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208 pages, Kindle Edition
First published January 1, 2007
“…mi madre es mi patria. Siempre dije que cuando la perdiera, perdería mi patria.”
“Ninguna muerte es irrevocable. Quizá, al irse, me regale una nueva patria. Como hizo mi padre. Su texto me regaló otra Grecia, el Ponto, el Mar Negro.”
Hay una teoría popular que dice que lo que verdaderamente caracteriza a una persona son sus secretos. Yo creo que es un error. Describir el sótano de una casa no es la forma más veraz de describir la casa.
A las personas se las registra, se las controla, se les imponen impuestos, se las explota, se las vigila, se las engaña, se las traiciona, se las subyuga, se las encarcela, se las tortura, se las mata. ¿Y todo eso no basta? ¿Encima hay que revelar lo que de ellos sabemos? ¡Al diablo con las revelaciones! ¿Quién va a amar a las personas entonces? Si los artistas y los escritores hacen de policías y de jueces, ¿quién queda para besar las heridas del ser humano? ¿Quién hará que esas heridas florezcan?