Prohibido durante años en Rumanía por lo explícito de su argumento, El Ruletista constituye uno de los más brillantes hitos narrativos de la reciente literatura europea.
Esta pieza, tan breve como intensa, narra la improbable historia de un hombre al que nunca le ha sonreído la suerte, un desarraigado que sorprendentemente hace fortuna participando en letales sesiones de ruleta rusa. Multitudes enfervorecidas, presas del morbo, guardan cola para participar en las ceremonias de muerte y redención en que se convierten sus apariciones, y que dan paso a la histeria colectiva. Un escritor moribundo que conoció al Ruletista en su juventud intenta explicar cómo ese hombre insulso termina convirtiéndose en alguien inmortal y aparentemente inexpugnable, cuando en realidad en él solo anida el más desesperado espíritu de la autodestrucción.
Mircea Cărtărescu hace de una historia breve una parábola universal.
Romanian poet, novelist, essayist and a professor at the University of Bucharest.
Born in Bucharest, he graduated from the University of Bucharest's Faculty of Letters, Department of Romanian Language And Literature, in 1980. Between 1980 and 1989 he worked as a Romanian language teacher, and then he worked at the Writers Union and as an editor at the Caiete Critice magazine. In 1991 he became a lecturer at the Chair of Romanian Literary History, part of the University of Bucharest Faculty of Letters. As of 2010, he is an associate professor. Between 1994-1995 he was a visiting lecturer at the University of Amsterdam.
Among his writings: "Nostalgia" (a full edition of the earlier published "Visul"), 1993, "Travesti" 1994, "Orbitor" 2001, "Enciclopedia zmeilor" ("The Encyclopedia of Dragons") 2002, "Pururi tânãr, înfãsurat în pixeli" ("Forever young, convolved in pixels") 2002, "De ce iubim femeile" bestseller ("Why do we love women") 2004.
“Fue considerado, como mucho, un ruletista afortunado. Poco después de la cuarta y de la quinta, se convirtió en la figura central del juego. Un verdadero mito llamado a alcanzar proporciones gigantescas los años posteriores.”
Vaya, vaya, vaya… qué cuento tan alucinante es “El Ruletista” de este excepcional escritor rumano llamado Mircea Cărtărescu. Es mi primera aproximación a su obra y me ha dejado realmente impactado. Dueño de una narrativa convincente y aplomada, comparado con maestros del género como Kafka, Borges, Cortázar o Kundera, no tiene absolutamente nada que envidiarles y realmente es un serio candidato a ganar el premio Nobel. El relato, de apenas sesenta y dos páginas me ha dejado con ganas de más. Una lectora me dijo “bienvenido al mundo Cărtărescu” y no se ha equivocado. En este cuento, el narrador, que es un escritor, nos acerca sus remembranzas de cuando conoció al Ruletista. Un experto jugador de la ruleta, pero no aquella de domina los números del afamado juego de los casinos. No. Se refiere a la ruleta rusa. Irrumpiendo desde la nada y con nada que perder, el Ruletista va desafiando a la muerte agregándole más y más balas al aceitado revólver. Los sótanos clandestinos se llenan de apostadores deseosos de saber cuándo una bala finalmente le destrozará los sesos, pero el Ruletista sigue indemne. No se detiene. El nivel de tensión, angustia y deseperación del relato va acercándose al paroxismo y parece que todo puede suceder, pero el Ruletista sigue estoico. Qué pasará cuando las balas en el tambor del revólver sumen seis. Nadie lo sabe. “En medio de un silencio aterrador, se oía con claridad la risita dentada del tambor al girar. Temblando, con el rostro convulso, con esa mirada de pánico que solo tienen los que agonizan, se llevó la pistola a la sien. La gente se puso de pie.” Hay que animarse a leer lo que queda del cuento para saber cómo termina esto. Con el corazón en la boca y los pelos de punta…
Am ascultat aceasta poveste acum cateva luni dar am uitat de ea. Imi este clar ca Cartarescu este un scriitor bun dar este ceva in aceasta poveste care nu ma atrage. Nu pot sa imi dau seama ce. Povestea apare si in volumul Nostalgia, chiar deschide acea carte. Am citit si urmatoarea poveste si am avut acelasi resentiment.
I listened to this short story earlier this year but I forgot to log it. It is clear to me that Cartarescu is a talented writer but it is something in his prose that repels me. I cannot figure it our what. This story also appears in Nostalgia, newly translated to English. That volume is a collection of short stories and novellas with some common themes. I tried another story from the collection but had the same problem. Maybe the author is not for me.
Comienzo y termino El Ruletista ( 2010 ) del afamado escritor rumano Mircea Cartarescu (1956-) en un abrir y cerrar de ojos, de hojas, de… “tambor” (apenas son 60 páginas) y con la sensación de haber estado leyendo una obra mucho más extensa, mucho más compleja, mucho más impactante.
De tanto oír elogios de este relato, cabría esperar una ligera decepción, sin embargo, El Ruletista me ha parecido una "pequeña" joya. Independientemente de un argumento existencialista, crudo y explícito, admiro la destreza del autor para mostrarnos, en tan pocas páginas, unos personajes bien trazados (con su dosis de soledad, autodestrucción, violencia, apatía, morbo...), un ambiente magníficamente definido (con crítica social incluida), una historia impresionante y un final sorprendente.
Y además, en una obra de tan corta extensión, Cartarescu se permite utilizar variadas referencias literarias así como reflexionar sobre algunos temas sin relación aparente, pero que se amoldan al principal sin demasiadas estridencias: qué es ser escritor, qué es la literatura...
En resumen, un relato más que recomendable que puede servir para atreverse con las casi 800 páginas de la supuesta obra maestra del autor: Solenoide.
Titulo: El Ruletista Autor: Mircea Cărtărescu Motivo de lectura: #RetoDePremios2024 Lectura / Relectura: Lectura Mi edicion: Electronico Puntuacion: 5/5
Extraordinario relato onirico, que explora la esencia humana desde el aspecto de la morbosidad. Es la primera vez que leo al autor Mircea Cărtărescu, y definitivamente no sera la ultima.
Como el titulo lo indica, este relato trata sobre un ruletista, y nuestro narrador es alguien que tuvo la oportunidad de conocerlo. A traves de su pluma el autor expone una sociedad morbosa, con un deseo irrefrenable de ser testigos de "cuando la cosa salga mal". El tema es que si algo sale mal, hablamos de la muerte de un ser humano. La moralidad desaparece para dar paso a un sed incontrolable entre la curiosidad, el sadismo y hasta cierta cuota de perversidad.
Cărtărescu no se anda con rodeos, el relato es crudo, con descripciones de una calidad magnifica, con un gran poder narrativo esta historia atrapa desde el primer instante. Leer a Mircea Cărtărescu se asemeja a caminar entre los apostadores decidiendo si mirar o no al ruletista. Si decides mirar, tendras de primera mano que ocurre, si decides no mirar, la propia prosa de Cărtărescu, con sus descripciones tan sensoriales, se encargara de hacer que vivas la experiencia aun si cierras los ojos.
Por momentos da la sensacion que el ruletista y nuestro narrador se fusionan, fluyen entrelazandose. Y hasta podria jurar que la trama juega con el lector, otorgandole la posicion de ruletista, narrador, testigo, turnando los puestos en este relato absolutamente maravilloso.
Altamente recomendable, necesito leer mas obras de Mircea Cărtărescu.
El ruletista es el relato que solamente un gran poeta puede escribir.
Un escritor ateo en los últimos días de su vida concibe un plan para pasar a la posteridad: crear una pieza maestra. El narrador se pone manos a la obra y nos regala la historia de un hombre pobre y desafortunado, que comienza a jugar a la ruleta rusa. En los bajos fondos de no se sabe bien dónde, apuesta contra su propia vida colocando una bala en el tambor de un revolver y dispara una y otra vez, para salvarse siempre.
El relato es realmente bueno y toca varios aspectos importantes en muy poco espacio: la literatura y su confrontación con la vida, la suerte, los bajos impulsos, el dinero y dios; nada menos. Cuando digo que solamente un buen poeta puede hacer esto, de esta forma, me refiero sobre todo a dos aspectos:
i) El cuidado exquisito por la palabras, por la sonoridad, por las descripciones. Sin excesos y rozando la perfección en la ambientación.
“Casualmente, en la primera partida de ruleta a la que asistí, el ruletista salió indemne. Desde entonces, a lo largo de los años, he asistido a cientos de ruletas y he visto en muchas ocasiones una imagen indescriptible: el cerebro humano, la única sustancia verdaderamente divina, el oro químico donde se encuentra todo, esparcido por las paredes y por el suelo, mezclado con esquirlas de hueso.”
ii) la profundidad en las disquisiciones sobre la literatura, la mortalidad y la inmortalidad.
“Ya he escrito suficiente literatura, durante sesenta años no he hecho otra cosa, pero permítaseme ahora, al final del final, un momento de lucidez: todo lo que he escrito después de los treinta años no ha sido más que una penosa impostura. Estoy harto de escribir sin la esperanza de poder superarme algún día, de poder saltar más allá de mi propia sombra. Es cierto que, hasta cierto punto, he sido honesto de la única manera en que puede serlo un artista, es decir, he querido contarlo todo sobre mí, absolutamente todo.”
Maravilloso trabajo de este autor rumano, muy recomendable; háganse un regalo y léanlo.
"¿A quién se le iba a pasar por la cabeza convertirse en una especie de campeón mundial de la supervivencia? Pero lo cierto es que el Ruletista conseguía, por el momento, mantener ese ritmo demencial en una carrera en la que solo había otro concursante: la muerte."
Me ha gustado mucho este primer acercamiento a las letras de Cărtărescu y me parece perfecto para iniciarse con su obra tanto por su brevedad como por su contundencia a la hora de relatar los hechos. Sin andarse por las ramas, siendo alegórico y existencialista pero a la vez directo cuando toca serlo.
🖤 Un pequeño cuento que te deja reflexionando sobre lo leído y sus múltiples interpretaciones, y eso siempre es bueno.
Historia corta pero intensa, me ha sorprendido muy gratamente todo lo que se puede contar en tan pocas páginas.
Nuestro narrador relata la vida de El ruletista, pero...¿quién es? Pues básicamente un señor que se dedica a organizar sesiones de ruleta rusa. Se pone la pistola en la cabeza...y la ¿suerte? hace que siempre salga indemne.
Cărtărescu nos hace un relato muy crudo acerca de cómo el morbo por ver si sobrevive hace que las multitudes apuesten, se concentren enfervorecidas haciendo cola para ver en primera persona a este señor que parece ser inmortal.
Las descripciones son tas específicas que realmente llegas a estar entre toda esa marabunta de gente, siendo un espectador más.
Me ha encantado la visión que nos da tanto de El ruletista como de las masas. Como esa suerte por salir ileso es la condena de otros, y como quienes lo consideran un suertudo por librarse no captan la desgracia de quien una y otra vez no consigue lo que pretende.
Una historia corta curiosa, intensa y que me deja con ganas de seguir descubriendo a este autor.
No sé que decir de esta novela. Son 60 páginas magistralmente escritas. No hubo necesidad de una sola palabra más.
Las descripciones de Mircea son impecables y casi infecciosas. En las escenas de tensión en verdad sentía lo que transmitía el evento. Tensión, estrés, incertidumbre, etc. Yo era un personaje de este relato.
Además tiene un tinte existencialista que me encantó. Hay un momento en que incluso el narrador admite ser un personaje ficticio que describe a otro personaje ficticio. Y no me hagan empezar a hablar de la alegoría de la pecera y “las aletas moviéndose de los peces”
Primer libro que leo de Mircea y sin duda iré corriendo a buscar más títulos de su obra.
Lo peor es que he leído reseñas que dicen que esto es solo una prueba de su talento. No es lo mejor de él. No puedo creer eso.
Lo primero que quisiera comentar es que tras una primera lectura, uno se percata de que la muerte, la vida y el destino no son los únicos temas que trata el relato, ni mucho menos, se trata de algo mucho más profundo. Que tras una segunda lectura, quizás algo más sosegada, uno se da cuenta de que está ante una auténtica Obra de Arte condensada en unas pocas páginas que, sin saber expresarlo de otra forma, es literatura pura, que el Autor trabaja la misma a la perfección así como el puro acto de escribir.
Según el propio narrador, la literatura "no es el medio adecuado para decir algo real sobre uno mismo", por lo que pone en juego el concepto de biografía ligado al acto de escritura. Plantea nuevos interrogantes acerca del contenido autobiográfico de las obras, desmintiendo y alejando la posibilidad de que los personajes puedan estar inspirados en sucesos reales.
Esta afirmación recuerda mucho a los teóricos literarios Barthes y Blanchot. El primero de ellos, postula en "El susurro del lenguaje" que el autor muere en el acto de escritura, lo que permanece es la letra, el texto, a merced de la interpretación del lector. Blanchot, en "El espacio literario", plantea la idea de que la obra y la escritura misma son actos que conducen inevitablemente a la muerte. Incluso va más allá y afirma que "la muerte es la única certeza verdadera, ante todo lo demás que está sujeto al cambio" (tal como decía Montaigne).
Por eso resulta curioso y significativo el inicio del relato donde el narrador siente que el espacio literario se ha agotado y que ahora solo puede contar la historia de su amigo, un hecho verdadero, que queda a merced del lector participar, creer y reflexionar.
El epígrafe y las últimas líneas de “El Ruletista”, escrito por Mircea Cărtărescu, se repiten: son dos versos del poema de T.S Eliot, “Cántico de Simeón”, en los que la voz poética pide lo siguiente: “Concede el consuelo de Israel a uno que tiene ochenta años y que no tiene mañana". En su poema, Eliot hace referencia al profeta bíblico Simeón, quien suplica a Dios le conceda, antes de morir, poder ver a Cristo, su salvador. ¿Qué es lo que quiere ver el moribundo narrador de “El Ruletista”? ¿Qué milagro espera? ¿Quiere acaso vernos a nosotros, sus lectores, leyéndolo? A lo largo de las páginas que componen este magnífico relato, el lector siente caer sobre él la responsabilidad de dar al narrador, antes de que muera, la salvación que está esperando.
La pregunta sobre aquello que espera antes de morir puede responderse con otra referencia bíblica del cuento, pues el narrador se compara con Lázaro y en el último párrafo hace explícita la equiparación del lector con Dios: “esperaré hasta mi resurrección, como Lázaro, cuando oiga tu voz clara y poderosa, lector”. Las dos referencias bíblicas contrapuestas nos hacen dudar si en efecto el narrador pudo morir con la concesión del lector o si, por el contrario, no le queda otra opción que entregarse a la muerte y esperar ser resucitado en otro momento, a la manera de Lázaro. En todo caso, el narrador manifiesta de manera reiterada que es el lector quien tiene el poder sobre él y su obra. Pero la salvación del narrador puede estar, también, en culminar su relato, aquello que lo hará inmortal y que constituye su única razón para vivir.
A pesar de que el anciano se encarga de narrar la vida del Ruletista (cuya fama, suerte y coqueteo con la inmortalidad le llevan a merecer las mayúsculas), el grueso del relato no se centra en la historia de este personaje sino en la experiencia narrativa, psicológica y onírica de otro ruletista, tan protagónico como el primero (aunque en minúsculas) que es el narrador. Éste oculta por mucho tiempo su condición de personaje tras la excusa de estar narrando los enfrentamientos con el azar de un “otro”, pero lo cierto es que también él se arriesga para “alcanzar un cierto grado de gloria”. El Ruletista desafía al destino al llevarse una pistola a la sien jugando a la ruleta rusa más veces de lo que la suerte perdonaría, pero el azar está presente sobre todo en la experiencia del narrador con su lector. Es azarosa su escritura porque es incierto el destino de su obra una vez la publica. Según este paralelo con el juego de azar, el escritor que gana es aquél que escapa de la muerte y quien, como el Ruletista, alcanza la inmortalidad. Aunque las probabilidades de supervivencia del narrador no son calculables matemáticamente como sí lo son (al menos en teoría) las del Ruletista, la escritura es un juego igual de peligroso y librado al azar cuyo control no lo encabeza el jugador principal sino el destino (que por definición se desconoce) y la audiencia que lo rodea (cuya reacción tampoco es pronosticable).
“El Ruletista” es un cuento sobre la literatura, una poética. El andamiaje que crea el narrador para leer su propia creación nos lleva a entender que, lejos de tratarse sólo de la anécdota de un jugador que apenas conocemos y que pasa sus noches en un espectáculo potencialmente sangriento, es una reflexión sobre el juego, el azar, y el incontrolable destino que envuelve el oficio literario. En este sentido, desde muy temprano en el cuento, el narrador afirma que “la literatura es teratología”, con lo cual la presenta como una enfermedad genética cuyo desenvolvimiento no puede ser controlado por su creador/narrador/autor, sino únicamente por el lector, de cuya recepción el narrador desconfía (desconfianza que está legitimada si tenemos en cuenta que de éste depende la inmortalidad de aquél). Como en el epígrafe de Eliot, también aquí se manifiesta la necesidad de salvación e inmortalidad a través de la escritura que a menudo se presenta como “polvo, nada más que polvo”. Y sin embargo, nuestro narrador escribe; desafía al destino y renueva sus esperanzas línea tras línea, como el Ruletista se arriesga bala tras bala.
Las imágenes que nos recrea el juego de la ruleta se asemejan, también, a la forma en que se recibe la literatura: “llegas a descubrir en la ruleta, (en la literatura) el auténtico y dulce encanto de ese juego”. De hecho, la pistola, como un libro que deja rastro, pasa por las manos de todos los asistentes al espectáculo: “el cartucho dio la vuelta a la habitación y dejó restos de aceite en los dedos de todos”, como si todos fueran/fuéramos culpables. Asimismo el relato está dividido en seis partes (igual que el número de balas en la pistola) y, al final del último disparo o de la última parte, el cuento termina con la muerte física y metafórica del narrador, muerte que él desde el epígrafe ve venir y que, de hecho, construye, vuelve real. El narrador dice sobre el Ruletista algo que podría decirse sobre cualquier escritor que no deja de escribir: que “era un enigma que siguiera arriesgándose. Solo cabía una explicación posible… que lo hiciera por alcanzar un cierto grado de gloria, como un deportista que intenta superarse en cada carrera”.
Hacia el final del cuento el narrador desmantela este juego y confiesa que nos ha engañado con éxito al estirar los límites de la verosimilitud. En principio alega estar escribiendo sin razón, más parecido a un diario fiel que a una obra literaria pero nos desengaña, finalmente, al revelar su quehacer literario y al hacer evidente que con el relato del Ruletista estaba hablando, en realidad, de sí mismo y de la literatura en general. Quien más juega es, por supuesto, no el Ruletista personaje sino el ruletista narrador, que a medida que se aproxima al final desafía de forma cada vez más arriesgada las expectativas legítimas que se han asentado en el lector. La poética del ruletista y la anécdota del Ruletista se vuelven cada vez más difíciles de separar.
Si el Ruletista personaje se puede equiparar con la noción de autor, ¿quiénes somos nosotros en el relato? ¿Los accionistas que miran desde un lugar privilegiado y esperan verlo morir? ¿O los patrones que tienen el control y la posesión sobre el potencial sacrificado? El narrador de Cărtărescu desdeña al lector común; el suyo es uno especial, un jugador digno de su juego: “mi lector de ahora no es otro que la muerte. Veo ya sus ojos… leer mientras completo una línea tras otra. Estas hojas contienen mi proyecto de inmortalidad”. Convertidos en la muerte, sus lectores tenemos la tarea de volverlo inmortal. Con sus palabras nos convierte en voyeristas que presenciamos el juego de la muerte “no por apostar sino por el deseo de ver cómo pierde de una vez por todas”. Somos, dependiendo de la página, Dios, diablo, salvador o muerte.
Pese ser un relato sobre la fragilidad de la vida y la cercanía con la muerte, “El ruletista” es también un cuento sobre la búsqueda de la permanencia y la inmortalidad. Casi al final, el narrador se construye un acuario, un lugar que propicia una vida aislada, protegida y tranquila, pero que es ante todo artificial. Dado que su hogar se vuelve su escritura, el ruletista narrador pasa a ser enteramente personaje: el santo protagonista de la hagiografía que había asegurado no querer escribir. La escritura es un juego que cree haber dominado en algún momento, cuando sus obras se publicaban de manera abundante y recibía gran reconocimiento por ellas, pero que es por definición imposible de dominar, pues la totalidad de su éxito y su victoria dependen del azar. Es por ello un cuento sobre los cuentos y sobre el narrar. En él, el narrador juega con la literatura, que es su juego, y con su lector, que es su contrincante.
¿Cuál es, entonces, la salvación que anhela el escritor? ¿Qué es lo que quiere ver para poder morir en paz? ¿A sí mismo convertido en literatura, a salvo en un acuario, enterrado en una cripta? Si para él no hay un destino premeditado, su fe no es ciega, sino como la de Simeón, quien necesita ver. A pesar de que sospecha que sus páginas tendrán un lector, desconfía en su llegada y dicho lector permanece hipotético: “Cuando ya haya muerto, mi cripta, mi guarida, seguirá flotando en esa niebla negra y sólida, y llevará estas hojas a ninguna parte para que nadie las lea”. En todo caso, el ruletista narrador ganará inevitablemente: gana incluso si muere, pues lo habremos leído, y gana si logra que, hasta el final del relato, pensemos que el ruletista es el otro, y no él, y si ignoramos que somos nosotros, sus lectores, quienes le damos vida aunque apostemos en su contra para presenciar el violento espectáculo.
A mí siempre me ha parecido que todo buen relato, se presta para múltiples interpretaciones , y este es uno de ellos. No me ha parecido impresionante como a otros muchos lectores, pero de todos modos está muy bien. Y al ser cortito uno se lo devora. Sin duda una buena elección para empezar con el autor.
El autor consigue trasladarte claramente el mensaje de la historia y te mantiene enganchado de principio a fin, lo cual unido a que no es un libro excesivamente largo, hace que te lo leas de una sentada y lo disfrutes. La historia te adentra en un panorama desolador que personifica a través de la figura del Ruletista y del resto de personajes secundarios que participan como espectadores en el macabro juego, la completa destrucción del ser humano, el apasionamiento de las gentes por el sufrimiento ajeno hasta convertirlo en un hobby, la vanidad, la desesperación, la hipocresía y la fasedad de la persona. En un primer momento podríamos ver plasmada la necesidad como motivo de vender tu propia vida a cambio de sobrevivir, pero más adelante esto evoluciona hacia la imposibilidad de saciar los deseos de más dinero, hacia la arrogancia y la necesidad de autopromoción, rodeados por un contexto de renuncia previa a la vida y de autoengaño ante la que se supone que es la consecuencia a evitar: la muerte. No deja de ser una aproximación a la conocida como "doble moral" de la población, quedando asimismo reflejado el tan conocido dicho de "si te he visto, no me acuerdo". En definitiva, nos encontramos ante una obra realmente expresiva que merece mucho la pena ser leída.
Algunas frases que me han llamado la atención:
-"Ningún lector habría aceptado que en su mundo pudiera vivir, apretujado en el mismo tranvía, respirando el mismo aire, un hombre cuya vida es la demostración matemática de un orden en el que ya nadie cree". -"Tenía muchas veces en la calle o incluso en mi despacho, la sensación de ser vigilado, de estar controlado por una instancia indefinida que flotaba diluida en el aire como la bruma del crepúsculo (...) estaba siendo sometido a un control exhaustivo". -"Recuperaba con cada libro lo que había perdido en la ruleta y volvía a hundirme allí, bajo tierra, donde, al parecer, un presentimiento de nuestra carne y de nuestro esqueleto nos atrae mientras estamos vivos". -"Ahora era de mal gusto organizar vulgares ruletas en las que un pobre vagabundo se llevaba la pistola a la sien. Ya no quedaban patrones ni accionistas, el único que organizaba partidas de ruleta era el propio Ruletista". -"Para un hombre que afronta el final de su vida cualquier perspectiva es preferible a la de desaparecer para siempre".
En mi afán por conocer nuevos autores importantes de la literatura universal, me topé con Mircea Cartarescu, uno de los escritores rumanos que más alabanzas ha recibido por la crítica. Tras valorar varias opciones, me decanté por probar con un relato corto (apenas cuenta con 62 páginas) para estrenarme con él. Qué buena decisión y qué maravillosa y sorprendente lectura nos ofrece Impedimenta.
La obra trata sobre un hombre de los bajos fondos que conoce la fama y la fortuna jugando al juego mortal de la ruleta rusa. La suerte le sonríe y sale victorioso de numerosos asaltos, eso hace que cobre confianza en sí mismo, gane dinero gracias a las apuestas y que genere muchísima expectación entre un gran séquito de personas que lejos de horrorizarse se mueve por un morbo angustiante.
“El ruletista” es un cuento breve, hipnótico, desconcertante que puede recordar a los escritos del gran maestro de las nouvelles, Stefan Zweig pero con un toque más oscuro. Cartarescu crea un ambiente tenso, en ocasiones agobiante por la expectación que crea detrás de un personaje que resulta fascinante. Este, impasible y desafiante va jugando con fuego, incrementa el riesgo y el lector cada vez sufre más.
El narrador, a través de su punto de vista logra colocarnos en primera fila de la representación de esta historia que resulta sumamente visual. Es partícipe de esas fiestas que se originan en sótanos clandestinos, tugurios que se llenan de personas ansiosas y deseosas de ver y presenciar el final de este personaje, lograr ser testigos de que la bala gane la batalla y termine con todo este show.
En definitiva, debo destacar la narración tan envolvente, especial y diferente con el que este autor narra una historia extremadamente corta cargada de una gran profundidad. Estamos ante un relato psicológico, dotado de una crítica mordaz muy atinada de la sociedad, de la morbosidad que todo ser humano puede sentir pero que incomoda. Un desafío a la muerte en toda regla, un juego, un azar que os animo a conocer. Volveré a este autor, sin lugar a dudas.
Mi primer acercamiento a Cărtărescu ha sido como mirar fijamente al abismo… y que el abismo te devuelva la mirada. Este relato corto es una descarga eléctrica, una confesión a media voz escrita al borde de la muerte, una meditación sobre lo inconfesable del alma humana. Nos habla de un hombre que convierte su vida en espectáculo, que convierte el vacío en materia inflamable. El narrador, espectador silente, recuerda —como quien no puede olvidar— al personaje más perturbador y fascinante que ha cruzado su vida. El resto es silencio… y ruleta. Cărtărescu no escribe: te disecciona. No necesitas más que unas páginas para entrar en una atmósfera cargada, pesada, donde cada frase parece sostenida por un hilo de tensión que podría romperse en cualquier momento. 🌑 ¿Por qué contemplamos lo prohibido? 🌑 ¿Qué nos empuja a mirar, incluso cuando el alma se nos encoge? 🌑 ¿Qué sentido tiene la existencia si todo termina disolviéndose en el olvido? El Ruletista habla del deseo de trascender a cualquier precio, de la atracción por el riesgo, del culto al dolor como forma de ser visto. También habla del anonimato, del público, de nosotros. Del miedo a pasar por la vida sin haber sido, realmente, nadie. Es un texto breve pero brutal. Cada línea carga con una intensidad difícil de sacudirse. Terminas de leerlo con una mezcla de asombro, incomodidad y respeto. Como si hubieras sido testigo de algo que no estabas preparado para ver… y que sin embargo no podrás olvidar. 🖤 No es solo un cuento. Es una revelación incómoda sobre nosotros mismos. ⭐️⭐️⭐️⭐️ ⭐️ (4,5/5)
Esta apasionante historia literaria, en donde el autor logra crear una trama intensa en la que se juega la vida y la muerte con cada giro de la ruleta. A través del personaje bien desarrollado el ruletista y la narrativa llena de suspenso, me envolví y me sumergí en un mundo oscuro donde las decisiones del protagonista son cuestiones de vida o muerte. El autor teje la tensión en cada página, este libro es una montaña rusa de emociones, un viaje inquietante que explora la fragilidad de la existencia.
Es un libro muy corto de 67 páginas, me deleité con la lectura tomándome mi tiempo para absorber cada detalle, muy bien elaborado, el estilo prosaico que utiliza me fascina, al ser mi primer libro de este autor rumano, me dejó con más ganas de seguir explorándolo. La prosa poética de Mircea te lleva a un mundo de imaginación desbordante. Haber leído este libro me hizo admirar aún más la belleza narrativa.
Este cuento largo presenta en realidad dos historias: la de un escritor que afronta angustiosamente el final de su vida y la del "ruletista", quien extrañamente y a pesar de un pasado donde la suerte le había sido hostil, se ha ganado la vida arriesgando perderla en la ruleta rusa. La clave del texto está en el modo en que se articulan ambas historias, y el significado profundo del relato apunta a la necesaria búsqueda de un sentido que, en un mundo caótico y ante el escepticismo en materia religiosa, puede hallarse en la literatura. Acaso así sea.
Una pequeña gema de cuento donde lo teológico, lo matemático y lo artístico conviven en metaplanos, quedando al lector el decidir cuál de los tres es dios.
Relato breve, pero muy intenso. Ficción dentro de la ficción. El escritor es un personaje más, y se diferencia del narrador, aunque a veces sean el mismo.
Un desafío a la muerte. Para el ruletista, la muerte es su triunfo; pero a lo largo de su desdichada vida, nunca ha tenido suerte en el juego, ni en la gracia de su persona.
Para el autor, la muerte es lo que más teme; es quien le acecha mientras escribe este relato, y se maravilla de que su amigo el ruletista, la persiga sin encontrarla.
El ruletista se acoge al nicho que forma el morbo de las personas, a la Ley de la demanda. Él es la oferta, el espectáculo que da gusto, que entretiene, que llena de adrenalina el cerebro del espectador, como los gladiadores, como en las corridas de toros.
“el perverso deseo de ver con sus propios ojos lo que algunas conocían solo de oídas: el cráneo reventado como una cáscara de huevo y esa sustancia ambigua, líquida, del cerebro salpicando sus vestidos”
El escritor sabe que es absurdo el desafío con tanta suerte a las probabilidades: una bala, dos balas,…, el tambor ahora tiene cinco balas de seis espacios…se salvará el ruletista?
Un relato con un trasfondo que a veces se asoma al lector y no exento a las ironías del destino.
Fantástico. Fatal, extremo, narrativamente perfecto y bello. Quizás el mejor narrador de ficción contemporáneo. Este cuento es todo lo que no podría decirse de una forma sublime, y sin embargo lo es. Cartarescu juega con la vida y la muerte, y las hace pender de su pluma.
• “Hay un lugar en el mundo donde lo imposible es posible, se trata de la ficción, es decir, la literatura. Allí las leyes del cálculo de probabilidades pueden ser infringidas.”
• “He querido destruir estas páginas que he ido amontonando aquí con tanta inconsciencia. Pero, ¿qué puede hacer un hombre que ha dedicado toda su vida a escribir literatura? ¿Cómo puedes abandonar los arcanos del estilo? ¿Cómo, con qué instrumentos puedes exponer en una página un testimonio puro, libre de la cárcel de las convenciones artísticas? Tengo que asumirlo y tener el valor de reconocerlo: de ninguna manera. Lo he sabido desde el principio, pero, con la astucia de un animal acosado, he ocultado mi juego, mi postura, mi apuesta, a tus miradas. Porque, finalmente, he apostado únicamente por la literatura. He seguido, en mi razonamiento masoquista, pascaliano, precisamente aquello que parecía estar en mi contra.”
• “Cuando yo haya muerto, mi cripta, mi guarida, seguirá flotando en esa niebla negra y sólida, y llevará estas hojas a ninguna parte para que nadie las lea. Pero en ellas está, al fin y al cabo, todo. He escrito varios miles de páginas de literatura —polvo, nada más que polvo. Intrigas construidas de forma magistral, fantoches con sonrisas galvanizadas, pero, ¿cómo vas a poder decir algo, por poco que sea, en esta inmensa convención que es el arte? Querrías sacudir el corazón del lector pero, ¿qué hace él? A las tres termina tu libro y a las cuatro empieza con otro, por muy bueno que sea el libro que tú hayas depositado en sus manos. Sin embargo, estas diez o quince páginas son otra cosa, se trata de un juego diferente. Mi lector de ahora no es otro que la muerte. Veo ya sus ojos negros, húmedos, atentos como los ojos de una adolescente, leer mientras completo una línea tras otra. Estas hojas contienen mi proyecto de inmortalidad.”
• “Esta es mi apuesta y mi esperanza. Espero con toda mi alma —y tengo un argumento poderoso: el Ruletista— ser el personaje de un relato y, aunque tengo ochenta años, no morir nunca porque, de hecho, no he vivido nunca. Quizá no viva dentro de una historia importante, quizá sea tan solo un personaje secundario pero, para un hombre que afronta el final de su vida, cualquier perspectiva es preferible a la de desaparecer para siempre.”
• “Nunca experimentó la alegría de ganar siquiera el más pueril de los juegos en que interviniera el azar. Desde las canicas hasta las carreras de caballos, del lanzamiento de herraduras contra una estaca hasta el póquer, el destino parecía seguirlo como a un bufón, parecía contemplarlo con una mirada siempre irónica. La ruleta fue su gran oportunidad y es sorprendente que ese hombre, dotado de un pensamiento tan rudimentario, tuviera sin embargo la astucia de sacar provecho del único punto por donde podía atravesar, como un escorpión, la coraza del destino, y transformar la sempiterna burla en un triunfo eterno. ¿De qué manera? Ahora me parece simple, primitivo pero, al mismo tiempo, genialmente simple: el Ruletista apostaba contra sí mismo. Cuando se llevaba la pistola a la sien, él se desdoblaba. Su voluntad se volvía en su contra y lo condenaba a muerte. Estaba firmemente convencido, cada una de las veces, de que iba a morir. De ahí, creo, esa expresión de pánico infinito que afloraba en su rostro. Pero puesto que su mala suerte era absoluta, lo único que podía hacer era fracasar siempre en todos y cada uno de sus intentos de suicidarse. Quizá esta explicación sea una tontería pero, como decía, me resulta imposible considerar otra que se pueda sostener. Por lo demás, ahora ninguna de ellas tiene ya importancia…”