Un cuerpo habita un un cuerpo con sus circunstancias y su historia, en un lugar también con sus circunstancias, también con su historia. Ese lugar no es un decorado, porque tiene la vida de los fantasmas y las estrellas fugaces, la sequía, la hierba, un rebaño de cabras, las huellas que deja en la tierra todo lo que también fue. En los poemas de Fuego la sed toman la palabra los cuerpos y los lugares, sí, para contarnos la historia de un el que acecha a un mundo —el nuestro— que se extingue. María Sánchez ha escrito un libro militantemente político, militantemente lírico, sobre nuestra relación con nuestro sobre la forma en la que las decisiones humanas repercuten en el curso de un arroyo o en el vuelo de un pájaro, sobre la desmemoria por la que nos imponemos al territorio, y borramos la posibilidad de otras experiencias.La publicación de Cuaderno de campo, el primer libro de poemas de María Sánchez, supuso una revolución en nuestra una visión del medio rural lejos de los estereotipos, que abrió caminos y planteó un debate. En tiempos de emergencia climática, Fuego la sed ensancha la conversación, reflexiona y nos incluye, apela a la escucha para el conocimiento propio. Bello y sutil, a la vez rotundo y poderoso, en Fuego la sed hablan quienes nos hemos empeñado en nunca oír. Sobre Cuaderno de «Un poemario deslumbrante» (Manuel Jabois, Cadena SER)«Dota de voz propia al animal y a las ciencias naturales injertadas en la memoria familiar» (Agustín Fernández Mallo, ElCultural)«Es una poética de lo primario que hay en nosotros. Y es feroz y honesto» (Aloma Rodríguez, Letras libres)
un libro hermosísimo sobre el duelo de los paisajes y las formas de vida que se nos van y ya no reconocemos. "lo más antiguo que tenemos/ sobrevivirá/ en el bostezo/ de una criatura"
un poemario como viaje medieval, hogueras danzantes y recuerdos de un inicio ❤️🩹❤️ que maravillosa es maria
se quedarán / tus animales y costumbres / conmigo // pedacitos de dios / de un universo roto / quiero sembrarlos ahora […] pero quedará una semilla / en cada una de las yemas de tus dedos
Preciosisimo poemario sobre la naturaleza y la crisis climática. Te traslada a entornos preciosos por los que al mismo tiempo sientes que estás en duelo, porque por desgracia se están perdiendo los ríos, los mares y las montañas de las que habla. Todo de lo que venimos y que no entendemos /nos quedan veinte años para entender el sol/
María Sánchez es casa, es hogar. Con ella siempre encuentro esa calma que me ayuda a plantar flores por el camino para después sentarme a admirarlas, a contemplarlas. Sus escritos son el agua que necesito cuando tengo sed. Graciñas por transmitirme tanta emoción con tus palabras, esas palabras que me faltan a mí para expresar lo bonito que escribes, lo bonito que sientes.
Qué bonito escribe María Sánchez. Leerla es siempre como leer a una persona cercana, a alguien que te está escribiendo directamente a ti.
El libro me ha ido ganando poema a poema, pero sin duda me quedo con el bloque "Los animales hablan", que con pequeños versos aborda realidades atronadoras:
"Por demostrar todo lo que sabíais Dejasteis entrar la masacre En el paisaje"
"Nunca descansará Todo Lo que hemos hecho Al mundo"
Me ha gustado encontrar al cierre "La palabra lenta" y "Avistamientos" que sirve para escuchar no solo la voz de los lugares y los cuerpos de esta obra, sino también para escuchar a la autora, que con su voz cercana te contextualiza todo el poemario.
Un libro precioso sobre un tema muy triste al que a veces no le damos suficiente importancia: nuestro mundo que se extingue, ríos y lagunas que se secan, zonas de sacrificio, contaminación de cauces, tala de árboles, la huella del “avance” del hombre 😔
Un duelo a los paisajes del pasado y una invitación a revisar la relación con nuestro entorno 🌿
Estamos ante el segundo poemario de María Sánchez, Fuego la sed. Un poemario que recorre la genealogía de un lugar, que es un mapa, un territorio en el que habitar si somos capaces de sobrellevar el peso de haber nacido. María Sánchez surca el vasto pellizco que nos transmiten la huella y el arroyo en el que estos poemas viven.
Es este un poemario que es un conjuro, pues la autora invoca a los elementos como si de un acto de magia y amor se tratase. Duermen los animales, el fruto, el ave. Duerme la autora sobre las palabras para soñarlas así, de esta manera tan huidiza pero a la vez tan exacta: «Ya no hay agua / que arrastre / todo aquello / que no supimos decir.» Los elementos que invoca viven por y para ellos mismos. Se destaca el agua y la tierra, que como urdimbres, van recogiendo aquello que el aire no ha sabido proteger. La belleza de la naturaleza en este poemario es innegable y nos invoca a nosotros mismos también para hacernos partícipes. Aquí somos amados sin darnos cuenta, somos habitados por los poemas de Sánchez como si las palabras supiesen crear una casa, un cobertizo en el que protegernos. Así es como se protege la poeta, invocando las palabras, haciéndolas crecer bajo las extensas campiñas que nos proporcionan las imágenes de este libro. Porque es un libro de imágenes, de pinturas que buscan un lugar en el que hallar claridad y siembra.
Así, este mapa en el que nos hallamos recoge hálitos de vida y templanza: «Queríamos ser flor / brizna cáscara de cereal / un tallo quebradizo / liquen o corteza.» Cómo el hombre recorre estas tierras y las transforma, cómo quiere las tierras y las recoge. Pero aquí estamos sobre todo ante una mirada. Y es que a veces miramos porque no podemos hacer otra cosa. Y eso que miramos se transforma como los guijarros por el suelo, en el que bailan las plantas y en el que el vuelo de los pájaros hacen detonar una vida por vivir. Una vida que existe gracias a aquello que hemos sabido mirar bien. Es este un poemario sobre la mirada. Las cosas resplandecen cuando las huellas empiezan a existir, pero, ¿qué es lo que hace que algo resplandezca? Es la poesía, el signo vital de la vida, de lo que sobrevuela. El marco y los bordes de este libro son un umbral. El poemario, este poemario, ha creado su tiempo y espacio propios. Es un escondite del mundo de ahí fuera, pero es mucho más que eso. Sólo leyéndolo podemos verificarlo.
Milimétricamente político en lo milimétrico: en un cauce, en las semillas, en los surcos de la tierra y en el vuelo de un verdecillo. Porque nos olvidamos de la memoria del agua y ya casi nadie se pregunta dónde van a morir los pájaros.
"Nos enamoramos del color de la labor antigua añoramos el frío el vuelo lento. [...] el infinito espera como un gazapo entre las cosas más pequeñas de este mundo."
Lo he leído despierta por los pájaros al alba, y de alguna manera todas sus preguntas (porque la poesía también puede ser una forma de aprender a preguntar) han encontrado carboneros con quien hablar.
En verano paso, casi a diario, por el caminillo donde jugué toda mi infancia, en el que nacía una fuente natural con un agua riquísima que un día se secó y no ha vuelto a renacer. Desde entonces el paisaje no ha dejado de cambiar, la sequía y la desmemoria hace que solo queden las huellas de lo que un día fue: arroyos desaparecidos, ríos que ahora son cauces de piedras, un rumor de agua que ya no suena, árboles huecos, tierra resquebrajada y un sinfín de suspiros de ganaderos y agricultores atemorizados por la sed. En un primer momento pensé que este libro sería un refugio donde llorar la pérdida de un paisaje, para despedir un territorio, para decir adiós a bosques, arboles, ríos, arroyos y fuentes, para hacer el duelo por una raíz que tanto ha llorado al vernos olvidar. Pensé que sería solo eso, una aproximación intima al dolor que causa la emergencia climática, pero me he encontrado con un poemario que imagina otros posibles futuros, con versos atravesados por la denuncia, pero también habitados por el amor a la tierra y que, sobre todo, contienen la semilla de la que podrán florecer otros mañanas. Este librito te hace sentir la sed y el fuego en la garganta, sí, pero también es, sin duda, una buena y amable sombra.
Fuego la sed puede ser un incendio o una invitación a beber agua fresca de los ríos . Es sin duda un largo paseo por la naturaleza, esa que nos rodea y que ignoramos porque no tenemos tiempo suficiente para escuchar el canto de los pájaros, o quizás al pertenecer a la ciudad se nos ha olvidado su existencia. Es un manifiesto político, una extensión lírica que puede ser un sollozo, el consuelo a una tierra devastada por la acción del hombre o el himno a la alegría por el crecimiento de una humilde flor que crece de nuevo entre la maleza. Leo cada poema en voz alta, casi siento cada verso sin aspereza, cálidos hasta calmar el frío; sus letras son una llamada urgente a reflexionar sobre el cambio climático, y para entenderlo mejor se nos presenta una conversación entre los campos, los animales, la claridad del día y el ser humano. Su ritmo es poderoso, sus palabras tienen la consistencia de un paraje o un cuerpo que se pone en pié y clama algo más de atención. Merece ser leído, merece que abramos camino y celebremos la belleza que no es tan efímera. Un poemario poderoso.
Era el libro que necesitaba leer sin saberlo, cayó en mis manos gracias a la biblioteca del Retiro y lo leí en uno de los lugares que me ha sostenido estos dos años, en una mañana llena de despedidas y últimas veces.
«A los lugares en los que crecí y amé — ya no son ahora aprendo a amarlos con otras formas y afectos»
«cada lugar tomaba el nombre propio de aquellos que lo habitaban de aquellas que lo rehacían»
«aprendemos ahora otras formas de querer ¿seremos capaces? la tierra ya no es la misma»
«viejos hábitos los tuyos ahora ella los replica en otra tierra
lejos»
«mirad cómo brotamos entre tanta impaciencia y brevedad
En medio del lamento por la pérdida hay mucho espacio todavía para la celebración de la belleza y la inteligencia de la biosfera y los seres que la forman. Y eso es lo que hace, muy bien, María Sánchez. El tono general del poemario es elegíaco y no especialmente optimista, pero también de compromiso y amor hacia sus protagonistas: los ríos, las aves, las plantas y las humanas, sobre todo las del mundo rural.
El resultado es un libro necesario y hermoso que se añade a la muy rica ecopoesía hespañola.
Un llibre amb poemes que parlen del cos i el lloc que aquest habita. També parla d'allò que va ser-hi i que ja no hi és, però segueix present amb nosaltres. Parla de lo important que és la memòria: "Sin memoria, así puedes maldecir un lugar y despoblarlo. " Parla d'escriure les històries, de rius, d'animals, de la terra i de la poesia. Especialment, aquest llibre de poemes m'ha agradat molt. La forma en que està escrit, tot el significat que hi ha en un poema, la manera tant bonica en que ho descriu...
En este poemario se anota la vida. Una reflexión y crítica sobre la sed de la tierra. María Sánchez ha afrontado con creces un grito a voces sobre la genealogía propia, las raíces y el futuro que nos depara a costa de la desgracia climática que venimos sufriendo desde hace décadas.
La escritura de María siempre es cobijo y este librito no es una excepción. Me ha emocionado y conmovido una vez más 🥹 muchos versos ya se han convertido en compañía y lugar al que volver ❤️🔥
un solo gorrión podrá por qué no enseñaros otra forma de imaginar
Cómo habitar los espacios que ya no existen o que hemos hecho que ya no existan. Poemario perfecto para reflexionar acerca de la relación con la tierra. "Guardamos la luz en las aguas subterráneas"