Nadie podrá dejar de amar y compadecer a George Silverman una vez conozca su historia, la que narra esta fascinante novela corta, una de las menos conocidas pero más bellas de su autor, el gran novelista británico del siglo XIX.
George es pobre y siempre tiene hambre; ha pasado su corta existencia en un lúgubre sótano; sus padres acaban de morir… Pero, por fin, va a salir al exterior; a una vida más pura, como insinúa cínicamente su nuevo tutor, el Hermano Hawkyard, uno de esos personajes dickensianos tan inolvidables como retorcidos. En el "exterior" conocerá otras formas de desconsuelo, pero también el amor.
Charles John Huffam Dickens (1812-1870) was a writer and social critic who created some of the world's best-known fictional characters and is regarded as the greatest novelist of the Victorian era. His works enjoyed unprecedented popularity during his lifetime, and by the twentieth century critics and scholars had recognised him as a literary genius. His novels and short stories enjoy lasting popularity.
Dickens left school to work in a factory when his father was incarcerated in a debtors' prison. Despite his lack of formal education, he edited a weekly journal for 20 years, wrote 15 novels, five novellas, hundreds of short stories and non-fiction articles, lectured and performed extensively, was an indefatigable letter writer, and campaigned vigorously for children's rights, education, and other social reforms.
Dickens was regarded as the literary colossus of his age. His 1843 novella, A Christmas Carol, remains popular and continues to inspire adaptations in every artistic genre. Oliver Twist and Great Expectations are also frequently adapted, and, like many of his novels, evoke images of early Victorian London. His 1859 novel, A Tale of Two Cities, set in London and Paris, is his best-known work of historical fiction. Dickens's creative genius has been praised by fellow writers—from Leo Tolstoy to George Orwell and G. K. Chesterton—for its realism, comedy, prose style, unique characterisations, and social criticism. On the other hand, Oscar Wilde, Henry James, and Virginia Woolf complained of a lack of psychological depth, loose writing, and a vein of saccharine sentimentalism. The term Dickensian is used to describe something that is reminiscent of Dickens and his writings, such as poor social conditions or comically repulsive characters.
On 8 June 1870, Dickens suffered another stroke at his home after a full day's work on Edwin Drood. He never regained consciousness, and the next day he died at Gad's Hill Place. Contrary to his wish to be buried at Rochester Cathedral "in an inexpensive, unostentatious, and strictly private manner," he was laid to rest in the Poets' Corner of Westminster Abbey. A printed epitaph circulated at the time of the funeral reads: "To the Memory of Charles Dickens (England's most popular author) who died at his residence, Higham, near Rochester, Kent, 9 June 1870, aged 58 years. He was a sympathiser with the poor, the suffering, and the oppressed; and by his death, one of England's greatest writers is lost to the world." His last words were: "On the ground", in response to his sister-in-law Georgina's request that he lie down.
Un Dickens muy diferente al que, usualmente, solemos leer. A diferencia de otras de sus obras, aquí hay una sátira social menos jocosa... y un mensaje mucho menos optimista.
Esta historia de un huérfano encerrado en un sótano, dice Rafael Reig en el epílogo, es un estudio de la supresión del deseo. Y estoy de acuerdo: es el recuento de un proceso de domesticación que beneficia a todos menos al propio Silverman. El personaje es una persona que solo sabe sentir pasiones tristes. Por la supresión del goce y la escasez en la que creció, se crea una dicotomía: un hombre que desea profundamente, pero que no se siente merecedor ya no solo de alcanzar eso que desea, sino tampoco de tan siquiera quererlo.
La incorporación de Silverman a la sociedad, tras su inicial aislamiento, es como un instrumento. El afán de poseer le genera una suspensión de la consideración consigo mismo. El único sentimiento positivo que se permite perseguir es el de una suerte de altura moral que, en todo caso, es fútil, porque parte de una negación de la vida. Del amar, del aspirar a algo, del hacer algo por el goce propio. Todo lo que hizo Silverman fue en función de un otro. En función de una noción enfermiza del amor como algo que se experimenta en pos de un fin concreto y de manera transaccional.
Lo triste es que esa disposición - en cierto punto, autoimpuesta - de no ser más que una herramienta para los demás, esos sacrificios por imperativos etéreos, hace que todas sus interacciones sociales sean mecánicas, por ende, fungibles, por ende, transitivas y superficiales.
George Silverman es ese individuo Moderno que se condena a si mismo al aislamiento para no permitirse sentir. Ese ser que ha sido expropiado de agencia por idealtípicos socioestructurales, sí, pero también por preferir la complacencia a los demás sobre el más mínimo riesgo de controversia derivada de la exploración del goce auténtico.