Una joven llega a su casa y descubre que su pareja se ha ido. Decide esperarla, obedeciendo el mandato que la relación misma ha impuesto: beber mucha agua y no comer. Conforme las horas avanzan, el silencio comienza a llenarse de voces: las del mundo y las de su cabeza, voces de su madre y de su abuela, que le hablan de su infancia en un pueblo cañero a la orilla del río.
Ijoles Lo que más me sorprende es la talla de escritores que alaban el libro en la contraportada y solapas del libro Wow Debe tener muchos amigos Alaide o debe escribir muy bien y soy yo la que no le entendí a este libro que no disfruto nadita Seguro que estoy mal porque tantos y tan buenos escritores piensan lo contrario No le pongo estrellas por el respeto que me merece la autora de uno de mis mejores libros de la vida
De verdad quería que me gustara, pero terminó aburriéndome con tanto lugar común. Me forcé a terminarlo porque respeto mucho Entre los rotos. El final sí mejora y cierra más fuerte, pero me llamó más la atención la historia que no se decide a contar que la que escribió. Ni hablar.
“Toda ella es un excedente, materia que emite ruidos que nadie escucha “
La persona especial que me lo regaló me dijo “ojalá lo disfrutes (sufras) tanto como yo” y lo sufrí intensamente, me gustó mucho, Alaíde me invade entera. Es un librazo. Una gran historia de mujeres, sobre el duelo, la soledad, sobre el amor propio y la resiliencia. Una historia que duele poéticamente y que se mete en los huesos.
“Los recuerdos también son una plaga y para esa no hay veneno”
Autofagia es un libro que aún me persigue, me atormentan sus fantasmas, su familiaridad y sus palabras con sabor a mar.
Una dolorosísima historia que puede llegar a ser confusa, te lleva a una temporalidad inexistente, a unos personajes hostiles y abandonados, y a unas sensaciones reconocibles y oscuras.
Fue una gran experiencia leer a Alaíde por primera vez, si ya la han leído saben a qué me refiero y si no, en verdad no esperen más. No quiero platicarles mucho de lo que trata este libro porque creo que es mejor llegar sin saber mucho, dejarte sorprender con lo brillante de su escritura y sufrir junto a su desgarradora historia [aunque para alguna persona pueda ser dramático decir que es desgarrador leerlo, para mí lo fue porque toca temas muy cerca de 🏠]
En conclusión, me encantó y me movió, me hizo pensar en el vacío que habita dentro mí, en los sueños indecifrables y en esos espacios de ternura que atraviesan a mi linaje femenino.
Híjole, no me gustó y realmente no entiendo por qué tiene tan buenas reseñas ni por qué elogian tanto a este libro que es obvio desde la página uno hasta (casi) el final. Lo único que rescato son las últimas páginas cuando habla de la madre y por fin logra interesar un poco al contar algo diferente que no tiene que ver con Ana o vomitar o escupir comida. No niego la capacidad como escritora de Alaíde, sólo me molestó bastante que desperdiciara ese talento en usar los mismos recursos para narrar una historia sobre un tema ya muy manoseado: los TCAs.
Jeje la portada es tan linda y realmente me daba buena espina pero no se , algo pasó y es que al inicio habla sobre que su pareja no se encuentra en casa y nos lleva a la vida de otras mujeres,pero sinceramente y sin dar tanta vuelta no disfrute la lectura.
Leer este libro me dio mucha angustia, que tristeza da la vida de la protagonista. El tema es muuuy fuerte. La lectura te conmueve, Y las frases tan cortas y tan contundentes son un golpe de realidad.
Una novela coral que te demuestra el consumo de uno mismo desde diferentes ámbitos : la perfección, el cuerpo, el amor, la sociedad, la familia y hasta la comida. Un final crudo y devastador. Alaíde se volvió a lucir con sus historias.
Autofagia es una obra que ahonda en la dicotomía entre lo rural y lo urbano, explorando procesos migratorios y la soledad inherente a ellos. La novela retrata tanto a quienes se marcharon como a quienes llegaron y luego partieron. Explora el amor entre mujeres, madre- hija-abuela, novia. Me hace cuestionarme el ¿cómo amamos cuando no se nos ha enseñado a amar?. Además, aborda la complejidad de la relación con la comida, que en todo momento lleva los extremos que alteran cuerpo y mente. A cada momento nos habla sobre los recuerdos y su superposición con el presente. Es una lectura que, aunque desafía por los sentimientos explorados, resulta refrescante por su profundidad y complejidad emocional a lo largo de la trama.
Me agradan los libros que me exigen una habilidad lectora, y este en particular para estar atento a las voces que hablan y que cambian constantemente. Definitivamente no es una lectura fácil, estilísticamente es más exigente que otros textos. Y una vez que logras identificar a cada una de las narradoras y los cambios temporales, en los cuales casi todo se refiere al pasado, la lectura será ágil y dinámica.
Los eventos que suceden en el presente son pocos y sólo son estímulos para los recuerdos de las otras voces. Casi podríamos decir que le da un toque de realismo mágico a esos elementos, pero después regresar a la cruda realidad. A mi en lo particular la remembranza fue inevitable, por el lugar y época en donde acontecen los hechos. Muy recomendable
Leí este libro en club y eso trajo varios puntos interesantes a la reflexión. El contenido es sobre Trastornos de la Conducta Alimentaria y para algunos es un tema delicado de abordar. La narración expresa mucha corporalidad pero también dolor y tristeza emocional. La historia de vida de la protagonista da una importante visión a la situación social, llena de inseguridad y violencia. Está también el pensamiento obsesivo, el estrés y el duelo.
este libro no es para cualquiera, y con cualquiera me refiero a mucha gente. autofagia está lleno de triggers y retrata el sofoco infantil de los ríos, el asfixio literario de un tca, y la polifonía injusta de una relación tóxica. al principio me sentía lejana porque no me tocaba de cerca: yo no soy mexicana, nunca he tenido un tca, no vivo cerca de un río ni en un pueblo, me llevo bien con mis padres, tengo lo que necesito. pero de repente la relación tóxica me empezó a recordar cosas de mi vida extrapolables y hubo algo que hizo clic. no supe si ponerle 3 o 4 estrellas porque al final la puntuación es algo muy personal y relativo, y este libro me incomodó, me aburrió, me atrapó, me impidió leerlo todo de seguido, me confundió, me enfadó, y me hizo recordar cosas que sería mejor no revivir. pero creo que al final ese era el objetivo. además, me hizo abrir google maps quinientas veces para intentar encontrar alguno de los lugares de los que hablaba (sin éxito, por supuesto). me deja con ganas de leer más de la autora, que encima en sus agradecimientos menciona a gente que admiro un montón
La primera mitad me incomodó y llevó al límite de cuestionarme si debería dejar de leer, hasta me sentía enojada con Alaíde. La segunda mitad reveló el dolor profundo y visceral de la narradora, y el mío. Con su voz compartió las luchas y cuidados de la experiencia de ser mujer en México. Un vacío difícil de alimentar.
tuve sentimientos encontrados con este libro, sentía que leía y avanzaba y no lograba descifrar si me estaba gustando o no. lo he terminado y creo que estoy en un punto medio. fue un libro incómodo, desagradable, triste. pero me gustó como lo fantasmal se hizo poético. a pesar de eso, subrayé mucho, por primera vez le hice dog ear a algunas páginas del libro.
“el azúcar es lo más parecido a la felicidad. el azúcar había levantado a su pueblo. el azúcar lo había derribado de nuevo.” esta frase me encantó. esa conexión entre el tca, el ingenio azucarero, causante de la enfermedad de su abuela. el azúcar fue la destrucción de la vida de nuestra narradora, de quien no conocemos su nombre.
Que denso, que denso… pero al mismo tiempo, me pregunto: ¿era necesario? No lo sé. Este libro no logró dejarme una huella significativa. Igual el flujo de conciencia nunca ha sido mi estilo narrativo favorito; siempre se me hace pesado y poco disfrutable. En todo caso no creo que ese haya sido el único problema porque hay algo en la forma en que Alaíde escribe que simplemente no logra atraparme. Ya me había pasado con “Entre los rotos” fue un libro que disfruté… moderadamente pero con este me perdió por completo.
Me frustra mucho, porque los temas que aborda son interesantes, y hay fragmentos potentes. Sin embargo, como producto integral, siento que no logra sostenerse. La estructura me pareció caótica y, por momentos, me desconectaba de lo que estaba leyendo.
Pienso que es un buen libro, yo lo sufrí y no lo disfruté. Pero al terminarlo pude respirar de nuevo. Las estrellas son por mi sensación no una evaluación objetiva y literaria.
La protagonista de esta novela huye de su pueblo natal, en Veracruz, dejando atrás los fantasmas de su madre y de su abuela, muertas. Pero como es costumbre con los fantasmas, no se quedan donde uno los deja. Se pegan a las cosas, a las palabras. De ahí que las frases y las sustancias de la novela Autofagia, de Alaíde Ventura, tengan esa especie de ectoplasma continuamente pegada. Una especie de sudoración constante de las frases, las cuales rinden significados últimos. Una narración que parece atomizada en sentencias, como aquella vieja novela-greguería de Gómez de la Serna. Parece una narración espolvoreada sobre los silencios. La historia es la relación entre la protagonista y su pareja, la pobreza, la vida en la marginalidad, y la decisión compartida de no comer, de vomitar y de llenar el ambiente de emanaciones gástricas. Así que lo que está pegado a las frases más que el pasado son esos fluidos… Encuentro un estilo parecido a la novela Panza de burro, de la canaria Andrea Abreu, en que la intención de la autora toma el disfraz del habla de dos niñas. Pero aquí, en Autofagia, está presente con gran fuerza la voz de una narradora sentenciosa, que se impone ante los hechos. Su voz parece emanar de los restos de vida, de los recuerdos inútilmente dejados atrás. Y los personajes: su madre, asesinada; su abuela, experiencia presente en cada frase; su pareja, Ana, cuyos hambre y recuerdo le devoran la existencia; la casera, quien descubre a la protagonista abandonada y vacía de espíritu y de alimento. Encuentra sólo vísceras vacías de comida y llenas de evocaciones de Ana. “Los seres orgánicos están hechos de humo y adquieren materialidad en la muerte”, dice alguien en la novela. ¿Es lenguaje emanando de los vómitos en las cubetas? ¿Es supuración de la mente de la protagonista? La narración de esta historia es una especie de hato de frases que caminan en grupo. Los recuerdos son como hojas de maíz secas y atadas, guardadas para quién sabe qué uso. El recuerdo de la abuela defecando y limpiándose con olotes, sonándose la nariz y embarrando la sangre en los árboles, sus labios azules y su manera de comer chayotes con las encías resecas. Son recuerdos que se amontonan, pero realmente a quién le importan. Lo que va tomando materialidad es una filosofía del estómago, es este órgano el que filosofa, el que quiere llegar a una filosofía idealista, quiere crear pensamientos en lugar de desechos. Hay más, mucho más, en esta novela, pero no dejo de pensar en ese estómago que rechaza el mecanismo del mundo, el sol, la lluvia, la cosecha, la cocina… y aspira al amor, a manipular a dos muchachas para hacerlas creer en un amor que depende de desprenderse del mundo para que sus cuerpos vivan de autoconsumirse.
Alaíde Ventura Medina. Autofagia (2023), 1ª reimp. México, Random House, 2024.
“Así como es incapaz de dar, porque no tiene nada, porque nunca ha tenido nada, tampoco sabe recibir.”
“Hay muchas maneras de acceder a lo que nos gusta, están los olores y las miradas…los recuerdos y las imaginaciones.”
“Las palabras eran habitaciones estrechas y los recuerdos no cabían en ellas.”
“Hay mujeres que cuidan aquello que necesita ser cuidado.”
#bookquotes
Ana y ella son una suerte de pareja, una muy particular. Podrían ser, la peor o mejor combinación de personas, depende a quién se le pregunte. Ella llegó a la ciudad recientemente desde un pueblo cercano a la playa; está intentando sobrevivir en su nuevo mundo, lejos de todo lo que había conocido como vida. Ana, por otro lado, es un total y absoluto misterio. Unidas por innumerables cosas, situaciones y sentimientos, la ingesta de agua y no ingesta de alimento, son quizás los pilares más relevantes de su relación. Un día, tras una pelea, ella llega a casa y Ana no está.
Ya se sabía que Alaíde es extraordinaria y con este nuevo título, sólo se confirma. Sus párrafos tienen poesía pese a tocar temas obscuros y dolorosos. Una protagonista entrañable, sin nombre, a quien se quisiera proteger hasta de sí misma, si eso fuera posible. Fácilmente se logra la identificación con la historia y los personajes pese a no haber vivido exactamente lo relatado. Son temas sensibles, complejos y relevantes todos los que aquí se abordan: soledad, desórdenes alimenticios, violencias y salud mental, por mencionar algunos. Nuevamente, una gran experiencia leer a esta mujer que conmueve infinitamente. Vayan a leerla por amor a los dioses.
Es difícil describir el libro sin parecer pretencioso, porque creo es un libro que exige cierto nivel de atención para ser apreciado, entender un poco las reglas particulares de esta lectura. Es un libro de relaciones complicadas, que son asociadas con una de las sensaciones más primitivas que es el hambre, el hambre y la comida, el consumir y el ser consumido, el dar y recibir y como se relaciona con comer. Estamos en la mente de alguien que a fuerza de dar, de ser consumida no entiende otra cosa que ser vacío, y su relación con alguien que la consume, y consume pero no disfruta y no se nutre, solo quiere consumir y vaciar, ama el vacío pero no lo acepta como parte de ella sino que disfruta de ver a otra consumirse. Es un libro muy tortuoso, con varias voces pidiendo manifestarse al mismo tiempo que también consumen y exigen el vacío. Es un enorme ejercicio de estilo, por eso parece que se extiende, pero me parece un libro de excelente técnica, de recomendarlo aún no lo sé porque decir que se disfruta no creo que sea la palabra.
Es una novela muy bien escrita y que me dejó una sensación muy parecida a la primer novela de Alaide que leí, "Entre los rotos", en el sentido de que me parece súper genuina y natural la narrativa y todo el componente emocional que la acompaña. Yo creo que alguien que escribe así, de forma tan transparente, difícilmente lo hará mal, la conexión con el lector es instántanea.
La forma en la que la autora teje la historia y nos va metiendo de a poco al coro de voces que la narran me parece bellísima y maravillosa. Aún no sé cómo sentirme con el final, pero pienso que en general es un libro que combina de gran manera prosa, verso e incluso el dicho o refrán (algunas veces torcido). Me gustó muchísimo