que parecen ciegos pero que nos vislumbran un hallar del ser, de la corporeidad de la presencia innata en una danza.
Conforme va pasando la historia, nos detenemos en el café Victoria donde la protagonista hallará ciertos personajes que serán claves en el entender de este libro. Un perro ausente, una mujer que espera y lee, unas figuras masculinas que se ausentan. Todo parece indicar que la protagonista traza un espacio en el que dilucidar sobre su condición –ella era profesora de danza y toda la vida se dedicó a la danza–. Su madre siempre irá en busca de esa figura masculina perdida, buscando la llamada en el teléfono, preparando la nevera para tenerla llena ante la visita. Y ella, la chica, escarbará en su pasado y nos lo mostrará hecho ruido, hecho esbozos. Esbozos que irán destinados a una vida llena de sacrificio y esfuerzo, pero será un esfuerzo claro y llano.
En el trasunto de la coreografia dada, madre e hija irán de la mano para ir a Japón. Pero antes pasarán por Paris, Etiopía, Grecia. Siria, India. Pero esto serán solo los pasos a dar en esta coreografía que la protagonista se prepara. Es decir, no visitarán esos lugares tan lejanos sino en la misma ciudad en la que se hallan. Una ciudad del norte, donde la lluvia cae y cae y cae. Las mujeres de este libro no tendrán nombre al uso, tampoco, sino nombres de capitales del mundo, como Praga, Moscú, Amberes. Los novios de la protagonista asimismo aparecerán para darnos claves de su vida pasada, para poder conocerla mejor en el presente.
Le daremos un nombre, le pondremos K. a la protagonista. Su madre será T. Ambas se buscan intentando romper la ausencia, el escollo que las aleja. Y es que aunque se lleven bien, hay algo que las separa, que las ausenta de sus respectivos roles. No sabemos si en realidad es la hija quien cuida a la madre, o al revés. Pero en este viaje, pues el libro no es más que eso, ambas aprenderán a ir de la mano y a quitársela cuando la necesiten.
La coreografía será dada. El baile será hecho. Y la protagonista llegará sola a Japón. Llegará con muchas cosas aprendidas en las que a través de su cuaderno ha sabido relatar muy bien su desarrollo, este viaje tan anhelado en forma de proyecto artístico que se tercia en una poética del espacio. “El auténtico peligro lo llevamos quienes añoramos lo que nunca hemos tenido. Ahí reside nuestro verdadero absurdo, en ansiar lo inexistente.” Esta frase, esta frase en medio del libro da sentido a todo lo que Stefania Caro nos cuenta. Estamos ante un libro sobre la ausencia del propio cuerpo para hallarlo asimismo en el espacio. Un espacio que se nutre de otras personas, de hechos pasados, de personajes que encontraremos en nuestro viaje por la vida y por el movimiento de nuestro cuerpo en el espacio. Bailar no es fácil, pero nadie dijo que lo fuera. Y en ese viaje del Oeste al Este la protagonista y su madre lograrán encontrar la paz en este mapa que han trazado. La madre con la figura masculina. La protagonista con la danza.
Sería un 3,5. Toca temas que se han tocado muchas veces pero lo hace desde un constructo de metáforas e imágenes que es original y, pese a ser muy suyo, es eficaz. Hace equilibrios entre lo pensado y lo ligero, y aunque a veces está a punto, no se despeña.
"Pómulo y lejanía"... un titulo extraño y una cubierta un tanto perturbadora. Pero había oído algo sobre él: que hablaba de un viaje a oriente, de una coreografía lineal, de una mujer que había decidido dejar de caminar... Y en una visita a la librería del barrio (sin ningún ánimo de compra) lo vi allí, con su cubierta inquietante, y decidí adoptarlo... ¡Qué extraños pueden ser los detalles y las casualidades que nos llevan hasta un libro!
Del título diré que, una vez leído el libro, no es nada extraño. No comentaré más porque me parece que descubrir las razones del mismo (tampoco tan ocultas) forma parte del trayecto.
La cubierta continúa perturbándome. Entiendo ahora, eso sí, la relación que tiene con el texto y me parece acertada.
Y, sí, hay un viaje a oriente. En realidad dos diferentes: uno, el original, más lejano en el espacio y en el tiempo; el otro, una especie de copia del primero, pero más corto y más próximo en el tiempo. Bueno, diría que hay muchos más, hay muchas flechas trazadas hacia el futuro por diferentes personajes.
También hay una coreografía. Alguien que, como yo, es analfabeto en el lenguaje de la danza, quizás pueda aprender algo. Por ejemplo, que "El tiempo es la materia que hace que el cuerpo encuentre su propio espacio" o que "el sentido de la posiciones de danza no residía en la colocación final, sino en los movimientos que llevaban hasta ella. La danza era el tránsito".
Y hay una mujer que una tarde decidió no andar más, pero que acepta el reto de emprender un camino hacia el este que le propone su hija, que es la narradora.
Hay mucho más. Es un libro lleno de lirismo, de reflexiones, de experimentos. No es de esos que puedes leer en una tarde. Necesita tiempo y descansos, me parece.
En resumen, recomendable, pero no para todo el mundo.
Pasar de mirar el pómulo, vision del lactante, a la lejanía del horizonte y del más allá del horizonte contemplado, es el trayecto vital. La mirada empieza en la madre y acaba en... La autora traza la geometría de la pulsión vital acomodada a la danza en unos momentos del movimiento: - Estar parado esperando que el movimiento acceda - Moverse en linea recta hacia una meta elegida, que permite ser designada, sin necesidad de ser geográficamente real - Moverse..." bailar a destajo como quien descarga una pistola con los ojos cerrados" - Moverse desde la mascara para hacerla caer. Estás esencias del movimiento son convertidas en una " Coreografía de la Búsqueda" y la autora la sostiene con la experiencia de otras bailarinas y otras formas de baile...Pero bailar se funde con la vida y la coreografía de la búsqueda alberga a los amores perdidos, a los amores encontrados, a las madres querientes, a las dolientes, a las ausentes y a las anhelantes. El gran baile no resolverá las incógnitas que lo impulsaron, pero lo importante es el movimiento que generó...o la falsa ilusión de un final feliz porque la madre encuentra novio y la hija encuentra -abandona su máscara. Problemas con los finales. De su lenguaje: un precioso hallazgo.
Una delicia este peregrinaje de la mano de Stefanía Caro.
«Comenzaré hablando del vacío. Lo conozco, lo habito. Lentamente voy derramando mi vida en cafeterías y dejándola sin contenido, inaugurando espacios donde antes existían ambiciones. He abandonado la escuela de danza, la amistad, todos los esfuerzos. Me dedico a pasear por la ciudad y atravesar las tardes en silencio. Mis días se asemejan a un extenso papel de pared donde la figura de un pájaro exótico se repite hasta el infinito».
X_____________________
«Desconozco a dónde me dirijo, pero hay que empezar por algo. Recurro en mi búsqueda a la historia de la danza. ¿Por qué bailamos? ¿Qué sentido guarda una coreografía? Una pista. En 1920 nacieron en París los Ballets Suecos con la intención de renovar los escenarios de la época, demasiado atados a las convenciones clásicas. En su fundación, sus creadores lanzaron un manifiesto provocador. Transcribo su mensaje bajo el resplandor fluorescente.
Pomulo y lejanía es una novela-coreografía en la que la autora traza un viaje, literal y metafórico, para llenar lagunas de la relación con su madre a través del ballet y la teatralidad. Leyéndolo sentía una tristeza profunda y pesada, pero me gustó mucho cómo juega con las luces y las sombras de ese teatro suyo respecto a lo que te cuenta explícitamente y lo que guarda en abstracción. Uno de los temas recurrentes y obsesivos es la maternidad fracasada, el no querer no ser madre. También explora, como una danza, el no tomar decisiones -aunque eso también es una decisión- ni sobre ser madre ni sobre ser hija. Las máscaras son muy potentes en la historia y al quitarse la suya descubre quién es ella misma, reconociendo su identidad y sus deseos más allá de su madre.
No sé muy bien cómo calificar esta lectura. Ha sido como leer el diario de una mujer que no conozco, y a la vez como ser su amiga y que me cuente lo que sucede en su interior para que conecte con ella. De este modo me producía rechazo y a la vez ternura, quería abrazarla y también asirla de los hombros y rogarle que dejara de contármelo a mi y saliera a buscar ayuda. Después he entendido que escribir este cuaderno, como la autora lo llama, ha sido su forma de afrontar su vida.
No sé si esta obra tiene algo de ficción o es todo real, lo que sí se es que no te deja indiferente.
"Hubo un tiempo de delicadeza y ensayos, donde marqué las pausas y acepté la cadencia inalterable del metrónomo. Pasó. Ahora hay que bailar a destajo, como quien descarga una pistola con los ojos vendados."
Pómulo y lejanía de Stefanía Caro han es una novela en la que reconozco su originalidad, su prosa poética y su enfoque innovador al fusionar la danza con la narrativa y hacer de todo ello una bella coreografía.
Es una obra muy poética y experimental. Su estilo puede ser exquisito y llamativo, pero la historia o la trama en sí a veces queda en segundo plano frente a la forma y la atmósfera que crea la autora. Es decir, disfrutas del “cómo se cuenta” más que del “qué se cuenta”, pues en mi caso me ha dejado un poco indiferente aunque haya disfrutado su lectura.
Es importante, para mí, que todos los aspectos en la novela, trama, estilo, intención, significado, tono tengan peso y en esta obra creo que esta descompensado el estilo con la historia.